domingo, 2 de septiembre de 2007

EL JUEGO DEL AMOR (Primera parte)

El amor en la pareja se constituye en el proceso dialogal que permite la legitimación del otro. Una relación donde la confianza es indispensable para la confirmación de las atribuciones que el amante expresa acerca del amado. Quien nos ama es un extraño, en el sentido de que no pertenece a nuestra red familiar, por lo que está exento de los prejuicios inevitables que tienen sobre nosotros nuestros progenitores y los otros significativos que nos vieron crecer.
El amor de pareja es distinto al amor paterno filial, materno filial y fraterno. En el amor entre padres e hijos las relaciones amorosas se establecen dentro de los juegos de suma cero, en el sentido que le da la teoría de los juegos y las decisiones, la que entiende a dichos juegos caracterizados por que la ganancia o pérdida de un jugador se equilibra con las pérdidas o ganancias de los otros participantes; si se suma el total de las ganancias y se resta las pérdidas totales el resultado es cero.
¿Por qué necesariamente el amor entre padres e hijos deriva en un juego de suma cero? Porque el amor se fundamenta en la reciprocidad, es decir si uno da el otro necesariamente debe devolver lo recibido. Esto ocurre por la tendencia homeostática de los sistemas, la retroalimentación negativa permite la reducción de la entropía, aunque esta jamás puede ser cero, pues esto generaría la muerte del sistema, por lo que el equilibrio requiere además de reguladores positivos, que mantienen la morfostasis del sistema impidiendo su destrucción en el afán de equilibrarse.
No es posible la retribución equitativa en las relaciones complementarias, debido a que el elemento que se encuentra en una posición superior tiene más que el elemento inferior, no es posible la retribución entre subsistemas de distintos niveles jerárquicos.
Justamente las triangulaciones son consecuencia de la invasión de los subsistemas filiales al subsistema parental. En el caso de las triangulaciones rígidas, el hijo se parentaliza al asumir la función protectora hacia los progenitores, y en el caso de las triangulaciones perversas, el hijo se coloca en un nivel simétrico con uno de ellos. De ahí la imposibilidad de desvinculación porque se exige la reciprocidad amorosa en un vínculo donde indefectiblemente el hijo debería perder.
La urgencia de la desvinculación se instaura cuando los hijos se hacen adolescentes porque surge la necesidad reproductora en ellos, obligándoles a buscar fuera del seno familiar a alguien que esté dispuesto a satisfacer sus demandas sexuales.
Los determinantes genéticos se han visto sometidos a las condiciones socio culturales, las prohibiciones y normas obligan a que los seres humanos retardemos nuestra partida de la familia y que necesitemos inhibir nuestros impulsos de cópula.
Las divergencias entre generaciones son tan antiguas como la humanidad misma porque las vivencias son incompatibles. En la búsqueda de identidad, los jóvenes están obligados a confrontar a sus padres, y como es imposible vencerles por que ellos detentan el poder, no queda más remedio que emanciparse.
Milton Erickson fue el primer terapeuta en reparar que la estancia de los hijos mayores era indicadora de alteraciones psicológicas en éstos. Posteriormente Jay Haley sistematizó las etapas del ciclo vital familiar, identificando a la adolescencia como la etapa donde se gestaba la salida de los hijos.
Los estudios sobre las familias emigrantes problemáticas en Nueva York, permitieron que Salvador Minuchin identificara las inversiones jerárquicas entre hijos y padres, acuñando el término “hijo parental” para aquél hijo que se convertía en padre o madre de sus progenitores.
Luchar por el poder que ostentan los padres es una tarea inútil, aún cuando se configuran relaciones jerárquicas invertidas, los hijos no pueden desvincularse y el sistema familiar se torna disfuncional, homeostático y resistente al cambio.
Solamente cuando los hijos salen del sistema familiar al encuentro de extraños es que pueden establecerse vínculos amorosos en los cuales es factible el dar y recibir equitativos.
La definición más precaria de “sistema” indica que se trata de un conjunto de elementos que juntos se sostienen o juntos se caen. Nada más cierto que en el más pequeño sistema relacional, la pareja. ¿Por qué la relación conyuga se constituye en un sistema tan frágil?
Partiendo del principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual es imposible determinar con precisión arbitraria el momento o la posición de las partículas, las ciencias sociales han asumido que lo propio ocurre con la observación de cualquier fenómeno, es posible decir, que el acto de observar inevitablemente modifica lo observado, por lo tanto es imposible la objetividad y la precisión de cualquier medida.
En ese mismo sentido, la teoría general de sistemas afirma que si bien la función de cualquier sistema es la reducción de la entropía, ésta es imposible que pueda ser disminuida al cero absoluto.
Cuando un elemento del sistema sale, o ingresa algún nuevo, el sistema se ve en la obligación de reorganizarse debido a la activación inevitable de la entropía. Los sistemas funcionales son capaces de dicha reestructuración, por lo que tienden al cambio y se fortalecen para el enfrentamiento de entropías cada vez mayores.
En cambio, los sistemas disfuncionales hacen todo lo posible por evitar la salida de sus miembros y el ingreso de otros elementos para mantener al sistema equilibrado. Es por eso que sus recursos de afrontamiento a la entropía son mínimos y recurren al fortalecimiento de la resistencia al cambio.
La entropía se produce tanto en los sistemas externos y dentro del propio sistema; en los sistemas parcialmente abiertos la entropía interna tiende a expandirse para fuera del sistema. En los sistemas parcialmente cerrados, la entropía externa difícilmente ingresa, pero la entropía interna tiende a expandirse dentro del sistema.
Los sistemas funcionales tienden a equilibrar sus fronteras internas y externas, mientras que los disfuncionales tratan de cerrarse o no poseen límites claros con el exterior. En el primer caso la entropía interna hace “explotar” al sistema desde el interior y en el segundo al carecer de fronteras definidas el sistema puede desaparecer.
Las familias rígidas y amalgamadas se constituyen como sistemas parcialmente cerrados, y es por ello que la adolescencia de los hijos se constituye en una entropía interna capaz de destruir la organización familiar, por lo que la familia hará todo lo posible por evitar la emancipación de los hijos.
Las familias disgregadas por su parte, no podrán contener a sus hijos debido a la fragilidad de los vínculos y de sus fronteras, produciendo la pronta expulsión de los hijos, debido a la negligencia parental del sistema.
La lucha de poder insulsa se fundamenta en juegos de suma cero al interior de la familia disfuncional, los padres convocan desesperados a sus hijos para convertirlos en sus protectores o en sus iguales, instaurando así triangulaciones rígidas, perversas o patológicas, sometidas a relaciones complementarias o simétricas rígidas, debido a que es imposible que los hijos puedan ganar el juego y mucho menos cooperar con sus padres por la imposibilidad de la retribución en condiciones iguales.
La familia funcional en cambio, ante la confrontación de valores entre la generación de los padres y de los jóvenes, establece la pérdida ineludible de los hijos, quienes no tienen otro remedio que independizarse, emancipándose y desvinculándose de su familia, sin que esto se convierta en una ruptura con los padres, sino que se pasa a otro tipo de relación en la cual los padres respetan la metamorfosis de un ser dependiente en otro independiente, ayudándoles cariñosamente para que puedan finalmente emanciparse.
En la relación de pareja en cambio, es posible la retribución, porque ambos se encuentran en similares condiciones. De ahí la importancia de comprender que el inicio de una buena relación conyugal consiste en el encuentro de dos extraños completos, y no el encuentro de dos incompletos que esperan completarse el uno en el otro. Las expectativas de completitud son la base para la colusión y por tanto, de la psicopatología conyugal.
El “dilema del prisionero” es un ejemplo de la suma no nula en la teoría de los juegos: la policía arresta a dos sospechosos de un delito. No se poseen las pruebas suficientes para condenarlos. Los investigadores, deciden separarlos. Un policía hace sendas visitas y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y el cómplice no, el cómplice será condenado a diez años de cárcel, y el primero saldrá en libertad. Si uno decide no confesar ni delatar a su compañero y el cómplice confiesa, el primero recibirá los diez años de prisión y será el cómplice quien salga libre. Si ambos deciden callar, se los encerrará por seis meses. Pero si ambos confiesan, los dos recibirán una condena de seis años.
Según el equilibrio de Nash la mejor solución es la de cooperación, pues si ambos prisioneros deciden callar, recibirán la pena mínima. Von Neumann y Morgenstern desarrollaron el principio “minimax” para los juegos de suma cero, en el sentido de minimizar el daño máximo posible para poder ganar, en otras palabras, para que en el juego lo peor que le pueda pasar a un competidor sea empatar ante el riesgo máximo que es perder.
En cambio en los juegos de suma no cero los jugadores deben recurrir a la cooperación para que el resultado sea el que todos ganen.
El amor se organiza como un juego de suma no nula, mientras que el poder lo hace como un juego de suma cero. Siguiendo la teoría de los juegos, es posible decir que el amor es un juego simétrico, mientras que el poder es un juego asimétrico.
En los juegos simétricos, las recompensas que se obtienen de una estrategia dependen sólo de las estrategias que use el otro jugador y no de quién las juegue; en otras palabras, un juego simétrico se da cuando las identidades de los jugadores se modifican sin que cambien las recompensas de las estrategias. En los juegos asimétricos, ambos jugadores poseen estrategias diferentes y por lo tanto se encuentran en posiciones diferentes.
Según la teoría de la comunicación humana, una interacción es simétrica cuando ambos interlocutores se encuentran en el mismo nivel de poder. La relación simétrica se hace rígida en presencia de una escalada simétrica sinfín, donde uno da y el otro devuelve, obligando para mantener el equilibrio a que se devuelva y se de una y otra vez.
La escalada simétrica se rompe cuando uno se coloca en una posición donde el otro no puede llegar, en otras palabras, se pasa de la simetría a la complementariedad. Esto ocurre cuando uno de los dos da algo que el otro no tiene la posibilidad de devolver.
La escalada simétrica se estabiliza cuando uno y otro dan y devuelven lo mismo.
Para jugar al amor es indispensable que uno de los amantes de al otro un poco más de lo que recibió, pero no tanto que el otro no pueda devolver.
Siguiendo con la teoría de Palo Alto, la relación complementaria es similar al juego asimétrico, pues uno de los interlocutores se encuentra encima del otro en términos de la definición de la comunicación. La manera de romper la complementariedad es el ascenso del que está debajo o el descenso del que está arriba, de tal manera que se establezca una simetría. Cuando el ascenso es imposible, el que está debajo solamente recibe del que está arriba siendo incapaz de devolver, por lo que para igualar la relación se ve obligado a buscar un aliado.
La escalada simétrica del juego simétrico puede ser amorosa o destructiva. En el primer caso, las retribuciones son gratificantes para uno y otro jugador. En el segundo, las retribuciones son destructivas, siendo la base para la escalada violenta.
Es por esa fácil inversión de la gratificación en destrucción que el amor puede convertirse en odio, el ejemplo clásico es el consorte que antes del divorcio dice amar profundamente a su pareja y durante el divorcio es quien manifiesta las peores acciones destructivas.
El juego del amor es eterno, porque las retribuciones son exigentes para mantener al pequeño sistema conyugal activo, si se detienen, el juego se estanca, si se exagera en la entrega el juego se hace asimétrico, si se dan sanciones se ocasiona la escalada violenta.
En síntesis, el juego del amor exige que los jugadores sean dos extraños, es imposible el juego del amor entre hijos y padres. El juego del amor exige que los amantes establezcan una escalada simétrica de gratificaciones.

martes, 31 de julio de 2007

¿Qué es la terapia de pareja?

Terapia de pareja
Una perspectiva cognitiva – sistémica

Fines de la Terapia de Pareja

La Terapia de Pareja (TP) consiste en un proceso complejo de relaciones entre el terapeuta y la pareja, donde los propósitos dejan de ser dirigidos hacia la problemática personal de los pacientes, para orientarse más bien al complejo sistema inter e intra personal de los cónyuges.
La TP pretende la solución de problemas inherentes a la relación de dos personas que deciden convivir íntimamente juntos (Pinto, 1999). La construcción de los problemas en una relación interpersonal difiere del planteamiento de problemas personales: durante la construcción de un problema personal es la persona quien define las características del mismo, a la par que la solución es responsabilidad de una decisión particular del sujeto; mientras que la definición de un problema de pareja requiere necesariamente de una negociación, la propia que es resultado de la “dialoguicidad” (Maturana,1997) entre los miembros, de la misma forma la planificación y ejecución de la solución deja de ser particular para convertirse en un proceso de interacción. Aunque durante o al final de la terapia la pareja decida por el divorcio, éste no es el propósito de la TP cuya acción estará siempre dirigida a la solución de los problemas de la relación.
La inconveniencia de atender por separados a los cónyuges, el diagnóstico relacional antes que el personal, las formas propias de las técnicas terapéuticas, la posibilidad de emplear un equipo supervisor, los problemas éticos propios, (Pinto, 2000), hacen del proceso de la TP único comparada con otros abordajes.
Una modalidad muy provechosa dentro de la TP es la coterapia, donde participan dos terapeutas usualmente de géneros distintos, de tal manera que la dinámica del sistema terapéutico se agiliza, sin embargo dicho estilo de trabajo requiere que ambos terapeutas sean capaces de complementarse y de asumir ambos la responsabilidad por los pacientes.
Por lo mencionado, es pertinente deducir que la TP posee sus propios fines y procesos, lo que la convierten en un área concreta de la Psicología Clínica en general y de la Psicoterapia en particular (Weiner,1992).

El enfoque cognitivo – sistémico

Dentro de la evolución dela epistemología psicológica ocupa un lugar privilegiado el modelo cognitivo, debido a la profundidad teórica y a los resultados óptimos de su aplicación en distintas áreas del quehacer psicológico.
El principal postulado del modelo cognitivo señala que el aprendizaje es producto de “ las actividades involucradas en el pensamiento, razonamiento, toma de decisiones, memoria, solución de problemas y todas las otras formas de procesos mentales superiores” (Baron, 1996, pg. 269). Desde esa perspectiva, la psicopatología deberá abordarse desde las formas de construcción cognitiva que el paciente le da a la realidad (Ellis, 1987), serán las distoriciones ocasionadas por pensamientos irracionales que ocasionen la desadaptación de la persona y por ende la aparición de síntomas que plasmen un cuadro psicopatológico.
Según Huber y Baruth (1991), el enfoque cognitivo de la psicoterapia pone énfasis e la racionalidad como filosofía, puesto que el quehacer humano es una constante toma de decisiones, las mismas que serán acertadas en la medida que correspondan a un adecuado análisis racional de la realidad.
Durante una psicoterapia racional emotiva individual, dirigida a resolver problemas conyugales, lo que generalmente ocurre es un alivio notable del paciente en detrimento del cónyuge que se queda en casa. Muchas veces la terapia individual dirigida a problemas conyugales destruye lo poco que quedaba de la relación de pareja (Grove y Haley 1996).
Emplear el enfoque cognitivo individual durante una terapia de pareja convierte a uno de los cónyuges en espectador del proceso terapéutico de su compañero, el terapeuta no logra resolver los problemas relacionales y por ende la terapia está dirigida al fracaso.
El enfoque sistémico posibilita una visión más compleja de las relaciones humanas, al introducir como factor de análisis a las relaciones interpersonales como prioritarias durante la construcción de la realidad. (Pinto, 1995) Se trata de un enfoque proveniente de la Teoría General de Sistemas, la Cibernética, la Teoría Matemática de la Información y la Teoría de la Comunicación. La persona es parte de un conjunto mayor más que un todo en sí misma ( Huber y Baruth ob.cit.), se es un subsistema a la par que sistema parcialmente abierto ( Betalanffy, 1978), un ser en interacción.
La inclusión del modelo cognitivo en el enfoque sistémico se produce a partir del hecho de que los seres humanos compartimos un mundo real simbólico producto de acuerdos sociales (Popper y Eccles, 1993). Dicho fenómeno es notable en la construcción de la relación de pareja, donde uno y otro provienen de diferentes historias concomitante a formas de percibir diferentes, estilos de pensamiento generalmente singulares, maneras de comunicarse diversas, por todo ello con expectativas también diferentes, modelos personales que puestos en común configuran un contrato matrimonial negociado implícitamente durante el ciclo vital de la pareja ( Sager, 1980)
Esa puesta en común es lo que Elkaim denomina “historia oficial” producto del “mapa del mundo” ( Elkain,1995), mapa del mundo que coincide con las explicaciones del modelo cognitivo de la psicología experimental, con el añadido de que cada mapa configurará una construcción común, donde yo y tú hacen un NOSOTROS (Caillé, 1980)
Durante el trabajo terapéutico en la TP, el paciente es el “nosotros”, se trata de entender las construcciones cognitivas que derivan en esa realidad emocionalmente difusa de la relación íntima, la misma que ocasionará comportamientos que retroalimentarán el accionar de uno sobre otro en una secuencia de hechos por lo general confusa (Watzlawick, 1971).
Se trata entonces de una confrontación entre realidades construídas: la de los cónyuges y las del terapeuta (Pinto, 1996). Se procura una reestructuración del nosotros desde recursos dialogales y comportamentales; los primeros dirigidos a la modificación de la lógica y de los pensamientos, los segundos desde el análisis de las interacciones comportamentales y ambos desde la comprensión de los procesos comunicacionales de la pareja.(Pinto, 1997ª)
Desde la perspectiva sistémica se menciona un abordaje de los factores políticos y de los semánticos ( Keeney y Ross, 1987), abordar los aspectos políticos significa prestar atención a las jerarquías relacionales de la pareja: el manejo del poder, mientras que trabajar en el campo semántico es centrarse en los contenidos de la relación: la comunicación. Introducir el factor cognitivo amplía la perspectiva de comprensión de los fenómenos relacionales al otorgar un modelo teórico que enfatiza la forma de organización de la realidad, no se verá solamente el quién hace qué a quién, ni tan sólo el significado de la comunicación (Watzlawick, ob.cit.) sino que además será posible identificar la lógica subyacente a la construcción de la problemática relacional.
Una pareja de cinco años de matrimonio, sin hijos, el esposo de 42 años, ingeniero de profesión, la esposa de 34 años, secretaria. Buscan ayuda terapéutica debido a un deseo sexual inhibido en la esposa; desde la perspectiva política se identifica que la señora se encuentra bajo un control excesivo del esposo quien prácticamente la aisló del mundo exterior mientras que él no tiene restricciones en su comportamiento social, la forma como la esposa equilibra el sistema de poder es negando las relaciones sexuales al esposo aduciendo la falta de interés sexual. Desde la perspectiva semántica el esposo considera que ya no es amado en lugar de ello se siente despreciado, mientras que ella a través de muchos sacrificios personales cree que ama demasiado al marido. Tales formas de traducir la realidad generan un escalada simétrica dirigida al infinito: a mayor negación sexual por parte de la mujer más distanciamiento del hombre y por ende la mujer incrementa la frecuencia de su postergación sexual con el esposo.
Si incluímos la perspectiva cognitiva apreciamos que la esposa posee un estilo cognitivo dependiente de campo y el esposo es independiente de campo (Pinto, 1998), la esposa utiliza un razonamiento inductivo y el esposo deductivo, ambos distorcionan la realidad utilizando pensamientos irracionales (McKay, 1985).
Este ejemplo demuestra la diversidad de posibilidades que se presentan en el momento de abordar un problema de pareja, el modelo integrado cognitivo sistémico consigue configurar un modelo dialéctico entre los factores relacionales, comunicacionales y cognitivos (Pinto, 1997)

Familia de origen y pareja

La representación del nosotros ocurre desde la configuración de los modelos cognitivos individuales, los mismos que han sido aprendidos en el contexto familiar de origen (Andolfi, 1987a, 1987b, 1989). La terapia familiar transgeneracional explica que las historias familiares se repiten, nuestras expectativas en relación al Otro son consecuencia de nuestra historia familiar, la forma de representar a la pareja es fruto de los patrones otorgados por las relaciones establecidas en nuestra familia de origen, sólo es posible ver aquello que aprendimos a ver, no existe aquello que no podemos nombrar, lo nuevo es asimilado sólo si tenemos referentes con los cuales establecer la comparación de tal manera que logremos configurar una identidad del estímulo diferente al estímulo padrón (Von Foerster, 1987)
Indagar en la historia familiar de cada uno de los miembros de la pareja nos permite lograr comprender los fundamentos del contrato matrimonial, los temores y expectativas, por ejemplo: el esperar del otro una eterna protección, temer la infidelidad, temer el consumo de alcohol, etc. Sólo cuando se identifican las creencias familiares introyectadas será posible discutir la irracionalidad de las mismas, puesto que los mitos familiares se construyen siempre desde afirmaciones irracionales. (Pinto,B 1997b)
La TP se organiza a partir de la identificación de los postulados heredados hacia la elaboración de postulados inherentes a la pareja, es decir se requiere de un divorcio de la familia de origen antes de que se pueda establecer el matrimonio entre los amantes; el problema surge de un estancamiento en la etapa de la emancipación juvenil durante el ciclo vital familiar (Haley, 1987). Dicha emancipación no incluye solamente la separación física y afectiva de la familia de origen, sino que consiste además en la elaboración de una discriminación de pensamientos introyectados pero no reflexionados.

Cambio y resistencia al cambio en la Terapia de Pareja

Debemos recordar que cada uno de los cónyuges trae a la relación su propia enajenación mental ( creer que pienso cuando en realidad me lo pensaron) y ambos confrontan las realidades ajenas a la relación, es como que se diera una complementación entre las configuraciones previas, así el alcohólico se casa con la codependiente, el desamparado con la protectora, la fóbica social con el celoso patológico. Dichas complementaciones ofrecen durante el proceso terapéutico una resistencia notable al cambio (Watzlawick, Weakland, Fisch. 1984) puesto que el sistema relacional patológico es producto de un extraordinario equilibrio que imposibilita el cambio (Watzlawick, 1986)
A las confrontaciones de las realidades inventadas que traen los amantes se deberá sumar la realidad inventada que posee el terapeuta quien no está exento de haber sido influenciado por su propia experiencia personal ( Guy, 1995) a lo que se suma el modelo teórico que utiliza (Watzlawick, 1995a)
En algunas ocasiones el sistema relacional de la pareja enlaza con el modelo relacional del terapeuta, ocasionándose entonces un estancamiento en el proceso terapéutico, debido al aporte personal del terapeuta para mantener la homeostasis relacional. Esto puede pasar por coincidencia en la enajenación mental, parcialización del terapeuta con alguno de los cónyuges, similitudes en la problemática de la relación con las propias relaciones del terapeuta, inflexibilidad del modelo teórico, incapacidad emocional para recibir el dolor de la pareja, incapacidad profesional o simplemente tedio.
A diferencia de otras posturas, el fenómeno de la resistencia desde la perspectiva sistémica no se concibe como un fenómeno exclusivo del consultante, sino que es producto de todo el sistema terapéutico: pacientes y terapeuta. La solución al impase es la introducción al sistema de un nuevo elemento, esto se logra con la participación del equipo supervisor.
El uso del equipo supervisor es una distinción de la terapia familiar y de la TP, la fundamentación epistemológica proviene de la segunda cibernética (Von Foerster, ob.cit.), donde el observador es observado observando (Watzlawick, 1995b). Puesto que se ve lo que se aprendió a ver jamás logramos ver lo que “realmente” ocurre sino lo que creemos que ocurre (Maturana, 1997), el equipo superisor se convierte en un nuevo punto de observación que ve al terapeuta como parte de un sistema mientras que el terapeuta ignora dicha configuración al observar al sistema de la pareja.
La supervisión es el recurso para salir del atolladero de la resistencia, es la inclusión del tercero en el sistema terapéutico, dicha supervisión se la puede hacer in situ ya sea utilizando una cámara de Gessell o sin ella, como también la supervisión post facto ya sea analizando una grabación en video de la sesión en cuestión o a través de la presentación del caso por parte del terapeuta. Un nuevo sistema recientemente incorporado por el Instituto Boliviano de Terapia Familia es la interconsulta en vivo, la cual consiste en la introducción de un supervisor al sistema terapéutico donde el terapeuta presenta el caso y el supervisor interviene directamente con la pareja y el terapeuta.

El lenguaje terapéutico de la TP

La terapia generalmente tiene éxito cuando se ha definido con precisión el objetivo terapéutico, de tal manera que sea posible identificar la solución acorde con las expectativas de los pacientes, situación muy difícil de efectuarse en la TP debido a la constante lucha de poder inmersa en las relaciones patológicas, a pesar de ello no es aconsejable iniciar el camino de la psicoterapia sin saber a dónde uno esta yendo. De ahí que la TP cognitiva sistémica es una terapia rigurosamente dirigida a la solución de problemas. Las parejas patológicas son parejas con graves dificultades en la concreción de sus metas, usualmente la meta es ganar al otro en lugar de consensuar, por ello que el sólo hecho de establecer un problema en el cuál ambos cónyuges estén de acuerdo es de por sí terapéutico.
La TP requiere de un terapeuta con formación sólida en psicología clínica, alto nivel de creatividad y capacidad de flexibilizar su lógica y lenguaje acomplándolo a los estilos cognitivos de cada cónyuge.
Uno de los problemas más severos de la TP es el problema del género y sus prejuicios (Goodrich,y otros. 1994), si bien es cierto que la carga más pesada pero finalmente identificable es aquella que pertenece a nuestra propia historia familiar, también lo es que cargamos mensajes inculcados por la sociedad, dicha carga es menos perceptible. Los temas de género derivan muchas veces en actitudes prejuiciosas sin que el actor de las mismas sea conciente del prejuicio que subyace a las mismas.
En una sesión terapéutica donde se trataba el tema de las “farras” del esposo y las constantes peleas que devenían cada vez que él retornaba a casa mareado, el terapeuta que a sí mismo no se consideraba machista, narró la siguiente historia con propósitos terapéuticos: “una vez mi perro escapó de la casa, al volver la empleada lo golpeó de tal manera que la siguiente vez que salió nunca más retornó, desde esa experiencia, cada vez que el nuevo perro que tengo sale de la casa le espero con una agradable chuleta...” el terapeuta intentaba explicar con ello que la esposa al reñir al esposo cada vez que éste llegaba mareado a casa lo que estaba consiguiendo era que el marido evite la llegada a casa. Ni bien el terapeuta terminó de contar la historia fue llamado detrás del espejo por la supervisora quien le hizo notar lo escandalosamente machista que era la anécdota, el terapeuta no se había percatado que con la historia estaba victimizando al “pobre borracho”.
El tratamiento de parejas homosexuales, matrimonios abiertos, contratos matrimoniales “perversos”, quizás sean los temas más difíciles de abordarse cuando el terapeuta aún es presa de convencionalismos prejuiciosos (Goodrich y otros Ob. Cit.), la liberación de los prejuicios sólo es posible a través de la constante confrontación con los límites del terapeuta por parte del equipo supervisor.
El terapeuta debe ser capaz de “entrar” a la lógica del pensamiento de cada uno de los cónyuges, comprender los sistemas de creencias y respetarlos, aprender a no parcializarse con ninguno, elaborar preguntas relacionales antes que causales, recurrir a metáforas y anécdotas. No temer a la improvisación cuando existe un marco teórico de referencia sólido (Keeney, 1998), la TP requiere de mucha creatividad y entusiasmo por parte del terapeuta quien deberá hacer uso de todos los recursos a su alcance.

Referencias

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Baron, R. 1996 Psicología. México: Prentice Hall
Bertalanffy,L. 1978 Teoría general de sistemas. Madrid: FCE
Caillé,Ph. 990 Uno más uno tres. Buenos Aires: Paidós.
Elkaim,M. 1995 Si me amas no me ames. Buenos Aires: Paidós
Ellis, A. 1987 The impossibility of achieving consistently good mental health. American Psychologist. New York
Goodrich,T. y otros. 1994 Terapia familiar feminista. Buenos Aires: Paidós
Grove, D., Haley,J. 1996 Conversaciones sobre terapia. Buenos Aires: Amorrortu
Guy,J. 1995 La vida personal del psicoterapeuta. Buenos Aires: Paidós
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Weiner, I. 1992 Métodos en Psicología Clínica. México: Limusa.

domingo, 1 de abril de 2007

Cuando el pensamiento racional es irracional.

Desde que Renato Descartes (1596-1650) dividió al ser humano en res extensa y res cogitans, sumergió al pensamiento humano en la funesta dicotomía mente – cuerpo. Damasio (1994) no duda en tildar a Descartes como el directo responsable de la mayor falacia de todos los tiempos: el reduccionismo mentalista.
La célebre frase cartesiana “cogito ergo sum”, traducida como: “pienso, luego existo”, proviene de la premisa central de la filosofía racionalista: “Lo mismo despiertos que dormidos nunca debemos persuadirnos más que por la evidencia de nuestra razón” (Descartes, 1637/1971, pg. 21). Sin embargo, el cogito ergo sum, no es conclusión de un silogismo, no es argumento, es la consecuencia de una intuición. Con esto, Descartes otorga omnipotencia a la mente humana, puesto que la verdad existe en el pensamiento, no es posible la duda en la subjetividad.
Las consecuencias del pensamiento cartesiano han sido: la creencia en una verdad absoluta y la definición de la razón como el único recurso viable del conocimiento. La definición que Descartes da sobre el pensar incluye cualquier cosa que pase en nuestra mente: “Por pensar entiendo todo lo que en nosotros se verifica, de tal modo que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; por lo cual, no sólo el entender, el querer y el imaginar, sino también el sentir, significan aquí lo mismo que pensar…” (Descartes 1644/1971, pg. 169). Luego, concluye que el pensamiento deviene directamente de Dios y por lo tanto, lo que proviene de la razón tiene que ser verdadero. Si nos equivocamos al pensar, el error no es producido por Dios, porque Él no puede engañarnos, luego, la equivocación pertenece a la acción de un “genio maligno” (Descartes, op.cit.).
Para el Modernismo, iniciado por Descartes, las raíces del conocimiento se fundamentan en la metafísica, se parte de la intuición de las verdades esenciales y se recurre a la deducción para fundamentarlas (Descartes, op.cit.).
Según el método cartesiano, el saber debe sustentarse en la matemática, siendo ésta la forma más elaborada del pensamiento humano. Los axiomas matemáticos son verdades incuestionables definidas por la intuición. Los teoremas son las proposiciones que emergen de las deducciones racionales que se ejecutan sobre los axiomas (Descartes, 1641/1971).
Sin embargo, el filósofo francés, consideraba que el conocimiento matemático, al igual que el resto del saber humano, era dudoso, porque es posible el error. La intuición, en cambio, no ofrece la posibilidad de la duda, porque proviene de la “luz natural”, facultad cognoscitiva dada por Dios (Descartes, op.cit.).
Las cosas deben ser vistas con la precisión de las “nociones comunes”, éstas se caracterizan por pertenecer al dominio de Dios insertado en el conocimiento matemático y lógico, los conocimientos válidos son solamente aquellos sobre los cuales tenemos absoluta certeza, los demás son falsos. La certeza es un estado de ánimo interno, por lo tanto su verificación depende exclusivamente del sujeto y no de instancias externas. De esta manera, Descartes impone la autarquía, fundamentada en la razón, que es lo mismo que decir, cimentada en Dios, por lo tanto, incuestionable y suficiente para resolver los problemas de la filosofía.
El conocimiento parte de la evidencia definida por la intuición, indiscutible, como vimos, por provenir de la “luz natural” y ocurrir en la mente humana sin necesidad de ningún argumento para justificarla, porque al hacerlo se estaría poniendo en duda al cogito.
Con Descartes la filosofía se divorció de la ciencia, porque las premisas metafísicas son incompatibles con el método científico. Para el racionalismo, “si tiene lógica es verdadero”, aunque los hechos demuestren lo contrario. El racionalismo es escéptico con la ciencia, la ciencia lo es con el racionalismo. Rossi (1990), estima que si seguimos la manera de pensar que propuso Descartes, terminaremos confundiendo las ideas que nos hacemos del mundo con el mundo mismo, o lo que es lo mismo, parafraseando a Korzybsky: pensaremos que el mapa es el territorio.
Wittggenstein (1889 – 1951) sostiene que el lenguaje tiene una lógica que no es necesariamente la lógica del pensamiento; sólo podemos pensar dentro de los límites del lenguaje: “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” (Wittgenstein, 1921/1997, pg. 143). Luego: “La lógica llena el mundo; los límites del mundo son también mis límites. (…) Lo que no podemos pensar no lo podemos pensar; así pues, tampoco podemos decir lo que no podemos pensar” (Wittgenstein, op.cit., pg.143). La paradoja es que a través del lenguaje explicitamos las ideas, y el lenguaje no puede hablar de la esencia, y como enuncia Wittgenstein, “lo que puede ser mostrado, no puede ser dicho” (Wittgenstein, op.cit., pg. 67).
La lógica es solipsista, es decir, se refiere a sí misma, no puede referirse a otra cosa. De ahí la irreverencia de Wittgenstein con la filosofía, la cual al final de cuentas, sólo es un discurso lingüístico sobre la lógica del lenguaje; y el lenguaje se engaña a sí mismo, porque no existe “el lenguaje”, sino los juegos del lenguaje (Wittgenstein, 1953/1988). A propósito, Wittgenstein escribió: “¿Se compone de palabras un pensamiento? ¡No! Sino de constituyentes físicos que tienen el mismo tipo de relación con la realidad que las palabras. No sé que son esos componentes” (Wittgenstein, 1914-1916/1982).
El problema de la cognición humana se remite a la imposibilidad de expresar el pensamiento fuera del lenguaje (Peña, 1994), por lo tanto, ambos son interdependientes, tal como lo demuestra la teoría de la mediación de Vygotsky (1984). En ese sentido, la lógica del lenguaje se ha inmiscuido en la lógica del pensamiento contaminándola con sus reglas sintácticas, aunque la hipótesis de Sapir-Whorf, pretende invertir la influencia, sugiriendo que es el pensamiento el que tergiversa la lógica del lenguaje (En: Garnham y Oakhill, 1996, pgs. 64-68).
Pensamiento y lenguaje caminan por vías diferentes, al encontrarse, el pensamiento como un jinete monta el caballo lingüístico; de esta manera, las ideas tienen un medio para expresarse y las palabras un conductor que las guíe. La meta de ambos es controlar las realidades subjetivas y objetivas, que ellos mismos se han encargado de construir. Tal como ocurre con la historia empleada por Watzlawick, al referirse a la coleta del barón de Münschhausen: “En otra ocasión – así comienza una de las conocidas aventuras del barón de Münschhausen- me proponía saltar sobre una ciénaga que inicialmente no me pareció tan ancha como la encontré en cuanto me vi en medio del salto. Suspendido en el aire, di media vuelta y regresé al punto de partida, para tomar un mayor impulso. Pero también por segunda vez hice un salto demasiado corto y caí, no lejos de la orilla, hundiéndome en la ciénaga hasta el cuello. En este punto, habría muerto irremisiblemente, si la fuerza de mi brazo, asiendo mi propia coleta, no me hubiera sacado de allí, juntamente con el caballo, que yo apretaba firmemente entre mis rodillas.” (En: Watzlawick, 1992, pgs. 169-170).
Lenguaje y pensamiento nos hunden en la ciénaga de la realidad construida por nosotros, Descartes deja que nos ahoguemos, Wittgenstein nos dice que jalemos de nuestra coleta para salvar al caballo y al jinete de la muerte.
La paradoja que enfrentamos es que “No podemos pensar nada ilógico, porque de lo contrario tendríamos que pensar ilógicamente” (Wittgenstein, 1921/1997, pg. 29). Por eso, fácilmente caemos en la falacia autárquica cartesiana: “si es lógico, es verdadero”.
El término “razón” ha sido utilizado en diversos sentidos, Peña (1994), le otorga seis acepciones: justificación, conjunto de funciones cognitivas, instrumento para lograr el conocimiento, nivel supremo de reflexión, principio de explicación, una entidad cognitiva. En Lógica, el raciocinio es el proceso intelectual a través del cual de una premisa o varias, se obtiene una conclusión acorde a los principios lógicos de contradicción y de razón suficiente.
El Psicoanálisis es la máxima expresión del racionalismo modernista, se presenta como un conjunto de postulados tautológicos que resultan de la idea intuitiva del inconsciente. Laplance y Pontalis (1980), en su afán por elaborar un compendio del lenguaje psicoanalítico, consideran a la palabra “inconsciente” como el más importante descubrimiento freudiano. La consideran como adjetivo cuando se refiere al conjunto de contenidos externos a la conciencia y tópicamente es un sistema de contenidos reprimidos, los cuales fueron rechazados por el pre-conciente, a través del mecanismo de represión (pgs. 306 – 309).
Así como Descartes ha sido funesto para la filosofía, el Psicoanálisis lo ha sido para la Psicología. Freud (1856-1939) es uno de los más grandes inventores de falacias que ha conocido la historia del pensamiento científico. Es imposible validar el constructo de “inconsciente”, porque su contenido es la pulsión, y ésta se encuentra “en la frontera entre lo somático y lo psíquico, está más allá de la oposición entre consciente e inconsciente; por un lado, nunca se puede tornar objeto de la conciencia y, por otro, no está presente en el inconsciente sino por sus representantes.” (Laplance y Pontalis, op.cit. pg. 307). Estos representantes (vorstellung) –pulsional, psíquico e ideativo- no son el objeto sino la inscripción de los mismos en los sistemas mnésicos, los cuales se cargan – como energía psíquica- hacia objetos externos o a partes del cuerpo (op.cit. pg. 329).
Al tratar de explicar cada una de las nuevas palabras que surgían en su intento por justificar la intuición del inconsciente, Freud crea nuevas palabras, con las cuales elabora un intrincado modelo mecanicista de la motivación humana, concluyendo al final que el motor esencial de nuestra existencia se encuentra en la energía psíquica que él denominó libido, y que necesariamente está asociada a la transformación de la pulsión sexual. La libido es tan escurridiza como las hadas, no se puede reducir a la idea de “energía mental”, ni da cuenta de todo el espacio que ocupan las pulsiones, sin embargo, es un concepto cuantitativo, porque “permite medir los procesos y las transformaciones en el dominio de la excitación sexual” (op.cit. pg. 343).
En el absurdo pseudocientífico, Jacques Lacan (1901-1981), hace una nueva lectura de Freud, invierte el modelo de signo de De Saussure, introduce inverosímiles argumentaciones matemáticas, como por ejemplo: “Así, calculando esa significación según el álgebra que utilizamos, a saber: S (significante) sobre s (significado) = S (el enunciado). Con S=1, tenemos s = Raíz Cuadrada de menos 1. Es así como el órgano eréctil viene a simbolizar el lugar del goce. No en cuanto él mismo, ni siquiera en cuanto a imagen, sino en cuanto parte faltante de la imagen deseada: por eso es igualable a Raíz Cuadrada de menos 1” (En: Vásquez, 2007).
El racionalismo tiende al dogmatismo, y nadie como Freud para demostrar aquello. Construyó una iglesia del inconsciente, a la cual sólo podían pertenecer aquellas personas que coincidieran plenamente con sus ideas. Adler y Jung fueron dos de los más importantes disidentes que probaron la furia del maestro, fueron expulsados como lo son los apóstatas de las más recalcitrantes sectas religiosas (Roazen, 1978).
El pensamiento psicoanalítico favorece al pesimismo determinista, porque nadie es capaz de ser feliz, menos los analizados, puesto que no tienen derecho a rebatir las interpretaciones de sus analistas, si lo hacen son víctimas de la resistencia, y si expresan su malestar hacia el trato que reciben, están transfiriendo afectos no resueltos hacia alguno de sus progenitores. Incluso si por algún efecto del azar, el análisis empieza a resolver el problema del paciente, éste está huyendo hacia la salud para evitar la confrontación con su inconsciente. Haley (2000) demuestra que el psicoanális como terapia, no es otra cosa que una lucha de poder en la cual el analista ganará siempre, el analizado está inmerso en una paradoja de la cual jamás podrá salir: cualquier cosa que diga será interpretada en su contra.
El psicoanálisis asume una postura radicalmente machista. Para Freud la mujer envidia al pene masculino, para Lacan, peor, la mujer es un ser “en falta”. Berger (2001), escribió que en relación a las mujeres “Freud decía la verdad; jamás comprendió a las mujeres, lo cual no es de extrañar ya que casi nunca se permitió intimar con ellas.” (Pg. 423).
El Psicoanálisis es una falsa ciencia racionalista porque recurre a la especulación partiendo de premisas sostenibles únicamente por el producto de su afán por sostenerse. El Psicoanálisis es autárquico porque se constituye en un monumental conjunto de conocimientos apriorísticos que solamente pueden demostrarse por la lógica del pensamiento freudiano o lacaniano. Acaba convirtiendo a sus acólitos en una especie de caballeros medioevales empecinados en defender un tesoro que no existe y que nunca existió.
Las pocas escuelas psicoanáliticas que sobreviven, están estructuradas como sectas religiosas, sistemas cerrados a los cuales no debe ingresar ninguna información que ponga en duda sus creencias, aunque se trate de los permanentes fracasos de sus terapeutas, aunque se trate de la vida de los incautos pacientes que en el afán de encontrar solución a sus sufrimientos cuentan sus historias legítimas para que sean deslegitimadas por los ostentadores de la certeza freudiana.
La alternativa a la racionalidad irracional, es la investigación científica de los fenómenos que preocupan a la Psicología, más aún en un país como Bolivia, donde el ser humano requiere de manera urgente propuestas que le permitan cambiar el entorno social en el cual nos desarrollamos. Necesitamos psicologías que den cuenta de la pobreza, del hambre y la resiliencia, porque somos un pueblo que continua creyendo en la fortaleza de su cultura, pelea diariamente para evitar las arremetidas envidiosas de la globalización racional contra nuestras creencias irracionales.
Es imprescindible que comencemos a denunciar las falacias provenientes de las falsas ciencias para evitar el retraso de la investigación, y permitir que surjan científicos del comportamiento humano dispuestos a trabajar seriamente en estudios enmarcados en la infinidad de contextos socio - culturales de nuestro país, desarrollando conocimientos falseables acerca del fenómeno humano. Lo cual, no solamente beneficiará a la ciencia básica, sino que permitirá la evolución de técnicas e instrumentos adecuados a las necesidades idiosincrásicas de las distintas culturas bolivianas.

Referencias

Berger, L. 2001 Freud, el genio y sus sombras. Barcelona: Grupo Zeta.
Damasio, A. 1994 El error de Descartes. Santiago: Andrés Bello
Descartes, R. 1637/1971 Discurso sobre el método que ha de seguir la razón para buscar la verdad en las ciencias. En: García, H. (editor) 1971 Obras de Renato Descartes. La Habana: Instituto Cubano del Libro.
Descartes, R. 1641/1971 Meditaciones metafísicas. En: García, H. (editor) 1971 Obras de Renato Descartes. La Habana: Instituto Cubano del Libro.
Descartes, R. 1644/1971 Los principios de la filosofía: En: García, H. (editor) 1971 Obras de Renato Descartes. La Habana: Instituto Cubano del Libro.
Garnham, A., Oakhill, J. 1996 Manual de psicología del pensamiento. Barcelona: Paidós.
Haley, J. 2000 El arte del psicoanálisis. En: Haley, J. 2000 Las tácticas de poder de Jesucristo y otros ensayos. Barcelona: Paidós.
Laplance, J., Pontalis, J.B. 1980 Vocabulário da psicanálise. 6ª edición. São Paulo: Martins Fontes
Peña, J. 1994 Wittgenstein y la crítica a la racionalidad. Bogotá: ECOE ediciones.
Roazen, P. 1978 Freud e seus discípulos. São Paulo: Cultrix.
Rossi, P. 1990 Las arañas y las hormigas. Una apologia a la historia de la ciência. Barcelona: Crítica.
Vásquez, A. 2007 Freud y Lacan: el fraude. En: Revista electrónica Cambio. Disponible en: http://www.cambiodemichoacan.com.mx
Vygotsky, L.S. 1984 A formação social da mente. São Paulo: Martins Fontes.
Watzlawick, P. 1992 La coleta del barón de Münchhausen. Barcelona: Herder.
Wittgesntein, L. 1921/1997 Tractatus Logico – Philosophicus. Madrid: Alianza Universidad.
Wittgenstein, L. 1953/1988 Investigaciones filosóficas. México DF: UNAM.
Wittgenstein, L. (1914-1916/1982) Diario filosófico. Barcelona: Ariel.

miércoles, 21 de marzo de 2007

La psicoterapia es ciencia.

La psicoterapia es la aplicación de los conocimientos científicos desarrollados por la psicología para resolver los problemas de las personas que buscan ayuda profesional. La ciencia se fundamenta en hipótesis que deben ser puestas a prueba, Popper denomina a esa característica: "falseabilidad". Por lo tanto, la ciencia no se ocupa de plantear certezas absolutas, sino verdades que se acercan a los fenómenos que trata de explicar. El conocimiento científico requiere, pues, de la permanente investigación que ponga a prueba sus descubrimientos. Otra característica imprescindible del método científico, es que sea posible la predicción, es decir, que ante el planteamiento de sus hipótesis, sea posible disminuir los márgenes de error de las consecuencias de un determinado hecho. Un excelente ejemplo es el caso de la esquizofrenia. Hace no más de cincuenta años, se seguía debatiendo su etiología, existiendo dos posturas antagónicas: aquella que establecía la causa en el entorno familiar, y la que sostenía una causa biológica. Consecuencia del debate fue el dogmatismo de ambas posiciones, la primera negaba el auxilio farmacológico y la segunda de la psicoterapia. Se llevaron a cabo muchas investigaciones para evaluar la eficacia de la psicofarmacología y la psicoterapia, demostrándose que los síntomas (principalmente los positivos), podían ser controlados con neurolépticos, mientras que la psicoterapia no lo conseguía. Los avances tecnológicos de las neurociencias, la precisión de los estudios biopsicológicos y el notable desarrollo de la ingeniería genética, demostraron que la esquizofrenia es resultado de un deterioro bioquímico relacionado con la producción de dopamina, concomitante a un deterioro neurofisiológico de las regiones pre frontales del cerebro.
La psicología cognitiva, por su parte, descubrió la baja tolerancia al estrés presente en los esquizofrénicos. Las consecuencias de estas investigaciones derivaron en que la esquizofrenia deje de llamarse como tal y sea sustituida por el término "síndrome dopaminérgico" (ver noticia de la BBC del 10 de octubre del 2006). La psicoterapia del paciente esquizofrénico actualmente está centrada en el asesoramiento de la familia (Anderson, 1986), la prevención del brote psicótico a través del manejo de los estresores (Ballack y Mueser, 1986).
Continúa la incansable búsqueda de bloqueadores dopaminérgicos desarrollada por incontables laboratorios. Otro caso interesante, es el referido a la psicoterapia familiar aplicada a los trastornos de alimentación propuesta por Mara Selvini-Palazzoli. Esta insigne terapeuta italiana, demostró la eficacia de sus técnicas durante la década de los ochenta; sin embargo, el seguimiento de los casos demostró que solamente en la minoría de ellos, los efectos de la terapia fueron permanentes. Selvini-Palazzoli y su equipo de investigación en Milan pusieron en tela de juicio las técnicas empleadas inicialmente. Encontraron que las intervenciones sólo eran beneficiosas para cierto tipo de personalidades y no para otras. Como consecuencia, revisaron su proceder y recomendaron la importancia del diagnóstico diferencial - principalmente en lo referente a la estructura de personalidad- antes de indicar la aplicación de la terapia familiar (Selvini - Palazzoli y otros, 2000). Uno de los trastornos más investigados ha sido el de la depresión, los estudios acerca de la eficacia de la psicoterapia de la depresión, demuestran que tanto la terapia cognitiva comportamental como la terapia de pareja son las mejores (Jones y Asen, 2004). El psicoterapeuta debe estar debidamente informado acerca de los avances científicos de la psicología básica para que pueda actualizar su praxis, ofreciendo a sus pacientes aquellas alternativas más seguras para la solución de sus problemas. Las "escuelas" de psicoterapia se han ocupado en defender a raja tabla sus postulados, muchos de ellos imposibles de ser sometidos a la falseabilidad, convirtiéndose en crisoles de ideas dogmáticas dirigidas al gobierno del conocimiento en beneficio de sus maestros y discípulos. Aun sobreviven modelos arcaicos consecuentes de elucubraciones que tienen más que ver con la problemática personal de sus creadores que con la evidencia de los fenómenos a los cuales pretenden explicar. Las personas desesperadas pueden caer en manos de psicoanalistas y humanistas sin conocimientos acerca de los avances actuales de la ciencia psicológica, entorpeciendo, o peor aún, destruyendo la vida de sus clientes. Es interesante observar que los terapeutas formados en escuelas psicoanalíticas o humanistas, después de tomar conciencia de la ineficacia de sus técnicas terapéuticas, recurrieron a educarse en otras líneas terapéuticas (v.g. sistémica, cognitiva, comportamental, etc.), resolvieron abandonar sus dogmas y propusieron modificaciones a sus teorías, y en otros casos renunciaron definitivamente a sus creencias insostenibles. Es posible comprender el desatino de aquellos profesionales que no tuvieron la oportunidad de renovar sus estudios, ya sea por apasionamiento sectario o por la falta de oportunidades. Pero lo que resulta inadmisible es que existan profesionales de la salud mental dedicados a propagar falsas ciencias a nombre de la psicología. No es posible que callemos ante la proliferación de charlatanes. Muchos pacientes llegan a mi consulta después de haber recurrido a "psicólogos" regresionistas, homeópatas, energitizadores, etc. Me he enterado de la existencia de sofisticadas técnicas capaces de resolver autismos, psicosis, depresiones crónicas, etc., a través de ciertos aromas (flores de Bach), masajes corporales (Reiki), conversaciones con los muertos (espiritismo), encuentros "espirituales" con el Shai Baba, y otras patrañas. Se han difundido estupideces como la cienciología, iridiología, método de control mental Silva, programación neurolingüística, niños índigo, rebirthing, efecto Mozart, y otras. Hay los que creen que Deepak Choppra y John Grinder hacen ciencia, y que Shai Baba y Osho son la máxima expresión de la espiritualidad. Sin considerar las ingentes cantidades de dinero que los han enriquecido utilizando a las personas ignorantes y desesperadas que compran sus libros, amuletos y cursos sin formular ni un solo cuestionamiento. Los psicoterapeutas científicos estamos en la obligación de alertar sobre el abuso de nuestra condición profesional y demostrar a través de la investigación la eficacia de nuestro conocimiento. Es inadmisible que los psicólogos nos prestemos a la divulgación de las falsas ciencias, las cuales dañan el avance de la psicología y destruyen la vida de aquellos que ingenuamente siguen pensando que el psicólogo ha sustituido a los chamanes. Referencias: Selvini, M. 1990 Crónica de una investigación. Barcelona: Paidós. Selvini – Palazzoli, M., Cirillo, S., Selvini, M., Sorrentino, A.M. 2000 Muchachas anoréxicas y bulímicas. La terapia familiar. Barcelona: Paidós Jones, E., Asen, E. 2004 Terapia sistémica de pareja y depresión. Bilbao: Desclée de Brouwer. El retorno de los charlatanes. Web disponible en: http://charlatanes.blogspot.com/2004/03/otra-exprimida-al-cuento-de-la.html Anderson, C. M. , Reiss, D., Hogarty, G. 1984 Guía de esquizofrenia y familia: una guía práctica de psicoeducación. Buenos Aires: Amorrortu BBC Noticias. 2006 Esquizofrenia: un nombre obsoleto. Web disponible en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_6036000/6036855.stm

lunes, 19 de marzo de 2007

Bienvenidos a mi blog

Me llamo Bismarck Pinto. Soy terapeuta familiar y poeta. Me interesa mucho interactuar con personas relacionadas con el enfoque sistémico y la terapia de parejas. Me encantará compartir mi poesía.