Por qué no soy un terapeuta narrativo
Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.
En lo tocante a la ciencia,
la autoridad de un millar
no es superior al humilde razonamiento
de una sola persona.
Galileo Galilei
Bismarck Pinto y David Epston (2016)
Definitivamente
|
no soy un
psicoterapeuta narrativo. Esta ha sido mi conclusión después de varios años de
haberme dejado seducir por las extravagantes ideas de la teoría narrativa, de
sus recursos investigativos y psicoterapéuticos. En mi formación dentro del
modelo de investigación narrativa recibí clases de Corinne Squiere de la University of East London, coautora del libro
Doing Narrative Research[1],
entre otros escritos. También participé de los talleres de investigación
narrativas en la Universidad Católica Boliviana en La Paz y en la Universidad
Libre de Bruselas, bajo la coordinación de Gerrit
Loots[2]
en el programa de doctorado del proyecto VLIR-UCB. Como consecuencia, dirigí
varias tesis con esa perspectiva metodológica[3].
En cuanto a mi formación en terapia narrativa, comencé con
el grupo de Rosa Glasserman en la
Fundación Familias y Parejas (Instituto Argentino de Terapeutas Relacionales)
en Buenos Aires. Invité a Alejandra
Esborrás a dictar la materia Terapia Narrativa en la Especialidad
Psicología Clínica y Terapias Breves. Posteriormente Claudio Deschamps de la Escuela Sistémica Argentina consolidó la
formación en esa línea. Mi última relación con la Terapia Narrativa fue en un
taller con David Epston en la
Universidad Santo Tomás en Concepción-Chile.
Mis cuestionamientos se iniciaron con la lectura del
artículo de Salvador Minuchin: ¿Dónde queda la familia en la terapia familiar
narrativa?[4]
En este ensayo critica el trabajo de Insoo
Kim Berg con su enfoque centrado en las soluciones y el de Karl Tomm con su abordaje posmoderno en
un congreso de Terapia Familiar. Ambos terapeutas se presentaban como
terapeutas familiares, ¡pero atendían individuos! Daban la impresión de
pregonar que en Terapia Familiar no es necesario trabajar con la familia.
Partiendo de ello Minuchin considera que el posmodernismo anuncia la muerte de
la familia, y con ello la tergiversación de la Terapia Familiar. Las
reflexiones epistemológicas que hace concluyen en la postura anti sistémica del
enfoque narrativo. Centrada en la narración individual y en una postura
eminentemente ideológica anula la posibilidad de aplicar el razonamiento
relacional en la psicoterapia. Otro momento crítico fue la conversación entre Salvador Minuchin y Michael White[5],
White se muestra evasivo y sarcástico.
La revolución causada por el movimiento narrativo tiene sus
orígenes en el posmodernismo. Esta filosofía es una respuesta a la
epistemología positivista equiparada al modernismo. En el modernismo se
enfatiza la racionalidad, mientras que el posmodernismo al plasmar los límites
de la lógica racional prioriza la intuición y las emociones. El posmodernismo
arranca desde una crítica despiadada contra el conocimiento científico y sus
métodos[6].
Rechaza fehacientemente la posibilidad de generalizar, ninguna explicación
puede aspirar a ser universal.
Los albores del posmodernismo están en la literatura, Lyotard asume que la modernidad se
fundamentó en “discursos totalizantes”[7].
Abogan por el conocimiento relativo a las circunstancias culturales, por lo
tanto la ciencia es fruto de las ideas capitalistas dependientes del mercado,
rechaza el desarrollo de la tecnología, considera que la ciencia es la
responsable de los daños sufridos por la humanidad. La solución es el
resurgimiento de las culturas originarias, intactas ante los destrozos del
progreso tecnológico[8].
Sustentados en el construccionismo social, los posmodernos
consideran a la realidad una construcción surgida del diálogo inmerso en un
contexto cultural. Por lo tanto no existe una realidad universal, sino
realidades construidas socialmente. Por lo tanto la realidad es relativa a la
naturaleza social de los seres humanos. De ello se deriva el relativismo ético,
se justifica al mal porque es condición inherente a la cultura, el malvado es
víctima de sus circunstancias socio históricas. Se niega categóricamente la
influencia biológica con ello se elude la concepción del sí mismo y de la
esencia o condición humana. El posmodernismo anuncia la muerte de la verdad,
porque es un estorbo en su razonamiento obtuso, toda verdad debe ser relativa a
los social, por lo tanto no tiene sentido buscarla[9].
Este razonamiento deriva en que todo vale. Cualquier conocimiento tiene cabida,
aún aquel basado en tonterías mientras demuestre no pertenecer al mundo
occidental y al positivismo. Tácitamente niegan la objetividad de la ciencia.
Uno de los filósofos favoritos del posmodernismo es Foucault, obsesionado con el poder
argumenta que todo conocimiento es una forma de dominio[10].
Los posmodernos se constituyen en detractores de cualquier atisbo sospechoso de
poder, por lo cual rechazan las conclusiones provenientes del saber científico.
Esta obsesiva visión deriva en la bienvenida a las falsas ciencias y a los
“saberes ancestrales”. Serán incisivos contra la medicina científica a la que
denominan “tradicional” y por ende acérrimos enemigos de la psiquiatría. Su
fuente básica de inspiración es “La historia de la locura” de Foucault[11].
En este libro, se concibe la locura como una construcción social, negando sus
bases biológicas, y se la utiliza como un ejemplo del abuso del poder. La conclusión de la
lectura de Foucault para los posmodernos es fundamental: la distinción entre lo falso y lo verdadero es una construcción social
que ha servido a los intereses de los poderosos[12].
Otro filósofo sustancial en el pensamiento posmoderno es Derrida[13],
principalmente se enfatiza su idea de la deconstrucción, entendida como el
proceso a través cualquier texto puede ser desmantelado. Es una especie de
ideología de la desesperación[14],
se trata de una actitud despectiva hacia los resultados de la modernidad,
puesto que toda narración es una construcción ficticia.
El posmodernismo critica duramente a la investigación
experimental y los métodos que utilizan, sustenta la investigación basada en
técnicas cualitativas, para finalmente recurrir a la metodología narrativa
consistente en el análisis de los materiales narrativos, los datos son
recolectados como narraciones referidas a las experiencias biográficas,
trabajos literarios, conversaciones o historias de vida narradas en entrevistas[15].
Se trata de un giro en la investigación, de la etapa descriptiva y explicativa
del positivismo se pasa a otra, interpretativa. La pesquisa debe centrarse en
el significado que los propios participantes le dan al fenómeno estudiado, se
alienta el dar voz a los silenciados por los sistemas de dominio[16].
La investigación debe generar cambios, no ser pasiva. La
interacción investigativa confluye en la construcción de una realidad,
necesariamente contestataria al sistema imperante. Se habla de la
investigación-acción[17],
la observación participante[18].
Deja de importar la validez de los datos y sí los cambios ocasionados en la
vida de los participantes, mejor aún si se ha conseguido cuestionar el entorno
cultural. En los países en desarrollo como el nuestro proliferan estudios sobre
poblaciones “vulnerables”: niños en situación de calle[19],
adolescentes en conflicto con la ley[20].
En otras latitudes se abordan estudios sobre niños soldados[21]
y temas similares. En la mayoría de estas pesquisas se pierde de vista la
información para dar lugar a reflexiones ideológicas y políticas, sobresaliendo
la opinión de los investigadores en desmedro de los datos propiamente dichos.
En el afán de evitar los sesgos los promueven con alevosía desde los enfoques
prejuiciosos fundamentados en los referentes ideológicos de las propuestas
posmodernas subyacentes al método narrativo.
La investigación posmoderna ha nacido en el seno de la
Antropología Cultural, de los trabajos de Levi
Strauss[22],
fundador del abordaje estructuralista. Dará lugar a las propuestas de la
investigación participativa[23]:
el antropólogo debe insertarse a la cultura que estudia. Para estos abordajes
antropológicos se recurre a las teorías hermenéuticas[24],
basadas en la interpretación.
Las fuentes antropológicas y la epistemología
constructivista dieron origen a la Psicología Narrativa, Lakoff sostiene que los humanos somos narradores con pensamiento
imaginativo cuya finalidad es el significado, todo ello organiza una realidad
socialmente definida a la cual se accede a través de procedimientos
hermenéuticos[25].
La idea de la realidad construida no es nueva, se remonta a
los escritos de Giambatista Vico
quien partiendo de Epicteto, filósofo
presocrático afirmaba: los hombres no se perturban por las cosas, sino por la
opinión que tienen de éstas. Vico es evidentemente un constructivista
epistemológico, sustenta que la realidad no es independiente del conocimiento.
La psicología del desarrollo de Vygotsky
cimentada en el razonamiento dialéctico materialista, considera que la mente se
organiza a partir de condiciones socio históricas, coincidiendo con Vico en
cuanto a la dependencia de la realidad[26].
Sin embargo es apresurado señalar al psicólogo soviético
como constructivista. El constructivismo linda con el idealismo platónico,
mientras que la psicología dialéctica promueve una visión materialista de la
realidad. Los descubrimientos en la Física Cuántica derivaron en el Principio
de Incertidumbre de Heisenberg[27].
Las micropartículas parecen comportarse de manera peculiar, cuando a ciencia
cierta se trata del impacto ejercido por el acto de observarlas. Pronto se
derivó dicho principio a la investigación social[28],
poniendo de relieve la imposibilidad de no influir, ampliamente discutida por
el MRI[29].
Así se forjan dos corrientes: constructivismo radical[30],
construccionismo social[31].
La primera propone la construcción de la realidad desde una perspectiva
biológica, la segunda desde una postura dialógica social.
La psicoterapia narrativa se inspira principalmente en el
construccionismo social, sus principios son los siguientes según Friedman[32]:
a) La realidad es una construcción social: no existe una
realidad universal, sino aquella resultante de los acuerdos aleatorios
realizados a través del diálogo. Este principio es influencia de la
epistemología de Maturana y Varela[33].
b) La relación terapéutica es reflexiva, el terapeuta y el
paciente construyen significados a través del diálogo.
c) La conversación terapéutica libera al paciente de las
historias dañinas y encuentran otras que fueron omitidas.
d) Evita las distinciones de poder en la búsqueda de lazos
ecuánimes, se toleran las diferencias.
e) Co-construyen las metas terapéuticas, no se debe olvidar
que el paciente es el experto.
f) Se pone énfasis en las fortalezas y habilidades del
paciente, se evita el diagnóstico.
g) Se evita el uso de términos psicopatológicos.
h) La terapia se orienta hacia el futuro y se prioriza el
cambio optimista.
Los creadores de la Terapia Narrativa fueron Michael
White, trabajador social australiano y David
Epston, antropólogo nacido en Canadá. Según su mirada, los conflictos de
las personas se deben a historias dominantes, saturadas de problemas, desde la
filosofía del poder de Foucault ponen énfasis en los entornos sociales
opresores y las ideologías perversas. Estas influencias nefastas ocasionan la
construcción de historias devastadoras para la vida de las personas, por lo
tanto la terapia consiste en una deconstrucción de las historias dominantes, de
tal manera que se debe desarmar su organización para permitir una nueva
historia[34].
Conciben los problemas de los pacientes como aspectos ajenos
a la persona, no se consideran como déficits de las personas, son cosas
externas que afectan su vida. Der ahí la importancia de las conversaciones
exteriorizadas, actitud fundamental en los terapeutas narrativos. Se deben
analizar los efectos negativos de los discursos socialmente dominantes, las
creencias basadas en las instituciones de poder deben abandonarse por otras
apropiadas por los mismos pacientes[35].
La tarea central del terapeuta es ofrecer una narración
alternativa, a través del diálogo el paciente re escribe su historia cambiando
ésta por la anterior disfuncional. Utiliza distintas técnicas: cartas,
autobiografía, externalización de los problemas, identificación de excepciones
entre otras[36]. Se ha aplicado a diversidad de problemas:
depresión, trastornos alimenticios, déficit de atención, etcétera[37].
¿Cuáles son las limitaciones de la Terapia Narrativa?
a) No posee un modelo teórico sobre los
trastornos psicológicos. Considerando que ninguno de sus creadores tuvo
formación clínica, sus planteamientos terapéuticos adolecen de criterios
diagnósticos. Cuando asistí a un taller sobre las técnicas narrativas dictado
por David Epston, presentó un video sobre una sesión de terapia dirigida
por él ante un joven con conductas delictivas. Era evidente la estructura
psicopática del muchacho, y a pesar de ello el terapeuta insistía con
intervenciones ingenuas. Si no se consideran los factores psicopatológicos
asociados a la problemática del paciente se corre el riesgo de no recurrir a
las indicaciones pertinentes para ayudar en la solución de los problemas.
b) No es posible
verificar su efectividad. Al no tomar en cuenta el diagnóstico es imposible
establecer su efectividad. La mayoría de los reportes son estudios de casos,
sesgados por la visión de los autores. Algunos trabajos de validación
comparativa no han demostrado la suficiente validez de sus intervenciones[38],
es interesante observar que los estudios de efectividad se han realizado
preferencialmente en comparación a otras terapias, esto sucede debido al
problema de la ausencia de diagnóstico en el enfoque narrativo.
c) La negación de la
psicopatología puede dañar al paciente: al coincidir con los movimientos
anti psiquiátricos[39]
existe un vehemente rechazo a los diagnósticos médicos. Esto conlleva la
absurda posición en relación a la biología en general y a la neuropsicología en
particular. Al rechazar el abordaje biológico de la problemática mental, evitan
la comprensión de los problemas comportamentales concomitantes a alteraciones
del sistema nervioso.
d) Rechazo tácito de
las investigaciones científicas: la postura anti positivista deriva en un
estancamiento epistemológico de los enfoques narrativos, rechazan el
conocimiento obtenido desde la ciencia y proponen una visión post moderna, que
resulta al final de cuentas pre moderna, la negación de la viabilidad del
conocimiento obtenido a través de métodos rigurosos en pos de la
sobrevaloración de la intuición y del entornos culturales ancestrales han
producido una hecatombe en las escuelas sistémicas porque éstas se insertan en
el pensamiento neo positivista, por ende, coincidente con la validación del
saber científico[40].
e) El relativismo
ético: al suponer que la realidad es una construcción social, se cae en la
relativización de la ética, lo bueno dependerá del contexto. Esta visión
convierte en víctimas a los agresores, sus conductas destructivas son
consecuencia de las circunstancias, se niega el libre albedrío, las influencias
sociales son más determinantes que la predisposición genética. Es una postura
nihilista altamente peligrosa, porque la Terapia Narrativa justifica sin
percatarse las acciones dañinas. ¿Se puede re escribir la historia de una
víctima?
f) Exceso de optimismo
y poco realismo: cuando se enfatiza lo positivo se deja de lado la
experiencia dolorosa, al darle un sentido positivo se niega el derecho a
denunciar la agresión. El paciente debe cerrar sus ojos ante el sufrimiento y
entenderlo como consecuencia de la ideología imperante en su entorno. No
olvidemos la insistencia en desacreditar cualquier saber porque está asociado
al poder, todo puede ser descalificado desde esa falacia propositiva y engañar
a la persona al ponerla en una postura de indefensión.
g) Técnicas
narrativas, nada nuevo bajo el sol: el uso de recursos narrativos no es
nuevo en la psicoterapia, los humanistas vienen recurriendo a ellos mucho antes
del surgimiento del posmodernismo y no es novedoso para el enfoque sistémico[41].
Una de las técnicas más aclamadas utilizadas por los psicoterapeutas narrativos
es la externalización. Sin embargo ésta tiene sus antecedentes en el uso de la silla vacía, desarrollada por Fritz Perls en la Terapia Guestáltica[42],
aplicada también en la Terapia Cognitiva[43].
La co construcción de la realidad a partir de la creación de una nueva
historia, posee esta sugestiva nominación para referirse a las técnicas
cognitivas de reestructuración[44].
El optimismo en la visión de la realidad es una manera pueril de manejar la logoterapia[45].
h) El rechazo a la
condición humana: el enfoque narrativo es reticente a reconocer la esencia
humana, anula al cuerpo y también lo hace con el alma, nos percibe como meros
productos sociales, reniega al libre albedrío y desvaloriza el progreso
tecnológico. Por definición es una postura atea, puesto que impugna cualquier
atisbo de espiritualidad.
Definitivamente no soy un terapeuta narrativo. Mi visión es
sistémica y mis fundamentos epistemológicos pertenecen a la ciencia. Me ubico
en el neopositivismo porque considero importante que mi trabajo como
psicoterapeuta pueda ser falsable. El trabajar con el sufrimiento me obliga a
ofrecer lo mejor a los pacientes y al mismo tiempo no abandonar nunca la
actitud ética: sobre todo no dañar. La psicoterapia no debe defender la postura
ideológica del terapeuta, no es un quehacer político, todo lo contrario es una
labor amorosa. No se trata de adoctrinamiento en contra de lo establecido, es
comprender el sufrimiento ante la impotencia de cambio y junto a los pacientes
desarrollar alternativas de adaptación.
Otro de los peligros de la Terapia Narrativa concierne a la
formación de los jóvenes terapeutas, éstos ante la vigorosidad del modelo y la
sencillez de sus aproximaciones se entusiasman al grado de sin conocer los
modelos sistémicos básicos, se sienten cómodos con un modelo sin referentes
teóricos sólidos y sin una propuesta de abordaje psicopatológico, pudiendo
generalizar pronto la aplicación de esta terapia en pacientes aquejados de
serios problemas.
Sin embargo existen aspectos positivos propuestos por la
terapia narrativa:
a) La irreverencia:
se trata de cuestionar aquellos aspectos inmersos en los mitos sociales que
desembocan en la imposibilidad de ser en un mundo que impide la realización
personal[46].
b) La legitimización:
se aboca principalmente a la legitimidad de la narración, sin embargo es un
principio que va más allá del discurso[47],
hace referencia al reconocimiento de la autonomía de la persona y al derecho
que tiene para autorrealizarse.
c) El énfasis puesto
en las palabras: desde el clásico trabajo de Plátonov[48]
ha quedado demostrada la importancia de la palabra como principal recurso
sugestivo, la tendencia hermenéutica del Psicoanálisis nos alejó de la simple
expresión lógica del lenguaje verbal, la Psicoterapia Narrativa asume respeto
hacia las historias contadas, permite que el paciente se sienta escuchado en
lugar de interpelado[49].
d) La creatividad en
acción: es innegable la riqueza creativa en el abordaje narrativo, el uso
del juego y la diversidad de recursos terapéuticos permiten una mayor
posibilidad de expresión en la relación terapéutica, sobre todo en la terapia
con niños[50].
El surgimiento de la Terapia Narrativa ocurre ante la
hecatombe del Psicoanálisis, imposible de defenderse ante la evidencia de su
fracaso como teoría y práctica[51],
muchos psicoanalistas migraron hacia la terapia sistémica, otros rescataron la
teoría del apego desenvolviendo técnicas terapéuticas interesantes[52].
El fracaso de la terapia psicoanalítica obligó a la búsqueda de nuevos
derroteros. Sin embargo otras áreas de las ciencias sociales mantuvieron los
postulados teóricos del psicoanálisis sin cuestionamientos, esto ocurrió en la
sociología sobre todo con la ideología feminista[53].
Lo mismo en la antropología con el advenimiento de las técnicas metodológicas
participativas, acentuando la importancia de la mantención intacta de las
culturas originarias, afectadas por las culturas colonizadoras. El discurso
lacaniano relacionado con el falo y la función del padre, se ajustan a las
ideas románticas de la sabiduría de las culturas originarias[54].
Fácilmente surge como una novedad y sin que lo pueda
comprender se inserta dentro de las terapias sistémicas. Después de mis
consideraciones, debe quedar claro que la Terapia Narrativa no tiene nada del
enfoque sistémico, no se ajusta a los criterios fundamentales de la teoría de
sistemas. Como señala Minuchin, la
teoría narrativa no es terapia familiar, añadamos, tampoco es una teoría
sistémica.
[1] Andrews, M., Squire, C., &
Tamboukou, M. (Eds.). (2013). Doing
narrative research. Londres: Sage.
[2] Coautor del artículo: Sermijn, J., Devlieger,
P., & Loots, G. (2008). The
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[3]
Por ejemplo: García Palza, D. F. (2014). Narración del duelo en la ruptura
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Científica del Departamento de Psicología de la Universidad Católica
Boliviana" San Pablo", 12(2).
[4] Minuchin,
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13, 13.
[5]
Parte de la entrevista subtitulada se la puede ver en: https://www.youtube.com/watch?v=xdOjN1xP6j8&t=220s
[6]
Por ejemplo: Vilavinal John, M. (2011). Postmodernism and science. Breakthrough-A Journal on Science and Society, 15(1), 31-36.
[7] Lyotard, J. F. (1984). The postmodern condition: A report on knowledge
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[8]
Andrade, G. (2013) El posmodernismo ¡vaya
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[9] Neira,
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[10] Townley, B. (1993). Foucault,
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[11] Foucault,
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[12]
Andrade, G. (2013) El posmodernismo ¡vaya
timo!, Madrid: Laetoli, pág. 227.
[13]
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[14] Botella,
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[18] Kawulich,
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[19]
Por ejemplo: Velasco, M. L., Berckmans, I., ODriscoll, J. V., & Loots, G.
Análisis visual narrativo de fotografías tomadas por niños en situación de calle
de la ciudad de La Paz; Losantos, M., Berckmans, I., Pieters, S., Dómic, J.,
& Loots, G. (2015). Resistiendo la exclusión: el significado del uso de
inhalantes en diferentes contextos en jóvenes en situación de calle de la
ciudad de La Paz. Ajayu. Órgano de Difusión Científica del Departamento de
Psicología de la Universidad Católica Boliviana" San Pablo", 13(2).
[20] Por ejemplo: Zaldúa, G., & Lenta, M. M.
(2011). Niños, niñas y adolescentes excluidos y procesos de subjetivación: Una
perspectiva desde los protagonistas. Anuario
de Investigaciones, 18, 311-320; Sandoval Obando, E. (2014). Propensión a
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[21] Puentes,
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investigación: problemas emergentes en educación, 59-82.
[22]
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[23] Da Damatta, R. (1981).
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[24] Laverty, S. M. (2003). Hermeneutic
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[25] Lakoff, G. (1993). The contemporary theory of metaphor. Berkeley,
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[26] Vygotsky, L. S. (1980). Mind in
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[27] Busch, P., Heinonen, T., &
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[28] Al respecto ver: Borgatti, S. P.,
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[30] Von Glasersfeld, E. (1984). An introduction to radical constructivism.
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[32] Friedman, S. E. (1995). The reflecting team in action: Collaborative
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[33]
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[34] White, M., & Epston, D. (1990).
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[35] Sáez,
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[39] Por ejemplo: Fee, D. (2000). The
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[40]
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[41]
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[45] Frankl, V. E. (1955). The doctor
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[47] Golant, B. D., & Sillince, J.
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[51]
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[52]
Al respecto se puede revisar: Howe, D., & Fearnley, S. (1999). Disorders of
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[53][53]
Por ejemplo: Brod, H., & Kaufman, M. (Eds.). (1994). Theorizing
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