domingo, 19 de abril de 2009

LAS ETAPAS DEL AMOR II: EL DESENCANTO O EL ROMPIMIENTO DE LOS ESPEJOS

La ley del fuego es consumirse.
Michel Quoist


En el artículo anterior (El enamoramiento: estrés del deseo) he explicado la inhibición del deseo sexual que da lugar al proceso fisiológico del enamoramiento. Además de producirse los intrincados cambios bioquímicos en nuestro organismo, se producen a nivel cognitivo una serie de constructos que dan lugar a los juegos psíquicos de la atracción.

El concepto de constructo cognitivo proviene de la filosofía de Kant (1724-1804): consideraba que la realidad era aprehendida a partir de la construcción de esquemas mentales, los cuales son las referencias de la realidad. No es necesaria la presencia real del objeto, sino que se le da sentido a partir de la existencia de esquemas mentales predeterminados. En ese sentido, son dos las fuentes del conocimiento: la primera es la recepción simple del objeto, la segunda es su representación a partir de la organización que le da el pensamiento[1].

Los postulados kantianos retornan al pensamiento idealista de Platón según el cual la realidad es inaprensible porque no podemos conocer la esencia de las ideas. En “La República” el filósofo griego recurre a una historia: delante de una caverna están unos prisioneros que no pueden moverse porque se encuentran encadenados. La caverna es iluminada por una fogata, entre el fuego y los reos existe un camino cercado por un muro donde se reflejan los objetos que manipulan los hombres que están dentro de la cueva. Platón reflexiona de esta manera: “¿crees que esos hombres han visto de sí mismos o de otros algo que no sean las sombras proyectadas por el fuego en la caverna, exactamente enfrente de ellos…Si, pues, tuviesen que dialogar unos con otros, ¿no crees que convendrían en dar a las sombras que ven los nombres de las cosas?”[2] .

Piaget (1896-1980) desarrolla la Psicología Genética a partir del postulado de que la realidad es una construcción de la mente. Según el biólogo suizo organizamos la realidad a partir de tres procesos cognitivos: la acomodación, la asimilación y la adaptación. Cuando detectamos un estímulo nuevo necesitamos acomodarlo a una representación previa, es decir lo comparamos con nuestra experiencia, luego lo adaptamos para darle sentido y finalmente lo asimilamos al interiorizarlo como un concepto[3].

El psicólogo cognitivo George Kelly (1905-1967) aplica la concepción de la construcción de lo real a partir de esquemas mentales al estudio de la personalidad, para ello acuña el término “constructo personal”, definido como la organización de la realidad a partir de similitudes y diferencias entre el objeto percibido y la hipótesis elaborada desde la experiencia. Por eso un hecho puede ser interpretado de distintas maneras dependiendo del constructo personal de los observadores[4]

Existe evidencia en el campo neuropsicológico que confirma las teorías constructivistas de Piaget y Kelly. Por ejemplo, en el campo de la percepción visual se ha establecido que vemos aquello que es reconocido por los mapas visuales corticales, es por eso que podemos afirmar que el color y el movimiento de los objetos son construidos por la corteza cerebral. Zeki (1995)[5] denominó a esos esquemas corticales “mapas construccionales”. La construcción del color de un área del cerebro debe comparar información que procede al mismo tiempo de varias zonas del campo visual, lo propio pasa con la percepción de la forma: se relacionan unas partes adyacentes con otras para definir la estructura de un objeto y luego poderlo identificar como un estímulo visual.

En el estudio del dolor Vilayanur Ramachandran logró explicar el fenómeno de los “miembros fantasmas”[6] al llevar a cabo experimentos ingeniosos que demostraron que en el cerebro continúa existiendo la representación de la parte amputada como si ésta aún estuviera presente[7]. A partir de esos estudios, el neurocientífico hindú concluyó: “nuestro propio cuerpo es un fantasma…construido por nuestro cerebro a su conveniencia”[8].

Cuando nos enamoramos, los cambios biológicos son impetuosos y por lo tanto ocasionan un alto nivel de incertidumbre. El cerebro humano le debe dar lógica a todo lo que percibe, Aleksandr Luria demostró que la región anterior del lóbulo frontal es la zona más importante para organizar el mundo[9], cuando se lesiona altera la capacidad de organización de la actividad psíquica.

Vivimos en la ilusión de la certidumbre, el cerebro nos engaña para evitar el caos, todo debe ser organizado. Por ejemplo, las manchas del test de Rorschach no significan nada, pero cuando el psicólogo pide que el paciente diga lo que ve en ellas, la persona empieza a darle sentido a cada una de ellas, después el psicólogo otorga significado a las percepciones del paciente, convirtiéndose en un juego del sentido de lo que no tiene sentido: las interpretaciones del paciente en primer lugar y las interpretaciones de las interpretaciones del paciente por parte del psicólogo en segundo lugar.

Gazzaniga planteó que nuestro cerebro sabe antes que nos demos cuenta de lo que hemos percibido pero nos crea la ilusión de que las cosas pasan durante el tiempo real y no antes de la participación de nuestra conciencia[10]. Los argumentos de Gazzaniga dan la razón a los descubrimientos de Joseph LeDoux[11] sobre la doble vía de recepción de los estímulos emocionales. Según este psicofisiólogo, existen dos caminos por los cuales recorre el impulso nervioso que fue activado por un estímulo que irá a desencadenar una respuesta emocional: el primero impacta sobre el tálamo sensorial el cual inmediatamente precipita la actividad del núcleo amigdalino, éste comandará la segregación de noradrenalina para que los músculos reaccionen precipitando conductas de huida; el segundo es más largo, del tálamo sensorial el impulso nervioso se dirigirá a la corteza cerebral para que ésta reciba, analice, organice y de sentido al estímulo.

Las emociones son señales de preparación para la acción ante situaciones que implican riesgo para nuestra supervivencia[12]. El deseo sexual es una emoción que a diferencia de las otras (miedo, rabia, etc.) no es activada por un evento amenazante, sino que se produce ante una estimulación que ocasiona el impulso de responder genitalmente.

Las hembras de nuestra especie a diferencia de la mayoría mamíferas[13] no manifiestan un periodo de celo, estando dispuestas a la cópula siempre y cuando se active su deseo, lo cual es probable que se relacione con la alta mortalidad infantil debido a las dificultades del parto y las contingencias nefastas para los bebés en la naturaleza[14]. Al parecer el sistema neural de activación del deseo es distinto en varones y en mujeres, en ellos el deseo es principalmente activado por estímulos externos, en ellas la activación proviene de los cambios fisiológicos internos.[15][16] En ambos sexos, la excitación conlleva un estado alterado del organismo, por lo que la corteza cerebral se encarga de darle sentido.

En relación a la primera forma de excitación –externa-, Pipitone y Gallup (2007) descubrieron que la voz femenina es distinta en función al momento de su ciclo menstrual, resultando más atractiva para los varones durante la etapa fértil, las mujeres que alteran su ciclo a través de pastillas anticonceptivas no manifiestan la variación sonora de su voz[17].

Rupp y Wallen[18] estudiaron las diferencias de la excitación sexual a partir de estímulos visuales en varones y mujeres. Encontraron que los hombres parecen ser más influidos por imágenes sexuales independientemente del estado de su organismo y de sus creencias; mientras que en las mujeres la respuesta varía dependiendo de su estado fisiológico y de las actitudes hacia las fotografías eróticas.

Además de la excitación visual y auditiva, varias investigaciones muestran la importancia del olfato en los seres humanos en la atracción sexual[19]. Por ejemplo, el estudio de Penn, Grammer y Oberzaucher demostraron que cuando una mujer segrega la hormona copulina[20], los niveles de testosterona aumentan en su pareja sexual masculina a la par que segrega androstenona[21] que produce un olor que aleja a las mujeres que no están ovulando y atrae a las que sí lo están[22].

En cuanto a la activación del deseo por cambios hormonales internos, Katherine Hirschenhauser analizó el contenido de testosterona en la saliva de veintisiete varones todos los días durante tres meses, también se les solicitó información sobre su actividad sexual, la intensidad de la misma y si la llevaban a cabo con su pareja habitual. En todos los hombres examinados, se presentaron subidas y bajadas de los niveles testosterona, principalmente en aquellos que con su pareja buscaban un embarazo: el incremento de la testosterona coincidía con los periodos de actividad sexual intensa[23].

Por su parte James Pfaus y Lisa Scepkowski se les dio a oler copulina impregnada en hisopos de algodón a un grupo de voluntarios, mientras que a otro grupo se les hizo oler una sustancia con olor parecido. El resultado fue que los hombres que habían olido la copulina tuvieron un incremento de 100 y el 150 por ciento de testosterona. La conclusión es que las mujeres segregan la feromona copulina en sus fluidos vaginales que activan la producción de testosterona en su pareja[24]. Otros estudios conllevan a sustentar la hipótesis según la cual la atracción sexual es consecuencia de la activación de ciertas áreas cerebrales a partir de la precipitación de sustancias emitidas por la persona o por la propia segregación interna de hormonas asociadas a los cambios biológicos del ciclo reproductivo[25]

La atracción sexual dura máximo dos años según el estudio de Donatella Marazziti[26] sobre el contenido de neurotrofinas[27] en la sangre de un grupo de voluntarios quienes previamente fueron clasificados según una escala de amor. Marazziti observó que con el pasar de los años las hormonas del deseo dan lugar a mayor secreción de la “hormona de la ternura”, la oxitocina.

El proceso de encantamiento se inicia con la activación biológica del deseo que genera un estado alterado del organismo, el impulso de cópula no es satisfecho por lo que la persona busca una explicación racional, usualmente asumirá que los sentimientos que lo afectan se asocian con la persona con la que se coincidió durante la explosión de las sustancias “afrodisíacas” en su organismo.

Hoy en día son comunes los “enamoramientos” a través de la Internet, han surgido como una forma post moderna de amor Platónico[28] . Cornwell y Lundgren compararon las relaciones entre personas que establecieron un vínculo amoroso a través del chat y parejas que se relacionaron en un espacio “real”. Encontraron que las parejas “informáticas” establecían menor compromiso en comparación con las otras; además identificaron más engaños sobre las características de personalidad y en los datos de actividades en las primeras que en las segundas[29].

Daneback, Månsson y Ross[30] investigaron a1458 usuarios suecos que emplearon la Internet con intenciones de establecer relaciones sexuales. 35% varones y 40% mujeres informaron que tuvieron encuentros sexuales con las personas que conocieron a través de la Internet. Los investigadores no encontraron relación entre los encuentros sexuales con personas que se conocieron por Internet con infecciones sexuales ni tampoco con historias de maltrato.

Alesandra Dela Coleta y sus colaboradores [31]estudiaron las expectativas amorosas de 58 parejas brasileñas que establecieron vínculos amorosos a través de la Internet, encontraron que la mayoría de ellas tarde o temprano exigieron el encuentro cara a cara, no identificaron diferencias entre las características del enamoramiento posterior en comparación con parejas que establecieron su relación amorosa en el contexto real.

Si no existen diferencias entre las parejas que se conocieron “realmente” con aquellas que utilizaron el recurso de la Internet entonces ¿por qué algunas parejas logran tener éxito en su relación y otras no? Todo tiene que ver con el afrontamiento del desencanto.

Retornemos a la caverna de Platón. El filósofo termina su reflexión de la siguiente manera: “Considera pues la situación de los prisioneros, una vez liberados de las cadenas y de su insensatez…cuando alguno de ellos quedase desligado y se le obligase a levantarse súbitamente, a torcer el cuello, y con el centelleo de la luz se vería imposibilitado de distinguir los objetos cuyas sombras percibía con anterioridad. ¿Qué podría contestar ese hombre si alguien dijese que entonces sólo veía nimiedades?... ¿No piensas que le alcanzaría gran dificultad y que vería las cosas vistas anteriormente como más verdaderas que las que ahora se muestran?[32]

Tarde o temprano las personas fascinadas por el enamoramiento tendrán que reconocerse mutuamente y decidir si vale o no la pena seguir juntas. Al igual que el prisionero desatado en la historia de la caverna, dejará de ver la sombra de quien se enamoró para reconocerla de frente.

Todas las personas enamoradas sufren los efectos de la “disonancia cognitiva”, teoría desarrollada por Leon Festinger (1919-1989)[33]. Según este psicólogo social, no toleramos la incongruencia entre nuestras creencias y los hechos, cuando ocurre, se produce una crisis emocional que se busca resolver a través de racionalizaciones. El mejor ejemplo es la fábula de Esopo “La zorra y las uvas”: una zorra hambrienta se topó con una parra, trató de alcanzar las uvas saltando hacia ellas, una y otra vez, exhausta abandonó la tarea, mientras se decía a sí misma “ni modo…estaban demasiado verdes”.

Ante la incertidumbre causada por el deseo, buscamos referentes afectivos para disminuirla; requerimos un esquema mental para comparar la nueva experiencia. Hendrix[34] opina que confundimos a nuestra pareja con los referentes afectivos de la infancia. Durante el juego de seducción ambos enamorados presentarán al otro una imagen que reduzca el caos del éxtasis sexual para atraerse. A la imagen que presentamos para “atrapar” al otro es la “imago”.

La imago es un modelo que responde a las experiencias infantiles positivas, aquello que nos hizo bien y que pensamos que será agradable para el otro, una combinación de los rasgos masculinos y/o femeninos de las personas que nos quisieron o de aquello que nos hubiera gustado recibir de ellos. Esperamos también que la otra persona tenga los atributos necesarios para satisfacer nuestras expectativas de relación afectiva. Durante los primeros encuentros, los enamorados harán de todo para conquistar al otro, ambos tratarán de controlar aquellas facetas de su personalidad que consideran repulsivas y alentarán las que piensan que son fascinantes.

Ninguno de los enamorados sabe con precisión si el otro realmente está atraído por las imágenes que se le muestran, por ejemplo, uno puede estar seguro que el otro se siente atraído por la delicadeza mientras oculta su torpeza, y el otro estar más atento a la inteligencia. Se trata de un juego de imágenes, como el encuentro de dos espejos, puesto que según Hendrix cada quien proyecta en el otro sus propias necesidades.

El estudio sobre el apego adulto está dando la razón a la teoría de Hendrix. Bartholomew[35] considera que el enamoramiento necesariamente activa el estilo de apego infantil[36]. Feeney y Noller[37] establecen que el apego seguro de la infancia augura una buena relación de pareja, mientras que el apego ansioso y el ambivalente se relacionan con la patología conyugal.

a) Apego seguro: se desarrolla en un niño o niña que ha tenido relaciones cálidas con sus cuidadores.

En su vida amorosa construye imágenes más coincidentes con la realidad de su pareja. Son capaces de sentir confianza y de provocar intimidad, además de fomentar el compromiso.

Cuando se desencantan reconocen su error y rompen la relación. Si el otro coincide con sus expectativas pero ellos no con las de su pareja, sufren el dolor del amor no correspondido pero finalmente dejan partir.

b) Apego ansioso: las personas que desarrollaron apego ansioso durante su infancia son los tuvieron cuidadores distantes y con tendencia al rechazo.

Prefieren relaciones de pareja distantes, desconfían de las intenciones del otro, evitan cualquier posibilidad de depender y construyen su relación en función a sí mismos sin considerar las necesidades del otro. Juegan con los sentimientos de sus parejas, tienden a las relaciones eventuales sin considerar su relación formal.

Lo más importante en su vida amorosa es mantener la distancia, temen perder la autonomía por lo que hacen pocas revelaciones íntimas. Se desencantan cuando el otro trata de conocerlos, por ello sus relaciones son breves y sin apasionamiento. Rompen la relación cuando el otro se encuentra más involucrado en el afán de amarlos.

No entienden que su pareja puede desencantarse de ellos, por lo que recurren a la violencia para hacerles entrar en “razón”. Muchos no llegan al desencanto porque no tienen referentes de amor legítimo en sus vidas, así que no se enamoran, sino que simplemente responden a los mandatos del deseo.

c) Apego ambivalente: ocurre en niños que tienen cuidadores injustos, algunas veces son cálidos otras distantes, pueden ser castigados y premiados por la misma conducta, quienes los cuidan son personas ansiosas o angustiadas.

Su vida amorosa se caracteriza por intensos enamoramientos, idealizan con facilidad a la persona, establecen la convivencia con premura sin darle tiempo al desencanto. Son posesivos y celosos porque no poseen seguridad emocional. Les cuesta mucho sentirse satisfechos con lo que reciben, piensan que dan demasiado y reciben muy poco a cambio. Son extremos en sus sentimientos, pasan del amor al odio con facilidad porque no toleran que el otro no se ajuste a sus exigencias.

El desencanto es una experiencia devastadora para este tipo de personas, no pueden aceptar que el otro sea distinto a la imagen que construyeron, por lo que se aferran a su ilusión romántica. El amor no correspondido es una experiencia que no pueden asimilar, porque no son capaces de ponerse en el lugar del otro sin apartarse de sí mismos. Se exigen a sí mismos amar al otro aunque no coincida con la realidad y exigen ser amados por el otro aunque la evidencia demuestre que no son la persona esperada por el otro.

Los espejos deben romperse para que se produzca el encuentro y se defina la continuidad de la relación a partir de propuestas puestas en común y planes para el futuro. El desencanto en lugar de ser una experiencia nefasta es un requerimiento para la construcción del amor. Las sombras no pueden ser abrazadas, es imprescindible abrir los ojos para que los amantes puedan contemplar sus almas y decidir si quieren compartir sus vidas sin entorpecerlas.

La película Shrek[38] muestra el final feliz de la etapa del desencanto: el ogro Shrek estaba enamorado de la princesa Fiona que de día era humana y de noche se transformaba en ogra. Fiona era víctima de un hechizo que sólo podía romperlo un beso de amor, el ogro la besa y ella queda convertida en ogra para siempre, lo cual hace felices a ambos.

Ante el desencanto hay dos alternativas saludables y una patológica. Las saludables se relacionan con el afrontamiento que el otro no es la imagen que hemos elaborado, no es una figura de nuestro pasado, es alguien independiente de nuestros deseos. Si estamos dispuestos aceptamos a la persona como es y si no terminamos la relación. La relación patológica conlleva la magnificación de la imagen en detrimento de lo que el otro es, podemos encapricharnos negando las diferencias de valores e intereses e insistir en mantener el falso vínculo o si el otro decide romperlo, manipular para evitar su alejamiento.







[1] Kant, E. (1781/1983) Crítica de la razón pura. (Selección y comentarios de Vial, J.) Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
[2] Platón (¿390-385 A,C.?/2000) La República. (Traducción: Márquez, F.) Madrid: Edimat. (Pág. 272)
[3] Piaget, J.(1957/1982) La construcción de lo real en el niño. Buenos Aires: Nueva Visión
[4] En: Botella, L., Feixas, G. (1998). La teoría de los constructos personales: Aplicaciones a la práctica psicológica. Barcelona: Laertes.
[5] Zeki, S. (1995) Una visión del cerebro. Barcelona: Ariel
[6] Cuando una persona sufre una amputación suele manifestar sensaciones (dolor, escozor, movimiento, etc.) que le llegan del lugar donde antes estaba la parte del cuerpo ahora faltante.
[7] Ramachandran, V.S., Blaskeslee, S. (1999) Phantoms in the Brain: Probing the Mysteries of the Human Mind. Nueva York: Harper Perennial
[8] Ramachandran, V. en: Doidge, N. (2008) El cerebro se cambia a sí mismo. Madrid: Aguilar. (Pág. 193).
[9] Luria, A.R. (1979) El cerebro humano y los procesos psíquicos. Barcelona: Fontanella
[10] Gazzaniga, M. (1998) El pasado de la mente. Santiago de Chile: Andrés Bello.
[11] LeDoux, J. (1999) El cerebro emocional. Madrid: Ariel/Planeta.
[12] Vila, J. (19909 Activación y conducta. En: Palafox, S., Vila, J. (1990) Motivación y emoción. Granada : Alhambra :Universidad. Págs. 1-45-
[13] Las hembras de los bonobos tampoco entran en celo, al igual que las humanas están prestas para la cópula en cualquier momento. Ver: De Waal, F. (1997) Bonobo: The Forgotten Ape. Califormia: University of California Press.
[14] Goodall, J. (1986) En la senda del hombre. Barcelona: Salvat
[15] White, J., Nicholas,T., Gritton, J., Truong, L., Davidson, E., Jorgensen, E. (2007) The Sensory Circuitry for Sexual Attraction in C. elegans Males. En: Current Biology Vol 17, Nº 12. Págs. 1847-1857-
[16] Es importante señalar que la división entre estimulación externa e interna es una apreciación simplificada de los complejos procesos de organización de la actividad sexual humana, puesto que no se trata de un organismo pasivo ante el contexto ambiental y fisiológico.
[17] Pipitone, R., Gallup, J. (2007) Women’s voice attractiveness varies across the menstrual cycle. En: Evolution and behaviour.Vol. 29, Nº 4. Págs. 268-274
[18] Rupp, H., Wallen, K. (2008) Sex Differences in Response to Visual Sexual Stimuli: A Review. En: Archives of Sexual Behavior. Vol. 37, Nº 2. Págs. 206-218.
[19] Grammer, K., Fink, B., Neave, N. (2008) Human pheromones and sexual attraction. En: European Journal of Obstetrics & Gynecology and Reproductive Biology. Vol. 118, Nº2. Págs. 135-142.
[20] La copulina es una hormona femenina segregada durante la ovulación (el periodo fértil de la mujer), Astrid Jutte la ha identificado como una potente feromona humana. Para profundizar ver: Borgarelli, P. (2007) Aporte para el conocimiento anatomo-funcional del órgano vomeronasal humano y su probable relación con la conducta socio-sexual. En: Revista Alcmeon, Vol. 14, Nº1. Disponible en: http://alcmeon.com.ar/14/53/borgtotal.pdf
[21] Androstenona: feromona humana que al ser expelida produce en la mujer la sensación que se encuentra delante de un hombre dominante (macho alfa) ocasionando la activación del deseo; en cambio, cuando es percibida por otros varones, la sensación es que se está en presencia de un competidor. Información disponible en: http://www.feromonas.org/index.html?lang=es&target=d13.html
[22] Penn, D., Oberzaucher, E., Grammer, K., Fischer, G. Soini, H., Wiesler, D. Novotny, M., DixonS., Xu, Y. Brereton, R. Individual and gender fingerprints in human body odour. En: Interface. Journal of the Royal Society. Vol. 4, Nº 13. Págs. 331-340.
[23] Hirschenhauser, K., Oliveira, R. (2005) Social modulation of androgens in male vertebrates: meta-analyses of the challenge hypothesis. En: Animal Behaviour. Vol. 71, Nº 2. Págs. 265-277
[24] Pfaus, G., Scepkowski, L.A. (2005) The biologic basis of libido. En: Current Sexual Health Reports. Vol. 2, Nº4. Págs. 95-100
[25] Por ejemplo ver: Pfaus, G., Scepkowski, L.A., Georgescu, M. Neuroendocrine factors in sexual desire and motivation. Disponible en: http://csbn.concordia.ca/Faculty/Pfaus/docs/Scepkowski,Georgescu,Pfaus%20(2006).pdf
[26] Marazziti, D. (2005) The neurobiology of love. En: Current Psychiatry Reviews.
[27] Las neurotrofinas son proteínas que sirven para proteger a las neuronas y permitir el desarrollo de conexiones óptimas entre ellas.
[28] Seiden, H. (2004) Creating Passion: An Internet love story. En: Journal of Applied Psychoanalytic Studies. Vol. 3, Nº1. Págs. 187-195
[29] Cornwell, B., Lundgren, D. (2001) Love on the Internet: involvement and misrepresentation in romantic relationships in cyberspace vs. realspace. En: Computers in Human Behavior Vol. 17, Nº. 2. Págs. 197-211.
[30] Daneback, K., Månsson, S., Ross, M. (2007) Using the Internet to Find Offline Sex Partners. En: Cyber Psychology and Behavior. Vol. 10, Nº1. Págs. 100-107.
[31] Dela Coleta, A., Dela Coleta, M., Guimarães, J. (2008) O amor pode ser virtual? O relacionamento amoroso pela Internet. En: Estudios de Psicologia. Vol. 13, Nº 2. Págs. 277-285.
[32] Platón, ob.cit. (Pág. 272)
[33] Festinger, L. (1957) A theory of cognitive dissonance. Illinois: Row.
[34] Hendrix, H. (1997) Conseguir el amor de su vida. Buenos Aires: Obelisco.
[35] Bartholomew, K. (1990) Avoidance of intimacy: an attachment perspective. En: Journal and Personmal Relationships. Vol.7. Págs. 147-178.
[36] La teoría del apego (Attachment) fue desarrollada por John Bowlby (1907-1990). El apego se refiere a la forma cómo el niño desarrolla el vínculo afectivo con sus cuidadores. Par profundizar ver: Bowlby, J. (1984) Attachment and loss (Vol. 1) Harmondsworth: Penguin
[37] Feeney, J., Noller, P. (2001) Apego adulto. Bilbao: Desclée.
[38] Shrek: película de dibujos animados por sistema digital dirigida por Andrew Adamson y Vicky Janson; basada en el libro de William Steig.

LAS ETAPAS DEL AMOR II:

martes, 14 de abril de 2009

LAS ETAPAS DEL AMOR: I EL ENAMORAMIENTO O EL ESTRÉS DEL DESEO

Dorothy Tennov[1] en 1979 investigó el enamoramiento en cuatrocientas personas (varones y mujeres) en la Universidad de Bridgeport en Connecticut (Estados Unidos de América) identificando por primera vez desde una perspectiva científica los síntomas del enamoramiento: temblores, palidecer o ruborizarse, sentimientos de incomodidad, tartamudeo y pérdida del control de las emociones. Quedó demostrado posteriormente que esas reacciones son universales. ¿Por qué ocurren esas alteraciones físicas cuando nos sentimos atraídos por otro ser humano?

La naturaleza dotó a los seres vivos con un programa genético que les permitiera adaptarse y sobrevivir a las amenazas del entorno, el ser humano no fue una excepción. Fuimos determinados para ser presas y no depredadores, nuestras condiciones físicas nos hacían tan vulnerables como cualquier otro animal de la sabana africana. Somos una especie que ha sobrevivido gracias a la inusual habilidad de organizarnos en grupo y no por los limitados recursos defensivos de nuestro cuerpo. Por ejemplo, la velocidad máxima que alcanzamos es de treinta kilómetros por hora, un guepardo durante la caza llega a una velocidad mínima de ochenta kilómetros por hora, la gacela logra setenta kilómetros por hora, huelga decir quién sería la víctima de las garras del felino.

Como éramos muy frágiles ante los depredadores, hemos desarrollado un sistema emocional de alerta excepcional. El miedo por ejemplo, es la consecuencia de la segregación de epinefrinas que excitan al sistema muscular preparándonos para la huida. Gracias a la adrenalina, ante la visión de dos guepardos hambrientos podíamos acelerar nuestra corrida hasta treinta y siete kilómetros por hora, o nos quedábamos paralizados como la zarigüeya con la esperanza que los guepardos sean gourmets sofisticados que desechen cadáveres. ¡Lo más probable era que seamos devorados!

Hoy en día tenemos pocas experiencias donde nuestra vida está en riesgo por peligros naturales, sin embargo, la carga genética continúa intacta, pues los genes no se han enterado que hemos superado nuestra vulnerabilidad natural. Continuamos segregando las mismas sustancias químicas que eran indispensables para sobrevivir, ningún león nos persigue pero nuestro organismo se colma de activadores del sistema nervioso cuando tenemos que enfrentar un examen académico. Los estímulos han cambiado, pero las respuestas emocionales siguen siendo las mismas porque los esquemas genéticos son inmutables: nuestro organismo es ciego, responde a la estimulación de las hormonas.

El estrés es consecuencia de nuestra “degeneración” genética[2]. Nos sometemos a una situación social inocua para nuestra supervivencia natural (ejemplos: llegar a tiempo a la oficina, estudiar para un examen, hacer fila para tomar el minibús, etc.), nuestro organismo interpreta la señal como peligrosa y empieza a segregar adrenalina para que escapemos de la situación. Como no huimos, la emisión de adrenalina se incrementa saturándose, por lo que liberamos dopamina para proteger a nuestras neuronas. Nuestros músculos se tensionan, el corazón incrementa sus palpitaciones, transpiramos e incrementamos el ritmo respiratorio: estamos en un estado de alerta para evitar al estímulo amenazante.

Como no nos retiramos ni atacamos a la amenaza, nuestro cuerpo puede colapsar, por eso activamos la producción cortisol (hidrocortisona) desde las glándulas suprarrenales para activar las vías metabólicas, y así aumentar la concentración de glucosa, lípidos y aminoácidos, todo con el fin de enviar energía a los músculos, evitando un infarto cardíaco.

Hans Selye describió el Síndrome de Adaptación General en 1936 y propuso el término inglés “stress” para referirse a la tensión muscular que se presenta en personas que deben enfrentar situaciones amenazantes de las cuales no pueden escapar. Encontró coincidencias en el comportamiento de empresarios jóvenes que sufrían de dolencias cardíacas denominándolo Conducta A. En 1980 Lázarus y Folkman[3] explicaron al estrés[4] como consecuencia de la interpretación cognitiva desadaptada de la realidad, es decir: no es consecuencia del estímulo, sino de la atribución que las personas le dan. Se trata de una reacción fisiológica generada por la percepción catastrófica de eventos sociales en los cuales la amenaza no es la muerte física sino la “muerte social”, en el sentido de que tememos ser rechazados por el grupo o fracasar en el logro de alguna meta.

Cabe concluir que el estrés es un invento moderno que puede llevarnos a la tumba puesto que la exposición permanente a situaciones estresantes conlleva la excesiva producción de cortisol que acabará convirtiéndose en un destructor de tejidos y músculos, llevándonos al riesgo de padecer trastornos cardíacos.

Al igual que el miedo, el deseo sexual está determinado por nuestros genes: ante la oportunidad de cópula nuestro organismo ordena la activación de la respuesta sexual. En la mayoría de los mamíferos la atracción sexual se da por la recepción de las feromonas[5], la misma que se recepciona en el órgano vomeronasal (OVN), también denominado órgano de Jakobson, sus receptores se localizan en el epitelio sensorial del órgano olfatorio.

En 1891 Potiquet identificó el OVN en el ser humano, sin embargo el descubrimiento pasó desapercibido hasta que en 1991 García-Velasco llevó a cabo una detallada descripción del órgano y analizó su desarrollo desde la gestación. En 1986 Winnifred Cutler demostró por primera vez la existencia de feromonas en los humanos al exponer a un grupo de mujeres a la sudoración axilar de varones, observó que se alteraba el ciclo menstrual. Ivanka Savik[6] en el 2005 llegó a la conclusión de que en los seres humanos la proteína afrodisina (identificada en hamsters) es una feromona que precipita el deseo sexual en homosexuales. Savic determinó que existen dos tipos de feromonas en los seres humanos, la feromona masculina AND y la femenina EST.

Además de la recepción olfativa de la EST, el deseo sexual masculino está relacionado con la estimulación visual. Una vez detectados los estímulos eróticos, se produce la activación del área preóptica medial y el núcleo ventromedial del hipotálamo de donde parten “órdenes” a las glándulas suprarrenales para que emitan feniletilamina[7]. La secreción de feniletilamina precipita la intervención del área septal y del complejo núcleo estriado-sustancia nigra de los ganglios de la base, produciendo dopamina para proteger las conexiones nerviosas dada la ingente estimulación.

A la par que se produce la sensación de “ardor sexual” por la combinación de dopamina y feniletilamina, en el cerebro masculino al excitarse los núcleos supraópticos, el organismo se informa de un desequilibrio en la acumulación de líquidos, por lo que las neuronas de la amígdala medial y el núcleo del lecho de la estría terminal precipitan la producción de vasopresina[8], la que será determinante para la erección del pene.

Dabbs (2001) estableció que durante la activación sexual masculina, interviene el núcleo amigdalino emitiendo grandes cantidades de testosterona[9]. La presencia de testosterona es indicadora de la conducta depredadora, razón por la que Dabbs considera que el amor masculino está asociado a la violencia. La función de la predisposición al ataque se ha referido a la necesidad de pelear con otros machos por la posesión de la hembra y también para retenerla.

Según Buss (1996), el varón en la naturaleza tenía que demostrar a las hembras que era el más fuerte, por lo que hacía alarde de sus virtudes físicas[10]. Por su parte Fisher (2007), considera que los machos humanos iban detrás de las hembras que les aseguraban la reproducción de sus genes, por lo tanto, mientras más mujeres eran fecundadas, mayor era la probabilidad de tener hijos. Los planteamientos de Buss y Fisher sugieren que la sexualidad masculina estuvo regida por la tendencia a tener varias parejas, en otras palabras: ¡los varones somos infieles innatos!

La activación del deseo sexual femenino depende de la excitación del núcleo ventro medial del hipotálamo y el núcleo supraquiasmático. La respuesta sexual femenina se inicia gracias a la secreción de estradiol[11] y testosterona[12], es interesante observar que se da un incremento de ambas hormonas durante la etapa de la ovulación, predisponiendo a la mujer para el “ardor sexual”. La estimulación del OVN por la AND masculina promueve la alteración fisiológica en la mujer, sin embargo, a diferencia del varón que es fundamentalmente viso-sexual, la sexualidad femenina se inicia con el deseo provocado por múltiples sensaciones, por lo que es factible decir que la mujer es poliseonsorial-sexual.

La feniletilamina produce la emisión de dopamina tanto en el cerebro masculino como femenino, sin embargo, en la mujer se manifiesta la presencia de oxitocina[13] durante su respuesta sexual, principalmente en el orgasmo. La oxitocina es precipitada por la acción de los núcleos supraóptico y paraventicular del hipotámo sobre la región posterior de la hipófisis La oxitocina es la hormona de la ternura y la protección, además de la actividad sexual, se libera cuando la mujer amanta a su bebé.

Llama la atención que la oxitocina provoque la estimulación de las regiones cerebrales encargadas del placer sexual (área septal, amígdala y núcleo ventromedial del hipotálamo). Esa regulación interna de la sexualidad femenina explicaría la necesidad que la mujer tiene de sentirse amada antes de responder sexualmente, tal como lo enunciaron Masters y Johnson en su célebre frase: “el varón primero desea, después ama; la mujer primero ama, después desea”[14].

Según Fisher y Buss, la mujer en la naturaleza buscaba al macho alfa[15] para asegurarse de que su progenie sea la más fuerte. La hembra humana al sentirse atraída sexualmente por el más fuerte, hizo que los machos compitiesen entre ellos, de ahí que para la identidad masculina sea importante demostrarse como el más prestigioso y capaz de otorgar protección a la hembra.

La producción de tantos neurotransmisores estimulantes en el varón y la mujer, determina que el sistema nervioso deba protegerse a través de la exudación de b-endorfina[16] precipitada por la estimulación del tálamo, hipotálamo, amígdala y locus coeruleus. Esta sustancia produce dos fenómenos subjetivos: la sensación de tranquilidad y de “volar”, tal cual ocurre con las drogas alucinógenas y sedativas.

El deseo sexual produce un estado alterado de la conciencia, inhibe la posibilidad de discernimiento porque tiene una finalidad fundamental para la supervivencia: ¡procrear!

El enamoramiento surge como consecuencia de la inhibición del deseo. Ante el estímulo erótico el sistema nervioso activa al endocrino para preparar la cópula, pero las regiones prefrontales inhiben el impulso, por lo que la producción de feniletilamina, vasopresina, testosterona, estrógenos y oxitocina se incrementa, produciéndose mayor exudación dopaminérgica hasta la secreción de endorfinas. La alteración en la homeostasis de nuestro organismo determina un desequilibrio en la serotonina[17], lo mismo ocurre con la acetilcolina[18].

Como no se da lugar al mandato de cópula, la persona tiene varios síntomas de la depresión asociados al descenso de la serotonina: falta de interés en las actividades cotidianas, insomnio, pérdida de apetito, fatiga, disminución de la capacidad de concentración.

Así mismo desarrolla patrones similares al trastorno obsesivo compulsivo debido al incremento colinérgico: pensamientos e imágenes recurrentes relacionados con la persona deseada, conductas compulsivas e irracionales como deshojar margaritas, escribir el nombre de la persona que se quiere en diversos lugares, etc.

La presencia desmesurada de dopamina y acetilcolina, es también común en las toxicomanías. Llama la atención que las personas enamoradas se comporten de la misma manera que las adictas a las drogas, presentando los síntomas del síndrome de abstinencia y de tolerancia.

La abstinencia se refiere a la crisis de angustia que sobreviene cuando no se ha consumido la dosis necesaria de droga. La persona enamorada pasa por la misma experiencia, si no ve a la persona que desea o por lo menos no logra una breve comunicación (como por ejemplo recibir un correo electrónico), ingresa en un grave estado de desesperación hasta que logra finalmente encontrarse con ella. El encuentro, al igual que una inyección de heroína en el heroinómano.

Al igual que en la drogadicción, la persona enamorada desarrolla la tolerancia, es decir, requiere cada vez más la presencia de la persona deseada, es una necesidad insaciable. El estado psicológico depresivo, obsesivo y adictivo es expresado notablemente por los siguientes versos de Fernando Pessoa:

Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.
No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.
Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.

La separación de los enamorados ocasiona dolor. La presencia de la sustancia P[19] se ha identificado en pacientes drogadictos y en los enamorados. Blum y Comings[20] acuñan el término “síndrome de déficit de recompensa” para referirse a que la adicción se relaciona con la huida al dolor y no con la búsqueda de placer.

Según Rodríguez[21], la presencia de la sustancia P en adictos a las drogas y sectas, también se patentiza en los enamorados. En el enamoramiento es la ausencia de la persona querida la que ocasiona la activación de la sustancia P. La necesidad del otro se relaciona con la segregación de endorfinas que inhibirán la acción dolorosa de la sustancia P.

El dolor de los enamorados puede ser tan intenso que en algunos casos se produce la muerte debido a la cardiomiopatía de Takotsubo[22]. Según Martin Corwie del Hospital Brompton, en Londres, las personas que sufren la pérdida de un ser amado tienen mayor riesgo de morirse después de seis meses de la pérdida. Frances O’Connor denominó “pena compleja” al síndrome del corazón roto que se asocia con la cardiomiopatía de Takotsubo[23].

Liebowirz y Klein identificaron personas adictas al enamoramiento[24], estas personas viven pendientes de enamorarse, por lo general escogen parejas incompatibles, por lo que muy pronto la relación se rompe y buscan inmediatamente una nueva pareja. Fisher considera que la “adicción al enamoramiento” es producto de la intrincada química de la atracción[25].

El enamoramiento normal tiene una duración breve, oscila entre semanas a un año. Existe relación entre la edad y el tiempo de duración del enamoramiento: a menor edad menos dura el idilio pero es más intenso el apasionamiento. Llega un momento en que el “ardor sexual” disminuye hasta desaparecer.

En cambio, los enamoramientos de larga data suelen estar asociados a la hipersexualidad o adicción sexual y a la codependencia o adicción al amor. La hipersexualidad[26] es la exacerbación del deseo sexual, más común en varones que en mujeres, se trata de personas que han convertido a la actividad sexual en el sentido de sus vidas.

La codependencia fue popularizada por Melody Beattie[27] y por Robin Norwood[28], ambas se refieren a la relación que algunas mujeres establecen con varones inmaduros, usualmente adictos al alcohol o a otras drogas, son maltratadas y viven esperando que su pareja cambie a partir del exagerado “amor” que les prodigan. La Asociación Americana de Psiquiatría aún no ha considerado al síndrome como un trastorno que se pueda diferenciar de otros, por lo que no lo ha incluido en la versión revisada del Manual Estadístico de Trastornos Mentales (DSM IV-R).

Tanto la hipersexualidad como la codependencia son ejemplos de la patologización de la etapa del enamoramiento, quizás los primeros se hacen adictos a los estimulantes químicos que se producen durante el deseo sexual, y las segundas lo sean a la oxitocina que propicia la necesidad de protección.

Los varones tienden más que las mujeres a confundir el apasionamiento con el amor, de ahí que muchos se casan enamorados y esperan una vida conyugal con intensa actividad sexual; las mujeres, en cambio, tienen más tendencia a confundir la intimidad con el amor, por lo que suelen casarse esperando un compañero antes que un amante sexual[29].

El surgimiento del amor cortesano originado en el Sur de Francia durante el siglo XI, puso énfasis en el deseo sexual como principal ingrediente del amor, antes, las parejas se formaban por conveniencia social[30]. En la cultura rural aymara, aún se desconoce al enamoramiento como el recurso de elección de pareja, recurriéndose a las convenciones comunitarias que valoran sobre todo la laboriosidad del varón y de la mujer[31].

La globalización ha generalizado la importancia del enamoramiento para la elección de pareja en la mayoría de las culturas. Es el principal motivo por el cual las personas deciden contraer matrimonio. Los padres esperan que sus hijos e hijas se casen enamorados, incurriendo en la irracionalidad de que el sentimiento definirá el éxito matrimonial[32]. El estar enamorado nos dice que hemos reconocido en el otro un adecuado receptáculo para nuestros genes, pero no nos dice si esa persona es la óptima para la convivencia.

Los trastornos de personalidad más peligrosos son los más atractivos sexualmente. Para las mujeres los psicópatas y para los varones las personalidades, de ahí que las personas hipernormales tengan mayores probabilidades de establecer vínculos pseudoamorosos con personas que adolecen de los mencionados trastornos de personalidad[33].

Nos enamoramos de cualquiera que nos produzca la sensación de ansia sexual, aunque no la reconozcamos como tal debido a la degeneración cultural que han sufrido nuestras emociones básicas. ¡No sabemos de quién nos estamos enamorando! Se trata de alguien desconocido. Nos dejamos llevar por la ilusión de que la emoción es suficiente prueba de reconocimiento del amor verdadero. Somos seducidos por el otro y lo seducimos con lo que no somos, sino con lo que pensamos puede serle atractivo[34].

Es probable que aún seamos personas irresponsables socialmente cuando experimentamos la intensidad del enamoramiento; puede ser que ante su presencia se sume la necesidad de desvinculación familiar por lo que fácilmente la pareja apasionada decida casarse. La probabilidad de que el otro sea compatible con nuestros valores e intereses se reduce al mínimo durante la etapa del enamoramiento, porque a mayor inmadurez más intensas son las emociones sexuales.

Fisher[35] demuestra estadísticamente que el riesgo de infidelidad masculina se incrementa durante el cuarto año de matrimonio, deduce que es debido a la necesidad biológica de repartir genes en distintas hembras. ¿Cómo asegurar la posibilidad de un matrimonio exitoso? ¿Cómo alentar la monogamia? El enamoramiento no es el recurso para la felicidad matrimonial ni para la fidelidad conyugal. Todo lo contrario, si la pareja se concentra en avivar la pasión descuidará la intimidad y pondrá en riesgo el compromiso. Los que tienen un temperamento sexual ardiente rápidamente perderán el interés por su cónyuge y buscarán aventuras extramatrimoniales para mantener viva la sensación del deseo.

Las personas más estúpidas confundirán el descenso del deseo con la desaparición del amor y propondrán el rompimiento del vínculo; sin percatarse que el ser humano ha superado las necesidades básicas para priorizar los valores trascendentales que serán los que configuren la creación del lazo amoroso.

El amor no es cuestión del automatismo del sistema nervioso autónomo regido por las exigencias genéticas, en todo caso, el amor es definido por las regiones prefrontales de la corteza cerebral, las cuales están dirigidas por los condicionantes morales de la cultura. El enamoramiento no es producto de una elección conciente, simplemente se da, cualquiera se puede enamorar: Hitler se enamoró de Eva Braun, Gandhi lo hizo de Katurba. La diferencia está en que el primero nunca supo amar, mientras que el matrimonio de Gandhi es un ejemplo histórico de la eternidad del amor.

El enamoramiento vuelve a activarse durante el matrimonio, sobre todo cuando los esposos han aprendido a ser creativos y no dejar que la cotidianeidad produzca rutinarios estados de aburrimiento. El volverse a enamorar de la misma persona permite que el matrimonio se renueve permanentemente, coincidiendo con los versos de Gabriela Mistral:

Y amar… es amargo ejercicio;
Un mantener los párpados de lágrimas mojados,
Un refrescar de besos las trenzas del cilicio
Conservando, bajo ellas, los ojos extasiados.












[1] Tennov, D. (1979) Love and Limerance: the experience of being in love. Nueva York: Stein & Day.
[2] Jaime Barylko nos consideraba una especie “degenerada” porque íbamos en contra de nuestra naturaleza genética. Ver: Barylko, J. (1999) En busca de uno mismo. Buenos Aires: Emecé.
[3] Lazarus, A., Folkman, S. (1984) Estrés y procesos cognitivos. Madrid: Martínez Roca
[4] Estrés: forma de escritura aceptada por la Real Academia de la Lengua Española.
[5] Son sustancias olorosas que exudan las hembras cuando están en la etapa del estro o celo. El aroma de las feromonas provocan la excitación sexual en los machos.
[6] Savic, I. (2005) en: Borgarelli, M. (2007) Aporte para el conocimiento anatomo-funcional del órgano vomeronasal humano y su probable relación con la conducta socio-sexual. En: Alcmeon. Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica. Año 16, Vol. 14, Nº1. Págs. 5- 48.
[7] La feniletilamina es una amina aromática (C8H11N), es una hormona activadora del sistema nervioso al igual que las anfetaminas. Klein y Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York la asociaron al enamoramiento, puesto que comprobaron que se produce ante las miradas de conquista.
[8] La vasopresina es una hormona peptídica antidiurética, es decir, disminuye la eliminación de agua. Su presencia en el organismo produce vasocontricciones, las cuales conllevan a la erección del pene.
[9] Dabbs, J. (2001) Héroes, amantes y villanos. La influecia de la testosterona en el comportamiento humano. México: MCGraw-Hill
[10] Buss, D. (1996) La evolución del deseo. Madrid: Alianza Editorial
[11] El estradiol es una hormona del grupo de los estrógenos
[12] Rako S. (1996) La hormona del Deseo-Cómo mantener la libido femenina más allá de la menopausia- Girona: Tikal
[13] La oxitocina es una hormona péptida compuesta por nueve aminoácidos, difiere de la vasopresina por sólo dos aminoácidos.
[14] Masters, J., Johnson, V. (1980) El vínculo del placer. México: Grijalbo.
[15] En etología se denomina macho alfa al líder de un grupo animal. Es el macho más fuerte cuya función es la de proteger al grupo, su principal beneficio es que se asegura de que las crías le pertenecen, por ello evita que los otros machos copulen con las hembras.
[16] La b-endorfina es un polipéptido asociado con la inhibición del dolor, su constitución es similar a los opiáceos.
[17] La serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT), es un neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso, su disminución se relaciona con la depresión.
[18] El primer neurotransmisor descubierto fue la acetilcolina; es la encargada de la transmisión nerviosa preganglionar a la postganglionar en el sistema nervioso autónomo. Se sabe que está relacionada con la memoria y el aprendizaje. Su excesiva producción se asocia con el trastorno obsesivo compulsivo.
[19] La sustancia P es el primer neuropéptido activo considerado como neurotransmisor. Su función es la de contraer los músculos, también está relacionada con la sensación de dolor crónico, las endorfinas la inhiben. Ver: Ornstein, R., Sobel, D. The healing brain: breakthough discoveries. Nueva York: Simon & Schuster.
[20] Blum, K., Comings, D. y otros. (1996) Reward deficiency syndrome. American Scientist. Nº84
[21] Rodríguez, P. (2000) Adicción a las sectas. Pautas para el análisis, prevención y tratamiento. Barcelona: Sine Qua Non.
[22] Recer, P. (2003) Broken heart can hurt the brain as much as a physical injury. En: The Milwaukee Journal Sentinel. Nº 10. Una colección de artículos sobre “el corazón roto” está disponible en: http://www.highbeam.com/doc/1P2-6239637.html
[23] Regnante, R., Zuzek, R., Weinsier, S.,. Latif, R., Linsky, R., Ahmed, H., Sadiq, I. (2009) Clinical Characteristics and Four-Year Outcomes of Patients in the Rhode Island Takotsubo Cardiomyopathy Registry. American Journal of Cardiology. Vol. 103, Nº 7, Pags. 1015-1019
[24] Liebowitz, M.R. (1983) The chemistry of love. Boston: Little Brown.
[25] Fisher, H. ob.cit.
[26] Ver: Adictos sexuales anónimos. Disponible en: http://www.sexaa.org/espanol/index.htm
[27] Por ejemplo: Beattie, M. (1998) Libérate de la codependencia. Madrid: Sirio.
[28] Norwood, R. (2003) Las mujeres que aman demasiado. Madrid: Vergara.
[29] Sternberg, R. (1998) El triángulo del amor. Barcelona: Paidós.
[30] Branden, N. (2000) La psicología del amor romántico. Barcelona: Paidós.
[31] Pinto, B. (2008) Amor y personalidad en universitarios de origen aymara del departamento de La Paz. Tesis doctoral: Universidad de Granada. (No publicada).
[32] Beck, A. (1988) Love is never enough. Nueva York: Harper & Row.
[33] Para profundizar: Pinto, B. (2005) Por que no sé amarte de otra manera: estructura individual, familiar y conyugal de los trastornos de la personalidad. La Paz: UCB/SOIPA
[34] Hendrix, H. (1997) Conseguir el amor de su vida. Buenos Aires: Obelisco.
[35] Fisher, H. ob.cit.

sábado, 4 de abril de 2009

CELOS Y AMOR

¿Hay celos?, luego hay amor
¿Hay amor? Luego habrá celos.
Sor Juana Inés de la Cruz


Nada más alejados de la verdad que los versos de Sor Juanita. Los celos no tienen nada que ver con el amor.

Amar es alegrarnos con la felicidad del otro porque el otro tiene algo que nosotros no; envidiar es alegrarnos con la infelicidad del otro porque deseamos lo que el otro tiene y nosotros no. Por eso la envidia es antónima del amor. El amor tiene que ver con la generosidad y la humildad, la envidia con el egoísmo y el poder.

Los celos es no querer compartir lo que nosotros tenemos. Celar es poseer, tener y controlar para no perder lo que con tanto esfuerzo hemos conseguido.

Mala idea la de usar la palabra “celo” para definir al egoísmo. Etimológicamente la palabra “celo” proviene del latín zēlus, ardor, celo, y este del griego ζῆλος, derivado de ζεῖν: hervir. Por eso se utiliza la palabra para definir el estado de ardor sexual de los mamíferos.

Quizás la persona que nombró a este tipo de violencia conyugal con la palabra “celo” pensó que la pasión que sentía por su pareja era un deseo erótico, cuando en realidad se trata de un impulso violento de retener al otro. Ya lo dije: celar es una manera de ejercer poder sobre una víctima, por lo tanto es violencia. Quien ama no obliga, libera.

La palabra “celos” es un eufemismo para la palabra “miedo”, porque quien cela tiene miedo de que la persona que quiere lo deje. Entonces, es mejor decir: “tengo una pareja miedosa” que decir: “tengo una pareja celosa”.

Las personas celosas pueden ser de tres tipos: el celoso infantil, el celoso envidioso y el celoso patológico.

Los celos infantiles se presentan en personas que tienen miedo a ser abandonadas. No conciben que alguien los ame porque se sienten inferiores al resto, cuando finalmente alguien accede a quererlos se preguntan: “¿cómo alguien maravilloso puede querer a alguien tan poca cosa?”. Por lo tanto estos celos son un complejo emocional cuyo eje es la baja autoestima. El celoso infantil vive en una continua paradoja: busca alguien que lo ame pero cuando lo encuentra ¡no lo puede creer! Por lo tanto está seguro que tarde o temprano lo abandonarán. Estos celos suelen tener su origen en las relaciones con los padres.

Los celos envidiosos surgen en personas que consideran que se ama únicamente a aquellas personas que tienen los atributos que ellos no tienen. En otras palabras: pídale que haga una lista de las personas que considera que podrían “robarle” a su pareja, una vez hecha la lista que reemplace “tengo miedo que alguien así te robe” por “me gustaría ser alguien así”. La persona se lleva una sorpresa: a los que teme es a los que envidia. El temor en este caso es que una vez más en su vida alguien reciba los beneficios que por justicia a él le correspondían. Son celos cuyo origen por lo general se encuentra en la rivalidad fraterna.

Por supuesto que pueden darse los celos infantiles-envidiosos, una maléfica combinación de dos miedos infantiles que promueven conductas de control.

Los celos patológicos son los peores, pueden ser retroactivos cuando se cela por el pasado de la pareja o rencorosos cuando se los usa para justificar una situación de abuso psicológico. Son más destructivos que los anteriores porque no se relacionan con el miedo, sino con la venganza que se encuentra dentro de un odio inmenso. Por lo general se odia lo que no se acepta de uno, por ejemplo: un celoso patológico puede censurar la sensualidad de su pareja porque no la tolera en sí mismo.

Los celos se manifiestan en la negación del otro, se exige que la pareja deje de ser lo que es a nombre del amor. Por ejemplo: “si me amas dejarás de vestirte de esa manera”, “si me amas dejarás de verte con tus amigos”, etc. En cambio el amor legitima, acepta al otro como es, obliga a tolerar las diferencias.

La persona celosa es violenta, reprime, obliga, golpea. Causa miedo. La persona celada entra en una continua ambivalencia, si dice la verdad será sancionada, si miente lo será también. Ante esa ambigüedad terminará paralizada, ingresando a un círculo de violencia que puede terminar con el maltrato o la muerte.

Sor Juana, usted estaba equivocada. Donde hay amor no hay celos. Los celos son una señal de la inexistencia del amor. La persona responsable de los celos es la persona celosa, la otra es una víctima.

Es un error creer que la conducta de la víctima es la que activa los celos, no es así y aunque lo fuera no se justifica la violencia. Los celosos expertos son capaces de hacer pensar que la persona celosa es la responsable de sus celos, cualquier cosa que tenga lógica puede parecer verdadera, como las personas celosas son expertas en hacer asociaciones lógicas, sus argumentos pueden ser convincentes. La víctima convencida de su culpabilidad trata de modificar su conducta, ingresando a un círculo vicioso de violencia del cual le será muy difícil salir.

Los celos en definitiva no son un problema conyugal, son un problema de la persona celosa. No son un problema de pareja porque donde hay celos no puede instalarse una relación amorosa, no existe pareja, no se construye el “nosotros”, sólo está presente el ego de la persona celosa que exige ser alimentado por la obediencia del otro.

¿Cómo tratar el problema de los celos? Primero: reconocer que es un problema emocional del portador de los celos y que es la única persona responsable de los mismos. Segundo: identificar el motivo del miedo. Tercero: reconocer que es un miedo infantil que no puede ni debe ser resuelto por la persona a quien se intenta amar. Cuarto: aprender a manejar la incertidumbre que produce el amor, evitando así tener arranques de violencia. Quinto: reconocer a la persona que se intenta amar, valorarla como es y evaluar si es alguien con quien tenemos intereses y valores comunes. Si la respuesta es no, dejar partir. Si la respuesta es sí, aprender a amarla.

La víctima debe darse cuenta que al ser celada está siendo lastimada, por lo tanto no es amada sino poseída. Nadie tiene derecho de tratarnos de esa manera, impidiendo que podamos ser lo que podemos ser. Si alguien nos ama debe aceptarnos y valorar nuestras aspiraciones para apoyarlas en vez de coartarlas. Quien cela no cuida ni protege, no está preocupado por el otro, sólo le interesa su bienestar personal. ¿Alguien así es digno de nuestro amor?

La persona celada debe reconocer que con su amor no cambiará los celos del otro, porque el cambio no es su responsabilidad. El amor es el encuentro de dos personas maduras, no de una madre o un padre con un niño/a miedoso/a. En el amor no existe manipulación de nuestras esencias, no entran en juego nuestros valores fundamentales, nadie que nos ame puede pedirnos que renunciemos a nuestra realización personal, quien nos ama nos apoya para que seamos mejores personas.