lunes, 3 de febrero de 2014

Sin ti sufro, contigo me asfixio: apuntes sobre la colusión



¿Conoces alguna pareja que no es capaz de romper la relación a pesar del daño que se ocasiona el uno al otro? ¿Retornan para volver a terminar? En casos de matrimonios, encuentran en el divorcio una aparente solución; sin embargo se convierte en un gran problema, aún divorciados son incapaces de separarse.

De por sí la vida de esas parejas es un tormento, pero lo es más para las personas que les rodean, sobre todo si son los hijos. Debido a esa incapacidad de dejarse o juntarse, involucran a terceros para mirar hacia otro lado que no sean los ojos de quien dicen amar. ¡Son los agujeros negros de las relaciones humanas! Nadie escapa a su vacío.

Las consecuencias son destructivas, la violencia no tarda en aparecer, creándose la ilusión que el problema que tienen es pelear. Se afanan en dejar de lado el maltrato con la esperanza de erradicarlo para ser felices. No lo logran, la violencia es un distractor del verdadero conflicto: la incapacidad de amar y recibir el amor del otro.

Mutuamente reclaman afectos infantiles: protección y reconocimiento. Lamentablemente ninguno los recibió en su infancia. Definen el amor de manera romántica: lo consideran un sentimiento. Pueden ser tiernos y apasionados pero son incapaces de construir una relación amorosa, están enamorados de la imagen del otro.

Esa imagen la construyen a partir de la idealización del romance, esperan una persona perfecta de quien recibirán incondicionalmente aquello que magnificaron en su infancia, ¡pero que no recibieron! Por lo tanto, aunque el otro se prodigara en proteger o reconocer, son ineptos para darse cuenta porque no tienen un referente que les permita identificar lo que creen necesitar.
Ambos miembros de la pareja están con el mismo afán, dos seres humanos incompletos esperando ser colmados por el otro. Es el principio de la media naranja. La definición irracional del amor: creer que existe en algún lugar del planeta la persona que nació para darme completitud. A este tipo de relación le denominamos “colusión”.

La colusión es un término del ámbito legal que hace referencia a dos instituciones o personas que se ponen de acuerdo para perjudicar a un tercero. El psicoanalista suizo Jürgen Willi (nacido en 1945) introdujo el concepto para explicar el por qué estas parejas continuaban asistiendo a terapia a pesar de que no se producía ningún cambio en la relación. Lo peor de todo es que terminaban colocándose en contra del terapeuta. 

El amor es una construcción entre dos personas completas, generalmente diferentes la una de la otra, sexualmente, culturalmente, históricamente, etcétera. El enamoramiento es una mera casualidad, no tiene nada que ver con Cupido ni con el destino, podemos enamorarnos de cualquiera. La clave del amor no es que la pareja se guste, sino que sepan ambos construir un vínculo para la convivencia. Amar es aceptar al otro como un ser distinto de uno mismo. Las personas inmaduras pretenden cambiar a su pareja, hasta que se cansan y desencantan, luego no les queda más remedio que aceptar al otro o terminar la relación.

Las parejas colusionadas no pueden desprenderse de las expectativas infantiles con las que construyen su concepto de amor, están convencidas de que el amor los hará felices, pretenden con certeza que es su pareja la inepta de amarlos. Generalmente se asume una relación donde uno se coloca en la posición parental y el otro en la filial.

En algunos casos se genera dependencia en otros,  terror. Los primeros hacen referencia a una persona que se coloca en posición de desvalida y la otra asume una postura maternal, la base de la relación es el cuidado. En los segundos, uno funge de víctima y el otro de verdugo, el vínculo se fundamenta en la obediencia.

En ese espectro de relaciones colusionadas que van de la protección al castigo, existen otras que se basan en la admiración, la perfección y la seducción. Todas ellas enmarcadas en el infierno de la violencia y la tragedia.

¿Cómo salir de una relación tan enferma? Es muy difícil porque ninguno de los miembros de la pareja es consciente de su irracionalidad, dramáticamente quienes les rodean se dan cuenta del daño que se hacen. Sin embargo la pareja es incapaz de reconocer su lazo destructivo, están enceguecidos por sus ilusiones y el afán de cambiar al otro. La psicoterapia de pareja es una opción, acuden a ella generalmente por los problemas que han ocasionado en sus hijos, a mayor complejidad de la colusión más graves son los trastornos: anorexia, drogadicción, depresión, etcétera.

Es más factible darse cuenta de aquellas personas que buscan su complemento para colusionar, se las debe evitar antes de verse involucrados en juegos peligrosos. Se presentan con actitudes benefactoras, hábiles en el consuelo o en deslumbrar, sin conocerte rápidamente ofrecen la luna y las estrellas, al inicio de la relación manifiestan celos o arranques de violencia en su entorno. Pueden expresar altos niveles de pasión y ser excelentes amantes sexuales o producir con facilidad sentimientos de compasión. Tienden a pensar, sentir y decidir por el otro, no consultan, actúan y se enojan si lo que pensaron no es reconocido como fidedigno.

Cuando pretendes romper la relación, manifiestan un sinfín de recursos para no ser abandonados, muchos son maestros para culpabilizar. Definitivamente son personas manipuladoras. Harán de todo para absorberte, jamás estarán de acuerdo con tu mundo, lo descalificarán de todas las maneras posibles, quieren ser únicos o únicas. Incapaces de empatía impondrán lo que consideran que es bueno para ti. El enganche es la sensación de poder que producen, ya sea al admirarles o al sentirse muy protegida, a ello se suma la probabilidad del buen sexo.
¡Huye antes de involucrarte con alguien así!