Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.
Y
si me voy por los caminos
Recurro
al aroma olvidado
De
una rosa deshabitada,
De
una fragancia que perdí
Como
se extravía la sombra:
Me
quedé sin aquel amor
Desnudo
en medio de la calle.
Pablo
Neruda
Cuando hacemos referencia a los
componentes del amor debemos recurrir a los postulados de Robert Stenberg,
quien a partir del análisis factorial estadístico los identifica: pasión,
intimidad y compromiso. La pasión hace referencia al erotismo, la intimidad a
la implicación afectiva fundamentada en la confianza y el compromiso a la
decisión de establecer un vínculo de exclusividad[1].
Según los estudios de Caryl Rusbult el cimiento del amor se encuentra en el
compromiso, producido por los niveles de inversión de cada uno de los cónyuges[2]
En su libro “Nuevas formas de Amar”
Regina Navarro[3]
hace una revisión de la evolución en las relaciones amorosas, definiendo la
presencia de una diversidad de relacionamientos actuales, oscilantes entre el
matrimonio tradicional, la unión libre y sus variantes. En nuestro medio se ha
implantado el prende como una forma
amorosa erótica sin intimidad y sin compromiso, una manera transgresora de la
normativa amorosa y sexual, no solamente por erradicar del vínculo al romance
sino también al coito[4].
Los jóvenes actuales tienen una actitud
negativa hacia el matrimonio[5],
de lo que se desprende la posibilidad de un mayor interés en la realización
personal en vez de la construcción de una familia[6].
Estos cambios son consecuentes con la evolución de la emancipación femenina y
la importancia dada al trabajo. Las mujeres han desarrollado una identidad
independiente del varón, determinando un rechazo al rol de la madre-esposa[7],
adviniendo a la realización personal como el sentido de su vida[8].
A eso se suma el tiempo laboral, incrementado desde hace varios años, las
personas están más tiempo en sus ambientes laborales que en los familiares[9].
Sin embargo, la esencia del problema
radica en la decadencia de las relaciones de parejas formales y tradicionales,
la predominancia de la infidelidad es un ejemplo de ello. En el informe Kinsey
(1949) en Estados Unidos, uno de cada dos varones manifestaba que había sido
infiel[10].
Hoy la infidelidad femenina se ha incrementado, asociada a la violencia
intrafamiliar en el caso Latinoamericano[11]
y a la emancipación en el caso de los países con mayor desarrollo económico[12].
Comparados los estadounidenses con migrantes asiáticos, la posibilidad del
divorcio es menor en los segundos, debido principalmente a la concepción
tradicional del matrimonio[13].
Este entorno desfavorece la decisión de
comprometerse en un lazo amoroso para toda la vida, el temor a fracasar en el
matrimonio y la pérdida de la libertad son centrales para el desarrollo de nuevas
formas de amar. Una de ellas es el poliamor.
El término apareció en las redes
sociales polyamory, se oficializa con
la creación de la Polyamory Society
en 1996. Surge como consecuencia de la insatisfacción con la sexualidad
restricta en la vida monógama, se trata de la relación amorosa donde cada uno
de los miembros de la pareja tiene la libertad de establecer vínculos
románticos al mismo tiempo con otras personas sin que ello implique la ruptura
con la pareja central, no implica necesariamente tener interacción sexual. Esto
dice la Polyamory Society:
“La mayor parte de los polys (abreviación de poliamorosos), define al amor como un
lazo serio, íntimo, romántico, más o menos estable y afectivo que una persona
tiene por otra o por un conjunto de otras personas y que normalmente, pero no
necesariamente incluye actividad sexual”[14].
La inserción del poliamor se realizó en las redes de Internet, con relaciones
amorosas virtuales. El cuestionamiento surge sobre si se puede o no considerar
ese tipo de interacción como infidelidad[15].
Independiente a ese problema, es posible afirmar el establecimiento de
relacionamientos románticos en el ámbito de la comunicación virtual[16].
En el
prende se despoja al amor de los elementos intimidad y compromiso, mientras
que en las relaciones virtuales se produce el aislamiento de la intimidad,
aunque puede de alguna manera introducirse la pasión[17].
Lo claro en ambos casos es la resistencia hacia el compromiso.
La concepción del amor es romántica
desde la perspectiva de los polys. El
amor es definido como un sentimiento. Fisher lo considera un impulso
fisiológico formado por el deseo sexual y la necesidad de protección[18],
por su parte Feeney se refiere al amor romántico como apego adulto[19].
Formular al amor como un sentimiento es definirlo de manera romántica.
El amor romántico se origina durante la
Edad Media y se consolida en el Renacimiento, su antecedente es el amor cortesano[20].
La principal premisa indica la imposibilidad del amor dentro del matrimonio. Se
trata de un lazo afectivo con una dama honorable, generalmente casada. El fin
no era tener relaciones sexuales, sino
conquistarla. Se patentiza el juego de la conquista en la leyenda de Tristán e
Isolda, una historia absurda si no se la ve desde la óptica del amor como un
imposible[21],
o en la tragedia de Romeo y Julieta, el amor irracional fomenta la inclusión de
la muerte[22].
Tolkien traduce al inglés moderno la
obra Sir Gawain y el caballero verde,
llamando la atención sobre uno de los principios del código de la caballería:
no ceder al deseo sexual[23].
Resulta curiosa la aventura de este caballero de la mesa redonda, cuyo fin es
dar fiel cumplimiento a las exigencias del código. Una de ellas fue resistir a
los encantos de una dama como prueba de mantener el honor sobre cualquier
tentación.
El amor no era considerado como
requisito para el matrimonio, más bien era una ofensa sacrílega. San Pablo censura
cualquier tipo de expresión sexual exceptuando su función reproductiva. El
Cristianismo rechaza la presencia del placer en general y particularmente en la
sexualidad. Por lo tanto el concepto de amor en la Cristiandad primitiva estaba
ceñido por la filosofía Platónica: debe ser espiritual y no corporal. El amor
platónico es una acción que nos lleva a la belleza y a la verdad, ajeno al
placer es una meta inalcanzable. La pasión que acompaña al amor es concebida
como un disturbio del alma, por ello amar siempre debe ser un acto sublime
ajeno a los sentidos[24].
Para Aristóteles el amor es φιλíα (philos), la fraternidad, hace referencia
a la amistad como virtud jerárquicamente superior a φυσ (eros) porque ajeno a las pasiones, philos es entrega incondicional,
desinteresada, con el fin de mantener los lazos asentados en la lealtad y la
estimación[25].
Cuando se habla de amor en la Biblia se
utiliza el término ἀγάπη (ágape)
entendido como caridad, en Latín caritas, significa el amor como auto sacrificio.
De ninguna manera se utiliza el término eros, erradicado de la
concepción espiritual dada al ágape[26]. Ágape es
desprendimiento, un don de Dios. Es la relación amorosa entre Dios y los
hombres y la relación generosa entre la mujer y el varón. Eros es el
amor egoísta y posesivo, mientras ágape es el amor en busca del
beneficio del otro, es darse de manera gratuita, en una decisión libre sin la
existencia de la necesidad ni el placer sensorial, sino en la satisfacción del
altruismo[27].
La evolución del amor nos permite entenderlo como
una construcción social, dependiendo del contexto histórico las relaciones
amorosas se han definido de una u otra manera. Es indudable la concepción del
amor actual asociado al romanticismo. Si lo consideramos como el fervor de la
pasión y la ternura, los vínculos amorosos están centrados en el bienestar, por
ello la sexualidad restrictiva resulta efímera, tarde o temprano será invadida
por el aburrimiento, el peor enemigo del amor romántico[28].
El amor pleno contempla una relativa estabilidad
entre pasión, intimidad y compromiso mientras que los tipos de amor incompletos
fomentan la presencia de uno o dos de estos elementos: sólo intimidad es
cariño, pasión es enamoramiento, compromiso es amor vacío; intimidad y pasión es amor
romántico, pasión y compromiso definen al amor fatuo, compromiso e intimidad a
la amistad[29].
El surgimiento de las nuevas formas de amar se
relaciona con la crisis del amor pleno y el apogeo del amor romántico. En un estudio se identificó que la ruptura de
pareja durante el noviazgo y el matrimonio se producen debido a la
predominancia de lazos románticos basados en la pasión o en la amistad[30]. Esto señala que el amor
romántico y la amistad no pueden sostener la convivencia conyugal.
El poliamor requiere la erradicación de los
celos, obliga a eludir los sentimientos de posesividad, sólo posible si la
relación de pareja no entraña el acuerdo de exclusividad afectiva y sexual.
Según Jillian Deri es imposible el surgimiento de los celos en los polys[31].
Si el poliamor se sustenta en el amor romántico y éste a su vez deviene
de la pasión, es inevitable la activación del sentimiento de pertenencia debido
a la ineludible comparación entre una pareja y otra, alguna otorgará mayor
placer y bienestar.
Se añade otro problema, muchos polys se
definen bisexuales, por ello algunos autores consideran al poliamor como
una orientación sexual donde las personas, en lugar de asumir su orientación
bisexual dan rienda suelta a su actividad sexual sin considerar el sexo de sus
parejas, aduciendo la connotación de la libertad para entablar relaciones
amorosas con más de una persona al mismo tiempo[32].
Los polys se apegan a la concepción del amor
aristotélica, aducen la irrelevancia de lo sexual ante la predominancia de la
amistad, porque promueve la lealtad, honestidad, intimidad y durabilidad. Sostienen
una postura transgresora ante la monogamia, sinónimo de opresión[33]. Sin embargo, el amor
libre propuesto en esta concepción no puede ser libre porque se rige a un
acuerdo entre los miembros de la pareja[34], tiene sus reglas,
alcances y limitaciones, por ejemplo en algunos contratos se prohíben los
vínculos con personas muy allegadas.
El amor es más que un sentimiento, es el lazo
afectivo y sexual entre dos personas que se legitiman a partir del abandono de
sus expectativas[35],
establecen un compromiso desde la inversión en la relación, la valoración de la
elección y la satisfacción de estar juntos[36]. El poliamor no
es amor, es imposible amar a más de una persona porque no se establece el
compromiso ni se promueve la legitimidad de los ajenos al lazo construido en un
proceso histórico relacional. Tal vez seamos una especie sociosexualmente
irrestricta, pero como humanos estamos por encima de los comandos genéticos, el
amor no es una condición de sobrevivencia, lo es de la existencia: es en el
amor donde podemos existir.
La monogamia es una forma de estructurar la
convivencia conyugal, es un error pensar en ella como fidelidad, es más, no
sería posible la infidelidad si no existiese monogamia. El matrimonio ideado
por los romanos y universalizado por los cristianos se funda como una relación
monógama, esto es de una sola esposa y de un solo esposo, regido por un
contrato. Es una manera de fundar a la familia. De ninguna manera exigía del
amor, su inserción fue un fenómeno del siglo XX. El poliamor confunde
los tipos lógicos, se ofende con la monogamia y asume al amor libre como la
rebelión contra el matrimonio. Al hacerlo atenta contra el amor, no contra la
institución matrimonial, porque en ella es prescindible la unión romántica.
El amor está sobre el matrimonio y sobre el amor
romántico[37].
Es por sí mismo transgresor[38], los amantes construyen
un mundo donde es posible ser a pesar de lo establecido, por ello es
independiente del matrimonio. Haciendo una analogía, el matrimonio es la casa
del amor, la estructura es construcción social, contiene a las personas que
decidieron invertir en una relación donde el riesgo de equivocarse en la
elección es grande.
El amor se construye en la convivencia, los
sentimientos románticos son efímeros, ambiguos y dinámicos, el amor es estable
porque surge de la validación cotidiana del otro, el afán de los amantes es
despojarse de las expectativas para dejar al otro en libertad a pesar del
riesgo de dejar de ser amado. Ambos hacen lo mismo, el uno por el otro en un
juego de reciprocidades infinito, es mantenerse como testigo de la felicidad del
otro y favorecerla.
El poliamor no es amor porque no construye
una relación en la convivencia, siguiendo la metáfora de la casa, se trata de
personas en situación de calle, no van a ningún lado, simplemente esperan
sentirse bien, unos con hedonismo y otros con amistad, ninguno se atreve a amar
porque no invierten ni asumen un compromiso, al que temen de sobremanera.
[1] Sternberg, R. J. (1986). A
triangular theory of love. Psychological review,
93(2), 119.
[2]
Rusbult, C. E., Johnson, D. J., & Morrow, G. D. (1986). Predicting
satisfaction and commitment in adult romantic involvements: An assessment of
the generalizability of the investment model. Social Psychology Quarterly,
49(1), 81-89.
[4] Pinto, B. (2019) Psicología del amor, primera parte: el amor
en la pareja. 2a edición. Universidad Católica Boliviana “San Pablo”
[5] Meraz, M. G., & Lagunes, I.
R. (2009). Actitudes hacia el matrimonio y el divorcio: diferencias por sexo,
residencia y estatus de pareja. Psicología Iberoamericana, 17(1),
48-56; García
Meraz, M. (2012). Actitudes hacia la transformación de la vida en pareja: soltería,
matrimonio y unión libre; Aguilar, L. & Pinto, B. (2017) Actitudes hacia el matrimonio en adolescentes
de la ciudad de Oruro y La Paz, Tesis de grado de Licenciatura en
Psicología, Universidad Católica Boliviana San Pablo. Disponible en: http://www.bibvirtual.ucb.edu.bo:4090/tesis/ucb_psi/2018/aguilar_ol/
[6] Nock, S.
L. (1995). A comparison of marriages and cohabiting relationships. Journal
of Family Issues, 16(1), 53-76; Sánchez, C. (2008). La familia: concepto, cambios y
nuevos modelos. Revista La Revue du REDIF, 2 (1), 15, 22.
[7] i Girona, J. R. (2003). Esposa y madre. Mujeres y hombres en la
España franquista: sociedad, economía, política, cultura, (9), 45.
[9] Burke, R. J. (1988). Some antecedents of work-family conflict. Journal
of Social Behavior and personality, 3(4), 287.
[10] Kinsey, A. C., Pomeroy, W. B., & Martin, C. E. (1949). Sexual
behavior in the human male. The Journal of Nervous and Mental Disease, 109(3),
283.
[11] Romero, H., Romero, L., &
Arellano, J. (2017, April). La infidelidad femenina como producto de la
violencia intrafamiliar. In Anales de la Facultad de Medicina (Vol. 78,
No. 2, pp. 161-165). UNMSM. Facultad de Medicina.
[12] Fincham, F. D., & May, R. W.
(2017). Infidelity in romantic relationships. Current Opinion in Psychology,
13, 70-74;
[13] Yuan, S., & Weiser, D. A. (2019). Relationship dissolution following
marital infidelity: comparing European Americans and Asian Americans. Marriage
& Family Review, 1-20.
[14] Disponible en:
http://www.polyamorysociety.org/
[15] Hertlein, K. M., & Piercy,
F. P. (2006). Internet infidelity: A critical review of the literature. The Family
Journal, 14(4), 366-371.
[17] Cooper,
A. (1998). Sexuality and the Internet: Surfing into the new millennium. CyberPsychology
& Behavior, 1(2), 187-193.
[18] Aron, A., Fisher, H., Mashek, D.
J., Strong, G., Li, H., & Brown, L. L. (2005). Reward, motivation, and
emotion systems associated with early-stage intense romantic love. Journal
of neurophysiology, 94(1), 327-337.
[21] Jackson, W. T. H., & Jackson,
W. T. H. (1971). The anatomy of love: The Tristan of Gottfried von
Strassburg (p. 39). New York, London: Columbia University Press.
[22] MacKenzie, C. G. (2007). Love,
sex and death in Romeo and Juliet. English Studies, 88(1), 22-42.
[24] Osborne, Catherine
(1994) Eros Unveiled: Plato and the God of Love. Clarendon Press,
Oxford.
[27] Post, S. (2002). The tradition of
agape. Altruism and altruistic love: Science, philosophy, and religion in
dialogue, 51-64.
[28] Tunariu,
A. D., & Reavey, P. (2003). Men in love: Living with sexual boredom. Sexual
and Relationship Therapy, 18(1), 63-94¸Matthews, S., Giuliano, T.,
Rosa, M., Thomas, K., Swift, B., Ahearn, N. D, & Mills, M. (2018). The battle against bedroom boredom:
Development and validation of a brief measure of sexual novelty in
relationships. The Canadian Journal of Human Sexuality, 27(3),
277-287.
[30] Grote,
N., & Frieze, I. (1994). The measurement of Friendship‐based Love in
intimate relationships. Personal Relationships, 1(3), 275-300.
[31] Deri, J.
(2015). Love's refraction: Jealousy and compersion in queer women's
polyamorous relationships. University of Toronto Press.
[32] Klesse, C. (2014). Polyamory: Intimate practice, identity or sexual
orientation?. Sexualities, 17(1-2), 81-99.
[33] Ceredeira, A. (2013). Reflexões sócio-antropológicas sobre
poliamor e amor romântico. RBSE–Revista Brasileira de Sociologia da Emoção,
12(35), 490-505.
[34] Ferrario, C. (2018). Poliamor,
parejas abiertas y anarquía relacional. En: X Jornadas de Sociología de la
Universidad Nacional de La Plata (Ensenada, 5 al 7 de diciembre de 2018).
[35] De la
Fuente, J. (1997). El lenguaje desde la biología del amor. Literatura y
lingüística, (10).
[38] Alberoni,
F. (1980). Enamoramiento y amor: nacimiento y desarrollo de una impetuosa y
creativa fuerza revolucionaria, Gedisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario