Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
ella no fue culpable, Señor... ni yo tampoco
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me diste los ojos para mirarla a ella.
Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.
Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!
Miguel Ángel Buesa
La infidelidad
es la principal fuente del divorcio[1],
y uno de los motivos más frecuentes en terapia de pareja[2].
Estas y otras razones obligan a la investigación científica de los factores
implicados en este problema.
San Agustín
proclamó vuolo ut sis al referirse al
amor. Significa: “quiero que seas quien eres”. Cuando me amas me legitimas, es
decir me reconoces como un ser existente; cuando te amo te acepto y haré todo
lo posible para que salga lo mejor de ti[3].
Solo en el amor es posible ser, tal como lo señala este verso de Ángel Gonzáles:
“Yo sé que existo porque tú me imaginas”.
Cuando te amo te doy legitimidad, te acepto, te aprehendo y lucho contra la
impecable necesidad de cambiarte. Amar es aceptar, no es cambiar al otro.
En ese proceso
recíproco de aceptación, la pareja construye un mundo transgresor, como
mencionó Alberoni al referirse al enamoramiento: se trata de una comunidad
revolucionaria de dos[4].
El amor secuestra las palabras y les da otro sentido, se apiña en sí mismo
generando nuevos significados al contexto, en fin, el amor es una experiencia
subjetiva de dos, impenetrable para los demás.
En el afán de
ser exclusivos el uno para el otro, cada vínculo amoroso se protege a través de
un contrato, en el cual se establece la indispensabilidad de la lealtad
fundamentada en la confianza. El matrimonio promueve un contrato social como si
se tratara de la fundación de una empresa, en uno de los acápites los cónyuges
se prometen exclusividad sexual.
La
contravención de esa promesa se denomina “adulterio”. Palabra que proviene del
latín ad alter thorum, que significa
yacer en lecho ajeno. En ese sentido en los procesos de divorcio lo que define
su pertinencia es la presencia de evidencias tácitas de relaciones coitales
extramaritales[5].
En cambio la
infidelidad (derivada del latín infidelis:
que no tiene lealtad) hace referencia a la ruptura de la promesa de
exclusividad. En ese sentido la infidelidad se define por la atribución que la
pareja le da a la deslealtad, la cual no se define precisamente por los hechos,
sino por su significado.
Es por eso que
la infidelidad es relativa al acuerdo entre los miembros de la pareja. Dicho de
otra manera, aquello que es infidelidad para una persona puede no serlo para
otra. Resulta curioso que en muchos casos, inclusive dentro de la relación, uno
de ellos puede sentirse ofendido por un comportamiento extramarital del otro, y
el otro considerar que no fue una afrenta hacia el compromiso. Tal es la
situación del esposo machista que considera que tener relaciones sexuales con
prostitutas no es un acto infiel.
Otra confusión
es la generada por la palabra monogamia, la cual hace referencia al vínculo
marital con una sola persona, poligamia a tener varios esposos o esposas; de
ahí que monogamia no es lo mismo que fidelidad[6],
es más para ser infiel en el matrimonio se necesita estar casado (a) con una
persona para establecer vínculos extramatrimoniales.
Es importante
subrayar que la infidelidad tiene como eje el engaño, por ello existen diversos
tipos de infidelidades: con la madre, con el padre, con el trabajo, con los
amigos, etcétera. De ahí, es mejor enunciar “infidelidad venérea” haciendo alusión a Venus, la diosa romana del
amor. Visando la relación extraconyugal, es posible hacer referencia a tres
tipos fundamentales de lazos: sexual, afectivo y pleno. En la primera, la
relación se asienta principalmente en encuentros sexuales sin que se involucre
la intimidad afectiva; al contrario, en la segunda el cimiento del lazo es
afectivo. Por último la unión plena involucra el sexo y el afecto. Claro está
que estas relaciones también sufren un proceso como cualquier otro vínculo, por
ello del lazo pasional se puede pasar al íntimo o viceversa. Hoy se presenta
otro tipo de infidelidad, aquella que se produce por interacciones virtuales a
través de los recursos de la Internet[7].
Siguiendo los
estudios de Sternberg sobre el concepto de amor[8],
es pertinente señalar la supremacía de la pasión y la intimidad en desmedro del
compromiso en las relaciones extraconyugales, por lo que los tipos de amor
predominantes son el enamoramiento (solo pasión) y el amor romántico (pasión e
intimidad). Es pues un amor ineludiblemente incompleto, la pareja solo podrá
consolidarse si la persona engañadora rompe su relación oficial.
Mihanovich
identifica que uno de los factores que fortalece la relación desleal es el
secreto[9].
La persona engañada ignora la relación extraconyugal de su pareja y seguramente
desconoce a la persona con la que está ligada; por su parte quien engaña oculta
a su pareja oficial el romance externo que tiene, y la persona del romance
clandestino conoce todo: ¡la persona del secreto tiene la información completa!
Sintetizando,
la infidelidad venérea hace referencia a cualquier comportamiento que va en
contra del contrato de exclusividad amorosa (erótica o sentimental) de la
pareja oficial[10].
Existe un
fenómeno paradójico en la psicología de la infidelidad, las personas son
infieles porque temen perder a su pareja formal[11].
Es por ello que promueven la clandestinidad y prefieren una doble vida a asumir
la ruptura. De ahí la frase: “la causa de
la infidelidad es el matrimonio”. Los infieles se preocupan por el qué
dirán los demás, el efecto del divorcio en los hijos, la destrucción del ideal
de familia y el daño a su pareja.
Los
predictores de la infidelidad en relación con el estado del matrimonio incluyen
insatisfacción con la relación, la falta de compromiso, la atracción a otra
persona, la venganza y sentimientos de aburrimiento en la relación[12].
Sin embargo, un estudio reciente señala que se deben diferenciar los
predictores de la infidelidad afectiva de la sexual; las motivaciones afectivas
se relacionan con la insatisfacción marital, sentimientos de abandono e ira, en
tanto que las sexuales tienen que ver con el deseo de mayor variedad de parejas
sexuales, mayor frecuencia de actividad sexual y un compañero sexual con quien
sean posibles la realización de ciertas fantasías eróticas prohibitivas en el
vínculo amoroso oficial[13].
Otro factor
que se ha estudiado en relación a la infidelidad es el referido a la
personalidad. Siendo la Teoría de los Cinco Grandes (extraversión,
inestabilidad emocional, generosidad, apertura a la experiencia y
responsabilidad) la más confiable en términos del análisis factorial. Se
relacionó con la promiscuidad sexual y la infidelidad en una muestra de 16363
personas (6866 varones y 9497 mujeres) en distintos países de varios
continentes, incluyendo a Bolivia. El resultado indica que los niveles bajos de
generosidad y apertura a la experiencia poseen una correlación positiva con la
infidelidad, mientras que altos niveles de extraversión lo hacen con la
promiscuidad sexual[14].
Dos son los condicionantes emocionales que se asocian con la probabilidad de
actuar infielmente: la impulsividad y la incapacidad por retrasar el placer[15].
Algunos
investigadores consideran que el elemento más importante de la conducta infiel
está referido al manejo del impulso sexual, definen que el predictor es la
capacidad de asumir el riesgo de un encuentro sexual. Esta hipótesis fue
comprobada al encontrar que tanto los varones y mujeres con alto nivel de
excitación (arousal) sexual son más
proclives de embarcarse en relaciones eróticas fuera de sus relaciones
oficiales[16].
La impulsividad está unida al autocontrol, es decir a la capacidad de regulación
emocional que permite la inhibición de los impulsos, dicho de otra manera:
evitar las tentaciones[17]
Considerando
la Teoría de los Trastornos de la Personalidad, uno de los predictores más importantes
es el narcisismo[18]. El
puntaje alto en la estructura narcisista de mujeres, predice que van a
coquetear besar, y salir con otros hombres. Los varones narcisistas se sienten
seguros de poder manejar un encuentro sexual de una noche sin involucrarse
emocionalmente. A esto se añade que las personas narcisistas casadas plantean
que es muy probable que les sean infieles a sus parejas[19].
Los motivantes
personales para la infidelidad se vinculan con la búsqueda de realización
personal y la expansión del sí mismo. La realización se da como una especie de
tener el derecho a ser feliz a pesar del compromiso del matrimonio o noviazgo,
la persona actúa como dándose permiso para poner a prueba su libertad. La
necesidad de la satisfacción personal se entrelaza con la expansión del sí
mismo, promueve la búsqueda de una persona con quien compartir intereses,
valores y metas ajenos a la relación con la pareja oficial[20].
Es
indispensable comprender que la infidelidad es responsabilidad exclusiva del
infiel. Esto quiere decir que no es causada por ningún otro agente externo, por
lo tanto no es efecto de la relación con la pareja oficial. Quien engaña lo
hace por decisión propia, claro está, con la complicidad del compañero que
accede a mantener un enlace subrepticio. Si bien es cierto que la probabilidad
de infidelidad es mayor en los matrimonios insatisfechos[21],
lo es más la historia afectiva de las personas, por ejemplo, la posibilidad de
que alguien con historia de apego
inseguro sea infiel a su pareja es mayor que aquellos con apego seguro[22].
Este tipo de
aproximación científica al problema permite plantear la tesis según la cual la
infidelidad se relaciona con una crisis emocional de la persona infiel que
trata de ser resuelta a través de la unión clandestina extraconyugal.
Tres son los
factores que precipitan el comportamiento infiel: el estrés[23],
la oportunidad[24] y
la depresión[25].
La combinación de este trío de antecedentes potencia mucho más que la aparición
de uno solo de ellos la búsqueda ciega de una solución al maremágnum
sentimental conflictivo. Así como la presencia de un arma incrementa la
posibilidad del asesinato del cónyuge, la de uno o más de los factores
mencionados lo hace en función a la infidelidad.
Otra teoría
acerca de los motivos de la infidelidad es la proveniente de la Psicología Evolutiva,
principalmente de las investigaciones etológicas resumidas por Helen Fisher[26].
Según este enfoque, los seres humanos somos una especie condicionada
biológicamente para la promiscuidad sexual, fenómeno que ha sido denominado por Simpson y Gangestad (1991) como sociosexualidad irrestricta[27].
Por esta
premisa, la pregunta de los investigadores ha dejado de ser ¿por qué somos
infieles?, para preguntarnos ¿por qué somos fieles? Se encontró parte de la
respuesta en el estudio de los ratoncitos de la pradera[28].
Resulta que estos graciosos roedores establecen relaciones monogámicas y se
mantienen unidos a su pareja por toda su corta vida. Los estudios
neurobiológicos encontraron una extraordinaria presencia de la hormona oxcitocina en sus organismos. Esta hormona
está asociada al parto y a la protección de las crías, aunque sorprendentemente
en un reciente estudio también lo está con la envidia[29].
De cualquier manera es posible argüir que esta sustancia produce la sensación
de paz y consuelo. Esto implica que un romance puede comenzar por una fuerte
atracción física, tal como ocurre entre animales en los que la amplia mayoría,
después de la cópula abandonan a su pareja sexual. Nosotros en cambio volvemos
a ella no solamente para obtener placer sino porque su compañía nos produce la
invalorable sensación de bienestar. Ahora bien, este bienestar está asociado
con nuestras experiencias de vinculación afectiva infantil, de ahí que toda
relación amorosa active nuestro estilo de apego[30].
El apego es un
sistema de respuestas que se expresan durante la pérdida[31].
El amor romántico ineludiblemente entraña la continua posibilidad de ruptura,
la cual confronta la experiencia de ruptura. Quizás sea la arcaica experiencia
de angustia ante la desprotección que conlleve la producción de las sustancias
neuroquímicas relacionadas con la tristeza: alteraciones en los niveles de
serotonina, dopamina y noradrenalina[32].
He denominado
a la experiencia del enamoramiento como estrés
del deseo[33],
porque durante el proceso de atracción y encaprichamiento nuestro organismo es
víctima de la expulsión de sustancias inéditas ante una circunstancia
romántica. Por ejemplo segregamos testosterona (hormona relacionada con la
violencia) y cortisol (hormona asociada al estrés) entre otras (FHS u hormona
foliculoestimulante; LH u hormona luteinizante; estradiol; progesterona; DHEAS
u hormona deidroepiandrosterona y androstenediona)[34].
Definitivamente nuestro cuerpo es víctima de alteraciones neuroquímicas
formidables durante esta etapa[35].
El enamoramiento
clandestino se inicia por lo general como una relación planteada como pasajera,
ya sea en la búsqueda de una novedad sexual o el involucramiento afectivo de
una amistad. Tanto la pasión como la intimidad con el tiempo cederán a la unión
romántica ya sea que prime la pasión o la intimidad.
En un estudio
realizado por Shackelford y Buss en 1997[36]
con 230 universitarios (114 varones y 116 mujeres) participantes que fueron
víctimas de infidelidad por parte de su pareja, identificaron catorce factores
asociados a las señales que recibieron durante el proceso de infidelidad:
- Rabia,
críticas argumentadas
- Cambios en
la rutina sexual
- Apatía
-Incremento de
la actividad sexual/ exagerada demanda afectiva
-Desinterés
sexual/expresión de aburrimiento sexual
-Manifestación
de insatisfacción con la relación
-Rechazo
pasivo, desconsideraciones
-Rechazo a
conversar sobre la presencia de otra persona
-Rechazo a
pasar tiempos juntos
-Incremento de
tiempo con la otra persona
-Culpa y
ansiedad
-Desinterés en
resolver los problemas sexuales
-Sensación de
distanciamiento emocional
-Revelación de
la infidelidad sexual
La actividad
sexual con la pareja oficial puede incrementarse o decrecer; mientras que los
demás factores se asocian con la insatisfacción marital.
Un nuevo
abordaje referido a las causas de la infidelidad proviene de la teoría de la
inversión desarrollada por Rusbult[37],
según la cual el principal factor para la estabilidad matrimonial es el
compromiso. La inversión hace referencia a los recursos que la persona aporta
durante su relación y que no podrá recuperar si ésta termina. Este modelo
define tres áreas de la pareja que se encuentran involucradas para la
estabilidad: la satisfacción matrimonial, las relaciones alternativas y la
inversión propiamente dicha. La satisfacción hace referencia a la comparación
que hacemos entre nuestras expectativas puestas en la relación amorosa y los
resultados que hemos obtenido. Las relaciones alternativas condicen con la
comparación entre las anteriores relaciones de pareja y la actual relación. La
inversión se define principalmente por la imposibilidad de recuperar aquello
que se ha invertido[38].
Siguiendo la
propuesta teórica de Caryl Rusbult, se ha visto que la posibilidad de
infidelidad es mayor en las parejas con bajo nivel de compromiso, el mismo que
es resultado de la poca inversión y la insatisfacción con la relación[39].
El incremento
de la infidelidad femenina, ameritó el desarrollo de investigaciones sobre las
causas para que las mujeres sean infieles, al parecer existen diferencias entre
ellas y los varones. Un estudio cubano detectó cuatro causas principales: 1) la
búsqueda de placer sexual: debido al abandono de la sumisión sexual por parte
de las mujeres, quienes reclaman a sus parejas que les proporcionen goce
sexual; 2) para garantizar los hijos de paternidad segura: tiene que ver con la
“producción independiente”, esto es, la búsqueda de la maternidad fuera de la
relación matrimonial; 3) para garantizar la compañía en los momentos difíciles:
relacionada con la carencia de interés y afecto en el lazo amoroso oficial, la
mujer procura alguien que pueda escucharla, sostenerla y consolarla; 4) tener
alguien a su servicio: alguien que provea comodidades y solvente actividades
que no se obtienen en el matrimonio[40].
Las
diferencias de los motivos para la infidelidad entre los sexos, señalan que las
mujeres lo hacen fundamentalmente porque
les falta cariño, se sienten solas e incomprendidas; mientras que los
varones se sienten aburridos, confundidos y necesitaban nuevas experiencias[41].
Las diversas investigaciones sobre este problema llegan a la siguiente
conclusión: en las mujeres los motivadores afectivos priman sobre los sexuales;
mientras que en los varones las motivaciones sexuales lo hacen sobre las
afectivas[42].
Los estudios
sobre la incidencia de la infidelidad se han basado generalmente en el
planteamiento de la siguiente pregunta: ¿alguna vez ha tenido relaciones
sexuales con alguien que no sea su marido o esposa mientras estaba casado (a)? En
una muestra estadounidense de 1212
personas se halló el 11 % de mujeres y el 21 % de varones con respuesta
afirmativa. Greeley (1994)[43]
subraya la ausencia de relación entre la infidelidad con el nivel educativo, la
religión o la región geográfica.
La infidelidad
sexual durante el primer año de matrimonio oscila entre el diez y el quince por
ciento. Es factible estimar la infidelidad en un rango entre el 30 y el 60% en
los varones casados y entre el 20 y el 50% en el caso de las mujeres[44].
La posibilidad que el vínculo extramarital deje de ser una “aventura” y se
consolide como una relación romántica a espaldas de la pareja oficial oscila
entre el 75% de los varones y el 60% de las mujeres[45]
Llama la
atención que el 65% de las personas infieles no consideran que sus conductas
sexuales o afectivas extramaritales sean inmorales[46].
En su estudio encuentra que la infidelidad es más frecuente en culturas
machistas, por ejemplo en la Latinoamericana la prevalencia es del 46% en los
varones y 8% de las mujeres; mientras que entre los afroamericanos representa
el 38% en varones y 18% en mujeres.
Las personas
que tienden a ser infieles recurren a estrategias de manipulación fundadas en
actitudes de dominancia sobre las personas que les atraen. Es interesante por
ello, que las personalidades con características psicopáticas sean las que más
éxito logran en la consolidación de un vínculo extramarital[47].
La infidelidad
es vivenciada como una traición[48],
por lo que además de la pérdida ambigua, la persona víctima del engaño afronta
la desilusión. Esta mezcla de nostalgia, esperanza, desilusión, rabia y
tristeza conllevan estados de depresión[49]
y ansiedad, que pueden resultar en estrés postraumático[50][51].
El trastorno
por estrés postraumático hace referencia a la presencia de cuatro síntomas:
reminiscencias del hecho traumático que perjudica la actividad diaria; evasión
de situaciones que se asocian con el evento; sobre excitación, la persona tiene
dificultades para conciliar el sueño, se encuentra irritable la mayor parte del
tiempo y se sobresalta fácilmente; pensamientos y estados de ánimo negativos,
se siente culpable, tiene vacíos en los recuerdos del hecho en cuestión, se
deprime[52].
La disolución
de una relación amorosa puede equipararse a una experiencia traumática, se
vivencia como un hecho devastador y traumático, es una pérdida ambigua[53].
Al mismo tiempo se experimentan elevados niveles de tensión capaces de
ocasionar una miocardiopatía conocida como “síndrome de corazón roto” o
síndrome de Takotsubo[54].
El proceso
posterior al descubrimiento de la deslealtad de la pareja genera incertidumbre
ante la imposibilidad de conocer a ciencia cierta lo que ocurrió y lo que
podría suceder. La sensación de pérdida combinada con la esperanza y la
desilusión sumerge a la persona en un estado de profunda melancolía y
desesperación.
Ese estado de incertidumbre es llamado confusional[55].
Es probable que la depresión se agudice después de un mes de la separación, el
diagnóstico psiquiátrico es ¨depresión asociada a evento de divorcio¨[56].
Si bien surgió una polémica entre los investigadores referida a si la
depresión es causa o consecuencia del divorcio[57],
lo más probable es que la disquisición surja porque durante el proceso de la separación
se suele desplegar un duelo anticipado[58].
Si la decisión de la ruptura atañe a la infidelidad, la intensidad y duración
de la depresión se prolonga[59].
Por ello el diagnóstico puede resultar incierto para los especialistas en salud
mental sin conocimientos sobre la complejidad emocional que se instaura en las
personas víctimas de la infidelidad venérea[60].
Durante la depresión consecuente con la infidelidad se presenta anhedonia[1],
además de síntomas de ansiedad inespecíficos e irritabilidad[61].
Otra área que suele verse afectada es la sexual, puede presentarse disminución
del deseo o cualquier trastorno de la respuesta sexual[62]
En la Figura #1 sintetizo los efectos de la infidelidad en la persona engañada.
FIGURA #1
Efectos de la infidelidad en la persona engañada
Dirigiendo la mirada hacia el tercero incluido en la relación, existen
investigaciones que señalan la presencia de ciertas características, como por
ejemplo, se trata de una persona más sensual que el promedio, políticamente
liberal, con la mente abierta para ser capaz de aceptar una relación con una
persona casada[63].
Algunos estudios referidos a los trastornos de personalidad, hacen
alusión a que las mujeres con estructura limítrofe, histérica y dependiente son
las que tienen más posibilidades de establecer relaciones amorosas con personas
casadas[64].
En general las personas con tendencias antisociales y psicopáticas no miden las
consecuencias morales de sus acciones, por lo que fácilmente establecen
relaciones con personas comprometidas en vínculos amorosos oficiales[65].
Es interesante que las personas con mayor probabilidad de aceptar una
relación clandestina con alguien casado, respondan a la presencia de estilos de
apego inseguro, principalmente ansioso y evitacional[66].
Esas formas de apego se asocian al miedo de ser abandonadas en el primer caso,
y la perenne necesidad de sentirse protegidas, en el segundo.
Si bien la mayoría de las investigaciones se han ocupado de los efectos
de la infidelidad en la persona
engañada, también la persona infiel sufre sus consecuencias. Ante la paradoja
en la que se encuentra: proteger a su pareja oficial y proteger a la persona
con quien mantiene la relación clandestina; se ve obligado a construir mentiras
para un lado y al otro, llevando a cabo acciones que generan una doble vida.
Esta singular posición además de producir elevados niveles de estrés ocasional
culpa, vergüenza y estados depresivos[67].
Dos factores están asociados con la depresión: el afrontamiento y el
conflicto. La persona infiel se debate
con su secreto, exponerlo a su pareja oficial le obligaría a afrontar su
comportamiento y a tener que involucrarse inevitablemente en un conflicto
relacional[68].
La situación amorosa clandestina por lo tanto ocasiona altos niveles de
estrés y depresión en la persona infiel. Estos estados emocionales fortalecen
el lazo amoroso con la persona intrusa.
Sintetizando, el proceso de infidelidad tiene su inicio en una crisis
personal de la persona que será infiel, esa crisis tiene que ver con la
sensación de estar incompleto emocionalmente, la misma se puede precipitar por
una pérdida o activarse al alcanzar logros sin que signifiquen plena realización.
La infidelidad se hace más factible si la persona se siente insatisfecha e hizo
poca inversión en su relación amorosa oficial. Finalmente, si se produce
estrés, se da la oportunidad y se está pasando por una etapa de pérdida el
riesgo es alto. En la Figura 2 se resume lo expresado.
Locus de control
deficiente
|
Figura #2 La
infidelidad y sus relaciones multicausales.
Otro aspecto
interesante en las investigaciones, hace referencia a las excusas que expresan
las personas que fueron infieles. En ese sentido, las más frecuentes en la
infidelidad sexual son: curiosidad, diversión sexual e incapacidad de controlar
la tentación. Por su parte, la infidelidad afectiva es justificada porque se
encontró alguien con quien compartir intereses intelectuales, sentirse
comprendido, fue una amistad íntima o se sentía valorada la autoestima[69].
La relación
infiel genera altos niveles de estrés los cuales promocionan la protección
entre amantes, generando con mucha frecuencia que el encuentro sexual casual se
vaya paulatinamente transformando en romance. El enganche se fortalece en la
medida en que uno o ambos protagonistas conlleven carencias emocionales que se
vean satisfechas en la unión amorosa. Es por esta razón que las posibilidades
de colusión se intensifican en los amores clandestinos[70].
La experiencia
de la colusión se establece como una forma de intenso sufrimiento[71],
los amantes no pueden estar juntos ni separados. Tratan de romper la unión pero
se les hace imposible porque se sienten incompletos, cada uno espera que el
otro satisfaga sus carencias afectivas infantiles. Tampoco pueden estar juntos
porque se dañan debido a las exigencias irracionales que se hacen. La colusión
se estabiliza porque la pareja logra involucrar a un tercero, convirtiéndolo en
la distracción del vínculo enfermizo; esa persona puede ser la pareja oficial o
algún hijo.
Si bien la
infidelidad es una de las causas más frecuentes del divorcio porque es muy
difícil para el matrimonio afrontar las consecuencias y perdonar lo sucedido[72];
existen investigaciones que muestran que en algunos casos, la experiencia de
infidelidad resulta en el fortalecimiento del matrimonio. La asertividad de la
pareja para afrontar el problema racionalmente, la alta valoración de la
familia, saber cuidarse tiernamente el uno al otro y tener buena comunicación,
son los factores que se vinculan a la posibilidad de mejorar las condiciones
del matrimonio[73].
La posibilidad
de afrontar la adversidad tiene que ver con la capacidad de perdón que los
miembros de la pareja posean para asumir lo acontecido y encontrar alternativas
de solución al estado en el cual se encuentra el vínculo amoroso. El perdón
comprende el abandono de los sentimientos negativos hacia el ofensor, la
restauración completa y el fomento al
crecimiento de la relación[74].
Se trata de continuar una relación a pesar de la ofensa y la transgresión al
contrato conyugal[75].
Las mujeres tienden más que los varones a perdonar la infidelidad. Para
las mujeres es más fácil perdonar la infidelidad sexual que la romántica, pasa
al contrario con los varones[76].
El perdón es un proceso relacional altamente complejo, no implica olvidar, es
aceptar al otro con la ofensa que nos hizo y seguir viviendo. La decisión
requiere de la participación de los dos miembros de la pareja, ofensor y
ofendido, el primero plantea su deseo de perdonar y el segundo puede o no
rechazar. Otro aspecto que hace complejo al perdón es su singularidad, habrán
personas capaces de perdonar ciertas circunstancias y otras que no. El atributo
del hecho depende de la historia de cada quien y de la relación[77].
Como he mostrado, la experiencia de la infidelidad es traumática para
los tres implicados. En psicoterapia puede presentarse cada uno de los tres
protagonistas debido a los estados emocionales alterados, como también puede
ocurrir la búsqueda de terapia de pareja
después de la vivencia traumática por parte de la pareja oficial[78],
menos común es la demanda de la pareja infiel.
La terapia de pareja actualmente incluye la teoría general de sistemas
como la base fundamental de su abordaje, además de los fundamentos de la
cibernética y la teoría del desarrollo familiar[79].
Desde esta perspectiva, es posible definir dos tipos de abordaje terapéutico:
el dirigido al matrimonio y el referido a la relación amorosa. En el primero se
trabaja fundamentalmente con la revisión del contrato matrimonial[80],
en el segundo con las etapas del desarrollo amoroso y su estancamiento.
La terapia de pareja enfoca el vínculo amoroso y sus problemas, no se
trata de una terapia individual con un “testigo”, sino una especie de trabajo en
equipo entre los miembros de la pareja y el o la terapeuta para resolver los
problemas de la relación. Es terapia con el tercero construido por los cónyuges.
Se preocupa por la manera de interacción entre sus componentes, si se
fundamenta en reciprocidades positivas o negativas[81].
El enfoque sistémico permite además de comprender la relación entre los
miembros de la pareja, relacionarla con las interacciones llevadas a cabo con
otros sistemas, tales como: los hijos, los padres, la familia extensa, los
amigos y amigas, el trabajo y la escuela[82].
Por su parte, la focusing therapy, pone
énfasis en el enfoque de las emociones emergentes en la relación conyugal[83].
El desarrollo de la teoría “fenómeno Miguel Ángel”, promueve la idea de
que las relaciones funcionales se fundan en sacar lo mejor del otro. Es decir,
que una vinculación romántica promueve en sus componentes la manifestación de
aquellos aspectos que cada quien considera positivos en sí mismo, de tal manera
que el otro se afana por alentarlos y reforzarlos. La terapia de pareja,
entonces debe centrarse en remarcar los rasgos positivos de cada uno de los
cónyuges y estimular a que sean capaces de vislumbrar aquello que es bueno en
desmedro de los defectos[84].
El proceso terapéutico integrado se realiza en etapas[85]:
Primera etapa: manejo del impacto
de la infidelidad
Después de la evaluación psicológica de cada uno de los miembros de la
pareja para descartar algún trastorno mental, se debe considerar la presencia o
no de una colusión. Eliminados los dos factores mencionados, se procede con las
siguientes consideraciones: el atributo que cada miembro de la pareja le da al
evento; detectar los problemas de la relación concomitantes a la traición.
Luego se deben plantear las metas del tratamiento. La pareja debe entender que
se trata del tratamiento de la relación y que la terapia es un trabajo de
equipo.
Si se evidencian síntomas depresivos y/o estrés post traumático, es
indispensable en primer lugar trabajar sobre esos estados antes de embarcarse
en la reparación del daño conyugal. Se debe incentivar el desarrollo de conductas
de protección y cuidado mutuos, a la vez que se explora el impacto de la
infidelidad en la vida personal, social y familiar de cada cónyuge. Es
imprescindible el afrontamiento del trauma, el mismo que se debe hacer por
trozos, discriminando las emociones y revisando los pensamientos distorsionados[86].
En esta etapa se suelen presentar los siguientes problemas: actitudes
defensivas, disminución del afecto y crisis emocionales.
La cerrazón defensiva se quebranta a través del desarrollo de una
fuerte alianza individual con el terapeuta, la persona debe estar segura de
contar con su apoyo y el terapeuta debe comprender el estado emocional de la
persona, ser empático en vez de confrontador.
La disminución afectiva en el vínculo amoroso es producto del daño a la
relación, la víctima se siente ofendida y la persona infiel arrepentida y
avergonzada. El terapeuta o la terapeuta deberán ser pacientes, evitar forzar
la expresión amorosa en la pareja, tampoco debe crear ilusiones románticas.
La reconciliación implica mucho más que momentos bonitos, requiere
reparación en distintos niveles además del afectivo. Es probable la expresión
de crisis en cada uno de los componentes de la pareja, serán más intensas en
parejas sin grandes conflictos interpersonales. La terapia debe estimular el
consuelo entre los miembros de la pareja, tomando en cuenta que solo será
posible si existe empatía en uno y en otro.
Segunda etapa:
búsqueda de significados
En esta fase
se desarrolla la exploración de los factores personales y conyugales
relacionados con la infidelidad. No se trata de buscar culpables, sino de
discriminar las responsabilidades personales que llevaron a la persona a actuar
infielmente.
Se debe
recordar que la infidelidad es una afrenta en contra del vínculo amoroso por lo
cual se enfrentan emociones intensas y negativas (odio, desconfianza,
desesperanza) modificándose la manera del lazo afectivo o attachment[87].
El trabajo en
esta etapa se dirige a la construcción de una nueva narración de la experiencia
traumática[88],
para tal fin el enfoque centrado en la solución promueve el reforzamiento de
las potencialidades intactas de la pareja[89]
y la visión sistémica permite definir los efectos en los subsistemas (familia
de origen, amigos, hijos, trabajo), de tal manera que se puede neutralizar los
impactos negativos y fomentar los positivos de los mismos[90].
La terapia
cognitiva comportamental ayuda en el afrontamiento del trauma y en la
restructuración de los problemas de la relación de pareja[91].
El logro de esta etapa se da en la medida que los miembros de la pareja
comprenden los motivos de la infidelidad y son capaces de asumir el
afrontamiento del trauma como equipo.
Siguiendo a
Gordon y cols. (2008[92]),
durante el proceso de este estadio, es posible encontrar los siguientes problemas:
resistencia a la exploración del contexto de la infidelidad, falta de empatía,
renuencia a reconocer el progreso de la terapia. Revisar la experiencia es una
experiencia altamente dolorosa, las personas tienen la tendencia a evitar su
recuerdo y más aún a confrontarlo en presencia de su pareja.
El terapeuta o
la terapeuta deben ser capaces de comprender las dificultades naturales que
subyacen a la confrontación, medir la presión
para hacerlo en función a la importancia del evento y al dolor que puede
causarles, a pesar de todo será imprescindible afrontar tarde o temprano los
temas asociados al engaño.
Generalmente
la ausencia de empatía se relaciona con el grado de deterioro de la relación
amorosa, a mayor disfuncionalidad menor empatía. El trabajo terapéutico puede
desbaratarse si no se realiza en un clima de confianza y empatía. Si es así, lo
mejor es tener sesiones individuales para definir las expectativas personales
hacia la relación, si el sentido es la ruptura, es inadecuada la terapia de
pareja.
Finalmente, la
necesidad de venganza subyacente al odio en la persona engañada y cuando la
infidelidad se junta con el deseo de boicot de la relación, los pequeños logros
terapéuticos no son comprendidos como tales porque es muy probable que no haya
motivación para mejorar el vínculo amoroso; en ese caso, se debe proceder con
sesiones individuales para esclarecer las intenciones de cada uno de los
miembros de la pareja.
Tercera etapa:
seguir adelante
En el último
estadio de la pareja interesa definir el futuro de la relación conyugal. En una
primera instancia se debe evaluar cómo la experiencia afectó positiva y
negativamente a la relación amorosa y al matrimonio (si fuera el caso). Luego
se deben definir los aspectos de la relación que ameritan mejora y que se debe
fortalecer para evitar en el futuro nuevos engaños. Es así que la terapia deja
de focalizarse en el pasado para centrarse en el presente y futuro (Gordon y
cols, 2008)[93].
Es necesario
tomar en cuenta que la experiencia traumática influye indefectiblemente en la
construcción de la identidad[94],
de ahí que los miembros de la pareja deben descubrirse nuevamente ante el otro,
con el afán de revisar la posibilidad de volverse o no a enamorar. Cumplidos
estos requisitos, la terapia se dirigirá al perdón[95].
Para que se produzca el perdón son indispensables la empatía, la humildad, el
compromiso y la esperanza. Comprender el dolor, la vergüenza y el
arrepentimiento son tareas fundamentales en este complejo proceso
interpersonal, en este sentido, la terapia focalizada en las emociones (focused therapy)[96].
Se trabaja
desde la hipótesis, según la cual la infidelidad impacta negativamente en el
estilo de apego de las personas involucradas en el evento, por lo tanto
urge su reparación. Mientras no se comprenda
el efecto en el lazo afectivo y su ruptura, es imposible la reparación. De ahí
que el terapeuta o la terapeuta deben incidir en activar los sistemas de
congoja-consuelo en la terapia de la pareja, ello requiere la revisión
histórica de las formas de afrontamiento de las pérdidas y abandonos sufridos
desde la infancia y su relación con la experiencia de infidelidad actual. Ambos
cónyuges deberán colocarse en el lugar del otro[97],
comprender que la traición activó las experiencias infantiles de pérdida y
encontrar las maneras para aliviar el dolor infantil revivido.
La soberbia se
constituye en el principal enemigo del perdón, en las parejas desavenidas suele
ser el principal protagonista de la relación. Es fácil reconocer su presencia,
se manifiesta en la absurda lucha de poder, expresada en la necesidad de tener
la razón. En términos operativos, se trata de la expresión irracional de
justificaciones y racionalizaciones para culpar al otro. La confrontación
racional de esas afirmaciones suelen ser suficientes para echar por tierra a la
altanería, jamás se debe olvidar que el único responsable por la traición es el
traidor y que las contingencias no fueron las causas sino simplemente el
contexto, influyó sí pero no determinó la decisión de la infidelidad. Cada
miembro de la pareja debe decir claramente cuáles fueron sus responsabilidades
durante la historia del trauma para que puedan ser analizadas serenamente antes
de asumir el perdonar y el ser perdonado.
La pareja para
reiniciar su historia necesita una buena dosis de esperanza, ésta se funda en
el renacimiento de la confianza y la renovación del compromiso. El trabajo
terapéutico pondrá énfasis en la renovación del contrato matrimonial y visará
de manera realista las normas dirigidas a la exclusividad sexual y afectiva.
Para continuar
juntos, cada miembro de la pareja debe responder a las siguientes preguntas
mostradas en la Tabla#1
Tabla #1 Revisando la relación de
pareja con perspectiva futura (Gordon y cols, 2008, p. 449)
¿Cuáles
son las razones para ser pareja?
¿Qué nos
atrajo inicialmente el uno del otro?
¿Por qué
decidimos casarnos o mantener una relación de pareja duradera?
|
¿Cómo
crezco como persona en esta relación?
¿Cómo mi
pareja me ayuda a crecer como persona?
¿Cómo hemos
sacado lo mejor y lo peor el uno del otro?
¿Cómo nuestra
el desarrollo de nuestra relación nos ha permitido adaptarnos a los cambios o
dificultades que hemos enfrentado individualmente?
¿Qué hemos
hecho para ser mejor pareja?
¿Qué logros
hemos conseguido como pareja?
¿Qué perdería
si terminamos nuestra relación ahora?
¿Qué retos
tenemos que enfrentar en el futuro?
¿Cuáles
fueron las más grandes dificultades que tuvimos que enfrentar juntos en el
pasado?
¿Cómo nos las
arreglamos para resolver esas dificultades?
¿De qué manera
los desafíos vividos nos convirtieron en una pareja más fuerte?
¿De qué modo
esas experiencias nos hirieron, decepcionaron y nos hicieron más vulnerables?
¿Cómo nos
hemos conectado con el pasado a pesar de las heridas recibidas?
¿Cómo se
impactó la crisis en la relación de pareja?
¿Ha dicho la
verdad a su pareja acerca de este evento?
¿La
infidelidad ocurrió cuando su relación estaba vulnerable?
¿ El
matrimonio estaba peor o mejor antes de la infidelidad?
|
|
|
Los problemas
que se presentan en la última etapa son: resistencia ante la idea del perdón,
dificultades con la reconstrucción de la confianza, resistencia ante la
posibilidad de la ruptura de la relación.
No todas las
personas están predispuestas a perdonar o a ser perdonadas, por lo que puede
suceder que a pesar de un buen proceso terapéutico sea imposible el perdón. El
terapeuta o la terapeuta deben tener la capacidad de aceptar esta decisión,
considerando que el éxito de la terapia no necesariamente se relaciona con la
reconciliación.
El retorno de
la confianza se funda como el elemento esencial para la reconstrucción de la
relación. Tanto la pasión como la intimidad se ven afectadas después de la
infidelidad, ambas se unen intrínsecamente por los niveles de confianza[98].
Es posible que en algunas parejas la restitución de la fe en el otro sea muy
difícil. La terapia debe dirigirse a mejorar el sistema comunicacional,
favorecer la posibilidad de dialogar sobre sus problemas y dilemas emocionales,
siendo imprescindible la capacidad de escuchar activamente sin censurar ni
criticar[99].
Por último, a
pesar de un buen proceso terapéutico, es posible que no se pueda restaurar la
relación y se deba trabajar en la concreción de un divorcio. Algunas personas
preferirán procrastinar dicha alternativa, produciendo una especie de
empantanamiento en la psicoterapia. Se hace necesaria la discusión acerca de la
posibilidad del divorcio o separación de manera racional, evaluando los avances
que se lograron durante el proceso terapéutico y analizando las alternativas
que puedan beneficiar a las personas protagonistas del embrollo[100].
Estudio de caso
Lucía (38) y Néstor
(42)[2]
están casados hace diez años, la esposa
administra una pequeña empresa y el esposo desde hace aproximadamente un año
trabaja en un alto cargo ejecutivo en la institución en la cual fue auditor
durante más de una década. Tienen dos hijos, Marco (8) y Fabiana (5).
Figura #1
Genograma de la familia de Néstor y Lucía
En la figura
que antecede a este párrafo muestro el genograma de los esposos de este caso.
Néstor proviene de una familia de tres hijos, la mayor es Patricia quien vive
sola desde los dieciocho años en la ciudad de Cochabamba; el hermano menor,
Felipe tiene problemas con el alcohol, Néstor es el hermano del medio. Cuando
era niño muere su padre en un accidente automovilístico, poco tiempo después de
separarse de su esposa debido a un romance con otra mujer. Néstor relató con
mucho dolor la pérdida de su padre, enfatizando que su madre quedó desconsolada,
descuidando la crianza de sus hijos. Es en esa etapa cuando tiene que hacerse
cargo del cuidado de su hermanito, tres años menor que él. Al cumplir los
catorce debe afrontar el cáncer agresivo de su madre, Patricia ya no vivía con
ellos pues decidió ingresar a un convento. La madre muere, quedando los niños
al cuidado de la abuela materna, quien prácticamente les dio lo necesario para
sobrevivir. Entre los quince y dieciocho años Néstor ingresa a una pandilla,
aprende a robar y consume alcohol. Expresa que durante ese tiempo tuvo varias
experiencias sexuales con distintas chicas, aunque nunca estableció una
relación duradera.
Por su parte,
Lucía pertenece a una familia con dos hijos, ella es la mayor y tiene un
hermano dos años menor que ella. Sus padres se separan inesperadamente, puesto
que ella tenía una percepción armoniosa del matrimonio de ellos; a pesar de
tener un padre frío emocionalmente y distante. Este evento ocurre durante su
adolescencia. Es el hermano menor quien le informa de la infidelidad de su
padre, la madre queda azorada por la situación, aunque acelera el proceso de
divorcio. Poco tiempo después, su madre inicia una relación amorosa con un
amigo de la oficina, durante ese idilio fallece el padre debido a una
negligencia médica. Su madre rompe la relación que había iniciado, Lucía piensa
que se debió a que su madre estableció el romance para vengarse de su esposo.
A los veinte
años Néstor conoce una muchacha cinco
años mayor que él, enamorándose apasionadamente de ella. Según su relato, fue
gracias a ella que abandonó el alcohol y la vida desordenada que tenía. Ingresa
a la Universidad, estudia auditoría, ingresa a un partido político de izquierda
radical, llega a ser dirigente universitario y como él se define un “rebelde
sin causa”. Su enamorada es cómplice de sus aventuras políticas, empiezan a
vivir juntos. La relación dura cuatro años, hasta que él se titula y empieza a
trabajar.
Lucía tuvo una
vida más tranquila que la de su esposo. Recuerda tres relaciones amorosas
importantes, la última, cuando tenía veintitrés años fue tormentosa, porque se
involucró con un muchacho extremadamente celoso y violento. Le fue muy difícil
romper con él porque tenía miedo a su personalidad agresiva, sobre todo cuando
estaba embriagado por el alcohol. Después de cuatro años se rompe la relación
debido a que él decidió comenzar un nuevo lazo amoroso con otra persona.
La historia de
amor de esta pareja se inicia cuando le toca a Néstor realizar la auditoría de
la empresa de Lucía. Detecta varios problemas en el manejo de los impuestos.
Lucía siente una gran repulsión por el que será su esposo, lo percibe feo y
rígido. Al contrario él desde que la ve por primera vez se siente cautivado por
su belleza e inteligencia. Después del tiempo que llevó la fiscalización, una
tarde de negociaciones, Néstor se animó a invitarla para un almuerzo. Ella
aceptó considerando que era una oportunidad para persuadirlo de sus intenciones
de censura. Quedó sorprendida al encontrarse con un hombre enamorado; por
supuesto que rechazó sus pretensiones amorosas. A pesar de la resistencia
ofrecida por ella, Néstor persistió, aunque le era difícil equilibrar su
función y sus sentimientos. Al final, Lucía debió pagar las multas al Fisco.
Pasaron algunos meses, hasta que nuevamente él envistió con sus demandas
románticas. Lucía no entiende muy bien por qué lo aceptó al inicio, pero así lo
hizo.
Con el tiempo
ella fue sintiendo gran admiración por su novio, algo que la deslumbró fue la
sinceridad que expresó desde el inicio. La relación se tiñó de mucha pasión, al
año decidieron vivir juntos, y luego de un año de convivencia, decidieron
casarse.
Fue un
matrimonio muy feliz, nació Marco y con él Néstor mostró sus grandes cualidades
de padre, las mismas que entusiasmaron mucho a Lucía, porque su esposo no
repetía el modelo de papá que tuvo. Tres años después nace Fabiana, otorgando
mayor alegría a la familia. Ambos fueron exitosos en sus trabajos, tenían más
que suficiente para vivir holgadamente. Sin embargo, Lucía sentía que tenía algo
pendiente en su vida: acabar sus estudios universitarios. Por su parte, Néstor
había dejado pendiente su espíritu revolucionario y anhelaba retomar sus lides
políticas.
El 2013 Lucía
retoma sus estudios de Administración de Empresas, a la par que Néstor ingresa
a un partido político y es nombrado en un cargo gerencial en su empresa. La
familia sufrió varios cambios que obligaron a una restructuración de funciones.
Se intensificaron los problemas con la familia de Lucía, para el esposo su
suegra era muy invasiva y por parte de Lucía estaba harta de los problemas del
cuñado alcohólico que obligaban a Néstor a estar constantemente pendiente de
él.
Si bien,
mejoró notablemente la situación económica de la familia, disminuyó el tiempo
que Néstor dedicaba a sus pequeños, y claro, mucho más el destinado a su
esposa.
La primera
campaña política en la que participó Néstor le ocasionó altos niveles de
estrés, sumados al incremento de su responsabilidad laboral. La situación
empeoró cuando muere uno de sus mejores amigos en una situación misteriosa, no
quedó claro si se suicidó o lo mataron.
Para Lucía
tampoco fueron los mejores tiempos de su vida, al retomar sus estudios tuvo que
descuidar el trabajo. En su intento por equilibrar las cosas, delegó algunas
responsabilidades de la empresa a su hermano, quien resultó irresponsable,
ocasionando una debacle que por poco lleva a la quiebra el negocio. Lucía
enfrentó también altos niveles de estrés laboral. Junto a ello debió tomar más
tiempo con sus hijos y con las cosas de la casa, puesto que Néstor dejó de
estar presente.
Disminuyó
notablemente la vida sexual de la pareja, además el vínculo se convirtió en un
depósito de las frustraciones de ambos. Dejaron de dialogar como antes.
Entonces ocurrió la devastación para Néstor: le diagnosticaron diabetes de tipo
2.
Como
consecuencia, notó cambios en su deseo sexual. Tuvo que iniciar una dieta,
siendo una persona hedónica, le era difícil asumirla. Todo ello derivó en mal
humor, angustia y miedo a la muerte. En vez de acercarse a su esposa para
buscar consuelo, hizo lo contrario, se fue alejando de ella.
En una reunión
de su partido conoció a Susana, una mujer de treinta años, divorciada, sin
hijos. Con ella desarrolló una amistad centrada en los afanes políticos. Se
relacionaban a través del chat del Facebook,
en sus conversaciones poco a poco se fue notando mayor intimidad. Al principio,
Néstor le contaba a su esposa las actividades que llevaba a cabo con Susana;
Lucía no se imaginaba que se estaba formando un lazo amoroso entre ellos,
además consideraba algo bueno, porque desde que él tenía esa amistad, había
disminuido su mal humor.
ESTRÉS
|
Figura #4:
Cambios en la vida de Néstor y Lucía
El 2014 la
actividad política de Néstor se incrementó, era adulado por sus camaradas e
impulsado a tener mayores responsabilidades por los dirigentes. Los afanes por
conciliar el trabajo, la casa y los estudios influyeron en la forma de ser de
Lucía, se tornó más irritable y menos interesada en los asuntos de su esposo.
Él a su vez fue priorizando su realización como político y dedicándole mucho
tiempo a su nuevo trabajo, actividades que de alguna forma aminoraban la
preocupación por su enfermedad.
Como
consecuencia de los cambios en la relación conyugal y familiar, Marquito
manifestó problemas en su rendimiento escolar, lo que ocasionó disputas en el
ámbito parental; Lucía achacaba a Néstor su falta de apoyo con el niño y
viceversa.
Una de las
actividades políticas fue un trabajo intensivo durante un fin de semana,
llevado a cabo en un hotel del altiplano. Durante la noche, Néstor y Susana se
quedaron solos conversando hasta la madrugada. “Una cosa llevó a la otra”, señaló Néstor en la primera sesión
terapéutica de pareja; terminaron teniendo relaciones coitales y durmiendo juntos.
Se había iniciado el romance clandestino.
Al retornar a
la ciudad, los amantes hablaron sobre lo acontecido, decidiendo poner punto
final a la relación romántica, mientras
harían lo posible por mantener la relación amistosa. Para Lucía fue curioso que
al retorno del viaje, su esposo se mostrase interesado sexualmente en ella,
puesto que hacía varios meses no tenían relaciones coitales. Sin embargo,
Néstor tenía problemas de erección con su esposa, cosa que nunca antes ocurrió,
ambos consideraron que era consecuencia de la diabetes.
Con Susana
volvió a ocurrir un encuentro sexual, aunque Néstor evitó el coito preocupado
con la posibilidad de no tener erección. Desde ese momento el nexo retomó el
cariz de intimidad amistosa, aunque se mantenían los mensajes sensibleros entre
ellos. Es durante esa etapa que Lucía descubre un mensaje de Susana en el WhatsApp de su esposo. Lo confronta de
tal manera que Néstor confiesa su infidelidad. Lucía le pidió que se vaya de la
casa, a lo cual él accedió retirándose en un hotel.
A los pocos
días, Lucía lo llamó, pidiéndole que retorne porque lo extrañaba, pero que
tenían que hablar. Antes, Néstor conversó con Susana, explicándole la situación
en la que se encontraba, y le pidió que ya no se encontrasen; además consideró
renunciar a su actividad política para no tener nada más con ella.
En las
conversaciones entre esposos, Lucía le exigió una explicación. Néstor afirmó
una y otra vez que fue una relación fugaz, nunca estuvo enamorado, aunque sí
tuvo un vínculo de gran intimidad con Susana. Las cosas no mejoraron, Lucía
estaba agresiva y Néstor se encerró en sí mismo. Las cosas llegaron a su límite
cuando Néstor empezó a tener ideas suicidas. Es ahí que Lucía propuso recurrir
a mi consulta.
El objetivo
terapéutico fue definido como la concreción de la reconciliación y la retoma
del matrimonio. Durante las tres primeras sesiones se analizó los motivos de la
infidelidad, estableciendo claramente que la decisión y por ende la
responsabilidad de la misma recaía exclusivamente en Néstor. Esbozo en la
Figura # 5 la síntesis de las motivaciones personales de Néstor.
Figura #5
Factores asociados a la infidelidad por parte de Néstor
Según la
perspectiva de la pareja, los cambios en la vida de ambos fueron determinantes
para la formación de un contexto idóneo para que ingrese una tercera persona.
Todo comenzó con el ascenso en el trabajo y la inserción en la vida política
por parte de Néstor; coincidente con los estudios universitarios de Lucía. Fue
renovar la vida, “lograr lo que siempre
quise”, a la vez que se sentía solo, porque su esposa estaba más afanada
con sus propios cambios que con los de él. Susana se presentó como la persona
que necesitaba, alguien que le escuchase y acompañase en las nuevas lides de su
vida. Lo que ocurría se vio acentuado con la diabetes y la muerte de su amigo.
Así se expresó en la terapia:
Néstor: Me
arrepiento…no debí hacerlo, me doy cuenta que estuve a punto de perder lo mejor
de mi vida…
Terapeuta: ¿Es
decir?
Néstor: Mi
familia…mis hijos y mi esposa (llora amargamente)
Lucía: Lo
comprendo…fuiste estúpido… aunque sigo sin entender…(le entrega un pañuelo de
papel)
Terapeuta: ¿De
dónde viene tanta tristeza?
Néstor: Tengo
miedo…no sé…
Terapeuta:
Date un tiempo para sentir ese miedo…
Néstor: (después
de unos minutos en silencio)…es la muerte…
Terapeuta:
¿Cuáles fueron tus experiencias con la muerte?
Néstor: Ya le
dije…la muerte de mi padre…y la de mi madre…
Terapeuta:
Eras niño…seguramente fue muy difícil para ti…
Néstor: Muy
difícil…aún siento que me persigue ese dolor…
Terapeuta:
¿Pasó algo que lo revivió?
Néstor: Puede
ser la muerte de Gustavo (su amigo)…
Lucía: Sí
estoy de acuerdo, noté que te derrumbabas…no sabía cómo apoyarte, te apartaste…
Pero creo que la diabetes acabó por derrumbarte…
Terapeuta: (A
Néstor) ¿Lo ves así?
Néstor: Tengo
miedo a morir.
Terapeuta:
Entonces…quisiste sentirte vivo…
Néstor: Creo
que sí…es que de joven fui un tiro al aire…
Terapeuta:
¿Nostalgias del aire?
Néstor:
(Sonríe)…sí…me sentía asfixiado, Lucía con sus exigencias, el trabajo, los
chicos…los problemas en el partido…todo junto…
Terapeuta: Tu
amante vino con un botellón de oxígeno para resucitar al muerto…
Lucía: ¿Por
qué no me lo pediste a mí?
Néstor: Te
veía tan ocupada en tus cosas…y tan indiferente…
Terapeuta: (a
Lucía) Si él hubiera recurrido a ti, ¿qué hubieras hecho?
Lucía: No
sé…tal vez le hubiera recordado las veces que fue capaz de salir de situaciones
más difíciles…aunque yo lo veía triste…no entendía si ahora tiene todo lo que
soñó…me parecía cansado…triste…no está claro…
Néstor: Tienes
razón, estaba triste y contento, no sé explicarme…
Terapeuta:
Triste por el miedo a la muerte…contento por tus logros… ¿Era así?
Néstor: Como
dice Lucía, estaba cansado, tan cansado que no me daba tiempo para sentir mi
pena.
Terapeuta: En
la mitología Griega se cuenta que un dios llamado Sísifo secuestró a la muerte.
Como castigo Zeus le obligó a cargar una roca hasta la cúspide de una montaña.
Fue terrible para Sísifo porque su castigo nunca acaba: al llegar a la cima, la
roca rueda hacia la base de la montaña…llega a la cumbre y cae, llega y cae…
Néstor:
(silencio prolongado) ( llora) Eso que cuentas me ha pasado…pensé que iba a ser
feliz con lo que hacía…luego me dicen que tengo diabetes, mi amigo muere, mi esposa se aleja…
Terapeuta: ¿La
roca rueda hacia la tierra?
Néstor: Nada
tenía sentido…
Terapeuta: Te
deprimiste…
Néstor: Sí.
Fue como volver a cómo me sentía antes de conocer a Lucía…
Terapeuta:
¿Vacío?
Néstor:
¡Exacto! Me sentía vacío…
Terapeuta:
¿Ahora?
Néstor:
(Silencio prolongado) Me siento así…
Terapeuta:
¿Quisieras morir?
Néstor: (Se
agacha, hunde su rostro en las manos y llora)
Lucía: (Se aproxima
a su esposo y lo abraza)
Este trozo de
uno de los incidentes críticos más importantes de la terapia muestra el estado
melancólico de Néstor, el mismo que fue
solapado por sus conductas desordenadas en la juventud y la búsqueda urgente de
protección en su esposa. Pareciera que ante la distancia amorosa con ella, la
insatisfacción personal a pesar de los logros y la manifestación de la
diabetes, se removieron las bases de un estilo de apego inseguro que derivó en
la unión con Susana.
Cabe resaltar
la actitud positiva de Lucía ante el dolor de su esposo. Gracias a la empatía
demostrada hacia la congoja, Néstor fue asumiendo su tristeza, comprendiendo
ambos el error que el esposo cometió como respuesta estúpida a un estado de
desazón y soledad.
La segunda
etapa de la terapia se centró en la desconfianza, el rencor y la culpa. Lucía
no podía concebir a su esposo involucrado con una mujer de menor nivel social y
cultural que ella. En la sesión individual me manifestó la sensación de asco
que sentía cuando su esposo la besaba o intentaba algún contacto sexual, además
le era difícil apartar de su mente las escenas sexuales que ella misma
construía sobre la relación entre su esposo y la amante. En la Figura #6
sintetizo los efectos de la infidelidad en Lucía.
Figura #6
Consecuencias de la infidelidad en Lucía
El repudio
sexual generó una inhibición del deseo en Lucía, además de relacionaba con
varios cuestionamientos que se hizo acerca de su apariencia personal y sus
habilidades sexuales. De ahí que la autoimagen, su identidad femenina y su
autovaloración se viesen muy afectadas. Insinuó algunos episodios depresivos
colindantes con pensamientos que despertaban sentimientos de culpa. La tristeza
se unía al miedo de que la infidelidad vuelva a ocurrir y el temor a que
hubiese pasado en otras etapas de su matrimonio. Sentía rabia a la vez pena por
su esposo y mucha ira hacia Susana.
La experiencia
despertó la experiencia que vivió durante la separación de sus padres. A
continuación presento un trozo de la sesión donde tratamos ese tema.
Lucía: Me
siento supermal, la verdad es que lo
quiero mucho…pero por alguna razón me siento triste y sin esperanza…
Terapeuta: ¿Sientes
que estás reviviendo algo?
Lucía: Es como
haberme vuelto niña…no sé…siento la misma rabia que sentí cuando mi papá nos
abandonó…
Terapeuta:
¿Qué podías hacer?
Lucía: Nada…es
que eso me daba rabia, mi madre no hizo nada…
Terapeuta:
¿Sentías rabia hacia tu mamá y hacia tu papá?
Lucía: No sé
hacia quien era más mi rabia…
Terapeuta: Si
estuvieran acá, ¿qué te gustaría decirles?
Lucía: A mi
madre…que fue una pelotuda…soportar a un tipo que nunca le decía nada bueno, ni
siquiera le daba las gracias….y ella se desquitaba conmigo…¡no tenía derecho!
Terapeuta:
Eras una niña…
Lucía: ¡Sí!
Una niña pequeñita…no siento rabia solamente porque papá se fue de la casa,
sino por lo que me hicieron vivir antes y después…
Terapeuta:
Entiendo… ¿Qué le dirías a tu papá?
Lucía:
(Silencio; llora)… Le diría que fue un maricón…en vez de enfrentar los
problemas, los evitaba, nunca se interesó por mis cosas, jamás estaba cuando lo
necesitaba, no me dolió que haya sido infiel, sino que no se preocupaba por
nosotros…
Terapeuta:
Quizás pasa algo parecido con Néstor…no te importa tanto que haya sido infiel,
sino que dejaste de ser importante en su vida.
Lucía: No lo
veía así…pero creo que es eso… ¿Cómo me pudo hacer esto?
Terapeuta: Colocar
a otra persona en tu lugar…
Lucía:
¡Exacto!
Terapeuta: Tal
parece que es algo parecido con tu papá y tu mamá…ninguno se interesaba por tus
cosas, estabas sola, más aún cuando tu padre se fue…tuviste que enfrentar la
tristeza de tu madre y encargarte de tu hermanito.
Lucía:
(Llorando) ¡Yo era una niña!
Terapeuta: Tú
lo has dicho, eras una niña, ahora eres una mujer. Puedes reclamar por tus
derechos.
Lucía:
¿Decirle a mi esposo lo que quiero?
Terapeuta:
¿Qué es lo que quieres?
Lucía: Que me
respete, que me haga sentir importante en su vida.
Terapeuta: Es
razonable…
Lucía: Debe
entender que me importa un bledo la tal Susana, no es por ahí que va mi
problema… (se señala el pecho)
Terapeuta: Ya
veo (señala su pecho)…va por ahí…por tu corazón…él te lo rompió…¿o ya venía
roto?
Las sendas
experiencias infantiles permitieron que los cónyuges comprendan sus carencias
afectivas, de tal manera que pudieron asimilar la infidelidad desde otra
perspectiva. La colusión conyugal se estableció por la búsqueda de valoración
en ella y la necesidad de protección en él. La estabilidad matrimonial produjo
el descuido del amor, dejaron de cuidarlo para buscarse a sí mismos,
desprendiéndose de los afectos construidos para compensar la soledad infantil.
Las circunstancias impactaron intensamente en Néstor, develando sus carencias y
haciéndolo tomar una decisión inmoral y errónea.
La siguiente
etapa en la terapia fue el proceso de perdón. Se inició cuando Néstor decide
raparse la cabeza. En esa sesión ocurrió el siguiente incidente:
Terapeuta:
(Sorprendido) Vaya…vaya…tengo un paciente famoso ¡Bruce Willis!
(Todos reímos)
Lucía: (Interrumpiendo)
Doctor, mi marido enloqueció…dice que al afeitarse la cabeza quiere mostrarme
que está dispuesto a cambiar… ¿Qué le parece?
Néstor: Quiero
que se despidan del anterior Néstor…quiero ser otro…quiero volver a vivir…
Terapeuta:
Como un bebé…calanchito
Néstor: Además
quiero decirlo aquí…He renunciado al partido…
Lucía: ¡No lo
tenías que hacer!
Terapeuta: A
ver…Lucía…no actúes con hipocresía…bien que te hace feliz…Néstor no verá más a
Susana…
Néstor: Por un
lado, por el otro basta de sonseras en mi vida…
Lucía: Ya no
eres un chiquillo pues…
Néstor: quiero
que me perdones…
Lucía: Ya te
he perdonado…pero dame tiempo para que vuelva a confiar…
Terapeuta:
¿Qué tienes que ver en él que te muestre que puedes confiar?
Lucía: Lo más
importante es que se acerque más a mí…que me cuente sus cosas. ¡Basta de hablar
de lo que hizo o no hizo!
Muchas parejas
consideran que el perdón se concreta a partir de la manifestación de la
intención de perdonar; no es así. Se trata de un proceso complejo
interpersonal, no es suficiente la postura de la persona ofendida, es también
la aceptación por parte del ofensor. Como en la mayoría de los casos, la
ilusión de un cambio repentino derivó en una amarga sensación de frustración,
reparar la relación requiere recomenzar la construcción del amor sustentado en
la confianza, la misma que no se recupera fácilmente. Néstor y Lucía ingresaron
en una etapa silente e inestable, el entusiasmo ocasionado por el renacer de la
pasión dio lugar paulatinamente a la desazón y aburrimiento de la
cotidianeidad: los problemas laborales y académicos estaban intactos. A
continuación un extracto de la sesión en la cual se volvieron a manifestar las
pautas relacionales agresivas a partir de los conflictos externos personales.
Néstor: Lucía
descuida la casa y a los niños…
Lucía:
¡Entiende que no es fácil para mí! Tengo la Universidad y el trabajo, a veces
se me complican las cosas…no es que yo quiera…
Terapeuta: ¿Es
que no puedes?
Lucía:
¡Exacto! Necesito que Néstor tenga paciencia…pero no la tiene, quiere que todo
el tiempo estemos como cuando éramos novios…
Néstor: ¡Sé
clara! Me has vuelto a rechazar…
Terapeuta:
¿Sexualmente?
Néstor: Sí…es como que no entiende que para mí lo sexual es
importante…
Lucía: Para mí
también…pero estoy cansada y me quitas las ganas cuando haces tus berrinches…
Terapeuta: Me
parece que están volviendo a la etapa previa a los “cuernos”…¿es así?
Lucía:
¡Exacto! Así era…por eso me fui apartando de él…porque se portaba de una forma
insoportable, como está pasando ahora…
Terapeuta: Es
como que sacaron al monstruo del refrigerador…y lo pusieron al micro ondas…
Néstor: No
quiero lastimarla…pero creo que es muy egoísta…
Lucía: ¿Egoísta?
Mire Doctor quién habla…el rey del Ego…
Terapeuta: Me
parece que al micro ondas introducen otras cosas más…¿Sus frustraciones y
angustias del trabajo?
Néstor: Las
cosas no van del todo bien…(explica pormenorizadamente los problemas que está
enfrentando en su espacio laboral)
Terapeuta: Ya
veo…estás con miedo de quedarte sin trabajo… ¿qué pasaría?
Lucía: tenemos
ahorros y bueno, mal que bien yo tengo mis ingresos…
Terapeuta:
Entonces Lucía, si Néstor no resuelve sus problemas…¿Lo abandonarás?
Lucía: (Ríe)
No, jamás…lo ahorco si se vuelve a meter con otra ñata…pero si se queda
desempleado, lo ayudaría…
Néstor: (Toma
la mano de su esposa, sus ojos se humedecen)
Terapeuta:
Nada que temer entonces…¿verdad? Dejen de mezclar lo externo con lo interno…le
hace mucho daño a su amor. ¿Qué hacer para que el amor se haga cargo de los
miedos?
A partir de
esa sesión la pareja aprendió a apoyarse para que cada quien afronte
racionalmente sus conflictos laborales, coadyuven positivamente en las
necesidades del hogar y en el acompañamiento de la escolaridad de sus pequeños.
Con el tiempo las estrategias de control fueron reemplazadas por actitudes de
confianza, reafirmaron sus lazos románticos y reformularon algunos acuerdos
matrimoniales.
Conclusiones:
Después de las
reflexiones consecuentes con la diversidad de estudios acerca de la infidelidad
venérea, quedan como conclusiones las siguientes:
·
La infidelidad en la relación de pareja se
define como la injuria que el infiel comete en contra de la lealtad definida en
el contrato vincular establecido por los dos protagonistas de la unión oficial.
En ese sentido la infidelidad sexual, afectiva o plena será considerada como
tal a partir de las atribuciones singulares que cada cónyuge haga. Por ende, no
es posible una definición tácita y universal desde la perspectiva psicológica,
a diferencia del concepto de adulterio que conlleva ribetes legales.
·
La infidelidad es una decisión que toma el
infiel para subsanar una crisis emocional personal. Ésta se relaciona con la autorrealización, la necesidad de expansión
del sí mismo y la búsqueda de experiencias nuevas.
·
La desesperación consecuente con la crisis
personal se intensifica ante las experiencias de pérdida. Por ello la
infidelidad se relaciona positivamente con el estilo de apego; es decir que las
probabilidades de infidelidad son mayores en personas con apego inseguro.
·
El acto infiel se produce ante la oportunidad y
el estrés, generalmente laboral. De ahí que el triángulo causal de la
infidelidad tiene que ver con esos dos factores y la experiencia de pérdida.
·
La infidelidad es responsabilidad exclusiva del
infiel aunque existan factores coadyuvantes en la insatisfacción marital. No
todas las personas insatisfechas con su relación amorosa son infieles, y no
todas las satisfechas son fieles.
·
Las posibilidades de infidelidad se reducen en
las parejas que hicieron mayores inversiones en su matrimonio.
·
La infidelidad necesariamente se relaciona con
el secreto y el engaño. Los efectos son nefastos para las tres personas
involucradas.
·
Las mujeres afrontan la infidelidad de manera
distinta a como lo hacen los varones.
·
La psicoterapia es un recurso que puede
facilitar la toma de decisiones en cada uno de los miembros de la pareja:
romper la relación o reconciliarse.
·
El proceso en la terapia de pareja, contempla
tres etapas: afrontamiento de la infidelidad, búsqueda de significados y seguir
adelante.
·
El perdón es un proceso interpersonal complejo
puesto que implica la decisión de perdonar por parte de la persona ofendida y
la aceptación del perdón por parte del ofensor. La reparación solo es posible
en un entorno de confianza y amor.
Quedan muchas
cosas por hacer en términos de la investigación como en la psicoterapia. Lo
urgente es definir la incidencia y prevalencia de la infidelidad en los
matrimonios bolivianos. Indagar acerca de la relación entre valores, creencias,
personalidad y probabilidad de infidelidad. Determinar con precisión la
influencia de los factores socio - culturales en la aceptación o el repudio de
la infidelidad, ¿es posible que en Bolivia la infidelidad sea vista como
inevitable? Es importante también estudiar los factores de protección y
resilientes en las relaciones amorosas. En cuanto a la psicoterapia, es
imprescindible desarrollar sistemas de intervención efectivos, los que se debe
determinar a partir del estudio de la eficacia y eficiencia de los modelos
terapéuticos utilizados. Urge establecer criterios éticos en el manejo del
secreto y la reincidencia de las conductas infieles durante el proceso
terapéutico.
[1]
Anhedonia: inhibición de la búsqueda de placer, disminuye el apetito, el deseo
sexual, las ganas de realizar actividades placenteras en general.
[2]
Los nombres y algunos datos son ficticios para proteger la identidad de los
pacientes.
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1 comentario:
Buen articulo. Nunca he engañado y me crie con mis abuelos y los he visto siempre juntos y seguros. Así que me siento de la misma manera. Tambien sera una causa de la infidelidad, la baja autoestima? Se quiere hacer trampa cuando no te sientes bien contigo mismo? Hay estudios sobre esto?
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