viernes, 4 de marzo de 2011

LA DEPENDENCIA AMOROSA

Abuela: ¡Qué boca tan grande tienes!
¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.
Charles Perrault


Estar enamorados no es amar, el sentirnos atraídos por una persona no indica que esa persona sea la indicada para construir una relación de pareja. La pasión no es suficiente en el amor, amar requiere de madurez, de independencia, de estar completos. La idea de la media naranja es una estupidez. No son dos medias naranjas que se encuentran, son dos personas completas, sólo en la integridad del ser es posible el amor.
Una intensa relación pasional no asegura una buena relación de pareja, puede predecir un excelente encuentro sexual pero no nos dice nada en relación a la convivencia. En otras palabras, un buen amante, una buena amante no necesariamente serán buenos como pareja.
Depender no es amar, depender es necesitar del otro. El amor no genera necesidad, no es un sentimiento, es una construcción que hacen dos personas al tomar la decisión de convertir su relación en prioridad. Amar es acompañarse en el crecimiento personal, disfrutarse y apoyarse, en suma, amar es ser testigo de la felicidad del otro.
Quien ama no hace feliz al otro ni al ser amados el otro nos hace feliz, la felicidad es el logro de nuestras metas que nos permiten conocernos y realizarnos. Quien nos ama nos acompaña pero no dictamina nuestra vida.
Quien te ama no vive por ti, no piensa ni siente por ti, te deja ser, con esa persona te sientes libre de mostrarte como eres, de realizar tus sueños, segura de que no serás juzgada sino que te sentirás comprendida.
El amor de pareja no nos hace crecer, crecemos porque nos da la gana, el amor nos hace sentir acompañados en el proceso de encontrarnos a nosotros mismos.
Es difícil en un tiempo donde se construyen falsas historias de amor en el cine, la televisión, los libros y demás cuentos. La idea romántica del amor es la pauta para los amores que no tendrán nada de románticos. Lamentablemente para la pasión, el amor se construye desde la racionalidad, el sentimiento es el acompañante silencioso de la posibilidad de compartir, negociar, tolerar y comprender.
Las personas que piensan que el amor es un intenso sentimiento pueden encontrarse con el Lobo Feroz o la Loba Feroz, al creer que esa intensa sensación de deseo, pena o admiración asegura una relación segura. No es así. La sensación no es suficiente, es imprescindible conocer al otro.
Los Lobos y Lobas son depredadores que esperan encontrar una presa para devorarla. No les interesa el amor, lo desconocen, les interesa el poder, desde el cual puedan someter y dirigir la vida de la otra persona. Saben escribir contratos con condiciones, usualmente comienzan con la frase: “si me amas…”luego agregan cualquier cosa: “…dejarías a tus amigas”, “…dejarías tus estudios”, “…te cambiarías de ropa”, “…harías esto o aquello por mí”.
Caperucita tiene pena por el lobito, confunde la compasión con el amor y cae en la trampa; puede asumir que el amor es sacrificarse por el otro y renunciar a aquellas cosas que la hacen persona.
Recuerda: quien te ama jamás pide que te desprendas de las cosas que quieres. Todo lo contrario, porque esas cosas te hacen feliz, te alienta a que las sigas cosechando. Si la persona que quiere amarte no tolera algunas de tus pasiones, simplemente termina la relación, no intenta cambiarte.
Amarte es aceptarte así como eres y aprender a amar tus cambios. Un encuentro amoroso legítimo no está marcado por el miedo ni por la pena, el amor nos hace sentir seguros de nosotros mismos, sabemos que quien nos ama nos acompañará a pesar de nuestros riesgos, riesgos que al final de cuentas nos pueden hacer cambiar, y en ese proceso tal vez nos ocurra que ya no queremos estar con esa persona porque hemos cambiado, entonces puede ser que decidamos romper la relación. Quien nos ama nos deja partir.
Dejar partir, he ahí la pauta del amor, por eso amar duele, porque amarte es un riesgo, el riesgo que crezcas y que cambies, de tal manera que dejes de ser la persona que esperaba que seas, luego debo aprender a amarte aún a pesar de tus cambios, si no lo logro, porque te amo…te dejo partir.
Amar, por lo tanto no es poseer, qué alejada del amor la frase: ¡eres mía! El amor exige a que seas tuya, que seas tuyo, que reconozcas que la vida te pertenece que no tienes más remedio que vivirla y entregarte a la realización de tus sueños. Suena bonito, lo sé, pero es extremadamente difícil.
Difícil porque nos juntamos con una persona que no conocemos, ¡nos jugamos por un desconocido! Por eso todo inicio amoroso es peligroso, nunca sabemos con quién estamos saliendo. Puede ser el Lobo o la Loba, puede ser el Príncipe o la Princesa, o peor, un monstruo disfrazado de oveja.
Por eso es imprescindible que no necesitemos de nadie, que hayamos aprendido a vivir solos, que disfrutemos de nuestra libertad, que reconozcamos que la soledad es inevitable, sólo en la soledad puede nacer el amor. Pero si tenemos miedo al abandono, creemos que el otro nos debe completar, o que el amor es servicio (trasponiendo la caridad al ámbito erótico), entonces no reconocerás al bicho carnívoro que acabará con tu alma y tu vida.
Si estamos completos, si sabemos hacia dónde vamos, si con claridad divisamos nuestras metas, entonces no tendremos miedo al abandono ni buscaremos ser admirados, simplemente buscaremos alguien que comparta nuestros valores e intereses, alguien que a nuestro lado pueda realizarse sin dependencias. No caeremos en trampas, es más al detectar alguna, rápidamente cambiaremos de camino, sin ese “tengo miedo lastimarlo”.
Cuando te sientas realizado desearás compartir tus emociones, y nada más hermoso que hacerlo con aquella persona que amas. A la par, con esa persona querrás satisfacer tus deseos eróticos, fundiéndose así el ágape con el eros.
Deja de buscar alguien que te ame, mientras más ingenua o ingenuo eres, más fácilmente te toparás con lobos y lobas aduladores. Si tienes tu ego de Alasitas, rápidamente te encontrarás entre los pútridos dientes del depredador. Deja de pensar que tu realización depende del que te ame. Busca alguien a quien amar, alguien que merezca tu amor. Una vez encontrado, ámalo y punto, si el otro te ama o no es su problema, el tuyo es hacerte cargo de tu amor.
Sí, lo he oído muchas veces, “no quiero lastimarlo”…Es un absurdo mayúsculo que permite ver cómo la persona conceptualiza a su pareja: un pobre cachorrito pulguiento y enfermo. Luego ¿cómo se puede tener una relación amorosa con un indefenso bebé? Si tu pareja es una mujer o un varón, entonces no tendrás miedo de lastimarla, sabrás que como persona madura supo a qué atenerse en el momento en que decidió jugar al amor contigo, ese juego tiene una finalidad: ¡conocernos!
Conocernos para ver si vale o no la pena seguir juntos, la respuesta puede ser sí o no, si es no hay que terminar la relación porque si siguen juntos será una pérdida de tiempo. Recuerda: el amor no cambia a nadie.
Verás que mientras más “amor” le pongas a la relación será peor, el otro no sólo no cambia, sino que se hace cada vez más monstruoso. Porque lo que estás poniendo no es amor, puede ser miedo, orgullo, pena, sacrificio, pero no es amor, porque si lo fuera lo aceptarías como es, y como no puedes aceptar a un Lobo o Loba (por si acaso lo olvidaste eres una ser humano) no lo puedes amar.
Es curioso, muchas personas creen que no son amadas, cuando en realidad son incapaces de amar a alguien que les hace daño. Es que no se puede amar a alguien que nos hace daño, eso de amar al enemigo, vale en la guerra o en la caridad, pero no en la relación de pareja. Tu pareja te ama, luego no te daña de ninguna manera. Si te daña simplemente no te ama, no le des más vueltas, no te ama y punto.
La pregunta entonces es: ¿puedo amarlo?, o más simple si quieres: ¿puedo aceptarlo así? Si tu respuesta es afirmativa, entonces lo amas, pero si te daña, no eres para esa persona, porque si te amara no trataría de cambiarte, entonces si lo amas y reconoces que no te ama, lo dejas partir, justamente porque lo amas.
No dejamos partir porque no nos aman, dejamos partir porque nos damos cuenta que no podemos amar a alguien así. Un Lobo es un Lobo y tarde o temprano tendrá hambre. Caperucita debe abandonar su tendencia zoofílica o su fantasía de convertir a un animal en un ser humano y buscar a alguien de su especie.