Por: Bismarck Pinto, Ph.D.
Aprendí que no se puede dar marcha atrás,
que la esencia de la vida es ir hacia adelante.
La vida, en realidad, es una calle de sentido único.
Aghata Cristie
La
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Psicoterapia Breve (PB) se origina alrededor
de 1946, después de la Segunda Guerra Mundial, como demanda del Ejército
Estadounidense debido a la necesidad de atender psicológicamente a veteranos en
no más de tres sesiones, incrementándose posteriormente a seis[1]. Con el paso de los años,
este tipo de terapia fue restringida por los modelos ortodoxos. Sin embargo en
la década de los ochenta, las compañías aseguradoras no estaban dispuestas a
pagar las sesiones interminables de la psicoterapia tradicional, exigiendo
alternativas de intervención de costos reducidos y resultados favorables[2]. Es así que se determina un máximo de veinte
sesiones para considerarla PB[3].
La Psicoterapia Breve
Sistémica (TBS) se origina con los trabajos del equipo de investigación de Palo
Alto, es una crítica epistemológica a las escuelas de terapia tradicionales.
Enfatizará la solución de problemas antes que el análisis profundo de las
dinámicas psicológicas, se trata de un enfoque pragmático[4]. A
partir de los postulados sistémicos iniciados por Watzlawick se configura la
Terapia Centrada en el Problema[5] y
la Terapia Estratégica diseñada por Haley[6].
Los fundamentos de la TBS
se asientan en la aproximación terapéutica de Milton H. Erickson[7], insistió
en desistir de la teoría por lo que su obra necesitó del análisis de sus
intervenciones para establecer un modelo teórico que las respalde, para ello el
grupo de Palo Alto recurrió a la teoría de la comunicación de Bateson[8].
El culmen de la TBS se encuentra
en la Terapia Centrada en Soluciones, creada por De Shazer[9] y
O’Hanlon[10]. Se han
llevado a cabo varios estudios para determinar la eficacia de este enfoque,
obteniéndose resultados que resaltan su efectividad[11].
En Latinoamérica un estudioso de esta terapia es Felipe García[12],
con quien trabajo en la aplicación y revisión del modelo en Bolivia[13].
Desde 1987 empiezo a
trabajar con el modelo sistémico dentro de la Terapia Familiar, con el equipo
del Instituto Boliviano de Terapia Familiar evolucionamos hasta el desarrollo
de las técnicas de la TBS centrada en soluciones, aplicándolas a distintas
problemáticas. Desde esos tiempos hasta ahora me he centrado en el modelo
sistémico y en la idea de que la terapia debe ser breve.
Sin embargo, ocurre un
fenómeno con mis pacientes, cuando logramos nuestros objetivos terapéuticos
iniciales, aparecen nuevos, obligándonos a seguir trabajando para alcanzarlos.
Una vez resueltos estos objetivos, las personas retornan a terapia después de
algún tiempo, a veces años. He considerado entonces comprender a la terapia
como un proceso por etapas.
Uno de los casos más
interesantes ha sido el de un paciente diagnosticado como esquizofrénico
paranoide concomitante a un trastorno obsesivo compulsivo. Lo hemos atendido
junto a Mario Sánchez, él centrado en los aspectos psiquiátricos y yo en su
adaptación. Comenzamos el trabajo conjunto hace treinta años, el paciente
estaba aquejado de alucinaciones auditivas y conductas compulsivas, todo ello
impedía su autonomía. Me dediqué con ahínco a eliminar sus conductas
compulsivas utilizando principalmente intervenciones paradójicas. Los
medicamentos antipsicóticos redujeron las alucinaciones y las técnicas
paradójicas aliviaron las conductas compulsivas. La segunda etapa estuvo
dirigida a trabajar en la elaboración de su tesis de licenciatura,
modificándose para el logro de un trabajo. A la par trabajamos en su
emancipación. Otra fase fue la referida a sus dificultades para establecer
relaciones amorosas. Las alucinaciones desaparecieron y fue la etapa más
compleja porque fueron muchos años de vivir inmerso en la locura, tuvo que
acomodarse a su nueva vida. La última etapa comprendió el duelo por la muerte
de su padre y la estabilidad laboral. Actualmente estamos trabajando sus
habilidades sociales con el apoyo de mi colega Percy Medrano.
Otro caso fue el de un
muchacho con ataques de angustia, la primera etapa estuvo dedicada a la
erradicación de sus crisis, al cabo de un año se presentó la necesidad de
trabajar en la planificación de su futuro profesional, desistió de la
universidad y se encaminó a estudiar una profesión técnica, al poco tiempo
tuvimos que enfrentar la posibilidad de su migración a otro país. Dos años
después retornó y revisamos la posibilidad de un trabajo que satisfaga sus
talentos.
Con otra paciente
comenzamos la terapia afrontando su ansiedad ante las relaciones de pareja. Una
vez establecido un vínculo amoroso, hicimos terapia de pareja para establecer
las normas de la convivencia. Posteriormente abordamos el miedo al embarazo
asociado a hiperémesis gravídica. Tuvo dos hijos, con el paso del tiempo su
relación matrimonial entró en crisis, abordamos durante un año los conflictos
de pareja. Después de dos años tuve que ayudarla en el proceso de divorcio.
Creo que no es posible
establecer el término de la terapia a partir de la solución de los problemas si
no se los ubica en el ciclo vital. Si bien el problema se vincula con el
sufrimiento, lo más importante es el alivio del dolor. El propio Watzlawick
enfatizaba una y otra vez que la terapia debe estar dirigida a la erradicación
del sufrimiento[14]. Así
mismo, debemos comprender que el problema es un estabilizador de la crisis, lo
que explica la persistencia de las malas soluciones[15].
El entusiasmo juvenil
anegado en las técnicas para resolver problemas puede ocasionar un alejamiento
del principal propósito de la terapia. Uno de los incitadores a esa actitud
desatinada es el anecdotario de Erickson[16].
Fácilmente los terapeutas inexpertos son seducidos por técnicas creativas e
intuitivas destinadas a la solución rápida de los problemas.
Pocos son los pacientes que
me buscan para resolver de manera inmediata problemas concretos. La mayoría
asiste a la consulta aquejado de mucho dolor, por ejemplo en la ruptura amorosa
y en los duelos. A ello se suman los trastornos de personalidad, donde la forma
de ser es el problema. Reducir la terapia al enfoque de las soluciones promueve
el abandono.
He aprendido la importancia
del contexto afectivo seguro que debo proporcionar a mis pacientes. Entorno
sólo plausible con la compenetración y el desarrollo de un lazo fundamentado en
el apego seguro. Como terapeuta debo saber compenetrarme en el sufrimiento del
otro y ofrecer consuelo.
La terapia debe comprender
el acompañamiento, comprensión y compasión. El trabajo centrado en la razón
está destinado al fracaso sobre todo en nuestro entorno latinoamericano, la
pasión es el eje del accionar latino[17].
Las familias bolivianas son amalgamadas desde la concepción estructuralista[18],
cuando la percepción interna es de unidad familiar[19].
Los lazos amorosos se establecen desde la intimidad y la pasión, la solidez se
encuentra en la fortaleza afectiva[20].
El ciclo vital familiar en
Bolivia debe ser considerado como peculiar al compararse con los planteamientos
teóricos foráneos. No es raro encontrar que los procesos de desvinculación no
coinciden con los de emancipación. Aún se considera a la familia como
indispensable durante toda la vida de los hijos, es común encontrar en una
vivienda a la familia extendida[21].
Los ancianos no son descuidados, hacen parte del núcleo familiar[22]. A
ello se debe agregar la multiculturalidad y el mestizaje[23].
Los psicoterapeutas bolivianos estamos
obligados a reconocer las características socioculturales de nuestros pacientes
para establecer con ellos las metas del tratamiento, a la par de entender la
importancia de la evolución del ciclo vital sin detenernos en la exclusividad
de la solución de los problemas. Por eso mi planteamiento de una terapia breve
en etapas. El terapeuta se establece como un referente de acompañamiento durante
la vida de sus pacientes, es casi imposible terminar la terapia sin vislumbrar
el surgimiento de nuevas crisis en función a la evolución de los ciclos vitales
personales, conyugales y familiares.
La Paz, 9
de julio del 2018
[1] Bellak,
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[8] Bateson,
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[9] De Shazer, S. (1988). Clues:
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[10] O'Hanlon, W. H. (1987). Taproots:
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coleta del barón Münchhausen: Psicoterapia y realidad. Herder Editorial; Watzlawick, P. (2014). No es posible no
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[23] Tapia, L. (2002). La
condición multisocietal: multiculturalidad, pluralismo, modernidad. La Paz:
Muela del Diablo Editores.
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