jueves, 18 de mayo de 2017

La sinfonía en la psicoterapia sistémica





Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.




Es el paciente el que hace la terapia,
uno sólo tiene que proporcionar un clima favorable.
Luego se le deja traer las cosas que ha reprimido
 y las que ha olvidado, por uno u otro motivo.
Milton Erickson

Una
 de las más bellas composiciones musicales es la sinfonía, creada para su interpretación por una orquesta. Son famosas las nueve sinfonías de Beethoven, las de Tchaikovsky, Mahler, Schubert y otras. Una sinfonía se compone de cuatro movimientos, por ejemplo: allegro ma non troppo, adagio, andante, etcétera. El movimiento se refiere a la velocidad de la interpretación: el tempo.

La Psicoterapia sistémica es una sinfonía relacional, cada etapa de la terapia se caracteriza por un tempo, movimiento musical de la interacción entre el psicoterapeuta y los consultantes en el contexto terapéutico. 

Adagio: es el primer movimiento, la velocidad es lenta. El objetivo es la compenetración relacional, tanto el terapeuta como los pacientes se entregan al proceso de conocerse. Las tareas fundamentales son:

Ø  Identificar el lenguaje del paciente: identificar la predominancia de los mediadores verbales en la organización de su pensamiento: estilo cognitivo, mediador propiamente dicho (visual, auditivo, somestésico o lógico).
Ø  Identificar el manejo de sus emociones: predominancia emocional, emociones reprimidas, emociones desconocidas, organización de su sistema emocional, sentimientos y emociones.
Ø  Conocer las creencias del paciente para contrastarlas con las del psicoterapeuta.
Ø  Involucrarse en los mundos del paciente: interesarse por su realidad, ser una especie de “antropólogo en Marte”, indagar las rutinas, actividades, intereses y pasiones.
Ø  Conocer el sentido de vida del paciente: escuchar sus sueños y anhelos, determinando si está en pos de ellos, si los abandonó o si no los tiene.
Ø  Conocer la historia personal, familiar, de pareja y sociales, estableciendo sus afectos positivos y negativos.
Ø  Sondear la predominancia de su estilo de apego: seguro, ansioso inseguro, ambivalente inseguro o desorganizado.
Ø  Establecer la estructura de personalidad del paciente.
Ø  Definir las resonancias de la historia del paciente con la historia del terapeuta.
Ø  Hacer conocer al paciente el consentimiento informado del proceso psicoterapéutico.

El psicoterapeuta deberá ir lento, tomándose el tiempo necesario para establecer un vínculo empático, reconociendo las simpatías y antipatías con los consultantes (individual, pareja, familia o grupo). Debe tomar conciencia de las reacciones de su cuerpo para reconocer las emociones resultantes de la interacción. Ser capaz de entrar y salir de su organismo, concentrándose en el lenguaje no verbal del paciente antes que en el discurso. Mirar a los ojos del otro para provocar el encuentro auténtico. Recorrer las sensaciones que nos produce el sufrimiento.
Es el movimiento más importante del proceso terapéutico, su duración dependerá de la capacidad de compenetración[1] del psicoterapeuta. En el proceso de formación es indispensable el autoconocimiento y la supervisión de un maestro o maestra para la identificación de las limitaciones personales, las resonancias y las potencialidades.

Andante ma non troppo: la marcha segura pero no muy rápida. Es la etapa de la definición del problema y del diagnóstico diferencial. Un problema es una situación que impide el alcance de una meta y cuya solución depende de la persona. Se debe diferenciar de la dificultad, es un impedimento para alcanzar una meta donde la solución no depende de la persona.
Una vez definido el problema o la dificultad se deben analizar los motivos que impidieron su solución. Esto conlleva a la reflexión sobre el diagnóstico. Se trata de una mala definición del problema, de complicaciones psicológicas o incapacidades. Habiéndose establecido con claridad el problema, se deben establecer las metas terapéuticas. Las tareas de esta etapa son:

Ø  Establecer con el paciente la palpable definición del problema.
Ø  Operacionalizar el problema a partir de evidencias y comportamientos, evitando definiciones desde los sentimientos o las suposiciones. No es un problema el sentirse mal, sino el evento asociado a dicho sentir. No es un problema la situación de otra persona, sino aquello perturbador del otro generador de comportamientos desadaptados.
Ø  Diferenciar los problemas de las dificultades. Desarrollar capacidades de afrontamiento de los unos y de las otras para lograr la precisión de la definición.
Ø  Establecer con precisión las soluciones intentadas.
Ø  Promover las hipótesis explicativas de la perpetuación del problema.
Ø  Reconocer la presencia o no de algún trastorno mental.
Ø  Reconocer la presencia o no de alguna alteración neuropsicológica.
Ø  Construir con el paciente las metas de la psicoterapia.

Allegro a capricce: movimiento cadencioso, creativo y alegre, donde el psicoterapeuta elige el derrotero favorito y acorde a las circunstancias para desarrollar el proceso de solución del problema concomitante con el crecimiento personal tanto de los consultantes como el propio. Se funden en sus actitudes el saber científico y el arte de la psicoterapia relacional sistémica. Se eligen las estrategias más eficientes para el logro de las metas terapéuticas. Las tareas fundamentales en esta etapa son:

Ø  Preguntarse acerca de la pertinencia de los conocimientos del psicoterapeuta en relación al problema planteado por el paciente: ¿lo que aqueja al paciente sé cómo resolverlo?, ¿este tipo de problema es de la incumbencia de mi formación?
Ø  Si la respuesta es no, se debe proceder con la derivación del caso al profesional competente.
Ø  Preguntarse acerca de la capacidad de compenetración con el paciente, reconociendo las limitaciones personales: ¿mis creencias pueden perjudicar al desarrollo personal del paciente?, ¿tengo prejuicios que me impulsan a juzgar al paciente?, ¿las actitudes del paciente ponen en riesgo mi estabilidad emocional?, ¿la problemática del paciente puede afectar mi vida personal?
Ø  Las respuestas a las preguntas anteriores, definirán la aceptación o no de asumir la responsabilidad por el proceso terapéutico.
Ø  Asumida la responsabilidad, se debe establecer la indicación pertinente, ¿cuál es la indicación? ¿Corresponde a terapia individual, conyugal o familiar?
Ø  Definir una estrategia terapéutica coincidente con la eficiencia demostrada para la solución del problema presentado, con las técnicas aprendidas y con el estilo personal del terapeuta.
Ø  Poner en acción el proceso terapéutico dirigido al cambio.
Ø  Revisar constantemente las hipótesis planteadas, retroceder sin temor cuando el camino es el equivocado para recomenzar por uno nuevo.
Ø  Interactuar siempre con la actitud ética característica esencial del quehacer de los psicoterapeutas sistémicos.

Larghettto: es el último movimiento, la etapa de la evaluación y el seguimiento. Reflexionar con los pacientes acerca de la consecución o no de las metas terapéuticas. Verificar los cambios conseguidos. Las tareas son:
Ø  Identificar con precisión el alcance de las metas reflexionando en conjunto con los pacientes.
Ø  Evaluar los aspectos resueltos y los no resueltos del problema.
Ø  Reconocer el impacto del cambio en el entorno social del paciente: familia, pareja, trabajo y amigos.
Ø  Evaluar las acciones del proceso terapéutico involucradas en el cambio.
Ø  Evaluar las acciones del proceso terapéutico que incidieron negativamente en la vida del paciente.
Ø  Si existieron, se deben proponer alternativas para reparar aquello que la terapia dañó.
Ø  Identificar los eventos coadyuvantes para el cambio ajenos al proceso relacional terapéutico.
Ø  Identificar los eventos coadyuvantes para el impedimento del cambio.
Ø  Una vez lograda las metas terapéuticas se debe proponer un tiempo para el seguimiento, es pertinente un mes, luego tres meses, seis meses y un año.
Se escuchan los últimos sones de la sinfonía, los músicos guardan sus instrumentos, el teatro se vacía, el escenario queda dispuesto para una nueva interpretación.






[1] Rapport en inglés