Por: Dr. Bismarck Pinto Tapia[1]
Universidad Católica Boliviana “San Pablo”
Se
puede confiar en las malas personas, no cambian jamás.
Faulkner,
William
Jesucristo, enséñanos a
amar;
cada vez más, cada día más
con desinterés.
No por sentir necesidad de afecto,
sino porque los demás
necesitan amor.
Luis Espinal.
¿Cómo explicar el mal? Hanna
Arendt lo consideraba una condición del entorno sustentado en los valores de cualquier
postura totalitaria, se propiciaba la falta de toma de conciencia del mal. Acuña
el término “banalidad del mal”[2]. Coincide
con los experimentos de Milgram[3]: las
personas tendemos a anular nuestros principios ante la presión ejercida por la
autoridad. La serie de estudios en Standford acerca del comportamiento de
falsos guardias y falsos reos en una prisión, llevó a Philip Zimbardo a
concluir que el mal no necesariamente es una condición personal, sino una
contingencia con el contexto[4].
Sin embargo, tanto en el caso de
los nazis, como los participantes del experimento sobre el autoritarismo y en
la cárcel ficticia, no todos anularon sus principios y se resistieron a actuar cruelmente.
Hay casos extremos como el de Desmond Doss, cabo del ejército estadounidense,
perteneciente a la Iglesia Adventista. Durante la Segunda Guerra Mundial se
niega rotundamente a matar, no acepta ir armado al campo de batalla, es un objetor de conciencia, es
decir, alguien desobediente ante las consignas de la autoridad[5].
Coincide con el nivel ético más alto del ser humano, Kierkegaard se refiere a
la autotrascendencia[6],
Kohlberg identifica con la moral del sexto estado post convencional: principios
éticos universales[7].
La pregunta deja de ser sobre el
mal, se la sustituye con otra: ¿qué hace con que las personas a pesar del
contexto anómico[8], se
sometan al principio ético universal sobre todo no dañar (primum non nocere)?
Considero que la respuesta se
encuentra en las relaciones familiares. Los estudios acerca del extremo del
mal: la psicopatía, señalan fehacientemente la presencia de un factor genético
para las conductas antisociales[9]. Sin
embargo esta predisposición no se manifiesta sin la inserción de la persona en
un entorno familiar disfuncional y un entorno social anómico[10].
El estudio de los asesinos
seriales se ha convertido en una obsesión científica, por lo tanto, existe
información detallada de las condiciones asociadas a la manifestación de su
crueldad. No cabe la menor duda que uno de los factores comunes es la vida
familiar disruptiva de estos sujetos. Experiencias violentas en la temprana
infancia, maltrato físico y sexual, frustración en la realización de sus
expectativas de realización[11].
Los juegos relacionales en la
familia de los asesinos seriales, coinciden con la triangulación patológica
descrita por Murray Bowen[12]: la
presencia de la pseudomutualidad
parental[13] y el doble
vínculo en la comunicación[14][15].
La funcionalidad familiar se
caracteriza por relaciones interpersonales dirigidas a la individualización de
sus miembros, como consecuencia se produce la emancipación y desvinculación[16]. El
proceso relacional fundamental es la legitimación, es decir reconocer a la
persona como alguien independiente de las expectativas familiares[17]. Los
lazos afectivos y la legitimación consecuente con ellos son la base para el
desarrollo de personas amorosas.
La familia es el lugar donde se
establecen los modelos de la realidad tanto objetiva como subjetiva. El estilo
de apego seguro fomenta las actitudes positivas del cuidado tierno de los
niños, favoreciendo la capacidad de afrontar las separaciones al fortalecer la
esperanza[18]. Al
contrario, el apego inseguro es el cimiento de la amargura, no existe la
experiencia de consuelo ni la esperanza.
La dinámica en la construcción de
la identidad requiere de la nutrición
afectiva[19], esto es
dotar de seguridad emocional a partir de la protección. A ella se suma la
importancia de la valoración de las diferencias[20]. El sí mismo es consecuencia de la conciencia
del amor de los cuidadores, el apego y la regulación emocional[21]. La
conciencia de uno mismo se construye a través de las interacciones en la familia,
la interpretación de nuestra existencia depende de la manera cómo somos
percibidos de pequeños y cómo se manejó nuestra indefensión[22].
El amor, entendido como el
accionar con el otro, permitiendo su diferenciación y alentando su realización,
es explicado por Rusbult en su modelo del fenómeno Miguel Ángel,
consistente en sacar lo mejor del otro[23],
accionar de los padres hacia los hijos desde los primeros años de vida.
La conciencia del amor produce
angustia como consecuencia de la incertidumbre, porque al amar asumimos el
derecho que tiene la persona amada de tomar decisiones a expensas de nuestras
expectativas. Es un permanente dejar partir. Amar es libertad, jamás posesión.
Por ello, el amor trasciende a los sentimientos que lo constituyen: el deseo
sexual y la ternura. Es más, el acto de amor más sublime se produce cuando el
amante a pesar de la intensidad de sus sentimientos, deja marchar. Amor es
siempre desprendimiento para beneficiar al otro.
La investigación sobre el amor y
el apego confirma el postulado anterior[24], el
apego adulto es seguro cuando somos capaces de dejar al otro ser lo que puede
ser e inseguro cuando insistimos en ajustarlo a nuestras expectativas. Los
componentes del amor según las investigaciones de Robert Sternberg son: intimidad,
pasión y compromiso[25]. La
intimidad se fundamenta en la confianza, la pasión en el erotismo y el
compromiso en la decisión racional de formar pareja.
Los estudios sobre los factores
relacionados con la efectividad de las relaciones conyugales, realizados por
Caryl Rusbult, demuestran que el pilar del amor es el compromiso, debido a la
inversión, la elección óptima de la pareja y la satisfacción[26]. Al
identificar a la inversión como el elemento indispensable para darle solidez al
amor, Rusbult muestra cómo el amar es necesariamente un riesgo, porque la
persona entrega la totalidad de su ser a un desconocido, sin la seguridad de
que la relación funcionará. Además debemos asegurarnos de evitar forzar la
permanencia del otro en nuestra vida. La incertidumbre es el eje neurálgico de
toda relación amorosa, sin la esperanza no es posible amar.
Desde la perspectiva relacional
sistémica, se define al poder como un proceso vincular dual, donde uno de los
agentes define la comunicación[27]. Alguien
manda y alguien obedece, estableciéndose una relación complementaria,
asimétrica. La realidad es definida por quien manda y asumida por quien
obedece. Quien ostenta el poder tiene la potestad de manipular la realidad a su
capricho[28]. Vale la
pena señalar que el poder no es un fenómeno estrictamente individual, se
requiere un contexto donde se pueda gestar el proceso de apropiamiento del
poder, Hitler no hubiese sido Hitler en otro momento histórico sino en aquél
crítico de la sociedad alemana[29].
Es pertinente diferenciar el poder sobre del poder para. En el primer caso el poderoso
mantiene a los súbditos al servicio de sus propios intereses, mientras que en
el segundo emplea su dominio para el beneficio de sus seguidores[30]. El poder sobre se asocia con el dominio y el poder para con la democracia. Los
dominantes están interesados en la gloria personal, mientras que los demócratas
están en función de las demandas de los gobernados.
La idea del poder requiere una
visión relacional, no puede existir poderoso sin sometidos. Por lo tanto es
importante la actitud del sometido para fomentar la interacción del poderoso.
Este tema es abordado por Haley cuando reflexiona sobre el poder de Jesucristo[31],
manifiesto en la máxima: Mas a
vosotros los que oís, digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Y
al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la
capa, ni aun el sayo le defiendas. Y a cualquiera que te pidiere, da; y al que
tomare lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que os hagan
los hombres, así hacedles también vosotros (Lc., 6,
27-31).
Según Haley, la mejor oposición
al dominio es la táctica cristiana, demostrar al opresor la inocuidad de su
dominio. Al contrario, el sometimiento fortalece la violencia del ofensor.
Habiendo mencionado la palabra violencia, no
puede existir poder sobre sin
ella. Maturana al respecto enuncia: todo sustantivo tiene un verbo que lo sostiene. El verbo que sostiene
el sustantivo amor es el dejar aparecer, el escuchar y el ver, de modo que el
otro tenga presencia. La queja de no ser amado o ser querido, son siempre
quejas por no haber tenido presencia[32]. Por lo
tanto el amor se refiere al reconocimiento de la existencia y libertad del
otro, mientras la violencia lo anula, impide su manifestación libre, niega la
existencia del otro.
La acción violenta la ejerce el
dominador en lo que se denomina violencia complementaria. La violencia
simétrica, por su parte es la manifestación de dos entidades en pos del poder,
ocasionando una escalada simétrica[33]. El
poder se centra en el control de la vida del otro, es insoportable la libertad,
se pretende la posesividad. En la relación de pareja, se expresa con los celos,
en el afán de lograr la total subordinación del otro se limita cualquier tipo
de interacción donde el ofensor corra el riesgo de no ser la prioridad en la
vida de su consorte[34].
¿Cómo se estructura la familia
del poderoso? Se trata de familias centradas en la amargura, viven bajo la
sensación de frustración. La pareja está simbiotizada, uno no puede ser sin el
otro en el afán de llenar los vacíos afectivos infantiles, demandan a su
cónyuge la satisfacción de los mismos. Ambos hacen lo mismo, uno de manera
progresiva y el otro, regresiva. La consecuencia es un juego sin fin porque
ninguno puede dar lo que no recibió, y si lo diera no podrá ser reconocido
porque a pesar de la demanda, ninguno conoce lo que pide. Este fenómeno
conyugal patológico ha se denomina colusión[35].
La disfuncionalidad familiar
requiere de triangulaciones relacionales, juegos donde se involucra a los
hijos. La colusión se define como una triangulación. Los triángulos
relacionales pueden ser perversos, rígidos o patológicos. Los primeros hacen
alusión a un vínculo simétrico entre alguno de los progenitores con algún hijo
o hija, excluyendo al otro cónyuge. La triangulación rígida, se refiere a la
parentalización de los hijos, uno o ambos padres se colocan en una situación
complementaria en relación a la hija o hijo. El triángulo patológico se enmarca
en la honorable fachada familiar, donde prima la pseudomutualidad, es decir
aparentemente todo está bien, existe igualdad de condiciones y respeto entre
los miembros de la familia, cuando en realidad no es así, es un fingimiento
donde pulula el doble vínculo[36].
El tipo de triangulación define
la estructura de personalidad patológica de los hijos. En cuanto a la
estructura relacionada con el poder, la triangulación perversa establece
conflictos de identidad, desvalorización de uno de los progenitores e idolatría
por el otro. La consecuencia funesta será el odio encarnizado hacia las
personas del sexo similar al padre o madre denigrado y un fanatismo hacia el
sexo de la persona donde se estableció la alianza. El padre o madre desvalorizados
puede representarse con la ideología o
grupo social odiado, mientras la sobrevaloración será producto del vínculo incestuoso.
En la triangulación rígida, la
consecuencia será el narcisismo y el desconocimiento de la autoridad, nadie más
que el gobernante tiene la razón, los demás son vistos como seres inferiores.
La necesidad de ser obedecido es fundamental.
Finalmente, en la triangulación
patológica se ubican los personajes más nefastos, puesto que han vivido en un
entorno anómico, aprendieron a manipular mientras disimulan perfección moral. La
emoción personotípica[37] es el
odio, la realización del sí mismo está en la destrucción del otro al cual se lo
ve como objeto de una ideología y no como persona.
En síntesis, en las familias
amorosas se aprende a vivir con la incertidumbre gracias a la sensación de
esperanza. Se permite la emancipación y la desvinculación porque se aprendió a
afrontar la separación. El ambiente familiar permite correr riesgos a sabiendas
de la protección incondicional. Es posible la legitimación, esto es reconocer
al otro a pesar de las expectativas. El mecanismo relacional es el fenómeno Miguel Ángel, porque
se pretende sacar lo mejor del otro. La relación interpersonal se basa en el
respeto, por ello la moral se encuentra en niveles post convencionales. La
función familiar es promover el bienestar del otro. El eje relacional es el
amor.
En las familias amargadas, se
pretende la certidumbre, gobierna la obediencia, para promoverla requiere del
miedo. Es imposible la desvinculación y para ello se fomenta la dependencia
afectiva y económica, por ende tampoco es posible la emancipación. El entorno
familiar prohíbe la libertad de las decisiones, estás deben someterse al
mandato familiar representado por las figuras opresoras. Las familias
experimentan violencia interna, ya sea entre los padres o de padres a hijos, en
las más patológicas la violencia puede darse de los hijos hacia los padres. No
se permite la legitimación, la aceptación del otro está condicionada al
cumplimiento de los mandatos del juego relacional triangular. Las
interrelaciones se basan en el miedo, por ello la moral es pre convencional:
premio y castigo o sometida a intereses personales. El mecanismo que sostiene
los vínculos familiares es la violencia, porque la organización familiar
depende del control y dominio. La función familiar es promover la realización
del o de los dominadores.
La madre tuvo la amarga
experiencia de perder a los seis hijos previos a Adolf. Fue una madre abnegada,
centrada en proteger a su hijo. El lazo entre hijo y madre era muy estrecho al
grado que la muerte de su madre fue uno de los más grandes dolores en la vida
de este déspota.
Es probable una personalidad
narcisista-paranoide en la organización psicopática. Las características del
trastorno narcisista son[39]: patrón
general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), necesita
ser admirado, es incapaz de ser empático. Exagera sus logros y capacidades,
espera ser reconocido como superior, se preocupa por fantasías de éxito
ilimitado, poder, brillantez, belleza o amores imaginarios. Se siente único y
solamente puede ser comprendido por personas especiales de alto nivel, exige
una admiración excesiva y se muestra pretencioso, esperando ser tratado de
manera especial y que se cumplan inmediatamente sus expectativas. Con los demás
es explotador, utilizando a las personas para lograr sus propias metas; evita
reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
Frecuentemente siente envidia hacia los demás o cree que lo envidian a él; se muestra arrogante y
soberbio.
En cuanto a la estructura
paranoide[40]: desconfianza
y suspicacia general, interpreta las intenciones de los demás como maliciosas.
Sospecha sin fundamento suficiente que los demás se van a aprovechar de él, le
harán daño o le engañarán. Duda de la lealtad de los amigos y de su pareja y
evita confiar en los demás, porque teme que la información que de la usen en su contra. En situaciones
insignificantes vislumbra significados ocultos degradantes o amenazadores. Es
rencoroso, no olvida insultos o desprecios, percibe ataques a su persona que no
son evidentes para los demás y está dispuesto a contraatacar.
Se trata de un psicópata puesto
que cumple los criterios de una personalidad antisocial: desprecio y violación
de los derechos de los demás. Fracaso para adaptarse a las normas sociales, usualmente
comete actos contrarios a la ley. Deshonesto, cínico, miente frecuentemente,
estafando a las personas para obtener beneficios personales o por placer.
Impulsividad, irritabilidad y agresividad.
Por lo tanto Hitler poseía una
estructura de personalidad psicopática con rasgos narcisistas y paranoides.
Cuando a una persona ignorante tiene la oportunidad de encaramarse en el poder,
las características de su gobierno serán más desastrosas y terroríficas. Existe
relación entre prejuicio e ignorancia[41], así fue
con Hitler, un don nadie
oportunista con habilidades oratorias. El contexto histórico y la agrupación de
seguidores psicópatas favorecieron su liderazgo.
Las familias alemanas estaban en
crisis, muchas habían quedado sin el padre, muerto o prisionero, otras
recibieron a los soldados con estrés pos traumático. El país estaba sumergido
en una crisis de valores, avergonzados ante la derrota, emergen movimientos
nacionalistas en Europa, a los cuales se suma con vértigo el partido Nazi.
Otorgan a su pueblo el nuevo orgullo ario, con el surgimiento de símbolos potentes,
narraciones surgidas de las óperas wagnerianas, fácilmente Hitler se encumbra
como un ícono de la nueva Alemania. Conmueve a los alemanes desde el
resentimiento, la sed de venganza y el odio hacia los judíos[42].
Reproduce en el macrocosmos nacional su microcosmos familiar.
Es probable una simbiosis con su
madre a quien debió proteger de la crueldad de su padre[43],
instalando una construcción paranoide en su sí mismo, el miedo da lugar a la
susceptibilidad vigilante. Enaltece a la madre quien lo adula
incondicionalmente, fomentando de esa manera la egolatría y la imposibilidad de
reconocerse como un ser indiferenciado.
Hitler consideraba a la mujer un
ser despreciable, inferior al varón, incapaz de alcanzar los niveles
intelectuales masculinos, destinada a la crianza de los hijos y al cuidado del
hogar[44]. La
asocia a la masa popular, por ello pensaba dispensar el mismo trato de
conquista utilizado para la mujer. Se tiene referencia de su primer
enamoramiento, fue con Stephanie, hija
de un oficial una mujer rubia y alta, construye un amor inalcanzable, sumergido
en fantasías sin concretarlas en la realidad.
Su siguiente encaprichamiento
amoroso fue con una adolescente de 16 años, María “Mitzi” Reiter, al
conocerlo se burló de él mencionando que su bigote parecía un insecto. Esta
experiencia fue devastadora para Hitler. Sin embargo logró conquistarla desde
la seducción del poderoso, en una ocasión después de un discurso a las
multitudes, se acercó a la muchacha y la cautivó. Se encontraron las cartas de
amor escritas con ternura por Wolf, apodo
utilizado por él mismo, convencido del significado de su nombre asociado con el
lobo. Es curioso el intento suicida en esta mujer. En una entrevista de 1952
María contó su intento suicida debido a una amenaza del partido Nazi:
denunciarían a Hitler por mantener relaciones con una menor de edad. Se supo
también que Hitler la trataba como una posesión, ella estaba obligada a
obedecerle hasta en sus más ínfimos caprichos[45].
Las relaciones románticas del Führer, denotan su incapacidad de amar.
Las referencias a su relación efébica con Angela María, “Geli” Raubal, sobrina
del tirano, la encierra como una prisionera, porque expresaba que no debía
compartirla con nadie. Mantiene la relación por cinco años. Muerta en circunstancias
jamás esclarecidas - queda la duda si fue suicidio o si el propio Adolf la
asesinó- muestran las distorsiones de su sexualidad. Al parecer exigía
conductas parafílicas en la relación sexual con esta muchacha[46].
La relación más estudiada fue la
que sostuvo con Eva Braun. Al igual que las anteriores mujeres intentó
suicidarse. Lo hizo en dos ocasiones al inicio de su relación con Hitler. La
explicación de estos eventos fue la necesidad de impedir el abandono. Esta
mujer fue víctima de las peores ofensas y vejaciones tanto a nivel sexual como
en el trato cotidiano[47]. Todo
acabaría en el Búnker del Führer
con el suicidio de ambos, el 30 de abril de 1945.
Hitler
y Eva Braun
|
Retomando la triangulación de
Hitler, es factible deducir la búsqueda de valoración y reconocimiento, típico
de las estructuras narcisistas. Requiere de una pareja complementaria, es decir
alguien sumisa, enredada amorosamente desde la inferioridad, sometimiento y
dependencia. El psicópata debe dominar y ser obedecido[50].
Los lazos amorosos son
isomórficos[51] a los
establecidos en las vinculaciones afectivas primarias. Entrañan la síntesis de
la formación del sí mismo a partir de las experiencias de protección, cuidado y
legitimación. El estilo de apego infantil se activa en las relaciones
románticas, produciendo de esa manera la búsqueda de satisfacción afectiva
vivenciada durante los primeros años de vida[52]. En el
caso de las relaciones simbióticas o coludidas, se activa el estilo de apego
inseguro: ambivalente, evitativo o desorganizado, concomitante con las demandas
afectivas insatisfechas. La carencia de la nutrición afectiva condiciona la
relación perturbada. En el caso Hitler – Braun, la demanda de él está referida
sustancialmente a la necesidad de reconocimiento por su eje de personalidad
narcisista y el de ella a la necesidad de pertenencia, consecuente con el miedo
al abandono, central en la personalidad limítrofe. El lazo romántico además es
perverso, en el sentido de la urgencia de satisfacer las necesidades de control
y maltrato, probablemente extensibles a una parafilia sádica, debido a la
estructura psicopática del tirano.
¿Qué factores determinan la búsqueda de poder? Desde las referencias a
los grandes tiranos de la historia, todos ellos han respondido a estructuras de
personalidad patológicas, ceñidas por el odio y la notable capacidad de
encantamiento producido en las masas. Aprovecharon el contexto para instalarse
como gobernantes inconmovibles. Muchos de ellos gobernaron de por vida a sus
pueblos, manteniéndolos como vasallos, en una especie de adormecimiento de sus
conciencias. Quien se oponía era asesinado o expulsado del territorio. Estos monstruos
de la historia destruyeron territorios al invadirlos utilizando el nombre de
Dios en la antigüedad, y aduciendo ideologías en la actualidad. El terror
gobernó esas naciones impidiendo la expresión de las ansias de libertad. El
totalitarismo a nombre de la igualdad o la reivindicación sometieron a las
personas privándolas de la posibilidad de decidir con libertad.
El ansia de poder emergente de la
carencia de amor, se manifiesta como la meta de estos personajes. Incapaces de
empatía, comprenden a las personas como objetos a su favor o en su contra. Sólo
así se puede comprender la matanza despiadada de más de once millones de
personas, entre judíos, gitanos y otros grupos sociales durante el holocausto.
Esa masacre fue producto de la ideología nazi sustentada por un hombre
frustrado, con ansia de adulación, resentimiento, envidia y odio.
No se debe responsabilizar al
pueblo alemán de su ceguera, como no debemos hacerlo ante las mujeres víctimas
de relaciones con psicópatas. El encanto, carisma y habilidades manipulatorias,
conllevan a una especie de embrujo y adormecimiento de quienes se encuentran
vulnerables ante vacíos axiológicos asociados a la falta de sentido de sus
vidas. Personajes como Hitler, muestran una ilusión que da sentido a la vida,
luego de haberse sometido a un vacío existencial. Quienes mejor saben del odio
como el motivador por excelencia son estos monstruos, producto de historias
inmersas en crisis sociales concomitantes a la identidad desfavorecida por el
caos generado por la crisis social y económica del momento crítico para el
favorecimiento del despertar de estos nefastos seres.
Freud fue el hijo favorito de
Jacob, se patentiza en que llevó el nombre de su padre, Salomon, en hebreo: Schlomo.
Freud describe a su padre como un hombre sabio, moralmente intachable, con buen
sentido del humor. Lo consideraba cariñoso y trataba de trasmitir sus creencias
judías ortodoxas. También se mostraba autoritario, su palabra no podía
contradecirse.
Amelie fue una madre abnegada con
Sigismund, su hijo lo era todo para ella. Una anécdota muestra esa
predilección, una de sus hermanas era aprendiz de piano, en una ocasión el niño
protestó por el barullo que ésta hacía al ensayar impidiendo que él se
concentrase en sus estudios, la solución fue sencilla: la madre vendió el piano[54].
Freud se sintió decepcionado de
su padre, prometiéndose que jamás agacharía la cabeza ante un atropello
semejante. Es indudable, a partir de estas consideraciones la importancia que
tuvo para Freud la función del padre, quizás expresado de en su trabajo sobre
Moisés[56]. Para él
la figura paterna es determinante en el desarrollo de los trastornos mentales.
Es muy probable que la relación
entre Jacob y Amelie se configurase como un amor paternal, Amelie podía ser
hija de Jacob y hermana de Sigismund. Esta vinculación asociada al
conservadorismo del padre por su condición de abuelo y sus ausencias,
determinaban la postura autoritaria como una compensación a la distancia
afectiva en la relación conyugal. El padre de Freud se construye como una
imagen de respeto y admiración, al mismo tiempo desvalorización y distancia.
Elementos suficientes para la idealización de la imagen paterna.
El vínculo con la madre era
simbiótico, ella se centraba en el amor a su hijo predilecto, acrecentado
seguramente después de la muerte de su segundo hijo. Freud siempre fue una
especie de padre para el resto de sus hermanos. Es factible reconocer en su
propia historia la presencia de un complejo
de Edipo[57]. La
descripción de este complejo, fue una de las más grandes genialidades de este
hombre, describe lo que desde el modelo sistémico denominamos triangulación perversa[58].
Se identifica la triangulación
perversa cuando las pareja en conflicto se encuentran ante un dilema: o bien
una de ellas gana y la otra pierde, para favorecer la relación pueden
desintegrarse. En esa situación una solución es la inclusión de un tercero. El
perdedor puede compensar su frustración estableciendo un lazo abierto o
encubierto con uno de los hijos, restaurando así la homeostasis conyugal. En
este tipo de triángulo se presenta inicialmente la seducción del hijo (a) por
parte de uno de los progenitores, para generar una coalición en contra del otro
padre; al llegar a la adolescencia se produce la ruptura del idilio, quedando
las esperanzas insatisfechas. La situación es muy dolorosa cuando el padre
seductor desilusiona al hijo (a), después de haberse encaramado en un pedestal.
Esta configuración relacional y
la personalidad de Freud, me permite identificar un trastorno de personalidad
narcisista como núcleo de la personalidad con rasgos primarios histéricos y
secundarios obsesivos.
Como vimos en el caso de Hitler,
el narcisismo se caracteriza principalmente por la egolatría, necesidad de ser
admirado, su vida se centra en la búsqueda de gloria, se rodea de personas que
lo idolatren, espera ser tratado de manera especial y obedecido cuando se le
antoja. Freud se rodea de personas acólitas incondicionales: Otto Rank, Ernst
Jones, Karl Abraham, Sándor Ferenczi, entre otros. Se separa abruptamente de
Otto Fliess, expulsa de su movimiento a los discípulos que disienten con sus
ideas como Adler y Jung. Asume una postura tozuda sobre sus ideas de la libido y el trauma[59].
También es posible afirmar la
presencia de rasgos histéricos: Excesiva emotividad y búsqueda de atención
social. No se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de
atención. Es una persona sexualmente seductora y su expresión emocional es
superficial y cambiante. Su forma de hablar es subjetiva y carente de matices,
teatraliza y exagera sus emociones, es altamente sugestionable e influenciable
por los demás. Valora sus relaciones como más íntimas de lo que son en realidad.
Son incontables las anécdotas
sobre las reacciones emocionales desmesuradas de Freud ante situaciones inconvenientes,
una de ellas cuando se desmaya sobre un plato de espaguetis, ante la
argumentación de Jung acerca del error en la interpretación del conflicto entre
Amenhotep IV y Tutankamon. Freud insistía en el complejo de Edipo, Jung
aseveraba que debían considerarse el contexto histórico[60].
El conflicto emocional en el
trastorno histérico es el de la identidad, es curioso que Freud cambia su
nombre a los 19 años, deja de firmar como Sigismund y lo hace como Sigmund,
jamás usó su segundo nombre, Schlomo, Jacob en hebreo. Sus relaciones amorosas,
como veremos más adelante, estaban ceñidas por la insatisfacción afectiva[61].
También podemos identificar
rasgos obsesivos: preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control
mental e interpersonal, en detrimento de la espontaneidad y la eficiencia.
Preocupación excesiva por los detalles, normas, listas y horarios,se dedica
excesivamente al trabajo, evitando la diversión y las amistades. Terco y
escrupuloso, rígido en sus principios morales, no se deshace de los objetos
usados aunque no tengan un valor sentimental.
Freud fue un genio, dominaba varios
idiomas, en su adolescencia leyó El
Quijote en
castellano, era un erudito en historia y le fascinaba la cultura egipcia,
poseía una colección de piezas egipcias originales, asiduo lector de las
teorías antropológicas de su época. Su labor científica la inició en el ámbito
neurológico, antes de Ramón y Cajal formuló una teoría sobre la comunicación neuronal[62], eso
desde el lado productivo de la obsesión. En cuanto a los síntomas, era adicto
al tabaco y tal vez a la cocaína, sus rutinas cotidianas eran rígidas, tenía
compulsiones[63]. Mantuvo
sentimientos de culpa toda su vida, principalmente el relacionado con su amigo Ernst
Fleischl-Marxow debido a que en el afán de aminorar sus dolores lo hizo adicto
a la cocaína, produciéndole una psicosis[64]
El matrimonio con Martha Bernays
duró toda su vida. Se trataba de un vínculo centrado en el compromiso. El
erotismo estaba erradicado. El enamoramiento fue epistolar. Durante su vida
conyugal Freud fue infiel al establecer un romance con su cuñada Minna Bernays,
con quien estableció un lazo eminentemente
erótico. Minna era la cuñada solterona, vivía con el matrimonio Freud, Sigmund y
Minna tenían una relación íntima, ella era su confidente y su pareja sexual, es
probable que la embarazara e hiciera abortar[65]. No
sabemos cuándo empezó el romance con su cuñada, ni si Martha lo conocía y
callaba.
Recurriendo al enfoque amoroso
desde la teoría del apego, la relación extramarital se explica como un vínculo
que favorece la satisfacción de las demandas afectivas infantiles. Con la
pareja oficial se fomenta el compromiso y la estabilidad matrimonial, mientras
en la relación extra oficial se incluye la satisfacción de la protección
manifiesta en la ternura y la pasión del erotismo y la transgresión[67]. Llama
la atención la relación afectiva incestuosa que mantuvo con su hija Anna. El
suceso más escabroso es el análisis al cual la sometió, contradiciendo los
criterios éticos de la terapia, instaurados por él mismo[68].
Freud tuvo seis hijos, era un
padre distante, poco cariñoso. Trataba de contener sus emociones, las
racionalizaba, como cuando una paciente, Elizabeth, se levantó del diván y le
dio un beso. Freud analizó la situación creando el concepto de contra
transferencia. El duelo por la muerte de su hija Sophie fue devastador,
influyendo en sus teorías sobre la melancolía.
Sigmund Freud ha sido uno de los
genios del Siglo XX, una de sus virtudes fue el esbozar una teoría sobre la
sexualidad en la época victoriana. Fue contrario a las ideas
nacionalsocialistas, era un transgresor de las posturas conservadoras. Si bien
su pensamiento ha sido superado por la Psicología Científica, es innegable su
influencia en las Ciencias Humanas.
Su vida es el ejemplo de un
poderoso, a pesar de ser contemporáneo a Hitler, la diferencia radica en su
incapacidad de hacer el mal, no se instaura como un tirano, sino como un
científico en pos de explicaciones sobre la naturaleza humana. Si bien se
desarrolla en una familia disfuncional no construye un sí mismo asentado en el
odio.
La vida de Viktor Emil Frankl
(Viena 1905- 1997) es un ejemplo de la resiliencia[69] humana.
Frankl insiste en que el sufrimiento es una oportunidad para el crecimiento,
piensa que el mal no es una condición humana sino es un inadecuado manejo del
padecimiento[70].
Sus padres eran migrantes judíos,
eso los hizo una pareja sólida, se apoyaban para sobrevivir. Viktor era un niño
enfermizo, sus padres tuvieron que cuidarlo y sobreprotegerlo, dándole al niño
fortaleza emocional, escribió: Durante
mi infancia viví un calor familiar extraordinario, cosa que debió influir en mi
personalidad. Consideraba a mi padre el más justo entre los justos y en mi madre conocía a una persona bondadosa
e inocente y siempre me llevé bien con mis hermanos Narró la
siguiente experiencia que tuvo a los cinco años: despertó un día durante las vacaciones en Hainfeld, mientras
mantenía los ojos cerrados, lo invadió un sentimiento de inmensa felicidad de
sentirse protegido y cuidado. En cuanto
abrió los ojos, su padre estaba a su lado, sonriendo[73].
De niño vivió la hambruna e
incertidumbre generada por la Primera Guerra, esto lo fortaleció gracias al
cariño de su familia, entendía desde pequeño la gran importancia del afecto en
comparación a las necesidades básica.
Desde su infancia sintió
inclinación hacia la medicina, profesión que le gustaba mucho a su padre, por
lo tanto lo apoyó cuando decidió ingresar a la Universidad de Viena. Muy joven
tuvo correspondencia con Sigmund Freud y mantuvo discusiones filosóficas con Martin
Heidegger y Karl Jaspers. En 1924 tiene el primer encuentro personal con Freud,
y se incorpora al movimiento psicoanalítico. Sin embargo cuestionaba las ideas
radicales sobre la represión y la libido, desviándose hacia la escuela de
Psicología Analítica liderada por Alfred Adler, por primera vez se refiere a la
logoterapia en 1926 en
la Asociación Académica para la Psicología Médica y se retira
definitivamente de los círculos psicoanalíticos[74].
En 1941 se casa con Tilly Grosser,
enfermera que trabajaba con él, antes de contraer matrimonio, debido a las
amenazas contra los judíos, Frankl solicitó visa para Estados Unidos, se la
negaron a su esposa, decide no abandonar su país. Al poco tiempo de su
matrimonio, los nazis obligaron a que Tilly aborte su primer hijo. La relación
de ambos era amorosa, si bien estuvieron juntos apenas un año, Frankl jamás
olvidó el amor que se prodigaron. En 1942 es deportado a reclusión en
Auschwitz. Mueren su esposa, los padres de Viktor y su hermano Walter. Cuando
separan a Tilly de Viktor, éste le dice: no olvides, amor sobre todo la vida, sobre todo la
vida, nunca más volvieron a encontrarse[75].
Estuvo en los campos de
concentración: Auschwitz, Dachau, Kaufering y Türkheim. Durante los tres años
que estuvo aislado, Frankl desarrolla las principales ideas de la logoterapia. Pudo sobrevivir al
holocausto debido a que decidió hacer conocer al mundo las atrocidades del
nazismo y cómo a pesar de ello mucha gente fue capaz, no solamente de afrontar
el sufrimiento, sino en convertirlo en un recurso para ser mejor persona.
Al ser liberado, Frankl recolecta
los trozos de papel escondidos donde escribió sus experiencias. En Navidad de
1945 contrata a tres secretarias para la redacción del libro In Psycholog Erlebt Das Konzentrationlager: Un
psicólogo en un campo de concentración traducido al castellano
como El hombre en busca de
sentido.
Un año después se casa con
Eleonore Katharina Schwindt, enfermera católica veinte años su menor. Con ella
tuvo a su única hija Gabriella. El matrimonio con Eleonore se mantuvo hasta la
muerte de Frankl.
Hitler fue condicionado a sentir
odio hacia los judíos, considerados los responsables por la destrucción de los
valores arios. Freud se forjó como un ególatra con la única finalidad de
imponer sus ideas y alcanzar la gloria. No fue el caso de Viktor Frankl,
víctima de las circunstancias, tuvo que lidiar con el sufrimiento de perder a
su esposa y la muerte de sus padres y hermanos, a pesar de ello no albergó
resentimiento ni odio, mantuvo incólume su actitud afectuosa hacia las
personas, al grado que después de la guerra albergó en su hogar a un nazi.
Otro aspecto interesante es la
relación de cada uno de estos personajes con sus progenitores, tanto Hitler
como Freud fueron los adulados de sus madres. Hitler fue víctima del maltrato
cotidiano de su padre, Freud tenía sentimientos contradictorios, por un lado
admiraba al padre culto y correcto, pero por otro se avergonzaba del judío
conformista. Ambos no concibieron la relación de pareja amorosa entre sus
progenitores. Frankl tuvo padres cariñosos, además en su relato confirma la
importancia de los límites cuando niño.
Las condiciones fundamentales
para la bondad se encuentran en el calor afectivo y la legitimación dentro de
la familia. El mal requiere un crisol familiar donde se combinen y fomenten las
condiciones personales de la crueldad y la búsqueda de gloria.
Si bien es un error considerar a
la maldad como una condición psicopatológica, es más probable su manifestación
en presencia de trastornos de personalidad, considero que los trastornos de
personalidad se deben establecer a partir de la presencia de inmoralidad y
crueldad hacia uno mismo y hacia los demás. En el experimento de Standford, no
todos los falsos guardias se convirtieron en personas crueles, algunos, entre
ellos la futura esposa de Zimbardo se resistieron a lastimar. Por ello dejamos
de preguntar por el origen del mal y preguntamos ¿cuál el origen de la bondad?
Existen estudios acerca de
psicópatas no solamente funcionales, sino bondadosos. James Fallon, connotado
neurólogo, descubrió que es psicópata, desentraña en su propia historia los
orígenes genéticos de su condición y reflexiona sobre cómo su formación
personal estuvo sobre las tendencias biológicas[76]. El
libro La sabiduría de los
psicopatas[77] estima
los aportes de algunos psicópatas a la sociedad. Por lo tanto la psicopatía no
necesariamente producirá maldad, se requiere un entorno anómico y una familia
disfuncional.
La bondad como elemento
indispensable en el amor se acuña en el entorno afectivo cálido indispensable
para el apego seguro[78], con un
sistema claro de principios morales[79] y el
apoyo incondicional a las competencias[80]. La
integración de estos tres elementos: apego, moralidad y legitimación son
indispensables para el desarrollo de una identidad asociada con la generosidad
y la búsqueda de la verdad. La falta de nutrición emocional, la carencia de
principios morales sólidos y la desvalorización de la diferencia, conllevan a
la construcción de una identidad endeble, presa de la necesidad de ser amado y
reconocido, de tal manera que los vínculos amorosos se fundamentarán en las
carencias en vez de la búsqueda de compartir la felicidad. Este es el crisol
para la maldad, egolatría y resentimiento.
Los ejemplos analizados, permiten
considerar la urgencia de un sistema educativo encargado de fomentar el amor en
vez del poder. Actualmente las escuelas están concentradas en la formación para
la competencia, el éxito profesional se subyuga a la felicidad. La felicidad
está fuertemente relacionada con las relaciones interpersonales, la gente feliz
no es la que goza de bienestar, sino aquella que tiene personas para compartir
su vida[81]. Frankl
vivió en carne propia la importancia del amor sobre todas las cosas, si bien al
inicio del apresamiento se soñaba con salchichas, con el paso del tiempo era la
carencia afectiva más intensa que el hambre.
Es el amor la condición humana
por excelencia, su origen se encuentra en el aprendizaje cimentado en el afecto
y la ética. Los amorosos son seres con ética trascendental, en el sentido de
estar más allá de lo correcto o incorrecto, sus decisiones emergen de la ética,
un nivel de conciencia intuitiva, esto es, se actúa bien sin argumentación
racional, sentimos y luego pensamos[82]. La
moral racional, aquella consecuente con la norma define a las personas
moralmente correctas pero no necesariamente éticas, aquellas incapaces de
flexibilizar si moral son las rigoristas, pueden
hacer el mal cuando creen estar haciendo el bien[83]. Los
amorosos fundamentan sus acciones en la experiencia de apego seguro, definiendo
así la confianza y la esperanza. Es interesante la relación existente entre fe
religiosa afrontamiento de la muerte[84] con el
apego seguro. Estas relaciones muestran la sustancia de la esperanza en los
amorosos.
Es relevante comprender la
asociación intrínseca entre el apego y la empatía[85], los
psicópatas no pueden ser empáticos[86]. La
empatía es un factor indispensable para el amor y la envidia, en ambas se
necesita colocarse en el lugar del otro, en el amor para actuar en su
beneficio, en la envidia para actuar en su perjuicio[87]. El
sistema neurobiológico responsable por la empatía comprende sistemas arcaicos
del cerebro, por lo tanto se trata de una circunstancia humana antigua, es
posible considerarla como un requisito para nuestra sobrevivencia.
La hormona predominante en la
empatía es la oxitocina[88],
sustancia exudada durante el amamantamiento, elemento central en el desarrollo
del apego, activa los recursos de protección y consuelo. En los amorosos como
Frankl se confirma la configuración del apego seguro y su empatía
extraordinaria asociada a su postura ética. Mientras que en Hitler, la empatía
está reducida, mientras que Freud la
racionaliza.
Los tres personajes analizados
pueden considerarse como modelos para aplicarlo a otras personalidades
contemporáneas, se encontrarán coincidencias en sus estructuras familiares y en
las vicisitudes de sus relaciones románticas. A Milton Erickson le preguntaron
su opinión sobre Hitler, respondió: qué pena que no vino a mi consultorio.
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Contacto: bpintot@ucb.edu.bo
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