lunes, 2 de diciembre de 2019

Amorosos y amargados: Apuntes sobre el amor y el poder: Hitler, Freud y Frankl




Por: Dr. Bismarck Pinto Tapia[1]
Universidad Católica Boliviana “San Pablo”

Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás.
Faulkner, William

Jesucristo, enséñanos a amar;
cada vez más, cada día más con desinterés.
 No por sentir necesidad de afecto,
sino porque los demás necesitan amor.
Luis Espinal.

¿Cómo explicar el mal? Hanna Arendt lo consideraba una condición del entorno sustentado en los valores de cualquier postura totalitaria, se propiciaba la falta de toma de conciencia del mal. Acuña el término “banalidad del mal”[2]. Coincide con los experimentos de Milgram[3]: las personas tendemos a anular nuestros principios ante la presión ejercida por la autoridad. La serie de estudios en Standford acerca del comportamiento de falsos guardias y falsos reos en una prisión, llevó a Philip Zimbardo a concluir que el mal no necesariamente es una condición personal, sino una contingencia con el contexto[4].

Sin embargo, tanto en el caso de los nazis, como los participantes del experimento sobre el autoritarismo y en la cárcel ficticia, no todos anularon sus principios y se resistieron a actuar cruelmente. Hay casos extremos como el de Desmond Doss, cabo del ejército estadounidense, perteneciente a la Iglesia Adventista. Durante la Segunda Guerra Mundial se niega rotundamente a matar, no acepta ir armado al campo de batalla, es un objetor de conciencia, es decir, alguien desobediente ante las consignas de la autoridad[5]. Coincide con el nivel ético más alto del ser humano, Kierkegaard se refiere a la autotrascendencia[6], Kohlberg identifica con la moral del sexto estado post convencional: principios éticos universales[7].

La pregunta deja de ser sobre el mal, se la sustituye con otra: ¿qué hace con que las personas a pesar del contexto anómico[8], se sometan al principio ético universal sobre todo no dañar (primum non nocere)?

Considero que la respuesta se encuentra en las relaciones familiares. Los estudios acerca del extremo del mal: la psicopatía, señalan fehacientemente la presencia de un factor genético para las conductas antisociales[9]. Sin embargo esta predisposición no se manifiesta sin la inserción de la persona en un entorno familiar disfuncional y un entorno social anómico[10].

El estudio de los asesinos seriales se ha convertido en una obsesión científica, por lo tanto, existe información detallada de las condiciones asociadas a la manifestación de su crueldad. No cabe la menor duda que uno de los factores comunes es la vida familiar disruptiva de estos sujetos. Experiencias violentas en la temprana infancia, maltrato físico y sexual, frustración en la realización de sus expectativas de realización[11].

Los juegos relacionales en la familia de los asesinos seriales, coinciden con la triangulación patológica descrita por Murray Bowen[12]: la presencia de la pseudomutualidad parental[13] y el doble vínculo en la comunicación[14][15].

La funcionalidad familiar se caracteriza por relaciones interpersonales dirigidas a la individualización de sus miembros, como consecuencia se produce la emancipación y desvinculación[16]. El proceso relacional fundamental es la legitimación, es decir reconocer a la persona como alguien independiente de las expectativas familiares[17]. Los lazos afectivos y la legitimación consecuente con ellos son la base para el desarrollo de personas amorosas.
La familia es el lugar donde se establecen los modelos de la realidad tanto objetiva como subjetiva. El estilo de apego seguro fomenta las actitudes positivas del cuidado tierno de los niños, favoreciendo la capacidad de afrontar las separaciones al fortalecer la esperanza[18]. Al contrario, el apego inseguro es el cimiento de la amargura, no existe la experiencia de consuelo ni la esperanza.

La dinámica en la construcción de la identidad requiere de la nutrición afectiva[19], esto es dotar de seguridad emocional a partir de la protección. A ella se suma la importancia de la valoración de las diferencias[20]. El sí mismo es consecuencia de la conciencia del amor de los cuidadores, el apego y la regulación emocional[21]. La conciencia de uno mismo se construye a través de las interacciones en la familia, la interpretación de nuestra existencia depende de la manera cómo somos percibidos de pequeños y cómo se manejó nuestra indefensión[22].

El amor, entendido como el accionar con el otro, permitiendo su diferenciación y alentando su realización, es explicado por Rusbult en su modelo del fenómeno Miguel Ángel, consistente en sacar lo mejor del otro[23], accionar de los padres hacia los hijos desde los primeros años de vida.

La conciencia del amor produce angustia como consecuencia de la incertidumbre, porque al amar asumimos el derecho que tiene la persona amada de tomar decisiones a expensas de nuestras expectativas. Es un permanente dejar partir. Amar es libertad, jamás posesión. Por ello, el amor trasciende a los sentimientos que lo constituyen: el deseo sexual y la ternura. Es más, el acto de amor más sublime se produce cuando el amante a pesar de la intensidad de sus sentimientos, deja marchar. Amor es siempre desprendimiento para beneficiar al otro.

La investigación sobre el amor y el apego confirma el postulado anterior[24], el apego adulto es seguro cuando somos capaces de dejar al otro ser lo que puede ser e inseguro cuando insistimos en ajustarlo a nuestras expectativas. Los componentes del amor según las investigaciones de Robert Sternberg son: intimidad, pasión y compromiso[25]. La intimidad se fundamenta en la confianza, la pasión en el erotismo y el compromiso en la decisión racional de formar pareja.

Los estudios sobre los factores relacionados con la efectividad de las relaciones conyugales, realizados por Caryl Rusbult, demuestran que el pilar del amor es el compromiso, debido a la inversión, la elección óptima de la pareja y la satisfacción[26]. Al identificar a la inversión como el elemento indispensable para darle solidez al amor, Rusbult muestra cómo el amar es necesariamente un riesgo, porque la persona entrega la totalidad de su ser a un desconocido, sin la seguridad de que la relación funcionará. Además debemos asegurarnos de evitar forzar la permanencia del otro en nuestra vida. La incertidumbre es el eje neurálgico de toda relación amorosa, sin la esperanza no es posible amar.

Desde la perspectiva relacional sistémica, se define al poder como un proceso vincular dual, donde uno de los agentes define la comunicación[27]. Alguien manda y alguien obedece, estableciéndose una relación complementaria, asimétrica. La realidad es definida por quien manda y asumida por quien obedece. Quien ostenta el poder tiene la potestad de manipular la realidad a su capricho[28]. Vale la pena señalar que el poder no es un fenómeno estrictamente individual, se requiere un contexto donde se pueda gestar el proceso de apropiamiento del poder, Hitler no hubiese sido Hitler en otro momento histórico sino en aquél crítico de la sociedad alemana[29].

Es pertinente diferenciar el poder sobre del poder para. En el primer caso el poderoso mantiene a los súbditos al servicio de sus propios intereses, mientras que en el segundo emplea su dominio para el beneficio de sus seguidores[30].  El poder sobre se asocia con el dominio y el poder para con la democracia. Los dominantes están interesados en la gloria personal, mientras que los demócratas están en función de las demandas de los gobernados.

La idea del poder requiere una visión relacional, no puede existir poderoso sin sometidos. Por lo tanto es importante la actitud del sometido para fomentar la interacción del poderoso. Este tema es abordado por Haley cuando reflexiona sobre el poder de Jesucristo[31], manifiesto en la máxima: Mas a vosotros los que oís, digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas. Y a cualquiera que te pidiere, da; y al que tomare lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros (Lc., 6, 27-31).

Según Haley, la mejor oposición al dominio es la táctica cristiana, demostrar al opresor la inocuidad de su dominio. Al contrario, el sometimiento fortalece la violencia del ofensor. Habiendo mencionado la palabra violencia, no puede existir poder sobre sin ella. Maturana al respecto enuncia: todo sustantivo tiene un verbo que lo sostiene. El verbo que sostiene el sustantivo amor es el dejar aparecer, el escuchar y el ver, de modo que el otro tenga presencia. La queja de no ser amado o ser querido, son siempre quejas por no haber tenido presencia[32]. Por lo tanto el amor se refiere al reconocimiento de la existencia y libertad del otro, mientras la violencia lo anula, impide su manifestación libre, niega la existencia del otro.

La acción violenta la ejerce el dominador en lo que se denomina violencia complementaria. La violencia simétrica, por su parte es la manifestación de dos entidades en pos del poder, ocasionando una escalada simétrica[33]. El poder se centra en el control de la vida del otro, es insoportable la libertad, se pretende la posesividad. En la relación de pareja, se expresa con los celos, en el afán de lograr la total subordinación del otro se limita cualquier tipo de interacción donde el ofensor corra el riesgo de no ser la prioridad en la vida de su consorte[34].

¿Cómo se estructura la familia del poderoso? Se trata de familias centradas en la amargura, viven bajo la sensación de frustración. La pareja está simbiotizada, uno no puede ser sin el otro en el afán de llenar los vacíos afectivos infantiles, demandan a su cónyuge la satisfacción de los mismos. Ambos hacen lo mismo, uno de manera progresiva y el otro, regresiva. La consecuencia es un juego sin fin porque ninguno puede dar lo que no recibió, y si lo diera no podrá ser reconocido porque a pesar de la demanda, ninguno conoce lo que pide. Este fenómeno conyugal patológico ha se denomina colusión[35].

La disfuncionalidad familiar requiere de triangulaciones relacionales, juegos donde se involucra a los hijos. La colusión se define como una triangulación. Los triángulos relacionales pueden ser perversos, rígidos o patológicos. Los primeros hacen alusión a un vínculo simétrico entre alguno de los progenitores con algún hijo o hija, excluyendo al otro cónyuge. La triangulación rígida, se refiere a la parentalización de los hijos, uno o ambos padres se colocan en una situación complementaria en relación a la hija o hijo. El triángulo patológico se enmarca en la honorable fachada familiar, donde prima la pseudomutualidad, es decir aparentemente todo está bien, existe igualdad de condiciones y respeto entre los miembros de la familia, cuando en realidad no es así, es un fingimiento donde pulula el doble vínculo[36].

El tipo de triangulación define la estructura de personalidad patológica de los hijos. En cuanto a la estructura relacionada con el poder, la triangulación perversa establece conflictos de identidad, desvalorización de uno de los progenitores e idolatría por el otro. La consecuencia funesta será el odio encarnizado hacia las personas del sexo similar al padre o madre denigrado y un fanatismo hacia el sexo de la persona donde se estableció la alianza. El padre o madre desvalorizados puede representarse con la ideología  o grupo social odiado, mientras la sobrevaloración será producto del vínculo incestuoso.

En la triangulación rígida, la consecuencia será el narcisismo y el desconocimiento de la autoridad, nadie más que el gobernante tiene la razón, los demás son vistos como seres inferiores. La necesidad de ser obedecido es fundamental.

Finalmente, en la triangulación patológica se ubican los personajes más nefastos, puesto que han vivido en un entorno anómico, aprendieron a manipular mientras disimulan perfección moral. La emoción personotípica[37] es el odio, la realización del sí mismo está en la destrucción del otro al cual se lo ve como objeto de una ideología y no como persona.

En síntesis, en las familias amorosas se aprende a vivir con la incertidumbre gracias a la sensación de esperanza. Se permite la emancipación y la desvinculación porque se aprendió a afrontar la separación. El ambiente familiar permite correr riesgos a sabiendas de la protección incondicional. Es posible la legitimación, esto es reconocer al otro a pesar de las expectativas. El mecanismo relacional es el fenómeno Miguel Ángel, porque se pretende sacar lo mejor del otro. La relación interpersonal se basa en el respeto, por ello la moral se encuentra en niveles post convencionales. La función familiar es promover el bienestar del otro. El eje relacional es el amor.

En las familias amargadas, se pretende la certidumbre, gobierna la obediencia, para promoverla requiere del miedo. Es imposible la desvinculación y para ello se fomenta la dependencia afectiva y económica, por ende tampoco es posible la emancipación. El entorno familiar prohíbe la libertad de las decisiones, estás deben someterse al mandato familiar representado por las figuras opresoras. Las familias experimentan violencia interna, ya sea entre los padres o de padres a hijos, en las más patológicas la violencia puede darse de los hijos hacia los padres. No se permite la legitimación, la aceptación del otro está condicionada al cumplimiento de los mandatos del juego relacional triangular. Las interrelaciones se basan en el miedo, por ello la moral es pre convencional: premio y castigo o sometida a intereses personales. El mecanismo que sostiene los vínculos familiares es la violencia, porque la organización familiar depende del control y dominio. La función familiar es promover la realización del o de los dominadores.


Como ejemplo, es interesante la historia de Adolf Hitler[38] (Braunau, Austria 1839 – Berlín 1945). Hijo del segundo matrimonio de su padre Alois. Su madre Klara, era 23 años menor que su esposo. Su padre nunca estuvo dispuesto a reconocerlo como hijo, por ello llevará el apellido Heidler de su madre, casualmente fue modificado a Hitler en el registro civil. El padre era un hombre inmoral y violento, golpeaba con frecuencia a Adolf, quien relatará que nunca valoró sus dotes artísticas.

La madre tuvo la amarga experiencia de perder a los seis hijos previos a Adolf. Fue una madre abnegada, centrada en proteger a su hijo. El lazo entre hijo y madre era muy estrecho al grado que la muerte de su madre fue uno de los más grandes dolores en la vida de este déspota.

Es probable una personalidad narcisista-paranoide en la organización psicopática. Las características del trastorno narcisista son[39]: patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), necesita ser admirado, es incapaz de ser empático. Exagera sus logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, se preocupa por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amores imaginarios. Se siente único y solamente puede ser comprendido por personas especiales de alto nivel, exige una admiración excesiva y se muestra pretencioso, esperando ser tratado de manera especial y que se cumplan inmediatamente sus expectativas. Con los demás es explotador, utilizando a las personas para lograr sus propias metas; evita reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. Frecuentemente siente envidia hacia los demás o cree que  lo envidian a él; se muestra arrogante y soberbio.

En cuanto a la estructura paranoide[40]: desconfianza y suspicacia general, interpreta las intenciones de los demás como maliciosas. Sospecha sin fundamento suficiente que los demás se van a aprovechar de él, le harán daño o le engañarán. Duda de la lealtad de los amigos y de su pareja y evita confiar en los demás, porque teme que la información que  de la usen en su contra. En situaciones insignificantes vislumbra significados ocultos degradantes o amenazadores. Es rencoroso, no olvida insultos o desprecios, percibe ataques a su persona que no son evidentes para los demás y está dispuesto a contraatacar.

Se trata de un psicópata puesto que cumple los criterios de una personalidad antisocial: desprecio y violación de los derechos de los demás. Fracaso para adaptarse a las normas sociales, usualmente comete actos contrarios a la ley. Deshonesto, cínico, miente frecuentemente, estafando a las personas para obtener beneficios personales o por placer. Impulsividad, irritabilidad y agresividad.

Por lo tanto Hitler poseía una estructura de personalidad psicopática con rasgos narcisistas y paranoides. Cuando a una persona ignorante tiene la oportunidad de encaramarse en el poder, las características de su gobierno serán más desastrosas y terroríficas. Existe relación entre prejuicio e ignorancia[41], así fue con Hitler, un don nadie oportunista con habilidades oratorias. El contexto histórico y la agrupación de seguidores psicópatas favorecieron su liderazgo.

Las familias alemanas estaban en crisis, muchas habían quedado sin el padre, muerto o prisionero, otras recibieron a los soldados con estrés pos traumático. El país estaba sumergido en una crisis de valores, avergonzados ante la derrota, emergen movimientos nacionalistas en Europa, a los cuales se suma con vértigo el partido Nazi. Otorgan a su pueblo el nuevo orgullo ario, con el surgimiento de símbolos potentes, narraciones surgidas de las óperas wagnerianas, fácilmente Hitler se encumbra como un ícono de la nueva Alemania. Conmueve a los alemanes desde el resentimiento, la sed de venganza y el odio hacia los judíos[42]. Reproduce en el macrocosmos nacional su microcosmos familiar.

Es probable una simbiosis con su madre a quien debió proteger de la crueldad de su padre[43], instalando una construcción paranoide en su sí mismo, el miedo da lugar a la susceptibilidad vigilante. Enaltece a la madre quien lo adula incondicionalmente, fomentando de esa manera la egolatría y la imposibilidad de reconocerse como un ser indiferenciado.

Hitler consideraba a la mujer un ser despreciable, inferior al varón, incapaz de alcanzar los niveles intelectuales masculinos, destinada a la crianza de los hijos y al cuidado del hogar[44]. La asocia a la masa popular, por ello pensaba dispensar el mismo trato de conquista utilizado para la mujer. Se tiene referencia de su primer enamoramiento,  fue con Stephanie, hija de un oficial una mujer rubia y alta, construye un amor inalcanzable, sumergido en fantasías sin concretarlas en la realidad.

Su siguiente encaprichamiento amoroso fue con una adolescente de 16 años, María “Mitzi” Reiter, al conocerlo se burló de él mencionando que su bigote parecía un insecto. Esta experiencia fue devastadora para Hitler. Sin embargo logró conquistarla desde la seducción del poderoso, en una ocasión después de un discurso a las multitudes, se acercó a la muchacha y la cautivó. Se encontraron las cartas de amor escritas con ternura por Wolf, apodo utilizado por él mismo, convencido del significado de su nombre asociado con el lobo. Es curioso el intento suicida en esta mujer. En una entrevista de 1952 María contó su intento suicida debido a una amenaza del partido Nazi: denunciarían a Hitler por mantener relaciones con una menor de edad. Se supo también que Hitler la trataba como una posesión, ella estaba obligada a obedecerle hasta en sus más ínfimos caprichos[45].

Las relaciones románticas del Führer, denotan su incapacidad de amar. Las referencias a su relación efébica con Angela María, “Geli” Raubal, sobrina del tirano, la encierra como una prisionera, porque expresaba que no debía compartirla con nadie. Mantiene la relación por cinco años. Muerta en circunstancias jamás esclarecidas - queda la duda si fue suicidio o si el propio Adolf la asesinó- muestran las distorsiones de su sexualidad. Al parecer exigía conductas parafílicas en la relación sexual con esta muchacha[46].

La relación más estudiada fue la que sostuvo con Eva Braun. Al igual que las anteriores mujeres intentó suicidarse. Lo hizo en dos ocasiones al inicio de su relación con Hitler. La explicación de estos eventos fue la necesidad de impedir el abandono. Esta mujer fue víctima de las peores ofensas y vejaciones tanto a nivel sexual como en el trato cotidiano[47]. Todo acabaría en el Búnker del Führer con el suicidio de ambos, el 30 de abril de 1945.
Hitler y Eva Braun
Los lazos amorosos de Hitler han sido todos ellos patológicos, es probable que sus amantes tuviesen estructuras de personalidad limítrofes, no cabe duda en el caso de Eva Braun. La simbiosis se establecía en base al dominio – sometimiento. El concepto de amor centrado en la pasión erótica y la posesividad[48], denota un apego adulto inseguro, del tipo desorganizado, donde prima la pasión y la posesividad en detrimento de la intimidad y ternura[49].

Retomando la triangulación de Hitler, es factible deducir la búsqueda de valoración y reconocimiento, típico de las estructuras narcisistas. Requiere de una pareja complementaria, es decir alguien sumisa, enredada amorosamente desde la inferioridad, sometimiento y dependencia. El psicópata debe dominar y ser obedecido[50].

Los lazos amorosos son isomórficos[51] a los establecidos en las vinculaciones afectivas primarias. Entrañan la síntesis de la formación del sí mismo a partir de las experiencias de protección, cuidado y legitimación. El estilo de apego infantil se activa en las relaciones románticas, produciendo de esa manera la búsqueda de satisfacción afectiva vivenciada durante los primeros años de vida[52]. En el caso de las relaciones simbióticas o coludidas, se activa el estilo de apego inseguro: ambivalente, evitativo o desorganizado, concomitante con las demandas afectivas insatisfechas. La carencia de la nutrición afectiva condiciona la relación perturbada. En el caso Hitler – Braun, la demanda de él está referida sustancialmente a la necesidad de reconocimiento por su eje de personalidad narcisista y el de ella a la necesidad de pertenencia, consecuente con el miedo al abandono, central en la personalidad limítrofe. El lazo romántico además es perverso, en el sentido de la urgencia de satisfacer las necesidades de control y maltrato, probablemente extensibles a una parafilia sádica, debido a la estructura psicopática del tirano.

¿Qué factores determinan  la búsqueda de poder? Desde las referencias a los grandes tiranos de la historia, todos ellos han respondido a estructuras de personalidad patológicas, ceñidas por el odio y la notable capacidad de encantamiento producido en las masas. Aprovecharon el contexto para instalarse como gobernantes inconmovibles. Muchos de ellos gobernaron de por vida a sus pueblos, manteniéndolos como vasallos, en una especie de adormecimiento de sus conciencias. Quien se oponía era asesinado o expulsado del territorio. Estos monstruos de la historia destruyeron territorios al invadirlos utilizando el nombre de Dios en la antigüedad, y aduciendo ideologías en la actualidad. El terror gobernó esas naciones impidiendo la expresión de las ansias de libertad. El totalitarismo a nombre de la igualdad o la reivindicación sometieron a las personas privándolas de la posibilidad de decidir con libertad.

El ansia de poder emergente de la carencia de amor, se manifiesta como la meta de estos personajes. Incapaces de empatía, comprenden a las personas como objetos a su favor o en su contra. Sólo así se puede comprender la matanza despiadada de más de once millones de personas, entre judíos, gitanos y otros grupos sociales durante el holocausto. Esa masacre fue producto de la ideología nazi sustentada por un hombre frustrado, con ansia de adulación, resentimiento, envidia y odio.

No se debe responsabilizar al pueblo alemán de su ceguera, como no debemos hacerlo ante las mujeres víctimas de relaciones con psicópatas. El encanto, carisma y habilidades manipulatorias, conllevan a una especie de embrujo y adormecimiento de quienes se encuentran vulnerables ante vacíos axiológicos asociados a la falta de sentido de sus vidas. Personajes como Hitler, muestran una ilusión que da sentido a la vida, luego de haberse sometido a un vacío existencial. Quienes mejor saben del odio como el motivador por excelencia son estos monstruos, producto de historias inmersas en crisis sociales concomitantes a la identidad desfavorecida por el caos generado por la crisis social y económica del momento crítico para el favorecimiento del despertar de estos nefastos seres.

Veamos la historia de otro personaje poderoso, contemporáneo de Hitler: Sigismund Schlomo Freud (Freiberg, Moravia 1856- Hampstead 1939). Fue el padre del Psicoanálisis. De carácter irascible, dominante y caprichoso. Sus padres eran judíos, migrantes de Galicia, región del Este europeo. Fue hijo del tercer matrimonio de su padre Jacob, comerciante de lana, tenía dos hijos de su primer matrimonio. Sigmund fue el hijo primogénito del matrimonio con Amalie Nathansohn. Jacob tenía 46 años cuando se casa con Amalie, ésta lo tiene a Freud a los veintiuno, muere en 1930, produciéndole una profunda depresión[53].

Freud fue el hijo favorito de Jacob, se patentiza en que llevó el nombre de su padre, Salomon, en hebreo: Schlomo. Freud describe a su padre como un hombre sabio, moralmente intachable, con buen sentido del humor. Lo consideraba cariñoso y trataba de trasmitir sus creencias judías ortodoxas. También se mostraba autoritario, su palabra no podía contradecirse.

Amelie fue una madre abnegada con Sigismund, su hijo lo era todo para ella. Una anécdota muestra esa predilección, una de sus hermanas era aprendiz de piano, en una ocasión el niño protestó por el barullo que ésta hacía al ensayar impidiendo que él se concentrase en sus estudios, la solución fue sencilla: la madre vendió el piano[54].


Jacob era nombrado como abuelo por sus propios hijos, excepto Sigismund quien le decía papá. Por los negocios, Jacob se ausentaba a menudo de casa, a los viajes se sumaba a la falta de ambiciones, situaciones lamentables para Freud, pues veía en su padre a un judío conservador y conformista, a menudo ausente. Es célebre el recuerdo de Freud, tenía alrededor de diez años, cuando su padre lo lleva de paseo y le contó un evento, una persona arrancó el gorro, arrojándolo al barro, mientras vociferaba: ¡Judío, bájate de la acera! El pequeño le preguntó sobre su reacción, Jacob le dijo que recogió el gorro y continuó su camino[55].

Freud se sintió decepcionado de su padre, prometiéndose que jamás agacharía la cabeza ante un atropello semejante. Es indudable, a partir de estas consideraciones la importancia que tuvo para Freud la función del padre, quizás expresado de en su trabajo sobre Moisés[56]. Para él la figura paterna es determinante en el desarrollo de los trastornos mentales.

Es muy probable que la relación entre Jacob y Amelie se configurase como un amor paternal, Amelie podía ser hija de Jacob y hermana de Sigismund. Esta vinculación asociada al conservadorismo del padre por su condición de abuelo y sus ausencias, determinaban la postura autoritaria como una compensación a la distancia afectiva en la relación conyugal. El padre de Freud se construye como una imagen de respeto y admiración, al mismo tiempo desvalorización y distancia. Elementos suficientes para la idealización de la imagen paterna.

El vínculo con la madre era simbiótico, ella se centraba en el amor a su hijo predilecto, acrecentado seguramente después de la muerte de su segundo hijo. Freud siempre fue una especie de padre para el resto de sus hermanos. Es factible reconocer en su propia historia la presencia de un complejo de Edipo[57]. La descripción de este complejo, fue una de las más grandes genialidades de este hombre, describe lo que desde el modelo sistémico denominamos triangulación perversa[58].

Se identifica la triangulación perversa cuando las pareja en conflicto se encuentran ante un dilema: o bien una de ellas gana y la otra pierde, para favorecer la relación pueden desintegrarse. En esa situación una solución es la inclusión de un tercero. El perdedor puede compensar su frustración estableciendo un lazo abierto o encubierto con uno de los hijos, restaurando así la homeostasis conyugal. En este tipo de triángulo se presenta inicialmente la seducción del hijo (a) por parte de uno de los progenitores, para generar una coalición en contra del otro padre; al llegar a la adolescencia se produce la ruptura del idilio, quedando las esperanzas insatisfechas. La situación es muy dolorosa cuando el padre seductor desilusiona al hijo (a), después de haberse encaramado en un pedestal.

Esta configuración relacional y la personalidad de Freud, me permite identificar un trastorno de personalidad narcisista como núcleo de la personalidad con rasgos primarios histéricos y secundarios obsesivos.

Como vimos en el caso de Hitler, el narcisismo se caracteriza principalmente por la egolatría, necesidad de ser admirado, su vida se centra en la búsqueda de gloria, se rodea de personas que lo idolatren, espera ser tratado de manera especial y obedecido cuando se le antoja. Freud se rodea de personas acólitas incondicionales: Otto Rank, Ernst Jones, Karl Abraham, Sándor Ferenczi, entre otros. Se separa abruptamente de Otto Fliess, expulsa de su movimiento a los discípulos que disienten con sus ideas como Adler y Jung. Asume una postura tozuda sobre sus ideas de la libido y el trauma[59].

También es posible afirmar la presencia de rasgos histéricos: Excesiva emotividad y búsqueda de atención social. No se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de atención. Es una persona sexualmente seductora y su expresión emocional es superficial y cambiante. Su forma de hablar es subjetiva y carente de matices, teatraliza y exagera sus emociones, es altamente sugestionable e influenciable por los demás. Valora sus relaciones como más íntimas de lo que son en realidad.

Son incontables las anécdotas sobre las reacciones emocionales desmesuradas de Freud ante situaciones inconvenientes, una de ellas cuando se desmaya sobre un plato de espaguetis, ante la argumentación de Jung acerca del error en la interpretación del conflicto entre Amenhotep IV y Tutankamon. Freud insistía en el complejo de Edipo, Jung aseveraba que debían considerarse el contexto histórico[60].

El conflicto emocional en el trastorno histérico es el de la identidad, es curioso que Freud cambia su nombre a los 19 años, deja de firmar como Sigismund y lo hace como Sigmund, jamás usó su segundo nombre, Schlomo, Jacob en hebreo. Sus relaciones amorosas, como veremos más adelante, estaban ceñidas por la insatisfacción afectiva[61].

También podemos identificar rasgos obsesivos: preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, en detrimento de la espontaneidad y la eficiencia. Preocupación excesiva por los detalles, normas, listas y horarios,se dedica excesivamente al trabajo, evitando la diversión y las amistades. Terco y escrupuloso, rígido en sus principios morales, no se deshace de los objetos usados aunque no tengan un valor sentimental.

Freud fue un genio, dominaba varios idiomas, en su adolescencia leyó El Quijote  en castellano, era un erudito en historia y le fascinaba la cultura egipcia, poseía una colección de piezas egipcias originales, asiduo lector de las teorías antropológicas de su época. Su labor científica la inició en el ámbito neurológico, antes de Ramón y Cajal formuló una teoría sobre la comunicación neuronal[62], eso desde el lado productivo de la obsesión. En cuanto a los síntomas, era adicto al tabaco y tal vez a la cocaína, sus rutinas cotidianas eran rígidas, tenía compulsiones[63]. Mantuvo sentimientos de culpa toda su vida, principalmente el relacionado con su amigo Ernst Fleischl-Marxow debido a que en el afán de aminorar sus dolores lo hizo adicto a la cocaína, produciéndole una psicosis[64]

El matrimonio con Martha Bernays duró toda su vida. Se trataba de un vínculo centrado en el compromiso. El erotismo estaba erradicado. El enamoramiento fue epistolar. Durante su vida conyugal Freud fue infiel al establecer un romance con su cuñada Minna Bernays, con  quien estableció un lazo eminentemente erótico. Minna era la cuñada solterona, vivía con el matrimonio Freud, Sigmund y Minna tenían una relación íntima, ella era su confidente y su pareja sexual, es probable que la embarazara e hiciera abortar[65]. No sabemos cuándo empezó el romance con su cuñada, ni si Martha lo conocía y callaba.

Sin embargo, también se enamoró de Andrea Lou Salomé, sintiéndose ofendido ante su rechazo. Por otra parte también coqueteó con Beata Rank-Minzer, esposa de Otto Rank. Las relaciones con sus amigos eran muy íntimas y terminaban por traiciones a sus ideas, fue lo que pasó con con Otto Fliess y Joseph Breuer. Freud exigía lealtad incondicional y obediencia[66]

Recurriendo al enfoque amoroso desde la teoría del apego, la relación extramarital se explica como un vínculo que favorece la satisfacción de las demandas afectivas infantiles. Con la pareja oficial se fomenta el compromiso y la estabilidad matrimonial, mientras en la relación extra oficial se incluye la satisfacción de la protección manifiesta en la ternura y la pasión del erotismo y la transgresión[67]. Llama la atención la relación afectiva incestuosa que mantuvo con su hija Anna. El suceso más escabroso es el análisis al cual la sometió, contradiciendo los criterios éticos de la terapia, instaurados por él mismo[68].

Freud tuvo seis hijos, era un padre distante, poco cariñoso. Trataba de contener sus emociones, las racionalizaba, como cuando una paciente, Elizabeth, se levantó del diván y le dio un beso. Freud analizó la situación creando el concepto de contra transferencia. El duelo por la muerte de su hija Sophie fue devastador, influyendo en sus teorías sobre la melancolía.

Sigmund Freud ha sido uno de los genios del Siglo XX, una de sus virtudes fue el esbozar una teoría sobre la sexualidad en la época victoriana. Fue contrario a las ideas nacionalsocialistas, era un transgresor de las posturas conservadoras. Si bien su pensamiento ha sido superado por la Psicología Científica, es innegable su influencia en las Ciencias Humanas.

Su vida es el ejemplo de un poderoso, a pesar de ser contemporáneo a Hitler, la diferencia radica en su incapacidad de hacer el mal, no se instaura como un tirano, sino como un científico en pos de explicaciones sobre la naturaleza humana. Si bien se desarrolla en una familia disfuncional no construye un sí mismo asentado en el odio.

La vida de Viktor Emil Frankl (Viena 1905- 1997) es un ejemplo de la resiliencia[69] humana. Frankl insiste en que el sufrimiento es una oportunidad para el crecimiento, piensa que el mal no es una condición humana sino es un inadecuado manejo del padecimiento[70].


Contemporáneo a Freud y a Hitler, vivió el holocausto encerrado en cuatro campos de concentración. Su experiencia en Auschwitz está narrada en el libro El hombre en busca de sentido, base del desarrollo de sus ideas sobre la logoterapia[71].  ¿Cómo fue posible la presencia de un ser humano capaz de trastocar el sufrimiento en la necesidad de compartir su experiencia durante inimaginables eventos desastrosos? Considero una vez más que la respuesta se encuentra en la nutrición emocional recibida en su familia.


Hijo de Elsa y Gabriel Frankl, matrimonio judío. Fue el segundo hijo, su hermano Walter era mayor por dos años y medio y Stella la menor, por cuatro años. Elsa era una judía de origen checo,  tenía parentesco con Oskar Wiener,  personaje de la famosa obra El Golem escrita por Gustav Meyrink. De ella recibió una formación erudita. La describe como una mujer cariñosa y ferviente creyente. Le sorprendía la tolerancia que tuvo con él, pues se consideraba una peste, por lo travieso. Su padre, funcionario público, fue de principios morales rígidos, responsable en su trabajo, con disciplina en su estilo de vida y sobre todo con un profundo sentido de justicia. Ofreció todo lo que pudo dar a su familia para crear una sensación de protección y cariño[72].

Sus padres eran migrantes judíos, eso los hizo una pareja sólida, se apoyaban para sobrevivir. Viktor era un niño enfermizo, sus padres tuvieron que cuidarlo y sobreprotegerlo, dándole al niño fortaleza emocional, escribió: Durante mi infancia viví un calor familiar extraordinario, cosa que debió influir en mi personalidad. Consideraba a mi padre el más justo entre los justos  y en mi madre conocía a una persona bondadosa e inocente y siempre me llevé bien con mis hermanos Narró la siguiente experiencia que tuvo a los cinco años: despertó un día  durante las vacaciones en Hainfeld, mientras mantenía los ojos cerrados, lo invadió un sentimiento de inmensa felicidad de sentirse protegido y  cuidado. En cuanto abrió los ojos, su padre estaba a su lado, sonriendo[73].

De niño vivió la hambruna e incertidumbre generada por la Primera Guerra, esto lo fortaleció gracias al cariño de su familia, entendía desde pequeño la gran importancia del afecto en comparación a las necesidades básica.

Desde su infancia sintió inclinación hacia la medicina, profesión que le gustaba mucho a su padre, por lo tanto lo apoyó cuando decidió ingresar a la Universidad de Viena. Muy joven tuvo correspondencia con Sigmund Freud y mantuvo discusiones filosóficas con Martin Heidegger y Karl Jaspers. En 1924 tiene el primer encuentro personal con Freud, y se incorpora al movimiento psicoanalítico. Sin embargo cuestionaba las ideas radicales sobre la represión y la libido, desviándose hacia la escuela de Psicología Analítica liderada por Alfred Adler, por primera vez se refiere a la logoterapia  en 1926 en  la Asociación Académica para la Psicología Médica y se retira definitivamente de los círculos psicoanalíticos[74].

En 1941 se casa con Tilly Grosser, enfermera que trabajaba con él, antes de contraer matrimonio, debido a las amenazas contra los judíos, Frankl solicitó visa para Estados Unidos, se la negaron a su esposa, decide no abandonar su país. Al poco tiempo de su matrimonio, los nazis obligaron a que Tilly aborte su primer hijo. La relación de ambos era amorosa, si bien estuvieron juntos apenas un año, Frankl jamás olvidó el amor que se prodigaron. En 1942 es deportado a reclusión en Auschwitz. Mueren su esposa, los padres de Viktor y su hermano Walter. Cuando separan a Tilly de Viktor, éste le dice: no olvides, amor sobre todo la vida, sobre todo la vida, nunca más volvieron a encontrarse[75].

Estuvo en los campos de concentración: Auschwitz, Dachau, Kaufering y Türkheim. Durante los tres años que estuvo aislado, Frankl desarrolla las principales ideas de la logoterapia. Pudo sobrevivir al holocausto debido a que decidió hacer conocer al mundo las atrocidades del nazismo y cómo a pesar de ello mucha gente fue capaz, no solamente de afrontar el sufrimiento, sino en convertirlo en un recurso para ser mejor persona.

Al ser liberado, Frankl recolecta los trozos de papel escondidos donde escribió sus experiencias. En Navidad de 1945 contrata a tres secretarias para la redacción del libro In Psycholog Erlebt Das Konzentrationlager: Un psicólogo en un campo de concentración traducido al castellano como El hombre en busca de sentido.

Un año después se casa con Eleonore Katharina Schwindt, enfermera católica veinte años su menor. Con ella tuvo a su única hija Gabriella. El matrimonio con Eleonore se mantuvo hasta la muerte de Frankl.


Reflexionar sobre la vida de Viktor Frankl, obliga a comprenderlo dentro del contexto amoroso. A diferencia de Hitler y de Freud, no vivió la experiencia de la triangulación en su familia de origen. Además recibió protección y cuidado, siendo lo más importante el apoyo incondicional para la realización de sus aspiraciones vocacionales.

Hitler fue condicionado a sentir odio hacia los judíos, considerados los responsables por la destrucción de los valores arios. Freud se forjó como un ególatra con la única finalidad de imponer sus ideas y alcanzar la gloria. No fue el caso de Viktor Frankl, víctima de las circunstancias, tuvo que lidiar con el sufrimiento de perder a su esposa y la muerte de sus padres y hermanos, a pesar de ello no albergó resentimiento ni odio, mantuvo incólume su actitud afectuosa hacia las personas, al grado que después de la guerra albergó en su hogar a un nazi.

Otro aspecto interesante es la relación de cada uno de estos personajes con sus progenitores, tanto Hitler como Freud fueron los adulados de sus madres. Hitler fue víctima del maltrato cotidiano de su padre, Freud tenía sentimientos contradictorios, por un lado admiraba al padre culto y correcto, pero por otro se avergonzaba del judío conformista. Ambos no concibieron la relación de pareja amorosa entre sus progenitores. Frankl tuvo padres cariñosos, además en su relato confirma la importancia de los límites cuando niño.

Las condiciones fundamentales para la bondad se encuentran en el calor afectivo y la legitimación dentro de la familia. El mal requiere un crisol familiar donde se combinen y fomenten las condiciones personales de la crueldad y la búsqueda de gloria.

Si bien es un error considerar a la maldad como una condición psicopatológica, es más probable su manifestación en presencia de trastornos de personalidad, considero que los trastornos de personalidad se deben establecer a partir de la presencia de inmoralidad y crueldad hacia uno mismo y hacia los demás. En el experimento de Standford, no todos los falsos guardias se convirtieron en personas crueles, algunos, entre ellos la futura esposa de Zimbardo se resistieron a lastimar. Por ello dejamos de preguntar por el origen del mal y preguntamos ¿cuál el origen de la bondad?

Existen estudios acerca de psicópatas no solamente funcionales, sino bondadosos. James Fallon, connotado neurólogo, descubrió que es psicópata, desentraña en su propia historia los orígenes genéticos de su condición y reflexiona sobre cómo su formación personal estuvo sobre las tendencias biológicas[76]. El libro La sabiduría de los psicopatas[77] estima los aportes de algunos psicópatas a la sociedad. Por lo tanto la psicopatía no necesariamente producirá maldad, se requiere un entorno anómico y una familia disfuncional.

La bondad como elemento indispensable en el amor se acuña en el entorno afectivo cálido indispensable para el apego seguro[78], con un sistema claro de principios morales[79] y el apoyo incondicional a las competencias[80]. La integración de estos tres elementos: apego, moralidad y legitimación son indispensables para el desarrollo de una identidad asociada con la generosidad y la búsqueda de la verdad. La falta de nutrición emocional, la carencia de principios morales sólidos y la desvalorización de la diferencia, conllevan a la construcción de una identidad endeble, presa de la necesidad de ser amado y reconocido, de tal manera que los vínculos amorosos se fundamentarán en las carencias en vez de la búsqueda de compartir la felicidad. Este es el crisol para la maldad, egolatría y resentimiento.

Los ejemplos analizados, permiten considerar la urgencia de un sistema educativo encargado de fomentar el amor en vez del poder. Actualmente las escuelas están concentradas en la formación para la competencia, el éxito profesional se subyuga a la felicidad. La felicidad está fuertemente relacionada con las relaciones interpersonales, la gente feliz no es la que goza de bienestar, sino aquella que tiene personas para compartir su vida[81]. Frankl vivió en carne propia la importancia del amor sobre todas las cosas, si bien al inicio del apresamiento se soñaba con salchichas, con el paso del tiempo era la carencia afectiva más intensa que el hambre.

Es el amor la condición humana por excelencia, su origen se encuentra en el aprendizaje cimentado en el afecto y la ética. Los amorosos son seres con ética trascendental, en el sentido de estar más allá de lo correcto o incorrecto, sus decisiones emergen de la ética, un nivel de conciencia intuitiva, esto es, se actúa bien sin argumentación racional, sentimos y luego pensamos[82]. La moral racional, aquella consecuente con la norma define a las personas moralmente correctas pero no necesariamente éticas, aquellas incapaces de flexibilizar si moral son las rigoristas, pueden hacer el mal cuando creen estar haciendo el bien[83]. Los amorosos fundamentan sus acciones en la experiencia de apego seguro, definiendo así la confianza y la esperanza. Es interesante la relación existente entre fe religiosa afrontamiento de la muerte[84] con el apego seguro. Estas relaciones muestran la sustancia de la esperanza en los amorosos.

Es relevante comprender la asociación intrínseca entre el apego y la empatía[85], los psicópatas no pueden ser empáticos[86]. La empatía es un factor indispensable para el amor y la envidia, en ambas se necesita colocarse en el lugar del otro, en el amor para actuar en su beneficio, en la envidia para actuar en su perjuicio[87]. El sistema neurobiológico responsable por la empatía comprende sistemas arcaicos del cerebro, por lo tanto se trata de una circunstancia humana antigua, es posible considerarla como un requisito para nuestra sobrevivencia.

La hormona predominante en la empatía es la oxitocina[88], sustancia exudada durante el amamantamiento, elemento central en el desarrollo del apego, activa los recursos de protección y consuelo. En los amorosos como Frankl se confirma la configuración del apego seguro y su empatía extraordinaria asociada a su postura ética. Mientras que en Hitler, la empatía está reducida,  mientras que Freud la racionaliza.

Los tres personajes analizados pueden considerarse como modelos para aplicarlo a otras personalidades contemporáneas, se encontrarán coincidencias en sus estructuras familiares y en las vicisitudes de sus relaciones románticas. A Milton Erickson le preguntaron su opinión sobre Hitler, respondió: qué pena que no vino a mi consultorio.
















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