martes, 24 de enero de 2017

Apuntes sobre la función del padre



Apuntes sobre la función del padre.
Por: Bismarck Pinto, Ph.D.
Durante mucho tiempo se ha considerado a la “figura paterna” como un concepto incuestionable, asociado al desarrollo de la identidad sexual. Esta idea es inseparable de la teoría del complejo de Edipo, desde donde se desarrollaría la masculinidad y la feminidad. La Planche y Pontalis la resumen de esta manera:
Conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta relativamente a sus padres. Bajo su forma positiva, el complejo se presenta como en la leyenda de Edipo Rey; deseo de muerte del rival que es la persona del mismo sexo y deseo sexual hacia la persona del sexo opuesto. Bajo su forma negativa, se muestra de manera inversa: amor por el progenitor del mismo sexo y odio celoso hacia el progenitor del sexo opuesto (…) Según Freud el complejo de Edipo es vivido en su período máximo entre los tres y cinco años, durante la fase fálica; su disminución marca la entrada al periodo de latencia, Conoce en la pubertad una resucitación y es superado con mayor o menor éxito en un tipo especial en la elección de objeto. El complejo de Edipo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo humano[1].
El desarrollo de esta idea no aparece en los escritos de Freud antes de 1910[2], surge como resultado del análisis de sus pacientes y del estudio del caso Juanito[3], pero fundamentalmente por el autoanálisis del propio Freud, analiza la relación con su propio padre, reconoce el amor hacia la madre y los celos hacia el padre[4].
Las teorías de Freud emergían de sus especulaciones para explicar las neurosis de sus pacientes y de sus cavilaciones sobre los fenómenos relacionales. Freud ponía mucho énfasis en el hecho particular, a diferencia del razonamiento científico que desestima las observaciones particulares si éstas no se relacionan con otros datos. Freud se centraba en los fenómenos aislados y buscaba una explicación lógica para ellos:
…así es como trabajaba su mente. Cuando captaba un hecho simple, pero significativo, sentía y sabía que se trataba de un caso representativo de algo general o universal y la idea de reunir estadísticas sobre el caso era algo enteramente extraño a su manera de ser[5].
Sin datos que lo respaldaran, estableció que el complejo de Edipo era universal[6], por lo que abandona la teoría de la seducción.  En 1896 consideró como un resultado uniforme que las personas histéricas habían sido seducidas sexualmente por personas adultas durante su infancia, afirmó haber encontrado en dieciocho de sus pacientes neuróticos historias de seducción[7]. Cambia de rumbo cuando encuentra que el complejo de Edipo explicaba de mejor manera la relación del niño con sus padres[8].
El antropólogo Malinowski fue uno de los primeros en poner en duda la universalidad del complejo de Edipo, en 1914 viaja a Papúa donde describe la organización social de los nativos del noroeste de la Melanesia, encontrando la inexistencia del vínculo celoso de los hijos hacia sus padres, por el sencillo hecho de que las familias no se organizaban de manera monógama patrilineal[9].
Sin embargo, el psicoanálisis continuó imponiendo la teoría para la explicación de varios fenómenos, entre ellos la homosexualidad. En relación a la orientación homosexual, Freud  tuvo una visión progresista[10] comenzó a analizarla considerando la presencia de factores genéticos como ambientales, aunque pensaba que era muy difícil “curar” esa tendencia[11]. Freud veía en la homosexualidad una perversión, consecuencia de una inhibición del desarrollo sexual del niño[12], si bien nunca estuvo seguro si se trataba de una psicopatología insistió en la influencia de una mala resolución del complejo de Edipo. Estaría relacionada con una falta de imagen paterna que derivaría en una inadecuada formación de la identidad sexual.
El Psicoanálisis asocia la homosexualidad con el narcisismo, piensa que los homosexuales buscan alguien como ellos para amarlos como lo hicieron con sus madres[13]. La búsqueda narcisista en la homosexualidad sería consecuencia de la percepción inconsciente del niño de una madre provista de un miembro viril, quedando fijada de esa manera impidiendo la renuncia del pene como objeto sexual[14]. Ocurre porque en la familia existe una madre dominante y un padre débil o ausente,  impidiéndose la prohibición del incesto[15].
Lacan introduce el concepto de “ley del padre” para hacer referencia a la importancia de la presencia del padre en la organización de la identidad sexual de los niños. Según este psicoanalista, toda la obra freudiana puede centrarse en la importancia de la función paterna[16]. Lacan plantea al padre como un agente de ruptura vincular entre la madre y su hijo, prohibiéndole a ella la seducción y al niño el definirla como el objeto de su deseo: El niño y la madre deben reconocer que el deseo es imposible de colmar con objeto alguno, que la ilusión de llenar la falta es imposible de alcanzar. Recordemos que el niño desea ser todo para la madre, el complemento de su carencia, es el deseo del deseo de la madre y para satisfacerla se identifica en el lugar del falo[17].
Hoy entendemos que la homosexualidad no es construida como una identidad sexual, sino como una orientación sexual, el homosexual varón se sabe varón pero se interesa afectiva y sexualmente por personas de su mismo sexo[18][19]. Las personas homosexuales definen claramente la diferencia entre su identidad de género y su orientación sexual[20]. Las explicaciones psicoanalíticas asumen la homosexualidad como una confusión en la definición de la masculinidad y la feminidad. Por otra parte consideran al sistema familiar como cerrado, monógamo y sin la participación de los otros miembros familiares, definiendo la vida del niño exenta de otras interacciones significativas.
Los estudios genéticos sobre la homosexualidad, principalmente los efectuados en gemelos idénticos, muestran una alta incidencia de la orientación homosexual entre gemelos criados en ambientes familiares distintos[21]. Investigaciones sobre la estructura familiar de homosexuales masculinos y femeninos no han encontrado similitudes, una persona puede tener un padre débil y una madre dominante y no tener orientación homosexual, de tal manera que la homosexualidad es indiferente a las condiciones relacionales familiares[22].
Otro defecto de las teorías psicoanalíticas es que surgen desde el diván, es decir, se trata de casos de pacientes, quienes por supuesto tienen algún trastorno mental, tratan de generalizarse las experiencias, muchas veces traumáticas, a la población normal[23]. A ello se suma el desconocimiento en la época de Freud de la relación entre el cerebro y la conducta humana, algunos casos como el de Ana O., pueden hoy en día ser desentrañados desde factores neuropsicológicos en lugar de psicológicos[24]
Hoy se han incrementado las familias monoparentales con jefatura femenina[25], es la madre quien se hace cargo de la crianza de los hijos sin la presencia del padre, lo que obliga a una revisión de las ideas psicoanalíticas[26]. Si la teoría del complejo de Edipo fuese cierta, los hijos e hijas de las madres sin pareja tendrían que desarrollar trastornos psicológicos, lo cual no es evidente. La estabilidad psicológica de los hijos no depende de la presencia del padre, sino de las dinámicas familiares ejercidas en las vinculaciones afectivas con las personas significativas para los niños y niñas[27].
El estudio científico de las funciones del padre, se inician en la década de los sesenta del siglo pasado tanto desde la metodología cuantitativa como cualitativa[28]. Hasta ese momento la mayor parte de las investigaciones se centraban en la díada madre-niño[29], influenciadas por los prejuicios derivados del enfoque psicoanalítico.
Es importante tomar en cuenta que la función de madre tiene raíces eminentemente biológicas: la protección y cuidado del hijo es inmanente a la naturaleza de las hembras en las especies de mamíferos[30], lo cual acontece también con las mujeres, por un lado saben que llevan un hijo o hija propia en el vientre cuando están embarazadas, y por otro cuando el bebé nace existe una convicción de pertenencia[31].
A diferencia del ser madre, la identidad del padre se aprende, es factible por tanto decir: el ser padre es un fenómeno eminentemente cultural. El ser madre es la conjunción de la naturaleza femenina y los condicionantes culturales[32]. Michael Lamb es pionero en el desarrollo de la línea de investigación sobre las funciones del padre, trata de discernir sobre la implicancia de dos fenómenos: a) determinar el grado de implicación y el grado de influencia del padre en los hijos e hijas y b) establecer si la madre es más influyente que el padre y si es suficiente la relación de la madre.
La inquietud por indagar sobre la influencia del padre en la vida de sus hijos, nace debido a los cambios en las configuraciones familiares contemporáneas. Lamb indica que se vio influenciado por la película Kramer vs. Kramer, en la cual se evidencia la presencia de un padre angustiado ante la pérdida de sus hijos. Evidentemente los padres actuales no solamente se han hecho más presentes en la vida familiar, sino que asumen funciones en la crianza que anteriormente estaban restringidas a las mujeres. Las condiciones socioeconómicas concomitantes con el desempleo entre otras se suman al incremento de separaciones y divorcios, en marcos culturales cada vez más feministas e ideologías que hacen superlativa la equidad de sexos han obligado que los varones tengamos que modificar nuestro rol en la sociedad y en la familia[33].
A la par de los cambios de rol paternos se ha producido un aumento de la violencia masculina hacia la mujer, las cifras en Bolivia son escabrosas: ¡el Instituto forense atendió 56.566 casos de violencia doméstica  en Bolivia durante la gestión 2016![34] Esta hecatombe violenta se relaciona principalmente con los procesos de emancipación femenina[35].
Retomando a Lamb, plantea que los cambios en la sociedad y la familia han propiciado una crisis no solamente en la masculinidad sino en la función parental en varones que no hemos tenido referentes en nuestros padres. Esto probablemente generó graves confusiones en la vinculación conyugal, la mujer ha cambiado, no quiere asumir el pasivo rol de madre-esposa[36], la tendencia actual es una mujer independiente del varón en búsqueda del sentido personal de su vida[37].
Las concepciones populares del rol paterno y sus responsabilidades han cambiado, los padres de hoy quieren involucrarse más en las relaciones amorosas y de cuidado con sus hijos, por lo que es plausible asumir beneficios para la familia y para el desarrollo afectivo de hijos e hijas. Urge pues el estudio de la influencia de la implicación del padre[38] en la relación con los hijos, para evaluar cómo son afectados por las variaciones de la función paterna.
Tradicionalmente se han considerado dos funciones de los padres: sustento económico y control de los hijos; la necesidad de cuidar y protegerlos, generaba estrés en los padres[39]. Los progenitores actuales sin abandonar necesariamente los roles mencionados, han incorporado en su bagaje relacional el surgimiento de la ternura[40] como ingrediente indispensable en la vinculación con los hijos[41], abandonando la perniciosa idea de que los verdaderos hombres deben ser fríos y distantes[42]. Los padres actuales han aprendido a nutrir afectivamente a sus hijos, considerándose buen padre a aquel capaz de dar ternura, protección y cuidado[43]. Esta nueva imagen del padre ha tratado de ser estimulada en Estados Unidos por el cine y la televisión. En Latinoamérica se ha mantenido el referente machista del padre durante más tiempo[44].
Es posible pensar que el rol de padre tradicional coexiste con el rol de padre nutricio, en una pujante lucha dialéctica entre el padre correctivo y el padre nutricio. Las mujeres quieren una pareja tierna con sus hijos, además de actividades compartidas en las labores de casa[45]. Los padres actuales interactúan directamente con los hijos: juegan, ayudan en las tareas escolares, enseñan y cuidan. Las relaciones actuales se enmarcan en vínculos duales sin necesidad de la intervención de la madre[46].
Estas aproximaciones iniciales mayormente provenientes de estudios cualitativos, obligaron a la emergencia de investigaciones cuantitativas, principalmente correlaciónales con muestras representativas, surgiendo cuestionarios capaces de medir la implicación paternal, aplicados tanto a padres como a madres[47].
Los resultados de estas pesquisas han permitido identificar tres componentes fundamentales de la implicación paterna[48]:
a)      Tiempo de relación: hace referencia a las actividades uno a uno entre el padre y el hijo o hija: jugar, cooperar en las tareas escolares, alimentar, etc. Se vincula con el compromiso en la relación. No se trata de estar de manera pasiva, sino de interacción activa.
b)      Accesibilidad del padre: estar disponible para ayudar al hijo o hija. En este caso no es una interacción directa, se trata de estar atento a las actividades del niño o niña para acudir cuando éste necesite auxilio.
c)      Responsabilidad: el más importante de los componentes, condice con el  fomento del bienestar y el cuidado del hijo o hija. Saber cuándo es imprescindible llevar al pequeño o pequeña al pediatra, asistir a las reuniones en la escuela, tener recursos para que no falte alimento ni vestido, prestarle la atención debida cuando está enfermo.
Dubeau, Coutu, y Devault agregaron dos componentes[49]:
d)     Control: comprende la disciplina y la regulación de las reglas.
e)      Seguimiento: revisión permanente del cumplimiento de los cuatro anteriores componentes.
Pleck plantea que una de las debilidades del constructo implicación parental es que no se sitúa dentro de un marco teórico concreto, sus componentes pertenecen a la  concepción de las interacciones recíprocas complejas postuladas por Bronfenbrenner dentro de los parámetros del enfoque  ecológico sistémico[50].
Las conclusiones de la investigación desde la óptica del modelo de Lamb y Pleck, mostraron que había variabilidad en los datos, de tal manera que se introdujo un nuevo factor: el apego[51]. La teoría del apego afirma que las experiencias tempranas de vinculación afectiva determinan el desarrollo de sus relaciones interpersonales futuras y el establecimiento de sus esquemas afectivos[52]. Un modelo organizado de la vinculación relacional es producto de la interacción cariñosa con las personas que velaron y protegieron al niño o a la niña[53]. La tendencia fue asumir el lazo afectivo primordial en la relación del niño o la niña con la madre[54]. Son relativamente recientes los estudios del apego con el padre[55]. Quien sintetizó las teorías del apego, John Bowlby definió explícitamente a la madre como la principal cuidadora del niño, consideraba que los padres rara vez estaban disponibles[56]. Obviamente, la situación actual es otra, Kennedy y sus colaboradores consideran que en esta época los padres ¡han resucitado![57]
El apego no solamente ofrece al niño una base segura para su desarrollo emocional sino que también genera un modelo interno activo o representacional (working model), un esquema cognitivo del sí mismo y de la vinculación con los otros, permitiendo la percepción y evaluación de las intenciones de los demás y direccionar el comportamiento, base de la empatía y del juicio moral, componente definitorio del sí mismo[58].
Paradójicamente, el incremento de divorcios ha definido familias monoparentales con “jefatura” femenina, se estima tres de cada diez madres bolivianas no viven con sus esposos[59]; sin embargo, los padres se han involucrado más con sus hijos e hijas. Un niño de padres divorciados me decía: “desde que mis papás no viven juntos tengo papá”[60].
Los procesos evolutivos de la familia conllevan la implicación del padre en la crianza de los hijos, los sistemas de apego dejan de ceñirse a la relación con la madre y se diversifican en el enlace con el padre, la organización de los esquemas afectivos se deberían enriquecer. Si bien como señalé anteriormente, Bowlby desarrolla una visión monotrópica del vínculo madre hijo, dejando de lado al padre, a pesar de que él mencionó que fue mal interpretado[61], nunca sabremos si fue un error o si las condiciones de la crianza en su época se centraban exclusivamente en la madre. Hoy, definitivamente sería un error concretarse a definir al apego como un lazo exclusivo de la relación materno-filial, es imprescindible considerar la posibilidad del desarrollo de múltiples sistemas de apego entre el niño o la niña y las personas que los cuidan. Las interesantes aproximaciones realizadas en torno a la investigación de la resiliencia familiar, indican que los lazos afectivos predominantes en el desarrollo del apego pueden ser ajenos a los progenitores y presentarse en personas ajenas a la familia, como por ejemplo los profesores y profesoras[62]. En las etapas iniciales de la vida, un hermano o hermana o los abuelos pueden reemplazar las relaciones de apego ausentes o deterioradas en las relaciones con los padres[63].
El uso de la situación extraña[64] utilizado para observar a los niños y niñas en interacción con la madre y el padre, mostró que los pequeños se acercaban más a la madre en lugar del padre en los experimentos realizados en familias de clase media estadounidenses[65]. La situación fue distinta en familias pobres afroamericanas, los niños y las niñas se acercaban tanto a la madre como al padre[66]. Indiscutiblemente la implicación parental tiene que ver con procesos culturales, pero también se puede remarcar la posibilidad del padre de producir vinculaciones de apego con sus retoños.
El seguimiento del desarrollo infantil, muestra que los bebés tienden a buscar protección con mayor frecuencia en sus madres que en sus padres; al contrario, prefieren jugar con sus padres[67]. En 1991 Fox, Kimmerly y Schafer realizaron la revisión de once investigaciones referidas al apego con el padre, los resultados resaltan la ausencia de diferencias entre el lazo afectivo del niño con el papá o con la mamá[68]. Coincide con una apreciación que tengo, el buen papá es aquél que sabe ser mamá.
No importa si es padre o si es madre quien establece el referente afectivo de apego, éste es independiente del sexo masculino o femenino. Las investigaciones sobre el desarrollo de niños y niñas criadas por padres o madres homosexuales, muestran la inexistencia de diferencias en la estabilidad emocional de estos pequeños en comparación con hijos e hijas de familias heterosexuales[69].
Los estudios sobre el impacto en los hijos de padres o madres homosexuales ha visado tres aspectos: las prácticas parentales, el desarrollo emocional de los niños y niñas y la orientación sexual de los hijos e hijas.
Las prácticas parentales son independientes a la orientación sexual de los progenitores, tanto padres y madres homosexuales o heterosexuales actúan con sus hijos e hijas utilizando los mismos recursos de cuidado y protección[70].
En otros estudios, se encontró que es indiferente para el desarrollo emocional de los hijos su pertenencia a una familia con padres o madres homosexuales que a una familia de progenitores heterosexuales. Golombok y colaboradores estudiaron 40 familias con madres adoptivas homosexuales y 49 con padres adoptivos homosexuales en el Reino Unido, se homogenizó a los participantes considerando que todas las familias tuvieran hijos o hijas entre 4 y 8 años y que estuviesen conviviendo con sus padres adoptivos o madres adoptivas por lo menos hace un año. Se recurrió a entrevistas, cuestionarios y filmación de la interacción con los y las niñas, a la par se entregaron cuestionarios a los maestros y maestras de los niños y niñas acerca de la adaptación. Los resultados mostraron que los padres y madres homosexuales eran más cálidos, tenían más tiempo de interacción con sus hijos e hijas, además de utilizar menos recursos agresivos en la disciplina que los padres y madres heterosexuales.
En este mismo estudio, se encontraron mayores problemas de adaptación en los hijos e hijas de padres heterosexuales que en las familias con padres y madres homosexuales. No se encontraron diferencias significativas entre las puntuaciones referidas a desajuste emocional entre los hijos e hijas adoptadas con los hijos de padres heterosexuales[71]
Cameron y su equipo de investigadores han demostrado que los hijos e hijas de padres y madres homosexuales no presentan mayores probabilidades de orientarse homosexualmente que los hijos e hijas de padres y madres heterosexuales[72].
Con la evidencia señalada queda demás decir que las funciones del padre son equiparables a las de la madre. El amor a los hijos es independiente a la condición sexual de los padres, o a su orientación sexual. El desarrollo afectivo y los procesos de adaptación devienen fundamentalmente del amor recibido, independientemente de quien haya provenido. La importancia del padre, no tiene que ver con su imagen, sino con la interacción directa e indirecta con sus hijos o hijas.
La implicación parental se manifiesta como un constructo que ha permitido comprender los graves errores de la Psicología del pasado: considerar la función del padre como referente en el desarrollo de la identidad sexual del niño y como instancia para romper el lazo incestuoso con la madre, además de monopolizar la influencia de la madre en la construcción del modelo interno activo en la mente de los seres humanos.
A la luz de la actual investigación científica, es posible determinar los efectos positivos de la implicación paterna, Allen y Daly realizan una síntesis de estos hallazgos en la relación entre hijos e hijas con implicación parental e hijos e hijas sin implicación: a nivel cognitivo presentan más altos puntajes en habilidades cognitivas aplicadas a la solución de problemas; emocionalmente son más seguros; socialmente interactúan más y mejor con sus pares; presentan adecuada salud mental y su desarrollo general (físico y cognitivo) es mejor[73].
La ausencia de la implicación paterna se asocia con el bajo rendimiento escolar (Kelly, 2000)[74], existen problemas en la adaptación escolar[75]. Varios estudios han encontrado relaciones entre la ausencia del padre y efectos negativos en la vida escolar de los hijos, desde problemas de aprendizaje hasta compromiso escolar[76]. Sin embargo el problema de estas investigaciones reside en que la mayoría de ellas se realizó comparando niños y niñas de padres divorciados con familias intactas, de tal manera que un sesgo es el estrés por el proceso de divorcio, el cual, por supuesto se vincula con la disminución de la responsabilidad escolar ligada a la depresión concomitante con la experiencia de separación de los padres[77].
Otro factor asociado a la ausencia del padre es el comportamiento adictivo, tanto al alcohol como a las drogas[78]. Por ejemplo D´Onofrio y sus colaboradores, encuestan a  14.763 gemelos, no encuentran datos que sugieran la participación genética en el desarrollo del alcoholismo, por lo cual concluyen que el factor asociado es la ausencia del padre[79]. Es interesante corroborar que en caso de tener un padre alcohólico las probabilidades del consumo del alcohol  o drogas en los hijos se incrementan, es que un padre con problemas de bebida es como un padre ausente[80].
La ausencia del padre también se relaciona con la precocidad en la actividad sexual de los hijos e hijas. Esto se ha asociado con el embarazo adolescente[81]. Probablemente esto ocurre debido a los cambios en la organización familiar, ocasionando la tristeza de la madre ante la salida del esposo y la carencia afectiva del papá; estas consecuencias del divorcio se ciñen en la búsqueda de protección, dada por la joven pareja, formando una vinculación amorosa sustitutiva del afecto familiar y la construcción de una nueva realidad.
Un problema largamente asociado a la ausencia del padre es el comportamiento delictivo[82]. La terapia estructuralista con visión sistémica ha fundamentado la teoría de la estructuración jerárquica de los vínculos familiares, en el estudio de familias migrantes con hijos jóvenes criminales. La experiencia terapéutica de Salvador Minuchin con familias latinas en Nueva York, le permitieron considerar la importancia del orden jerárquico padres-hijos para comprender que su inversión o su ausencia promovía la conducta antisocial de los hijos e hijas, por ello la terapia debía centrarse en la reestructuración de los límites relacionales y por ende en la rehabilitación de la jefatura parental y maternal[83].
La teoría de Minuchin fue fehacientemente descalificada por las terapeutas feministas[84] como también por los enfoques posmodernos[85]. Las primeras aduciendo una postura machista al sugerir la introducción del padre como indispensable para la organización familiar, y los segundos criticando la rigidez del modelo. Sin embargo estas críticas son más ideológicas y políticas que científicas, puesto que la evidencia de los estudios acerca de la relación entre la ausencia del padre en la familia y el comportamiento antisocial de los hijos, muestra datos lo suficientemente consistentes como para echar por tierra las aventuradas opiniones de estos movimientos[86].
Un estudio dirigido por Beatriz Pérez de la Universidad de La Frontera de Chile, con participación de la Universidad de Oviedo de España, consideró a 103 participantes, 56 reos del centro penitenciario de Villabona en Asturias, 23 del centro  de  readaptación  social  Puente Grande en Guadalajara y en o en el Centro de adaptación social Francisco Mugica en Morelia, ambas cárceles mexicanas y 24 del centro penitenciario Puente Alto de Santiago de Chile, se los seleccionó a partir de la entrevista semi estructurada PCL-R para detectar indicadores de psicopatía. Se encontró en el 57% de los casos antecedentes de consumo de drogas en el padre o hermanos; ausencia de normas en el 64% de los casos; ausencia de padre en el 59,4%[87].
Si bien las investigaciones cuantitativas coinciden con que los efectos de la ausencia del padre son nefastos para la prole, no consideran la complejidad de la singularidad de los casos, y los diversos factores coadyuvantes: el estrés del divorcio, el maltrato intrafamiliar, la violencia contra la madre, la situación económica y laboral, etcétera. De ahí que los estudios restringidos psicópatas como el descrito anteriormente, pueden ser más precisos a la hora de estimar los factores prioritarios comunes en los casos analizados.
De estas pesquisas cuantitativas, únicamente se puede decir que la ausencia del padre está relacionada con varios desajustes de los hijos e hijas, pero no se puede establecer una explicación que permita definir tácitamente cuáles son las funciones indispensables del padre para el desarrollo normal de la moral de los hijos e hijas.
Según el modelo de Linares, decir que el padre está presente es identificarlo como el hombre que ama a la madre y a sus hijos, demarcando una familia donde existe una pareja de esposos que se aman y que no descuidan su función protectora a los hijos. La ausencia del padre rompe ese lazo indispensable de amor entre él y sus hijos e hijas, puede darse de tres maneras: el padre desamorado de su esposa y sus hijos e hijas; el padre desligado de su esposa pero no de sus hijos e hijas, y el padre despegado de sus hijos e hijas pero no de su esposa[88].
Según Linares, la desintegración de los roles conyugales y/o paternos se involucran indefectiblemente en distintos tipos de depresión y manifestación de psicopatologías. Lo cual obliga a que la familia se organice alrededor de juegos relacionales para mantener el equilibrio y al hacerlo conlleva a distintas estructuras individuales en los hijos e hijas, víctimas inocentes de la inmadurez de sus padres[89].
En 1956 Payne y Mussen aplicaron cincuenta ítems en formato falso-verdadero del California Psychological Inventory[90] a 182 adolescentes, considerándose 18 ítems de la escala Tolerancia, 17 de la referida a Participación Social y 15 de Feminidad-Masculinidad. Copias del mismo cuestionario fueron enviadas a sus padres y madres, 72  parejas completaron el cuestionario. Entonces se compararon los resultados de los cuestionarios respondidos por los hijos con aquellos resueltos por sus madres y padres respectivos. Se contaron las respuestas similares entre los cuestionarios de los muchachos con las de sus madres y sus padres. Se encontró un alto nivel de coincidencia entre las respuestas de los hicos con las de los padres, no ocurría lo mismo con las dadas por las madres. Las respuestas coincidían en un 74% con las de los padres. Los investigadores concluyeron que esto mostraba la identificación de los hijos con sus padres[91].
Posteriores estudios han mostrado que existe una relación positiva entre la implicación del padre y la constitución de éste como referente de identificación. Ha quedado estipulado que no es lo mismo el proceso de identificación con la madre que con el padre, además no se trata de una simple imitación[92], sino de la internalización del esquema referencial generado por la implicación paterna[93]. Los requerimientos afectivos hacia el padre son la base para que se torne referente de identidad a partir de los roles vislumbrados dentro de la vida familiar y laboral. Por lo tanto es importante contemplar las funciones del rol de padre en el sistema familiar[94]. Las investigaciones cuantitativas han coincidido con los planteamientos de la terapia familiar estructuralista, valora la participación del padre como un progenitor cariñoso y transmisor de valores hacia los hijos[95]. Se ha encontrado que la creación del modelo de identidad de los hijos e hijas se desenvuelve en la interacción con sus padres, independientemente a la coincidencia sexual, interesa más el orgullo de pertenecer a ellos para forjar los referentes en la concreción de metas personales, el hijo o la hija querrán ser como papá y/o mamá[96].
¿Qué ocurre con el desarrollo de la identidad cuando el padre está ausente? Hace varios años escribí un artículo titulado “espejos rotos” donde reflexiono sobre las familias donde el padre está ausente porque prefiere el trabajo a la vinculación con sus seres queridos[97]. Existen profesiones en las que el padre se ve obligado a abandonar a su familia por las exigencias laborales, militares, policías, médicos, políticos, y otros. Por lo general estos padres son eficientes en sus trabajos por lo que esbozan una imagen de sí mismos positiva para los miembros de su familia, aunque no pueden contrastarla con lazos reales.
Hillebrand[98] en 1976 se interesó por investigar el impacto en la familia de padres militares estadounidenses, encuestó a 73 muchachos y 53 muchachas adolescentes, evalúo tres áreas: inteligencia, comportamiento escolar, dominancia del padre, identificación con el padre y estructura familiar. Se utilizaron las siguientes escalas: Test Kuhlman-Anderson forma EF para medir la inteligencia, la escala de Shippee-Blum para evaluar el nivel de identificación con los padres y el cuestionario day at home de Herbst para identificar el grado de dominancia del padre, a estas escalas se sumó un reporte elaborado por los maestros y maestras de las escuelas a las cuales asistían los participantes del estudio. Los resultados mostraron en primer lugar que tanto las hijas como los hijos aprendieron a aceptar estoicamente la ausencia de sus padres, en segundo lugar en los chicos, una alta correlación entre ausencia de los padres y depresión asociada a irritabilidad, agresividad e impulsividad, mientras que en las chicas la única correlación positiva fue con las habilidades escolares. En cuanto a la estructura familiar apreciaron altos niveles de estrés aunque se establecieron formas de coordinación entre los miembros de las familias para compensar la ausencia del padre.
Si comparamos esos resultados con los obtenidos el 2001 en otro estudio que visó la evolución de la familia de padres militares, coincide plenamente con el estudio de 1976[99]. Se debe añadir la importancia de la experiencia de pérdida ambigua a la cual se someten los miembros de la familia de los militares[100]. El 2007, también con familias de militares estadounidenses, a la pérdida ambigua se agregó la incertidumbre como características frecuentes[101]. Las familias de policías no difieren de las familias de militares[102] exceptuando por la presencia de violencia intrafamiliar mucho más frecuente en los hogares de policías[103].
Otra población ligada a la ausencia del padre son las familias de migrantes, cuando el padre abandona su país dejando a los hijos con la madre. Una vez más la ciencia está influenciada por la ideología imperante, en este caso la imagen insustituible de la madre ocasiona muchos estudios sobre el efecto de su ausencia cuando migra, y muy pocos acerca del impacto de la ausencia del padre[104]. Los efectos de la ausencia del padre se relacionan con problemas en el rendimiento escolar de los hijos e hijas[105].  Se ha encontrado correlaciones positivas entre adicciones en hijos de padres emigrantes[106] y mayor riesgo de conductas delictivas[107].
En Bolivia no se han realizado estudios acerca de la función del padre, la información que se tiene proviene de datos colaterales al problema en cuestión, como en la investigación sobre factores de riesgo y protectores del consumo de alcohol en jóvenes bolivianos. Esta pesquisa se llevó a cabo encuestado a 1.023 adolescentes de tres ciudades, se encontraron dos factores protectores en relación al padre: control e interacción con el padre, coincidiendo con dos de los componentes del concepto “implicación paterna”[108].
Otra fuente de información proviene de la investigación sobre la estructura familiar, donde se aprecia la importancia de la organización jerárquica para la determinación de la funcionalidad familiar[109].
La aplicación de los hallazgos acerca de la función paterna es indispensable para la psicoterapia y la prevención. Trabajar sobre modelos obsoletos e inadecuados para la cultura de los pacientes, conlleva el riesgo de ocasionar desadaptaciones o de empeorar la situación del paciente. La terapia debe forjarse dentro de los cánones establecidos por la información científica, caso contrario se estaría fomentando la charlatanería y lo que es peor se engañaría a las personas que buscan ayuda eficiente para la solución de sus problemas. Por ello, urge desarrollar líneas de investigación asociadas al estudio de la función paterna en Bolivia.


[1] La Planche, J., Pontalis, J. (1981) Vocabulário da Psicanálise. Sao Paulo: Martins Fontes. (p.116)
[2] Freud, S. (1910). Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I)”, 1910. Freud, Sigmund, Cinco conferencias sobre psicoanálisis. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci y otras obras.
[3] Freud, S. (1984). Análisis de la fobia de un niño de cinco años; A propósito de un caso de neurósis obsesiva: 1909. J. Strachey (Ed.). Amorrortu.
[4] Anzieu, D. (2004). El autoanálisis de Freud y el descubrimiento del psicoanálisis. México: Siglo XXI.
[5] Jones fue secretario de Freud, y quien se hizo cargo de escribir su biografía, en ella sobrevalora las cirtudes de su maestro y minimiza sus defectos, sin embargo su libro se ha constituido en la fuente más importante para los posteriores biógrafos de Freud:Jones, E. (1953). The life and work of Sigmund Freud: The last phase, 1919-1939 (Vol. 3). Basic Books.
[6] Freud, S. (1914). Tótem y tabú (Obras Completas). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
[7] Freud, S. (1990). La etiología de la histeria (1896). Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu, 3.
[8] Freud, S. (1990). Historia del movimiento psicoanalítico (1914). Buenos Aires: Amorrortu Obras completas, 3.
[9] Malinowski, B. (1975). La vida sexual de los salvajes: del noroeste de la Melanesia. Madrid: Ediciones Morata.
[10] Freud se muestra ambivalente ante la homosexualidad como trastorno, en algunos momentos habla de ella como un fenómeno que debe ser comprendido y aceptado, en otros, como una enfermedad que deberá ser atendida por el análisis. Freud, S. (1990) Tres ensayos de teoría sexual, y otras obras (1901-1905),  Obras completas de Sigmund Freud, 7. Buenos Aires: Amorrortu.
[11] En: Berger, L. (2001) Freud: el genio y sus sombras. Barcelona: Vergara. (p. 356)
[12] Freud, S. (1990) Tres ensayos de teoría sexual, y otras obras (1901-1905),  Obras completas de Sigmund Freud, 7. Buenos Aires: Amorrortu.
[13] Bergeret, J. (2002). Homosexuality or homoeroticism?:‘Narcissistic eroticism’. The International Journal of Psychoanalysis, 83(2), 351-362.
[14] Freud, S. (1990). Sobre las teorías sexuales infantiles (1908) Obras completas de Sigmund Freud, 9. Buenos Aires: Amorrortu.
183-201.
[15] Arvelo, L. (2001). Masculinidad y función paterna. Otras miradas, 1(1), 43-52.
[16] Jacques Lacan hará una nueva lectura de Freud a la luz de la Lingüística Saussuriana: Viviani, A. L. (1985). Lacan y el Edipo freudiano. Revista de Psicanálise Textura. Disponível em:<< http://docs. google. com/viewer.
[17] Aranda Boyzo, B., Ochoa Bautista, F., & Aguado Herrera, I. (1999) La Función Paterna en la Clínica Psicoanalítica. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 2(1). 
[18] Rubén Ardila presenta un abordaje científico sobre el desarrollo de la homosexualidad, plantea el ciclo vital en la vida de las personas con orientación homosexual: Ardila, R. (2008). Homosexualidad y psicología. Manual Moderno.
[19] Gonsiorek, J. C., & Weinrich, J. D. (1991). The definition and scope of sexual orientation. Thousand Oaks, CA, US: Sage Publications, 1-12
[20] Castañeda, M. (1999). La experiencia homosexual: Para comprender la homosexualidad desde dentro y desde fuera (Vol. 44). Grupo Planeta (GBS).
[21] Se pueden revisar abundantes estudios sobre la relación entre la genética y la orientación homosexual. El debate sin embargo surge ante homosexuales que no responden a los criterios biológicos encontrados, entonces es plausible referirnos a “homosexualidades”, porque es posible una combinación de los factores biológicos y los de aprendizaje.
Kallmann, F. J. (1952). Twin and sibship study of overt male homosexuality. American Journal of Human Genetics, 4(2), 136.
Pillard, R. C., & Weinrich, J. D. (1986). Evidence of familial nature of male homosexuality. Archives of General Psychiatry, 43(8), 808-812.
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LeVay, S. (1996). Queer science: The use and abuse of research into homosexuality. The MIT Press.
[22] Raley, K. (2008). Essentialist Beliefs About Homosexuality: Structure and Implications for Prejudice-A Replication of Haslam and Levy, 2006 (Doctoral dissertation).
[23] Esto y otras críticas al Psicoanálisis se pueden leer en: Meyer, C. (2007). El libro negro del psicoanálisis. Vivir, pensar y estar mejor sin Freud. Buenos Aires. Editorial Sudamericana.
[24] Indudablemente Bertha Pappenheim adolecía de un trastorno cerebral, no de una histeria como plantearon Breuer y Freud: Orr-Andrawes, A. (1987). The Case Of Anna O.: A Neuropsychiatry Perspective. Journal of the American Psychoanalytic Association, 35(2), 387-419.
Hurst, L. C. (1982). What was wrong with Anna O.? Journal of The Royal Society of Medicine, 75(2), 129.
[25] Díaz, P. I. U. (2007). Familias monoparentales con jefatura femenina, una de las expresiones de las familias contemporáneas. Tendencias & Retos, (12), 81-90.
[26] López, S. B. (2002). Familias monoparentales: un ejercicio de clarificación conceptual y sociológica. Revista del ministerio de trabajo y asuntos sociales, 40, 177-183.
[27] Linares, J. L. (2015). Prácticas alienadoras familiares: El" Síndrome de Alienación Parental" reformulado. Barcelona: GEDISA.
[28] Lamb, M. E. (2000). The history of research on father involvement: An overview. Marriage & Family Review, 29(2-3), 23-42.
[29] Los orígenes de la teoría del apego también se centraban en el lazo relacional entre la madre y el niño: Bretherton, I. (1992). The origins of attachment theory: John Bowlby and Mary Ainsworth. Developmental Psychology, 28(5), 759.
[30] Hrdy, S. B. (2000). Mother nature: Maternal instincts and how they shape the human species. Ballantine Books.
[31] En un estudio cualitativo se investigaron las experiencias de ser madre en cincuenta y cinco mujeres jóvenes, los resultados coinciden con la idea de que el rol de madre es universal, la mujer no necesita insumos del entorno para comprender su función protectora: Barclay, L., Everitt, L., Rogan, F., Schmied, V., & Wyllie, A. (1997). Becoming a mother—an analysis of women's experience of early motherhood. Journal of Advanced Nursing, 25(4), 719-728.
[32] Lamb, M. E. (1987). The father's role. University of Utah: Lawrence Erlbaum Assoc.
[33] En este artículo las autoras analizan los cambios sociales y su relación con la modificación del rol del padre en las familias Argentinas: Nudler, A., & Romaniuk, S. (2015). Prácticas y subjetividades parentales: transformaciones e inercias. Revista de estudios de género. La ventana, 3(22), 269-285.
[34] http://www.eldeber.com.bo/bolivia/Instituto-forense-atendio-56.566-casos-de-violencia-en-2016-20170118-0060.html
[35] Escribí un artículo al respecto que será publicado en un libro de edición mexicana: Psicoterapia de la emancipación femenina.
[36] Un excelente libro que analiza las funciones deplorables adjudicadas a las mujeres es: Lagarde, M. (1993). Cautiverios De Las Mujeres: Madresposas. Monjas, Putas. Presas y Locas, Colección Posgrado, Facultad De Filosofía Y Letras, México: UNAM,
[37] Lozano, M. (2016). Ser mujer en el siglo XXI. La Universidad, (6).
[38] En inglés: Father involvement, se ha traducido como participación paterna e implicación paterna, en este ensayo asumo la segunda traducción.
[39] McBride, B. A., Schoppe, S. J., & Rane, T. R. (2002). Child characteristics, parenting stress, and parental involvement: Fathers versus mothers. Journal of Marriage and Family, 64(4), 998-1011.
[40] Restrepo, L. C. (1997). El derecho a la ternura.  Santiago: Península.
[41] Por ejemplo, en este libro se enuncia la importancia de la ternura paterna en la crianza de los hijos e hijas adolescentes: Shulman, S., & Seiffge-Krenke, I. (2015). Fathers and adolescents: Developmental and clinical perspectives. Routledge.
[42] Las actitudes actuales hacia el machismo son negativas, sin embargo el incremento de la violencia y la crisis de identidad masculina asociadas ambas a los cambios en las mujeres, denotan un machismo escondido como se puede revisar en el libro: Castañeda, M. (2007). El machismo invisible regresa. México: Taurus.
[43] Varias investigaciones iniciadas en los setenta del siglo XX muestran que los buenos padres se evalúan a partir de su capacidad nutritiva: Lamb (ob.cit.)
[44] Por ejemplo en la serie: “El chavo del ocho”, el padre representado por Don Ramón es un personaje ocioso, deshonesto y negligente en el cuidado de su hija: Rodríguez Valle, J. F. (2014). Influencia de la serie cómica televisiva “el chavo del ocho‟‟ en el comportamiento social de las niñas de primer año de educación básica del jardín de infantes “el despertar” de la ciudad de Ambato (Tesis de Maaestría). Así mismo las noticias sobre la violencia masculina se enmarcan aún en los estereotipos machistas: v.g. Sánchez Rodríguez, G. (2008). Violencia machista y medios de comunicación. El tratamiento informativo de los delitos relacionados con el maltrato a mujeres. Comunicación y hombre. Lo propio ocurre con la publicidad: v.g. Gordillo, I., & Jarava, N. G. (2011). Posmachismo en televisión: representaciones de actitudes y comportamientos micromachistas en la publicidad no convencional. Razón y Palabra, México (76).
[45] Por ejemplo en México actualmente las expectativas hacia los roles de género han sufrido cambios dramáticos: de Oca, Y., Medina, J., López-Fuentes, N. & Escobar, S. G. (2016). Los roles de género de los hombres y las mujeres en el México contemporáneo. Consejo Nacional para la Enseñanza en Investigación en Psicología: Universidad Autónoma de México, 8 (2), 206-224.
[46] Lamb (ob.cit.)
[47] Por ejemplo: Lamb, M. E., Pleck, J. H., Charnov, E. L., & Levine, J. A. (1987). A biosocial perspective on paternal behavior and involvement. Parenting across the life span: Biosocial dimensions, 111-142.
Pleck, J. H. (1997). Paternal involvement: Levels, sources, and consequences.
En relación a las escalas de la implicación parental: Finley, G. E., & Schwartz, S. J. (2004). The father involvement and nurturant fathering scales: Retrospective measures for adolescent and adult children. Educational and Psychological Measurement, 64(1), 143-164.
González-Calderón, M. J., Rodríguez, M. Á., & Suárez, J. C. (2014). Propiedades psicométricas y dimensionalidad de la versión española para niños y adolescentes del Father Involvement Scale (FIS). Acción Psicológica, 11(2), 61-76.
[48] Pleck, J. H. (2012). Integrating father involvement in parenting research. Parenting, 12(2-3), 243-253.
[49] Dubeau, D., Coutu, S., & Devault, A. (2013). Mère et père, du parent à la coparentalité. En Traité d'éducation familiale (pp. 117-133). Dunod.
[50] Bronfenbrenner, U. (1992). Ecological systems theory. Filadelfia: Jessica Kingsley Publishers.
[51] La palabra attachment en inglés se debería traducir como “enlace” o simplemente “vínculo”, sin embargo se prefirió la palabra “apego” no muy usual en el uso coloquial de las relaciones amorosas. Por ejemplo: Delgado, A. O., & Oliva Delgado, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4(1), 65-81.
[52] Bowlby, J. (2008). A secure base: Parent-child attachment and healthy human development. Nueva York: Basic books.
[53] Ainsworth, M., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. N. (2015). Patterns of attachment: A psychological study of the strange situation. Nueva York: Psychology Press.
[54] En los experimentos de la situación extraña Ainsworth se centró en la relación de la madre­: Ainsworth, M. D. S., & Bell, S. M. (1970). Attachment, exploration, and separation: Illustrated by the behavior of one-year-olds in a strange situation. Child Development, 49-67.
Ainsworth, M. S. (1979). Infant–mother attachment. American psychologist, 34(10), 932.
[55] Por ejemplo: Suess, G. J., Grossmann, K. E., & Sroufe, L. A. (1992). Effects of infant attachment to mother and father on quality of adaptation in preschool: From dyadic to individual organisation of self. International Journal of Behavioral Development, 15(1), 43-65.
[56] Bowlby, J. (1982). Attachment and loss: Retrospect and prospect. American journal of Orthopsychiatry, 52(4), 664.
[57] Kennedy, M., Betts, L., Dunn, T., Sonuga-Barke, E., & Underwood, J. (2015). Applying Pleck's model of paternal involvement to the study of preschool attachment quality: a proof of concept study. Early Child Development and Care, 185(4), 601-613.
[58] Bretherton, I., & Munholland, K. A. (1999). Internal working models in attachment relationships: A construct revisited.
[59] En el país hay 2.282.006 madres, de ese total tres de cada diez son jefas del hogar, es decir, 789.225 (34,6%) mujeres trabajan para mantener solas a su familia: http://www.la-razon.com/index.php?_url=/sociedad/Indice-Bolivia-madres-jefas-hogar_0_2059594054.html
[60] Este fenómeno paradójico también ocurre en Europa, por ejemplo: Kalmijn, M. (2015). Father-child relations after divorce in four European countries: Patterns and determinants. Comparative Population Studies, 40(3).
[61] En: Delgado, A. O., & Oliva Delgado, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4(1), 65-81.
[62] Se desarrollaron estudios en jóvenes adictos y delincuentes que lograron retomar el sentido de sus vidas gracias a la presencia de una maestra o maestro consolidados como referentes de apego, por ejemplo: Smith, C., Lizotte, A. J., Thornberry, T. P., & Krohn, M. D. (1995). Resilient youth: Identifying factors that prevent high-risk youth from engaging in delinquency and drug use. Current Perspectives on Aging and the Life Course, 4, 217-247.
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[64] Técnica desarrollada por Ainsworth para establecer el tipo de respuesta de apego del niño ante la presencia de la madre y de una persona extraña, se la puede observar en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=QTsewNrHUHU
[65] Spelke, E., Zelazo, P., Kagan, J., & Kotelchuck, M. (1973). Father interaction and separation protest. Developmental Psychology, 9(1), 83.
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[67] Delgado, A. O., & Oliva Delgado, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4(1), 65-81.
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[69] En 1997 se realizó un meta análisis de las investigaciones existentes sobre el impacto en los hijos criados por padres homosexuales o madres homosexuales en comparación a hijos criados por padres y madres heterosexuales: Allen, M., & Burrell, N. (1997). Comparing the impact of homosexual and heterosexual parents on children: Meta-analysis of existing research. Journal of Homosexuality, 32(2), 19-35.
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[90] Es una prueba de personalidad creada por Harrison Gough, se publica en 1956 y se hace una revisión en 1987;  comprende 480 ítems distribuidos en 20 escalas.
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[95] Por ejemplo en un estudio se mostró la importancia de la congruencia de valores de los padres para el desarrollo de la fe y valores en los hijos: Palkovitz, R., & Palm, G. (1998). Fatherhood and faith in formation: The developmental effects of fathering on religiosity, morals, and values. The Journal of Men's Studies, 7(1), 33-51.
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[97] Espejos rotos fue publicado en Presencia Juvenil,  suplemento del extinto periódico Presencia, quizás entre 1987 y 1990.
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[104] Si se ingresa al Google Scholar la frase: migrant father, el buscador muestra la corrección “migrant mother” para la cual existen ¡270.000! resultados, mientras que para migrant father apenas 584.
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