jueves, 30 de noviembre de 2017

El perdón en la Psicoterapia de Pareja





Por: Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.

Noviembre 2017


Asomaba a sus ojos una lágrima
Y a mis labios una frase de perdón;
Habló el orgullo y se enjugó su llanto.
Y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella por otro;
Pero al pensar en nuestro mutuo amor,
Yo digo aún: ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?

Gustavo Adolfo Becquer



El
 perdón es un proceso relacional indispensable para definir el futuro de la relación conyugal ya sea que sus protagonistas decidan continuarla o disolverla. Por ello se trata de una situación común en la terapia de pareja. Está asociado a la traición del vínculo amoroso, consecuencia de la infidelidad y la violencia a las que se añaden otras situaciones no menos insidiosas: secretos, malversación de bienes, engaños de diversa índole, etcétera.

El perdón según McCullough, Pargament y Thoresen[1] es un proceso psicológico singular determinante de la continuidad o ruptura del lazo amoroso. La persona que perdona asume la posibilidad perdonar a pesar de la ofensa sufrida y quien recibe el perdón tiene la posibilidad de aceptarlo o rechazarlo.

Se trata de una dinámica diádica: no es suficiente el perdonar, es necesaria la aceptación del perdón. Es pues un consenso, no una decisión unilateral. Para que se produzca el cierre de la situación pendiente, uno y otro protagonista requieren afrontar la situación vivida para entregarse a la posibilidad de olvidar la tendencia a la venganza y aceptar el dolor causado.

Perdonar no es olvidar, al contrario se trata de poder recordar lo sucedido sin sentir remordimiento. Es la máxima expresión del amor, porque nos obliga a aceptar lo inaceptable, perdón se suscita siempre en perdonar lo imperdonable. Esta paradoja puede llevar a los terapeutas por derroteros equivocados, puesto que es lógico no aceptar lo inaceptable. La lógica del perdón rompe con los cánones de la lógica formal, su sentido es el amor, su condición el reconocimiento del otro a pesar de lo acontecido. Tarea por supuesto muy difícil. Las presiones sociales y el orgullo se interponen en la posibilidad de retomar el lazo amoroso.

Durante el evento tormentoso, lo más probable es que la víctima haya buscado protección en el seno de su familia de origen y en el grupo de amigos, sin descontar en algunos casos la búsqueda de apoyo en los agentes de la ley. El sentido común[2] dice que ante la infidelidad corresponde la ruptura, el amor lo trasciende, porque conlleva obligatoriamente la transgresión.

Los versos de Becquer que anteceden a este artículo muestran dramáticamente cómo la persona sucumbe a las presiones sociales inmersas en el orgullo. Así pues, el proceso de perdón se encuentra en un escenario donde no encaja, lo esperable es la venganza.

Perdonar es un gran riesgo, porque no hay la certeza de que la ofensa no vuelva a pasar. Los pilares del perdón son la esperanza y la confianza. No es una decisión matemáticamente racional, va en contra de las probabilidades, es irracional, fundamentado esencialmente en los sentimientos y en la historia subjetiva de la pareja. Decir perdón es expresar la aceptación del otro a pesar de los sucesos.

Es interesante el origen etimológico de la palabra “perdón”: proviene del latín per (persistir en una acción) y donare (regalar), significa olvidar la deuda, regalando aquello que se había prestado. Es no reclamar por lo robado, regalando lo sustraído. ¡Es exactamente eso! La persona ofendida siente haber sido mal pagada, confió, se entregó plenamente y a cambio recibe el desprecio como consecuencia del engaño o del escarnio.

Desde el punto de vista del ofensor, generalmente se percata del daño ocasionado cuando es confrontado con las consecuencias de su accionar, en el caso de la infidelidad el peor efecto es la destrucción de la familia manifestada con el desprecio de los hijos. En la violencia es devastador reconocer el terror producido por la sola presencia del agresor, se ha destruido aquello que se ama. Existen tres tipos de ofensores: el que ha dejado de amar y por lo tanto usa la ofensa como pretexto para romper la relación, el que reconoce su error y se arrepiente y el incapaz de reconocer la culpa. El proceso del perdón sólo será posible con el agraviador arrepentido. Quien dejó de amar se irá y quien es incapaz de sentirse culpable terminará culpando a su pareja.

Existen dos aproximaciones al perdón, la primera asume al perdón como una decisión y la segunda lo considera un descubrimiento. El perdón/decisión es consecuente con la reflexión y la búsqueda de acciones[3]. Mientras que el perdón/descubrimiento se asocia con la reflexión personal[4].

El terapeuta podrá centrarse en una u otra aproximación pero no debe hacerlo en ambas, porque generará una confusión. El abordaje del perdón como decisión implica una aproximación relacional, mientras que el descubrimiento obliga a centrarse en los procesos cognitivos y emocionales. Lo interesante de ambas aproximaciones es que existe evidencia de logro para ambas[5].

Revisaré una técnica terapéutica para el perdón de la infidelidad desarrollada por Frederick DiBlasio[6], basada en el perdón/decisión en la  terapia conjunta. Comprende trece pasos.

La definición y beneficios de decirse por el perdón es explicada y discutida con ambos miembros de la pareja. El terapeuta plantea que el perdón es una decisión para abandonar el resentimiento y la amargura; es un acto de voluntad; activa el dolor al reconocer lo sucedido pero permite abandonar las ideas de venganza; se abordará el sufrimiento durante toda la terapia; la pareja debe reconocer que el perdón/decisión es el comienzo y no el final de la terapia. Se subraya que no existe la obligación de perdonar o ser perdonado, la víctima puede abandonar la posibilidad de perdonar y el ofensor rechazar el perdón, o ambos darse un tiempo para reflexionar sobre la posibilidad de perdonar. Generalmente las parejas asisten a terapia porque tienden a buscar en ella las herramientas para reconciliarse. Sin embargo es importante clarificar la autonomía de la decisión. El terapeuta enfatiza que el perdón es una oportunidad para estar en paz consigo mismo y si es religiosa comentarle que además promoverá un acercamiento a Dios.

Se busca que ambos miembros de la pareja aprovechen la oportunidad para buscar el perdón por sus acciones negativas. Tanto la persona que fue infiel como la víctima deben analizar las acciones ofensivas a la relación, ampliándose el margen del conflicto a los problemas conyugales independientes de la infidelidad. Este paso es muy doloroso, porque obliga al abandono del orgullo y  la emergencia de la humillación. Es imprescindible que el terapeuta evite la creación de expectativas a cómo responderá el otro. El enfoque debe dirigirse a los esfuerzos que cada quien le pone en la búsqueda de perdón, nos debemos mover en las acciones generosas en vez de las egoístas. El perdón es más valioso cuando se busca y se concede sin presiones o exigencias emocionales.

Preparación para las intervenciones de perdón. Es la fase de preparación para el perdón, explicando los pasos 4 a 13. Si la pareja está dispuesta, el terapeuta ofrece la intervención de perdón, respetando la decisión temporal que los pacientes consideren; estarán los que quieran intervenir inmediatamente y aquellos que prefieren darse un tiempo.

Declaración de la ofensa. La persona infiel revelará la ofensa, eligiendo la información que considere pertinente. El terapeuta ayudará enfatizando la imposibilidad de la confianza absoluta y la racionalidad de la presencia de ciertos niveles de desconfianza. No se trata de evidenciar todos los detalles, sino de centrarse en el engaño de manera más bien general.

La persona infiel explica las razones de su comportamiento.  El terapeuta pide a la persona infiel que dé a conocer los motivos que lo llevaron a involucrarse en una relación extra conyugal. Se debe exponer a la persona ofendida que tanto ella como el terapeuta asumirán una actitud de escucha libre de juicio. No se trata de justificar el comportamiento, sino de permitir la comprensión de lo que pasó. El terapeuta debe asumir una postura compasiva ante el conflicto de la persona infiel, reconociendo los aspectos relacionados con el estrés y el sufrimiento. El terapeuta debe ser empático con ambos miembros de la pareja.

Se plantean preguntas y se dan respuestas sobre la ofensa. Es más fácil perdonar cuando se tiene suficiente información sobre lo sucedido. Esto permite la sensación de “limpieza de la conciencia” del ofensor, clarificando la absoluta responsabilidad de lo acontecido, liberando a la víctima de cualquier atisbo de culpabilidad. La ofendida dejará de depender de su imaginación al tener evidencia a partir de las respuestas dadas por el ofensor. El terapeuta ayudará a corregir las distorsiones. El terapeuta ayudará a discernir acerca de los detalles apropiados de los innecesarios o dañinos. DiBlassio recomienda las siguientes preguntas: (a) ¿Cuál fue (y es) el nivel de participación emocional de la pareja con la pareja extramatrimonial y viceversa? (b) ¿Ha cesado el contacto (en persona, por teléfono o por Internet)? (c) ¿Cómo se encontró el cónyuge participante con la otra persona? (d) ¿Cuál es la información de identificación pertinente sobre la otra persona (nombre, edad, descripción, estado civil, número de hijos)? (e) ¿Hubo actividad sexual y, de ser así, con qué frecuencia? (f) ¿Estaba involucrado el coito sin protección (aunque las relaciones sexuales protegidas no son garantía contra la contracción del virus del SIDA u otras enfermedades de transmisión sexual)? (g) ¿Cuál es la historia sexual de la otra persona? (h) ¿Dónde ocurrió la aventura? (i) ¿Se utilizó el engaño para organizar las reuniones? (j) ¿Alguien más sabe sobre el asunto? (k) ¿Por qué había un deseo por la aventura? Las preguntas que generalmente son contraproducentes son aquellas que buscan detalles explícitos de los encuentros sexuales, como posiciones, charlas sexuales y preguntas que colocan a los cónyuges participantes en una posición en la que comparan las experiencias sexuales del matrimonio y el romance.

Expresión de emociones por parte de la víctima. Después del impacto de la infidelidad la persona ofendida siente varias emociones, dolor, angustia, desengaño, rabia. El terapeuta debe instarla a expresar las emociones experimentadas, prestando atención a las emociones ligadas al sufrimiento. Es frecuente la dificultad de expresar los sentimientos negativos, el terapeuta debe con gentileza ayudar a su verbalización.

El ofensor debe crear empatía ante las heridas causadas en la pareja. Las personas solemos centrarnos en nuestro sufrimiento obviando el del otro. Debe evitarse en este paso, incitando a que cada uno se coloque en el lugar del otro, fomentando principalmente la empatía del ofensor. La situación se complica con pacientes egoístas, se requiere mayor dedicación al desarrollo de la compasión, entendiendo que estas personas tienen dificultades en el manejo de sus propias emociones. Mientras más empatía se demuestre, más fácil le será a la otra persona perdonar.

El ofensor desarrolla un plan para detener y prevenir su comportamiento infiel. El perdón sólo es posible si la persona infractora se compromete a evitar las acciones ofensivas. Ese compromiso debe vislumbrarse en un plan que permita a la víctima confiar en la imposibilidad de que ocurra nuevamente la infidelidad.  Se debe considerar que a pesar de la rigurosidad de los planes, la víctima no desarrolla un nivel de credibilidad óptimo mientras no se establezca una confianza aceptable. Un plan organizado facilita el perdón y desarrolla paulatinamente la confianza para que el ofensor se aleje de los comportamientos indebidos. La meta es estructurar un plan que impida una nueva infidelidad, con reglas que la hagan imposible aún en secreto. Tanto el terapeuta como la víctima deben ponerse de acuerdo en las sugerencias y en las correcciones que se hagan al plan sugerido.
Generalmente se trabajan sobre tres temas:
a) Cortar cualquier tipo de contacto con la tercera persona. Se debe discutir con la pareja las opciones presentadas por el ofensor. Discernir si es pertinente o no una reunión con la tercera persona en presencia del terapeuta o no. El objetivo de esa reunión es esclarecer a la tercera persona la ruptura indiscutible del vínculo con el ofensor. Caso no sea pertinente dicha reunión, definir con la pareja la manera cómo la víctima puede hacerle conocer la determinación de la pareja para el alejamiento definitivo de la tercera persona. A pesar de algunas justificaciones para mantener la relación, debe quedar clara la decisión tácita de evitar cualquier contacto. La consecuencia será beneficiosa para ambos cónyuges, sobre todo para la víctima al tener la certeza de la ruptura definitiva.
b) Elegir un amigo que sirva para rendir cuentas al ofensor. Se escoge un amigo de mucha confianza que ejerza la función de rendir cuentas del comportamiento del ofensor. Deberá hacerlo todos los días por lo menos durante 10 minutos, en los cuales conversarán sobre las dificultades y los logros del plan establecido. El terapeuta debe elaborar un consentimiento informado para evitar la divulgación de la información por parte de este personaje. Si los miembros de la pareja son religiosos, vale la pena incluir a un guía espiritual para que puedan orar juntos.
c) Permiso para verificar. El ofensor debe dar permiso a su pareja para la verificación de su comportamiento, por ejemplo: revisar el Facebook, los mensajes del celular, realizar visitas inesperadas al trabajo, etcétera. En este paso se detiene la confianza en pos del control, a sabiendas que éste irá disminuyendo en la medida de que el ofensor se ciñe a su plan y muestra congruencia. Se debe considerar que no todas las áreas de la vida conyugal verán afectadas el nivel de confianza, se debe favorecer aquellas intactas. En los casos más serios, donde se ha reducido en demasía la confianza, es factible el uso de la estrategia “cuenta privada de custodia”, hace referencia a contratar un detective privado pagado por el ofensor. Esta acción debe usársela con precaución, ambos cónyuges deben estar de acuerdo.

10° La víctima es empática con el sufrimiento del ofensor. La víctima debe comprender las vicisitudes vividas por su pareja, las emociones confusas y dolorosas acontecidas durante la infidelidad y después de ella. La sensación de culpa es grande y la necesidad de protección se activa. Usualmente el enojo de la víctima ocasiona su alejamiento. Estas condiciones hunden en una tristeza y desolación al ofensor.

11° Elección de perdonar o dejar partir. La víctima puede elegir entre perdonar o no perdonar. El terapeuta debe enfatizar que perdonar significa no vengarse ni utilizar la ofensa como arma en un futuro. No se trata de olvidar, sino de dejar ir lo acontecido. Este paso implica ira y dolor, sentimientos que no deben confundirse con la anulación del perdón, son señal de necesitar recuperarse después de tanto dolor. Debe evitarse el resentimiento anulando los pensamientos irracionales comunes en esta etapa.

12° Solicitud formal de perdón. El ofensor debe pedir perdón por sus ofensas. Vale la pena que se ponga de rodillas y tome la mano de su pareja. Vale la pena que el terapeuta los deje solos para permitirle un  momento de privacidad. Es importante que el terapeuta registre formalmente la fecha y hora del suceso a la par de solicitar a la pareja que haga lo mismo en un lugar significativo para ellos.

13° El acto ceremonial. A partir de las creencias de la pareja se establece un ritual que permita simbolizar la experiencia del perdón. Es importante que se socialice la decisión de perdón y el propósito de reconciliación o de separación. La pareja puede incluir en la experiencia a quienes considera importantes para el apoyo social necesario. Pueden hacer un ritual entre ellos y otro con las personas significativas.

14° Inicio de la psicoterapia de pareja. DiBlasio termina la terapia del perdón con el paso 13. Sin embargo el terapeuta debe seguir trabajando con la pareja para el mantenimiento de la relación. Perdonar es difícil y no es suficiente. Urge renovar las cláusulas del contrato matrimonial, definir los problemas relacionales y buscar soluciones. Es importante subrayar que el perdón no necesariamente antecede a la reconciliación, puede ocurrir que después de perdonar la pareja decida por la ruptura.

El perdón desde la perspectiva cognitiva-comportamental es comprendido como un proceso a través del cual los cónyuges buscan una mejor comprensión de sí mismos y entre ellos con la finalidad de liberarse de los pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos después de una experiencia de traición[7]. De lo que se deduce la forma de abordaje terapéutico, ceñida a la modificación cognitiva y comportamental.

La terapia cognitiva aborda tres áreas consideradas como aquellas de mayor influencia para la renovación de la vida conyugal después de una traición: impacto, búsqueda de sentido y recuperación del vínculo.

La experiencia de la traición por infidelidad produce un impacto emocional grave en la víctima, a saber: trastorno por estrés postraumático, síntomas de ansiedad y depresión[8], además de provocar crisis en la vida conyugal. El terapeuta cognitivo pondrá énfasis en identificar con precisión dichas consecuencias para promover comportamientos de ambos cónyuges para reparar los daños. La experiencia de traición debe adquirir un sentido en la vida amorosa de la pareja, considerarla una oportunidad para realizar ajustes en la relación.

El enfoque terapéutico cuando se considera al perdón un descubrimiento consiste en tres etapas según Gordon, Baucom, y Snyder (2005). Durante la primera etapa se debe trabajar sobre los límites indispensables alrededor del ofensor y la pareja. El terapeuta debe centrarse en el manejo emocional de ambos cónyuges y facilitar la expresión emocional reactiva al impacto de la infidelidad.

Durante la segunda etapa la terapia recurre más a técnicas cognitivas dirigidas a la comprensión de lo acontecido, principalmente permitiendo la comprensión de las necesidades más profundas, no reconocidas y a los motivos de la historia pasada que pudieron motivar la relación clandestina. La terapia está diseñada para colaborar a la pareja en la exploración de esos factores, el desarrollo de la empatía y la comprensión mutua, además de evitar la probabilidad de repetición de eventos similares.

La tercera etapa se centra en el futuro de la relación, considerando aquellos errores cometidos para evitar cometerlos nuevamente. Procurar darle un sentido positivo a la experiencia para mejorar la relación y renovar los parámetros de la convivencia.

Este modelo terapéutico considera que paralelamente al proceso del perdón se debe trabajar el trauma de la experiencia[9]. La traición se experimenta como una arremetida contra los principios fundamentales de la lealtad comprometida en el contrato conyugal. La desazón es inmensa e incomprensible, debido entre otras cosas a la paradoja: mayor confianza-mayor riesgo de traición. Se produce una disonancia cognitiva[10], la persona no puede aceptar la traición debido a la contradicción con sus niveles de confianza, por lo tanto le urge racionalizar para equilibrar. Esa racionalización usualmente tiene dos explicaciones irracionales: la propia culpa y achacar a la tercera persona.

Estas dos aproximaciones teóricas del perdón generan los dos modelos terapéuticos descritos, la diferencia fundamental tiene que ver con la consideración del perdón como un proceso relacional, en el caso del perdón/decisión, mientras que el perdón/descubrimiento enfatiza más la experiencia personal de la persona traicionada. La perspectiva de la decisión incluye hacer lo posible para trabajar en todas las áreas influyentes, mientras que la postura centrada en el descubrimiento se aboca a la dinámica cognitiva-emocional principalmente.


















[1] McCullough, M. E., Pargament, K. I., & Thoresen, C. E. (Eds.). (2001). Forgiveness: Theory, research, and practice. Guilford Press.

[2] El sentido común se refiere a las creencias compartidas por una sociedad, se consideran racionalmente válidos. Sin embargo no se fundamenta en la evidencia, sino en las ideas que se transmiten acríticamente de una generación a otra.
[3] Por ejemplo: Kaminer, D., Stein, D. J., Mbanga, I., & Zungu-Dirwayi, N. (2000). Forgiveness: Toward an integration of theoretical models. Psychiatry, 63(4), 344-357.
[4] Por ejemplo: Seybold, K. S., Hill, P. C., Neumann, J. K., & Chi, D. S. (2001). Physiological and psychological correlates of forgiveness. Journal of Psychology and Christianity.
[5] Legaree, T. A., Turner, J., & Lollis, S. (2007). Forgiveness and therapy: A critical review of conceptualizations, practices, and values found in the literature. Journal of Marital and Family Therapy, 33(2), 192-213; Baskin, T. W., & Enright, R. D. (2004). Intervention studies on forgiveness: a meta‐analysis. Journal of Counseling & Development, 82(1), 79-90.
[6] DiBlasio, F. A. (2000). Decision-based forgiveness treatment in cases of marital infidelity. Psychotherapy: Theory, Research, Practice, Training, 37(2), 149.
[7] Gordon, K. C., Baucom, D. H., & Snyder, D. K. (2005). Forgiveness in couples: Divorce, infidelity, and couples therapy. Handbook of forgiveness, 407-421.
[8] Por ejemplo: Snyder, D. K., Baucom, D. H., & Gordon, K. C. (2007). Treating infidelity: An integrative approach to resolving trauma and promoting forgiveness. Psychologist, 12; Engelhard, I. M., Arntz, A., & Hout, M. A. (2007). Low specificity of symptoms on the post‐traumatic stress disorder (PTSD) symptom scale: A comparison of individuals with PTSD, individuals with other anxiety disorders and individuals without psychopathology. British Journal of Clinical Psychology, 46(4), 449-456; Cano, A., & O'leary, K. D. (2000). Infidelity and separations precipitate major depressive episodes and symptoms of nonspecific depression and anxiety. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 68(5), 774.

[9] Janoff-Bulman, R. (1989). Assumptive worlds and the stress of traumatic events: Applications of the schema construct. Social cognition, 7(2), 113-136.
[10] Foster, J. D., & Misra, T. A. (2013). It did not mean anything (about me) Cognitive dissonance theory and the cognitive and affective consequences of romantic infidelity. Journal of Social and Personal Relationships, 30(7), 835-857.

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