sábado, 2 de mayo de 2009

EMPATÍA Y LENGUAJE EN HIPNOSIS Y PSICOTERAPIA

Pronunciar una palabra es como ejecutar una nota en el teclado de la imaginación.
Wittgenstein


Tanto en la terapia sistémica como en la hipnosis clínica es indispensable la capacidad del terapeuta para sintonizarse en los procesos cognitivos del paciente: estilos cognitivos, emociones, lógica, elaboración de significados. El terapeuta debe atender a los siguientes aspectos del lenguaje del paciente: proxemia, prosodia, paralenguaje facial, gesticulación, representación perceptiva, lógica del discurso, estilo cognitivo, rasgos de personalidad y formas de vida.

a) Proxemia: hace referencia a la distancia para la comunicación, las fronteras o los límites del contacto físico. Algunas personas se sienten incómodas cuando el interlocutor está muy cerca de ellas, mientras que otras al contrario, se sienten incómodas con la distancia. Están quienes prefieren que se les mire a los ojos mientras se conversa con ellas mientras que a otras les ocasiona ansiedad. Existen individuos que necesitan ser tocados mientras se conversa con ellos y por otra parte están los que prefieren no serlo. Por eso es aconsejable durante el primer encuentro, dejar que sea el paciente quien tome la iniciativa del saludo, éste se convertirá en un referente de sus fronteras corporales: si acerca su cuerpo al cuerpo del terapeuta, el terapeuta deberá acercar el suyo; si el paciente extiende la mano para estrechar la del psicólogo, éste deberá extender la suya; si el paciente solamente saluda con una inclinación de cabeza sin ninguna señal de acercamiento, el terapeuta debe responder al saludo de la misma manera.
Sin embargo, están las personas que responden a la acción física del terapeuta y no toman la iniciativa, en ese caso, se debe ser cauteloso y partir de cierta distancia que provoque la respuesta del paciente para continuar con la secuencia de acercamiento o alejamiento.
También puede ocurrir que conozcamos a personas que al inicio de la relación prefieren la distancia, pero en la medida que se incrementa la confianza provocarán mayor acercamiento físico. El terapeuta debe estar atento a esos cambios de actitud corporal para responder según la expectativa proxémica del paciente.
Podemos leer erróneamente las señales de demanda de cercanía/distanciamiento e invadir el espacio físico del paciente, éste reaccionará con disgusto mirando a otro lado, frunciendo el seño; retrocederá si nos acercamos mucho o se acercará si nos hemos alejado demasiado.
Durante la relación los límites de contacto varían, por ejemplo: es común que los varones cuando están conmovidos emocionalmente soliciten distanciamiento físico, las mujeres al contrario requerirán cercanía. Los terapeutas varones pueden equivocarse al responder del modo masculino ante la expresión del dolor femenino, alejándose físicamente, lo propio les puede ocurrir a las terapeutas mujeres con los pacientes varones que rompen en llanto, acercándose. Eso no quiere decir que todos los varones y todas las mujeres tengan la misma proxemia ante sus explosiones de tristeza.
Para la inducción del trance hipnótico es necesario que en el periodo introductorio, el hipnotizado pida permiso para tocar al paciente durante la hipnosis: “en algún momento del trance me gustará ayudarle tocando su brazo o mano, ¿esto a usted le incomodará de alguna manera?” si la persona dice que le será incómodo se respetará su decisión y se le asegurará que de ninguna manera se la tocará durante el trance.
En relación a la mirada, es fácil determinar la forma como la persona la prefiere, lo mejor es mirar a los ojos desde el inicio de la conversación, si la persona inclina la mirada o manifiesta algún gesto de incomodidad, entonces retiramos delicadamente la mirada de sus ojos, si no, continuaremos con la mirada en sus ojos. Si las señales son confusas, lo mejor será preguntar con delicadeza de la siguiente manera: “existen personas a las que les incomoda que se les mire a los ojos mientras se conversa, ¿a usted le pasa lo mismo?” Deberemos respetar la decisión de la persona.
El llanto modifica la proxemia, habrá quienes se distancien y aparten la mirada y los que se acerquen y busquen nuestra mirada. La demanda del consuelo varía desde el silencio al abrazo e inclusive la solicitud no verbal de un pañuelo. En terapia individual el terapeuta debe respetar la solicitud de consuelo y satisfacerla. En terapia de pareja y familiar suele ser un error que sea el terapeuta quien consuele, lo mejor es solicitar a los familiares para que ellos lo hagan. En la terapia grupal debe ser el grupo el encargado del quitapesares.
La despedida marcará el tipo de frontera física entre el paciente y el terapeuta, se mantendrá el nivel de distancia inicial a pesar de la confianza creada o se romperán las barreras iniciales o se ampliarán las distancias debido a la desconfianza.
Es importante que los terapeutas hayan aprendido a flexibilizar sus límites de contacto para producir los grados de empatía necesarios en sus relaciones con los pacientes.

b) La prosodia. Hace referencia a los fenómenos no verbales (paraverbales) que emergen con la palabra: acentuación, entonación y ritmo. La intensidad (volumen) de la voz es dependiente del modo cómo respiramos, por ello debemos sintonizar nuestra respiración con la respiración del paciente.
Las personas que no aprendieron a respirar adecuadamente lo hacen sin la participación plena del diafragma concentrando la inspiración y espiración en la región torácica; las que respiran bien, promueven la participación del diafragma y el abdomen. Las personas ansiosas hablan sin darse pausa para respirar, por lo que pronto la voz se les entrecorta, obligándolas a llevar a cabo inspiraciones repentinas, mientras que las depresivas alargan las frases y entrecortan las palabras a la par que extienden la espiración. Es interesante observar que imitando la respiración ansiosa o depresiva se activan esas emociones.
La intensidad y el ritmo de la voz se ven afectados por las emociones, la ira ocasiona que se aumente el volumen y se acelere el ritmo, al contrario, la tristeza hace que se baje la intensidad y disminuya el ritmo.
Konstantin Ivanovich Platonov (1899-1951) fue el primero en demostrar que la voz influye en la provocación de emociones, por eso la voz del hipnotizador juega un papel importantísimo en el proceso hipnótico. Se debe sintonizar inicialmente la voz con la voz del paciente y paulatinamente disminuir el ritmo mientras se modula el tono de voz hacia tonos cada vez más graves. La entonación grave se relaciona con estados profundos de relajación y la aguda con el despertar.

c) Paralenguaje facial. Es el uso de las expresiones del rostro que acompañan la comunicación. Son cuatro: emblemas, auto manipulación, ilustradores y reguladores.
- Emblemas: son los gestos simbólicos de la cara que se manifiestan como frases, por ejemplo, una sonrisa puede decir que la persona está de acuerdo con nuestros argumentos, un guiño puede expresar complicidad, etc. Las mujeres decodifican mejor que los varones los emblemas del rostro, por lo que los varones suelen creer que ellas “leen nuestros pensamientos”. Es imprescindible que el terapeuta aprenda a leer los emblemas en los rostros de los pacientes, si existe confusión, lo mejor es manifestar lo que creemos que el emblema quiere decirnos pidiendo la confirmación o la refutación de nuestra información.
- Auto-manipulación: se pueden usar de partes del rostro para manipularlo, por ejemplo, morderse los labios, cerrar o abrir los ojos, lamerse los labios, frotarse las fosas nasales con el labio superior, etc. Como también recurrir al uso de los miembros superiores o inferiores, por ejemplo, rascarse la cabeza, acariciarse la oreja, mecer las piernas etc.
La auto-manipulación surge generalmente en presencia de la ansiedad. El terapeuta debe estar atento al antecedente y al consecuente de la auto-manipulación, porque ésta se constituye en una señal de la presencia de alguna emoción perturbadora asociada al tema que se está tratando. Puede ser, por ejemplo, que una persona se toque la oreja cada vez que habla de sí mismo, otra puede hacer lo mismo cuando está mintiendo. Las personas que usan lentes utilizan ese objeto como recurso para puntuar el tipo de información que dan: mentiras, frases tácitas, inseguridad, etc.
- Ilustradores: son los movimientos faciales que proporcionan un contexto de viveza a las palabras, existen tres ilustradores fundamentales: los que hacen hincapié en las palabras que se dicen, por ejemplo levantar las cejas antes de manifestar una frase de admiración; los que sustituyen a las palabras, como en el caso de mover las cejas hacia abajo mientras se cierran los ojos para indicar que nuestro interlocutor se calle; por último sustituyen la señalización espacial, como mover la cabeza para indicar un lugar. Milton Erickon ha sido el maestro en el uso de los ilustradores como inductores de trance hipnótico.
-Reguladores: son señales dadas con las expresiones faciales para marcar los turnos de la comunicación, demostrar que hemos comprendido o no un mensaje, indicamos que queremos hablar o que hemos terminado de hablar.

d) Gesticulaciones: son los movimientos del cuerpo que sirven como medio de comunicación. Raras son las personas que no utilizan las manos cuando hablan, algunas lo hacen sobremanera otras poco. Es interesante observar que la mano derecha acompaña las frases lógico-conceptuales y la izquierda las analógicas. Por ejemplo, cuando buscamos una palabra por lo general giramos la mano derecha hacia delante y hacia atrás, y si procuramos una emoción lo hacemos con la mano izquierda.
Como tenemos menos conciencia de las piernas, éstas suelen delatar nuestro nerviosismo. Por ejemplo, cuando las expresiones de nuestro interlocutor nos hacen enojar, es común que agitemos nuestros pies.
Las personas ansiosas tienden a sentarse al borde de la silla, las tristes se desparraman en ella, es como que la ansiedad achicara el espacio y la depresión lo extendiera.
Como en los otros casos, el terapeuta debe acompañar las expresiones verbales del paciente.

e) Representación perceptiva. Es la forma cómo la persona integra la información para darle significado. Existen cuatro formas de representación perceptiva: visual, auditiva, corporal y lógica. Le presento las descripciones del cuadro “relojes blandos” de Salvador Dalí para poder ejemplificar cada una de las representaciones. (Puede verlo en: http://www.geocities.com/neferett/artdali.html)


-Visual: “me impresiona la combinación de colores, veo al fondo el brillo del agua, me sugiere el mar. A primera vista observo una especie de rostro…es una ilusión óptica porque si se mira bien se puede ver el ojo y el pico de un pato…el pinto ha querido aclarar la idea de lo que es el tiempo, su perspectiva abstracta me muestra los misterios oscuros de la temporalidad”
-Auditivo: “es difícil comprender lo que Dalí nos ha querido decir con esta pintura…comprendo que trata sobre el tiempo…parece que el tictac de los relojes se hubiera callado y el mar suena lejano…estoy a tono con mucha paz porque nos habla de armonía…me llama la atención el silencio de los relojes…”
-Corporal: “hay que sentir este cuadro con el corazón en la mano…Dalí fue muy sensible al dolor humano…es el caso de esta obra que nos sumerge en sensaciones encontradas…frío y calor…los relojes están desparramándose sobre la quietud del paisaje…experimento la levedad del tiempo que cae sobre la efímera realidad”
- Lógico-conceptual: “es innegable que Dalí fue un pintor extraordinario, en este ejemplo de su trabajo se patentiza su genialidad, era temático con los grandes temas de la humanidad…el tiempo, Dios, el espacio…su técnica es única…hasta los detalles tienen significado”
Si bien es cierto, que son pocas las personas que decodifican la realidad con la exclusividad de un sentido, lo es también que le damos preferencia a alguno de ellos. Para inducir al trance el terapeuta obtendrá mejores resultados si recurre a las representaciones perceptivas del paciente, el efecto de las sugestiones será más efectivo si procede de la misma manera. En terapia el paciente se sentirá más a gusto con un terapeuta que sabe decodificar la realidad de la misma manera como él lo hace.

f) Lógica del discurso. Fundamentados en la hipótesis de Whorf: la expresión lingüística determina la forma en cómo la persona conceptualiza, memoriza y clasifica la "realidad", podemos establecer que la organización sintáctica de la frase indica la manera cómo la persona piensa. Existen dos tipos básicos de razonamiento, el inductivo y el deductivo; en el primero la persona analiza los problemas identificando los detalles importantes y asociándolos con otros para elaborar una solución; en el segundo, la persona parte de una hipótesis general que luego espera confirmar a través del análisis de las relaciones entre los elementos del problema; en el primer caso se ve primero el árbol luego el bosque, en el segundo se ve primero el bosque y después el árbol.
Cuando le pedimos a una persona que describa un cuadro, puede hacerlo partiendo de los detalles (inductiva) o dando una apreciación general del cuadro (deductiva).
Para facilitar la empatía, el terapeuta debe organizar su propio discurso siguiendo la lógica expresada en la organización de la narración del paciente. Por ejemplo, si pretendemos relajar al paciente usando imágenes y detectamos que su razonamiento es inductivo, empezaremos describiendo los detalles del paisaje; si en cambio, la persona razona de manera deductiva procederemos a señalar los aspectos generales del paisaje.
Si ambos se relajan con el paisaje de una playa podemos decir en el primer caso: “[…] escucha el sonido de las olas … siente la brisa acariciando cada una de las partes de tu cuerpo… contempla las conchitas que están desparramadas en la arena… tú estás caminando despacio sobre la suave arena… dejando marcadas delicadas huellas de tus pies descalzos sobre ella… que pronto serán lavadas por el agua del mar… y sentirás que cada uno de los músculos de tu cuerpo se relajan profundamente… siente la sensación de calor que asciende por tus pies[…]”.
Si la persona utiliza predominantemente el razonamiento deductivo, para relajarla diremos: “[…] imagina un paisaje en el mar…un paisaje apacible de una playa serena…cubierta por un cielo azul que es acariciado por nubes blancas, muy blancas…tú estás en la playa...en un lugar desde donde puedes vislumbrar todo el paisaje…la brisa es tibia…todo tu cuerpo está relajado…todos tus músculos …[…]”.

g) Estilo cognitivo. Es la forma cómo se organiza la realidad a nivel perceptivo y conceptual. Herman Witkin (1916-1979) describió dos estilos cognitivos: el independiente y el dependiente de campo.
Las personas con estilo cognitivo independiente de campo, organizan su realidad y toman decisiones tomando distancia de su medio social, tiene confianza en sus construcciones personales, resuelve los problemas sin desprender la información del contexto o dándole una forma personal. Las de estilo cognitivo dependiente, orientan la realidad a partir del contexto, necesitan referentes externos para resolver problemas.
Las personas dependientes de campo deben ser hipnotizadas con inducciones directas y las sugestiones que se les haga tienen que ser convencionales; al contrario, las personas con estilo cognitivo independiente de campo responderán a las inducciones indirectas y a las sugestiones que lo hagan protagonista.

h) Rasgos de personalidad. Recurriendo a la teoría de los rasgos de Eysenck, entenderemos que la personalidad una organización estable del carácter, temperamento e intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación única al ambiente. En ese sentido, existe un rasgo fundamental en todas las personas: extraversión-introversión.
La personalidad extravertida se caracteriza por la predominancia de actividades sociales, buscan la estimulación, tienden a la impulsividad y a correr riesgos. La introvertida prefiere la soledad y poca estimulación, controlan la expresión de sus emociones y evitan correr riesgos.
Para la inducción al trance a las extravertidas hay que relajarlas con estímulos externos y sugestionarlas con actividades con personas; a las introvertidas con estímulos internos y con actividades solitarias.
Las introvertidas son más difíciles de inhibir por lo que demoran en tener experiencias de trance profundo, mientras que las extravertidas tardan en ingresar en trance pero rápidamente acceden al trance profundo.

i) Formas de vida. Es la atribución que le damos a nuestra experiencia a partir de nuestras actividades cotidianas. Wittgenstein consideró que la forma de vida establece los juegos de lenguaje y éstos a su vez organizan el mundo. El terapeuta debe interiorizarse del mundo en el que vive el paciente, comprender la valoración que le da a sus cosas y respetarla siempre y cuando se circunscriba en actividades éticas. Una vez que conozcamos su forma de vida, podremos utilizar su lenguaje.
Si vamos a hipnotizar a un fanático del fútbol con representación perceptiva visual podemos inducir el trance de la siguiente manera: “imagine que se encuentra sentado cómodamente en una butaca del estadio Hernando Siles…no hay nadie, usted está solo contemplando el verde césped de la cancha…se siente muy contento porque está en un lugar privilegiado para poder ver el partido de su equipo favorito…”
En cambio si hipnotizáramos a un pianista profesional con representación perceptiva corporal podemos inducir el trance de otra manera: “usted se siente tranquilo como debe sentirse un piano que sus espera los dedos ágiles de un pianista deslizándose sobre ellas… hay un silencio sereno alrededor de la sala donde descansa el piano…”
Un niño con el rostro quemado al que le gusta Batman puede ser inducido al trance de la siguiente manera: “…tienes puesta la máscara de Batman, te protege del dolor, los puñetazos del Guasón rebotan en ella…, nada puede lastimar tu carita…siente cuán suave es la máscara que está sobre tu rostro…”

Terapeutas e hipnoterapeutas deben aprender necesariamente a hablar en el lenguaje del paciente, lo que nos obliga a flexibilizar nuestros esquemas mentales, juicios de valor y recursos discursivos. Es incuestionable que la confianza no se fundamentará en las técnicas descriptas en este artículo, sino que serán fruto de la autenticidad del terapeuta y de su legítimo interés por el sufrimiento de sus pacientes. Si existe esa predisposición las técnicas serán un simple complemento sino caerán en el vacío.






Bibliografía fundamental

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