La infidelidad conyugal implica el establecimiento de una relación afectiva escondida del cónyuge. Este vínculo secreto se establece con alguien o algo a expensas del vínculo amoroso. Por ejemplo: con miembros de la familia de origen, con amigos, con algún vicio, con el trabajo, etc. Por lo tanto, dos son las condiciones para definir la infidelidad en general: un vínculo afectivo externo a la relación y el secreto.
Por su parte, la infidelidad conyugal denominada “adulterio” se refiere a un vínculo amoroso afectivo y/o sexual con una persona externa a la relación conyugal “oficial”. Para diferenciarla de la infidelidad general, planteo el término “infidelidad venérea” asociado a Venus, la diosa romana del amor y famosa por su tendencia a ser la amante de los dioses.
Es interesante señalar que Kinsey en 1953[1] mencionaba que el 26% de las esposas estadounidenses con 40 años o más eran infieles a sus esposos; alrededor 75% de los esposos manifestaron deseos ocasionales de tener una relación extramarital[2]. Hunt en 1974 estableció que el 41 % de los esposos estadounidenses admitían haber incurrido en coitos extramaritales[3].
Hoy en día las estadísticas de la infidelidad venérea se han modificado, por ejemplo: el 2005 en la China el 60 % de los esposos aceptan haber sido infieles a sus esposas, y 41% de las esposas[4]; el 2001 en Estados Unidos se estimaba que el 60% de los esposos eran infieles a sus esposas, mientras ellas alcanzaban el 40%[5]. En el libro: “Descobrimento Sexual do Brasil: para Curiosos e Estudiosos” de Carmita Abdo, se menciona que la infidelidad es un asunto que varía en cada estado brasileño: en Rio Grande Do Sul el 60% de los varones ha sido infiel en algún momento de su matrimonio y 32% de las mujeres. En el otro extremo está el Estado de Paraná con el 43% de los varones y el 19% de las mujeres[6]. En la encuesta del 2003 acerca de la infidelidad en Buenos Aires, el Centro de Estudios para la Opinión Pública (CEOP) encontró que el 30% de las esposas porteñas admitían haberles sido infieles a sus esposos, mientras que el 70% de los varones consideraban que las mujeres son más infieles en esta época que en anteriores[7].
No conozco datos acerca de la incidencia de la infidelidad en Bolivia, sin embargo, en mi práctica de psicoterapia de pareja, de cada cuatro parejas que buscan ayuda profesional, una lo hace debido a una experiencia de infidelidad venérea.
¿Por qué se produce la infidelidad venérea? Los etólogos consideran que la monogamia no es una condición natural de la especie humana, sino que se ha generado como consecuencia del establecimiento de la propiedad privada: el varón debe asegurarse de la continuidad de sus genes, por lo que sería indispensable la dispersión de su semen en muchas mujeres. Por su parte, las mujeres preferirán hombres que ofrezcan beneficios a la continuidad de la especie, de tal modo que reemplazarían a sus parejas débiles por otras más fuertes[8].
Sin la presencia del amor no sería necesaria la fidelidad. El amor es una construcción social mientras que el deseo es biológico; el primero responde a un contrato conciente, el segundo es determinación genética que no requiere de una puesta en común. El deseo es ciego, obedecerá a los impulsos reproductivos independientemente a la moral imperante.
Por lo tanto, es posible plantear la siguiente hipótesis: si el deseo es una condición biológica, entonces debe ser reprimido para favorecer el vínculo amoroso socialmente establecido.
La palabra fidelidad proviene del latín “fideres” [confianza]. La confianza es la base fundamental del amor, el amante considera que a partir del contrato de lealtad establecido con su pareja, ninguno de los dos definirá otro vínculo amoroso. Definir un vínculo amoroso con otra persona a espaldas de la pareja, requiere necesariamente la ruptura de la confianza y la contravención del contrato conyugal, por lo que la relación ha sido ofendida ocasionando mucha dificultad para la reparación.
Si admitimos que los seres humanos nos hemos constituido en seres “degenerados” en relación a nuestros genes[9], no es suficiente la explicación etológica del deseo para comprender el motivo de la infidelidad sexual. Por ello los activadores del comportamiento infiel se deben buscar en los vínculos sociales del infiel.
Muchas personas adúlteras sostienen que su comportamiento fue consecuencia de la insatisfacción marital en la que se encontraban; sin embargo si bien es posible determinar una relación significativa entre satisfacción marital e infidelidad[10], no necesariamente las parejas insatisfechas generan comportamientos adúlteros y tampoco es el principal motivo para la disolución matrimonial[11].
Las personas son responsables de sus decisiones, salvo que sean obligadas a optar por una alternativa bajo amenaza de muerte. ¡No es el caso de la infidelidad venérea! La infidelidad venérea es una solución emocional a problemas emocionales del infiel[12]
¿Cuáles son los motivos por los que una persona decide romper el contrato de lealtad conyugal? En mi práctica clínica he podido identificar siete motivos fundamentales: depresión, inmadurez, venganza, crisis del ciclo vital familiar, insatisfacción marital y enamoramiento.
Primer motivo: Depresión.
Segundo motivo: Estrés laboral.
Tercer motivo: Inmadurez.
Cuarto motivo: Venganza.
Quinto motivo: Crisis del ciclo vital familiar.
Sexto motivo: Insatisfacción marital.
Séptimo motivo: Enamoramiento.
La depresión: manifestada como respuesta a una pérdida, usualmente la muerte de algún ser querido o un cambio abrupto en el estilo de vida, por ejemplo la supresión de un trabajo. Ante la pérdida, la persona se siente abrumada pero evita compartir su dolor con la persona que ama, partiendo de la idea irracional de que no se debe lastimar al otro con el sufrimiento que uno porta. Por lo tanto, prefiere compartirlo con otra persona que es capaz de consolar, ocasionándose la confusión del consuelo con el enamoramiento.
Estrés laboral: varios estudios han demostrado que la probabilidad de infidelidad sexual se incrementa en los entornos laborales más estresantes[13]. La mayor parte de los infieles establecen el vínculo extra conyugal con personas del entorno laboral, quizás por que comparten los mismos intereses y preocupaciones. La relación entre disminución del estrés y actividad sexual es alta[14]; por lo tanto, ocurre lo mismo que en la depresión: se confunden emociones, en el primer caso el consuelo con el amor, en este: el deseo sexual con el amor.
Inmadurez: aquellas personas que tuvieron pocas experiencias sexuales con otras personas antes del matrimonio, tienen mayores probabilidades de ser infieles durante su relación conyugal[15]. La inmadurez se relaciona con el salto de etapas en la vida, por ejemplo: el adolescente que se dedicó plenamente a los estudios en vez de aprender a conquistar y entrablar relaciones amorosas. Una persona inmadura buscará llenar los vacíos dejados en su pasado, sobre todo cuando reconoce que se encuentra en la madurez y que no puede recuperar su juventud, por ello, puede buscar experiencias sexuales y/o románticas con personas más jóvenes. También se da el caso de adultos que prefieren no crecer y se mantienen en una especie de pubertad eterna[16].
La venganza: ocurre en aquellos matrimonios en los que se suscita un desequilibrio debido a que uno de los cónyuges se siente agredido por el otro. En vez de entablarse un diálogo para la reparación del daño, el miembro de la pareja que se considera injuriado, decide vengarse a través del establecimiento de un vínculo amoroso extramarital[17].
Crisis del ciclo vital familiar: todas las familias desarrollan crisis durante los cambios del ciclo vital familiar. Los dos momentos que incrementan la probabilidad de infidelidad son: la emancipación juvenil y el nacimiento de los hijos[18]. La emancipación de los hijos jóvenes puede producir un estado de depresión que coincide también con la posibilidad de infidelidad. Otra etapa del ciclo vital familiar que incrementa la posibilidad de infidelidad en los esposos es el nacimiento de los hijos que acarrea la sensación de abandono debido a que la mujer se concentra más en el bebé que en su relación amorosa.
Insatisfacción marital: algunas personas prefieren no afrontar los problemas de su relación conyugal, prefieren evitarlos a través de un envolvimiento amoroso extra conyugal[19]. En los varones la insatisfacción sexual o la inseguridad del rendimiento sexual es el motivo más frecuente que da lugar al romance pasional fuera del matrimonio; mientras que la insatisfacción afectiva lo es en el caso de las mujeres.
Enamoramiento: puede ocurrir que la infidelidad sea simplemente consecuencia de un enamoramiento. Es como haber encontrado al “amor de la vida” a pesar de que no exista conflicto personal o marital. Por lo general, si se da el caso, el vínculo amoroso extramarital se formaliza después de romper el vínculo matrimonial.
A partir de estas consideraciones teóricas, queda claro que antes de intervenir en terapia de pareja o en asesoramiento psicológico de los cónyuges ante la presencia de una infidelidad venérea, es necesario revisar los motivos personales del infiel, evitando culpabilizar a la pareja por una decisión que recae exclusivamente en la persona desleal. La reparación de la relación dependerá de las características de la infidelidad y de la capacidad de perdón que posea el cónyuge. Sin embargo, es posible predecir mayores dificultades de reconstrucción del vínculo amoroso en la infidelidad por venganza y por enamoramiento.
[1] Kinsey, A.C., Pomeroy, W., Martin, C. (1953) Sexual behavior in the human female. Philadelphia: Saunders.
[2] Kinsey, A.C., Pomeroy, W., Martin, C. (1948) Sexual behavior in the human male. Philadelphia: Saunders.
[3] Hunt, M. (1974) Sexual behavior in the seventies. Chicago: Play-boy Press.
[4] Zambrana, M. (2005) Noticias EFE, 15/11/2005.
[5] Gordon, D. (2001) High infidelity. En: Newsweek. Julio
[6] Abdo, C. (2004) Descobrimento Sexual do Brasil: para Curiosos e Estudiosos. Sao Paulo: Summus.
[7] Centro de Estudios para la Opinión Pública (CEOP) (2000). Informe sobre encuesta de infidelidad en Buenos Aires. Disponible en: http://www.avizora.com/publicaciones/sexualidad_humana/textos/0060_infidelidad_femenina_en_alza.htm
[8] Buss, D. (1996) La evolución del deseo. Madrid: Alianza editorial.
[9] Barylko, J. (2003) Reflexiones filosóficas. Los múltiples caminos hacia la verdad. Buenos Aires: El Ateneo.
[10] Buss, D., Shackelford, T. (1997) Susceptibility to Infidelity in the First Year of Marriage. En: Journal of research in Personality. Vol. 31. Nº 2, págs. 193-221.
[11] Previti, D., Amato, P. (2004) Is Infidelity a Cause or a Consequence of Poor Marital Quality? En: Journal of Social and Personal Relationships, Vol. 21, Nº 2, págs. 217-230
[12] Pinto, B. (2006) Terapia para resolver problemas y terapia narrativa aplicadas al trastorno límite de la personalidad. Trabajo de grado para el ingreso a la Maestría en Psicología de la Salud. La Paz: Universidad Católica Boliviana (No publicada).
[13] Por ejemplo: Charvoz, L., Bradbury, Th, Bertoni, A., Lafrate, R., Giuliani, Ch., Ranse, R., Behling, J. (2007) The role of stress in divorce: A three-nation retrospective study. En: Journal of Social and Personal Relationships. Vol. 24, Nº 5; págs. 708-728.
[14] Herbert J (1996): Sexuality, stress and the chemical architecture of the brain. En: Annu Rev Sex Res Vol. 7: págs. 1-43
[15] Atkins, D., Baucum, D., Jacobson, N. (2001) Understanding infidelity: Correlates in a national random sample. En: Journal of Family Psychology. Vol 15, Nº 4; págs. 735-749
[16] Kiley, D. (1983) The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up. Nueva York: Dodd Mead.
[17] Care, S. (2007) El síndrome Bovary: infieles e infelices. Sevilla: Algaida.
[18] Eisenberg, F. (1999) La infidelidad a lo largo del ciclo vital de la pareja. En: Proyecciones, Publicación electrónica de la división de Administración y Ciencias Sociales de la Rectoría Zona Sur. Vol. 1 Nº 2. Disponible en: http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/proy/n2/inv_infidelid2.html
[19] Previti, D., Amato, P. (ob.cit.)
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