martes, 18 de julio de 2017

Apuntes sobre la disfuncionalidad



Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.


Se deben ejecutar con humildad todas las tareas y,
 por amor de Dios, ¡no perderse a sí mismo!
Pues cuando más fácilmente se pierde uno a sí mismo
es cuando quiere darse a los demás.
Ludwig Wittgenstein

S
e reconoce a los psicólogos por el gesto que hacemos para expresar una palabra entre comillas: “anormal”, “trastorno” y ahora “disfunción”. En un afán ambivalente de resaltar y al mismo tiempo disculparnos por el uso atrevido de tales vocablos. Las palabras de nuestra ciencia se hacen populares con facilidad, y en muchos casos, la mayoría lamentablemente, sin el significado atribuido en el contexto científico. Los relatores deportivos abusan de nuestra terminología, entre otras cosas suelen decir: “a ese jugador le falta personalidad”, “este es un momento psicológico en el partido”, “es un claro problema de autoestima”. Ocurre lo propio en la Escuela, donde se da por sentado que el lenguajear psicológico determina las soluciones académicas en lugar de reflexionar sobre la eficiencia del proceso enseñanza-aprendizaje, está en boga la idea de la “baja autoestima”, la tendencia a tildar de poseedores del trastorno de atención con hiperactividad (TDAH) a los niños que no se adaptan al sistema educativo.

En la educación escolar se ha establecido una relación tácita entre el aprendizaje y la “disfuncionalidad” familiar, asumiendo ese término desde perspectivas éticas y creencias arraigadas sobre lo que es una “buena familia”, usualmente suponen a la disfuncionalidad como a la familia nuclear normal, por lo tanto es disfuncional una familia divorciada, los padres deben estar juntos con los hijos. En fin, el caos de las explicaciones del comportamiento  desajustado de niños y adolescentes recae en una Psicología Popular, muchas veces reforzadas por charlatanes y por falsos científicos.

Comencemos por dilucidar el sentido de la palabra “funcional” para luego definir con precisión el concepto de disfuncionalidad desde el enfoque sistémico que le dio origen.

Según la Real Academia Española (RAE), funcional hace alusión a: “Perteneciente o relativo a la función o a las funciones. Competencia, procedimiento funcional. Dependencia, enlace funcional[1]”.  Esta atribución nos obliga a entender el concepto de función. Es  pertinente su comprensión en las matemáticas, la RAE lo define como: “Relación entre dos conjuntos que asigna a cada elemento del primero un elemento del segundo o ninguno”. Eso quiere decir que la función tiene que ver con la relación entre los elementos de un sistema: por ejemplo: A cumple una función con B, y B lo hace con C.

Para ser más preciso: una función (f) es un vínculo entre un conjunto X (llamado dominio) y otro conjunto de elementos Y (llamado codominio) de forma que a cada elemento x del dominio le corresponde un único elemento f(x) del codominio (llamado ámbito).

La función se refiere a la secuencia de acciones interactivas entre los elementos de un sistema para cumplir una tarea. Se trata de órdenes que regulan el accionar dirigido a una meta. Partiendo de estas consideraciones, el concepto “funcional” debe referirse al cumplimiento de las órdenes para la regulación efectiva de un sistema.

Veamos un ejemplo sencillo, un equipo de fútbol durante un partido se compone de once elementos, los jugadores. Cada uno de ellos debe cumplir una función determinada durante la interacción. El arquero tiene la función de evitar los goles protegiendo como sea posible el arco mientras que el marcador de punta obedece a otra función, dependiendo de la estrategia del entrenador puede ser netamente defensivo o defender y atacar. La meta del equipo es la de marcar goles en el arco contrario. La eficiencia de la función de cada elemento está determinada por el cumplimiento de las órdenes que definen la estructura del equipo y la estrategia de juego.

Algo parecido ocurre con la familia, cada miembro que la compone cumple una función. Las funciones se atribuyen a los roles, en cada uno de los subsistemas familiares, en el subsistema conyugal la función de esposo es distinta a la función del subsistema parental. Minuchin describió con detalle las características funcionales de los subsistemas conyugales, parentales, filiales y fraternales.  La demarcación jerárquica es fundamental, conlleva a la estipulación clara de los límites entre subsistemas, estas fronteras son imprescindibles para la generación efectiva del accionar funcional de los elementos de un sistema.

Podemos cogitar sobre la existencia de funciones de los elementos, funciones del grupo de elementos, funciones entre elementos de un sistema y otro, y funciones entre grupos. Uno de los primeros modelos psicológicos donde se aplicó el razonamiento funcional fue el de Anokhin (1935) quien planteó el funcionamiento cerebral como un sistema de unidades funcionales. Luria (1973) definió al sistema funcional, como un conjunto de elementos pertenecientes a distintos niveles cerebrales, con complejidad estructural y movilidad. Estas unidades funcionales se componen de elementos interactuantes entre sí y al mismo tiempo con los componentes de las otras unidades. Con este enfoque nació la Neuropsicología, dando lugar a la comprensión del funcionamiento cerebral lesionado y del intacto.

En cuanto a la lesión cerebral, se la estipula como un daño en una región neurológica que deriva en una disfunción. Esto es, deja de funcionar con eficiencia, ya sea por limitación de la función o por desestructuración. En los albores de la neuropsicología, Luria promovió el desarrollo de un modelo cognitivo sistémico, con el que se pudo vislumbrar la complejidad del procesamiento de la información.

Es interesante identificar el momento histórico de la aparición de la teoría neuropsicológica de la escuela soviética. Coincide con la visita de Norbert Wiener a Moscú donde se organizó un encuentro con filósofos soviéticos en 1960. Posteriormente Frolov divulgó los conceptos cibernéticos incluidos en el enfoque dialéctico materialista. Con ello las ideas de la Ciencia del Control fueron asimiladas por la ciencia soviética. Anokhin se esforzó en superponer el razonamiento dialéctico al cibernético, construyendo de esa manera un modelo sustancialmente sistémico aunque formalmente dialéctico. La lectura de la epistemología subyacente a sus artículos “La teoría del sistema funcional como la base para la construcción de una cibernética fisiológica”[2] y “Sistemogénesis como un regulador general del desarrollo cerebral”[3] denotan los principios definitorios de la funcionalidad:

a)      Un sistema funcional se fundamenta en reglas que organizan una estructura.
b)      La funcionalidad se relaciona indisolublemente con el efecto final de adaptación.
c)      Requiere de mecanismos de recepción para evaluar el proceso de adaptación.
d)     El efecto adaptativo del sistema se comprueba en los resultados de su accionar.
e)      El proceso central de un sistema funcional es la regulación de su acción.

Añade un principio asociado con el desarrollo neurológico. Sin embargo los cinco anteriores se aplican a la comprensión de la funcionalidad de los grupos sociales (familia, pareja, instituciones) y del desarrollo de la persona. Es factible identificar como meta de la actividad funcional la adaptación, entendida como la capacidad de adecuarse a las exigencias de los entornos externos e internos del sistema. En los trastornos de personalidad esto es clave a la hora de establecer su diagnóstico: quien adolece de un trastorno de personalidad no es capaz de adaptarse al entorno, en el caso del narcisista, por ejemplo, su exigencia irracional consiste en la urgencia de que el entorno se adapte a su persona.

Una familia es funcional cuando promueve la capacidad de adaptación de sus miembros, verificable en la posibilidad de sobrevivir sin la necesidad de seguir dependiendo de su familia. Ese proceso se denomina desvinculación. Lo mismo ocurre en la pareja funcional, cada componente es capaz de adaptarse a su entorno sin necesidad de poner en riesgo el vínculo. La persona sale y vuelve al seno de su lazo amoroso para reanudar una y otra vez las despedidas y los reencuentros.

Cuando no se alcanzan las metas, el sistema regula de manera positiva o negativa su accionar, se modifican las interacciones o se modifican las acciones para darle efectividad al sentido de la estructura. El sistema es capaz de reorganizarse. En el caso se la salida o ingreso de elementos todo sistema enfrenta el incremento de entropía, cuando existe funcionalidad el sistema se regula con sus propios recursos o con la inclusión de recursos externos. Es lo que ocurre en los procesos de duelo funcionales. La familia se desorganiza ante la muerte de uno de sus miembros, procura una nueva organización hasta que se estabilizan los elementos, para posteriormente definir una nueva estructura que le permita continuar en el afán de alcance de sus fines.

En los sistemas humanos, es importante la diferenciación, la identidad y la desvinculación.

La diferenciación hace referencia a la necesidad de legitimación de las funciones que cumplimos en un sistema. En el ámbito laboral, empleados y empleadores necesitan el reconocimiento de su efectividad en el trabajo, esto se logra diferenciando las funciones de unos y otros, determinando las diferencias funcionales para el desarrollo efectivo de la empresa.

El proceso de diferenciación permite el desarrollo de la identidad, el reconocerse como persona independiente de los demás, capaz de determinar las características que nos hacen únicos y la conciencia del sí mismo.

La desvinculación permite el rompimiento con el sistema para poder incluirnos en uno nuevo sin necesidad de sentir que sin nosotros el anterior se desmoronará. El sistema funcional ofrece la posibilidad de comprender que el sistema ha sido un medio para patrocinar nuestra libertad.

Por lo tanto, utilizar el término disfuncionalidad hace alusión al fracaso de un sistema en el alcance de sus fines, como en la inadecuada eficiencia de sus componentes en el aporte al conjunto de elementos con los otros elementos. De esto nace la paradoja del portador del síntoma. La familia lo presenta como aquél miembro del sistema que ha fracasado, cuando en realidad cumple la más importante de las funciones: estabilizar el sistema familiar. El abandono del síntoma involucra el descalabro del sistema. Entonces, el paciente sintomático cumple la función de mantener equilibrado al sistema familiar.

En la pareja el síntoma es la relación perturbada, creándose la ilusión que su sanación derivará en la felicidad amorosa. Cuando lo que ocurre es que la perturbación conyugal mantiene a las personas unidas en la tarea de mantener el vínculo. El despojo de la ilusión obliga a que los cónyuges contemplen su soledad y asuman al amor como una construcción conjunta efímera. La pareja es una ilusión. Según Perls el nosotros no existe, está formado por un yo y por un tú, el amor es una construcción de ambos donde radica la legitimación, el apego y el erotismo. La pareja funcional promueve la emancipación del lazo simbiótico, esto es del creer que el otro es parte de uno, de tal manera que amarse es poseerse y necesitarse. Cuando el otro no responde a las expectativas se precipita la violencia, el afán de cambiarlo para mantener la sensación de unicidad. Tiene que ver con el mito de la media naranja.

La paradoja es: a más amor más independencia. El amor obliga al despojo de expectativas, la funcionalidad consiste en el logro de la singularidad a pesar de la inclusión romántica. El lazo amoroso permite la libertad del individuo, el atreverse a ejercer las potencialidades personales. La disfuncionalidad es el impedimento de la individuación, ese proceso descrito místicamente por Jung, la búsqueda incesante del sí mismo a sabiendas de no lograrlo nunca.

Una familia disfuncional puede estar compuesta por padre, madre e hijos, y una funcional por la madre y sus hijos. La funcionalidad no depende de la estructura familiar, depende de su organización, en síntesis de las órdenes regulativas de la interacción de sus elementos con el sentido de lograr su individuación.

Es importante considerar el contexto socio histórico en el cual se desenvuelve la persona, la pareja y la familia. Lo que es funcional en una cultura y en un momento no necesariamente lo es en otra cultura y en otra época. Eso determina la disyuntiva relacional entre los adultos y los jóvenes, la evolución de unos es necesariamente diferente para los otros. Lo funcional para mi generación es disfuncional para la de mis hijos.

En síntesis, el concepto “funcionalidad” es matemático, hace alusión a la efectividad de un sistema y sus elementos. Por ello es imprescindible establecer la meta del sistema en cuestión para verificar su efectividad. La disfuncionalidad es la incapacidad de lograr las metas. El logro no depende de la cantidad de elementos del sistema ni de la proliferación de subsistemas. La organización del sistema debe facilitar el logro de las metas, por ello no se trata de estructuras funcionales, sino de organizaciones. Una misma estructura puede establecerse como una organización disfuncional o funcional dependiendo de la interacción entre sus componentes.

Transferidas esas consideraciones al sistema familiar, una familia puede ser o no ser funcional a partir de la organización de su estructura. Por lo tanto una familia monoparental puede ser tan funcional o disfuncional como una familia biparental. No se trata de la composición estructural, sino de la actividad interpersonal entre los adultos y sus hijos.

El problema no impide el funcionamiento adecuado de un sistema familiar, a pesar del problema la familia se organiza para permitir el logro, a saber: la autonomía de sus elementos. La familia es una estructura dependiente de su función de emancipación de sus elementos, se organiza para facilitar el crecimiento personal de sus componentes, protegiéndolos, cuidándolos y entrenándolos para su accionar social. Es un sistema organizado en diversas estructuras dependientes de las construcciones sociales inmersas en criterios morales, independiente a ello la familia está más allá del bien y del mal porque se sustenta en el amor,  esto es en la aceptación y reconocimiento del otro como un ser con derecho a la libertad.

En las familias funcionales o amorosas como las llamo, sus componentes se aman independientemente de las exigencias del entorno y de las condiciones históricas que definieron su estructura. En las disfuncionales o amargadas, estos procesos de legitimidad del otro están sometidos a las exigencias del entorno, por lo tanto no es posible el amor, se lo confunde con la conformidad de las expectativas, pretendiéndose que el otro se ajuste a las demandas de realización a partir de las normativas sociales, por lo tanto se constriñe la posibilidad de libertad a la obligatoriedad de ser aquello definido por los mitos, es factible afirmar su organización desde la violencia, donde el otro debe someterse a las exigencias.

La psicoterapia familiar trata de liberar al portador del síntoma de su sacrificio, puesto que es a partir de la renuncia a sí mismo el logro de la estabilidad del sistema. Sistema disfuncional porque no se sustenta en el amor sino en el poder, el gobierno lo es todo, se expresa a través de leyendas de fracasados en las historias familiares parental y maternal. Se aspira a ideales inalcanzables manifestados en los legados de abuelos y abuelas quienes establecieron las bases incuestionables de los mitos familiares: ser a partir del alcance del mito.



[1] Diccionario On-line de la Real Academia Española: http://dle.rae.es/?id=IbRm8lG
[2] Anokhin, P. K. (1970). Theory of functional systems(Functional systems in biology, discussing interscientific demarcation, research strategy, physiological experiment, operational architectonics, etc). Uspekhi fiziologicheskikh nauk, 1, 19-54.
[3] Anokhin, P. K. (1964). Systemogenesis as a general regulator of brain development. Progress in brain research, 9, 54-86.

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