martes, 3 de diciembre de 2019

Poliamor: ¿es posible amar a más de una persona?


Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.



Y si me voy por los caminos
Recurro al aroma olvidado
De una rosa deshabitada,
De una fragancia que perdí
Como se extravía la sombra:
Me quedé sin aquel amor
Desnudo en medio de la calle.

Pablo Neruda

Cuando hacemos referencia a los componentes del amor debemos recurrir a los postulados de Robert Stenberg, quien a partir del análisis factorial estadístico los identifica: pasión, intimidad y compromiso. La pasión hace referencia al erotismo, la intimidad a la implicación afectiva fundamentada en la confianza y el compromiso a la decisión de establecer un vínculo de exclusividad[1]. Según los estudios de Caryl Rusbult el cimiento del amor se encuentra en el compromiso, producido por los niveles de inversión de cada uno de los cónyuges[2]

En su libro “Nuevas formas de Amar” Regina Navarro[3] hace una revisión de la evolución en las relaciones amorosas, definiendo la presencia de una diversidad de relacionamientos actuales, oscilantes entre el matrimonio tradicional, la unión libre y sus variantes. En nuestro medio se ha implantado el prende como una forma amorosa erótica sin intimidad y sin compromiso, una manera transgresora de la normativa amorosa y sexual, no solamente por erradicar del vínculo al romance sino también al coito[4].

Los jóvenes actuales tienen una actitud negativa hacia el matrimonio[5], de lo que se desprende la posibilidad de un mayor interés en la realización personal en vez de la construcción de una familia[6]. Estos cambios son consecuentes con la evolución de la emancipación femenina y la importancia dada al trabajo. Las mujeres han desarrollado una identidad independiente del varón, determinando un rechazo al rol de la madre-esposa[7], adviniendo a la realización personal como el sentido de su vida[8]. A eso se suma el tiempo laboral, incrementado desde hace varios años, las personas están más tiempo en sus ambientes laborales que en los familiares[9].

Sin embargo, la esencia del problema radica en la decadencia de las relaciones de parejas formales y tradicionales, la predominancia de la infidelidad es un ejemplo de ello. En el informe Kinsey (1949) en Estados Unidos, uno de cada dos varones manifestaba que había sido infiel[10]. Hoy la infidelidad femenina se ha incrementado, asociada a la violencia intrafamiliar en el caso Latinoamericano[11] y a la emancipación en el caso de los países con mayor desarrollo económico[12]. Comparados los estadounidenses con migrantes asiáticos, la posibilidad del divorcio es menor en los segundos, debido principalmente a la concepción tradicional del matrimonio[13].

Este entorno desfavorece la decisión de comprometerse en un lazo amoroso para toda la vida, el temor a fracasar en el matrimonio y la pérdida de la libertad son centrales para el desarrollo de nuevas formas de amar. Una de ellas es el poliamor.

El término apareció en las redes sociales polyamory, se oficializa con la creación de la Polyamory Society en 1996. Surge como consecuencia de la insatisfacción con la sexualidad restricta en la vida monógama, se trata de la relación amorosa donde cada uno de los miembros de la pareja tiene la libertad de establecer vínculos románticos al mismo tiempo con otras personas sin que ello implique la ruptura con la pareja central, no implica necesariamente tener interacción sexual. Esto dice la Polyamory Society:

“La mayor parte de los polys (abreviación de poliamorosos), define al amor como un lazo serio, íntimo, romántico, más o menos estable y afectivo que una persona tiene por otra o por un conjunto de otras personas y que normalmente, pero no necesariamente incluye actividad sexual”[14].

La inserción del poliamor se realizó en las redes de Internet, con relaciones amorosas virtuales. El cuestionamiento surge sobre si se puede o no considerar ese tipo de interacción como infidelidad[15]. Independiente a ese problema, es posible afirmar el establecimiento de relacionamientos románticos en el ámbito de la comunicación virtual[16].

En el prende se despoja al amor de los elementos intimidad y compromiso, mientras que en las relaciones virtuales se produce el aislamiento de la intimidad, aunque puede de alguna manera introducirse la pasión[17]. Lo claro en ambos casos es la resistencia hacia el compromiso.

La concepción del amor es romántica desde la perspectiva de los polys. El amor es definido como un sentimiento. Fisher lo considera un impulso fisiológico formado por el deseo sexual y la necesidad de protección[18], por su parte Feeney se refiere al amor romántico como apego adulto[19]. Formular al amor como un sentimiento es definirlo de manera romántica.

El amor romántico se origina durante la Edad Media y se consolida en el Renacimiento, su antecedente es el amor cortesano[20]. La principal premisa indica la imposibilidad del amor dentro del matrimonio. Se trata de un lazo afectivo con una dama honorable, generalmente casada. El fin no era tener  relaciones sexuales, sino conquistarla. Se patentiza el juego de la conquista en la leyenda de Tristán e Isolda, una historia absurda si no se la ve desde la óptica del amor como un imposible[21], o en la tragedia de Romeo y Julieta, el amor irracional fomenta la inclusión de la muerte[22].

Tolkien traduce al inglés moderno la obra Sir Gawain y el caballero verde, llamando la atención sobre uno de los principios del código de la caballería: no ceder al deseo sexual[23]. Resulta curiosa la aventura de este caballero de la mesa redonda, cuyo fin es dar fiel cumplimiento a las exigencias del código. Una de ellas fue resistir a los encantos de una dama como prueba de mantener el honor sobre cualquier tentación.

El amor no era considerado como requisito para el matrimonio, más bien era una ofensa sacrílega. San Pablo censura cualquier tipo de expresión sexual exceptuando su función reproductiva. El Cristianismo rechaza la presencia del placer en general y particularmente en la sexualidad. Por lo tanto el concepto de amor en la Cristiandad primitiva estaba ceñido por la filosofía Platónica: debe ser espiritual y no corporal. El amor platónico es una acción que nos lleva a la belleza y a la verdad, ajeno al placer es una meta inalcanzable. La pasión que acompaña al amor es concebida como un disturbio del alma, por ello amar siempre debe ser un acto sublime ajeno a los sentidos[24].

Para Aristóteles el amor es φιλíα (philos), la fraternidad, hace referencia a la amistad como virtud jerárquicamente superior a φυσ (eros) porque ajeno a las pasiones, philos es entrega incondicional, desinteresada, con el fin de mantener los lazos asentados en la lealtad y la estimación[25].

Cuando se habla de amor en la Biblia se utiliza el término ἀγάπη (ágape) entendido como caridad, en Latín caritas, significa el amor como auto sacrificio. De ninguna manera se utiliza el término eros, erradicado de la concepción espiritual dada al ágape[26]. Ágape es desprendimiento, un don de Dios. Es la relación amorosa entre Dios y los hombres y la relación generosa entre la mujer y el varón. Eros es el amor egoísta y posesivo, mientras ágape es el amor en busca del beneficio del otro, es darse de manera gratuita, en una decisión libre sin la existencia de la necesidad ni el placer sensorial, sino en la satisfacción del altruismo[27].

La evolución del amor nos permite entenderlo como una construcción social, dependiendo del contexto histórico las relaciones amorosas se han definido de una u otra manera. Es indudable la concepción del amor actual asociado al romanticismo. Si lo consideramos como el fervor de la pasión y la ternura, los vínculos amorosos están centrados en el bienestar, por ello la sexualidad restrictiva resulta efímera, tarde o temprano será invadida por el aburrimiento, el peor enemigo del amor romántico[28].

El amor pleno contempla una relativa estabilidad entre pasión, intimidad y compromiso mientras que los tipos de amor incompletos fomentan la presencia de uno o dos de estos elementos: sólo intimidad es cariño, pasión es enamoramiento, compromiso  es amor vacío; intimidad y pasión es amor romántico, pasión y compromiso definen al amor fatuo, compromiso e intimidad a la amistad[29].

El surgimiento de las nuevas formas de amar se relaciona con la crisis del amor pleno y el apogeo del amor romántico.  En un estudio se identificó que la ruptura de pareja durante el noviazgo y el matrimonio se producen debido a la predominancia de lazos románticos basados en la pasión o en la amistad[30]. Esto señala que el amor romántico y la amistad no pueden sostener la convivencia conyugal.

El poliamor requiere la erradicación de los celos, obliga a eludir los sentimientos de posesividad, sólo posible si la relación de pareja no entraña el acuerdo de exclusividad afectiva y sexual. Según Jillian Deri es imposible el surgimiento de los celos en los polys[31]. Si el poliamor se sustenta en el amor romántico y éste a su vez deviene de la pasión, es inevitable la activación del sentimiento de pertenencia debido a la ineludible comparación entre una pareja y otra, alguna otorgará mayor placer y bienestar.

Se añade otro problema, muchos polys se definen bisexuales, por ello algunos autores consideran al poliamor como una orientación sexual donde las personas, en lugar de asumir su orientación bisexual dan rienda suelta a su actividad sexual sin considerar el sexo de sus parejas, aduciendo la connotación de la libertad para entablar relaciones amorosas con más de una persona al mismo tiempo[32].

Los polys se apegan a la concepción del amor aristotélica, aducen la irrelevancia de lo sexual ante la predominancia de la amistad, porque promueve la lealtad, honestidad, intimidad y durabilidad. Sostienen una postura transgresora ante la monogamia, sinónimo de opresión[33]. Sin embargo, el amor libre propuesto en esta concepción no puede ser libre porque se rige a un acuerdo entre los miembros de la pareja[34], tiene sus reglas, alcances y limitaciones, por ejemplo en algunos contratos se prohíben los vínculos con personas muy allegadas.

El amor es más que un sentimiento, es el lazo afectivo y sexual entre dos personas que se legitiman a partir del abandono de sus expectativas[35], establecen un compromiso desde la inversión en la relación, la valoración de la elección y la satisfacción de estar juntos[36]. El poliamor no es amor, es imposible amar a más de una persona porque no se establece el compromiso ni se promueve la legitimidad de los ajenos al lazo construido en un proceso histórico relacional. Tal vez seamos una especie sociosexualmente irrestricta, pero como humanos estamos por encima de los comandos genéticos, el amor no es una condición de sobrevivencia, lo es de la existencia: es en el amor donde podemos existir.

La monogamia es una forma de estructurar la convivencia conyugal, es un error pensar en ella como fidelidad, es más, no sería posible la infidelidad si no existiese monogamia. El matrimonio ideado por los romanos y universalizado por los cristianos se funda como una relación monógama, esto es de una sola esposa y de un solo esposo, regido por un contrato. Es una manera de fundar a la familia. De ninguna manera exigía del amor, su inserción fue un fenómeno del siglo XX. El poliamor confunde los tipos lógicos, se ofende con la monogamia y asume al amor libre como la rebelión contra el matrimonio. Al hacerlo atenta contra el amor, no contra la institución matrimonial, porque en ella es prescindible la unión romántica.

El amor está sobre el matrimonio y sobre el amor romántico[37]. Es por sí mismo transgresor[38], los amantes construyen un mundo donde es posible ser a pesar de lo establecido, por ello es independiente del matrimonio. Haciendo una analogía, el matrimonio es la casa del amor, la estructura es construcción social, contiene a las personas que decidieron invertir en una relación donde el riesgo de equivocarse en la elección es grande.

El amor se construye en la convivencia, los sentimientos románticos son efímeros, ambiguos y dinámicos, el amor es estable porque surge de la validación cotidiana del otro, el afán de los amantes es despojarse de las expectativas para dejar al otro en libertad a pesar del riesgo de dejar de ser amado. Ambos hacen lo mismo, el uno por el otro en un juego de reciprocidades infinito, es mantenerse como testigo de la felicidad del otro y favorecerla.

El poliamor no es amor porque no construye una relación en la convivencia, siguiendo la metáfora de la casa, se trata de personas en situación de calle, no van a ningún lado, simplemente esperan sentirse bien, unos con hedonismo y otros con amistad, ninguno se atreve a amar porque no invierten ni asumen un compromiso, al que temen de sobremanera.






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